Sara

Que forma más sutil de dominar...

Antes de internet no sabia nada del bondage, y poco del sadomasoquismo, ni de la dominación, ni de fetichismo…¡Cuantas puertas se me han abierto!

Empezó como un juego, para masturbarme, viendo fotos como un loco, descargando videos, luego entrando en chats, simulando ser muchas veces lo que no era…por cierto, me llamo Juan y tengo 27 años. Un tio del montón, vaya. Pero con muchas fantasias en la cabeza, que poco a poco iban devorándome el cerebro. Entonces empecé a gastarme dinero en el tema, que si revistas, que si webs de pago, en algún SexShop incluso había comprado alguna prenda de látex, etc.

Me gustaba este mundo. Solo faltaba encontrar a alguien con quien llevarlo a la práctica, y eso era lo difícil. ¿Cómo acceder a alguna Ama? pagando, pero no era mi intención, todo este mundo era mi secreto, y mis fantasias sólo eran para mi, no podia compartirlas, pues me daba vergüenza que alguien supiera todo lo que me pasaba por la cabeza. Hasta el día.

Me levanté como siempre, ducha, traje, y hacia el banco, donde trabajaba de apoderado. Cada vez que entraba una clienta me la imaginaba vestida de latex, en plan Domina…que enfermizo, cuanto mas tiempo pasaba peor me estaba poniendo, por lo que al finalizar la jornada decidí coger el coche e irme a Barcelona, de compras a algun sexshop, para aliviar mi sufrimiento.

Llegué sobre las ocho de la noche, y fui directo al grano. Entré en el garito, y fui directamente a la zona sado. DVD´s, revistas, aparatos…era la gloria, imaginaba quedarme encerrado en un sitio como ese..mmm, seria maravilloso. Compré un par de DVD, un ballgag bastante grande, y otro gag que se hinchaba, que ya había visto por internet. En casa ya tenía esposas, cuerdas, y un catsuit de latex negro. Cuando fui a pagar la chica de la caja me sonrió maliciosamente, y yo estaba muy avergonzado, y no se me ocurrió nada más que decirle que eran para mi novia…¡ja! Que más quisiera yo.

Luego fui a cenar a un buen restaurante, más tranquilo por la compra que había hecho, y por lo bien que lo pasaría esa noche, aunque fuera solo. Selfbondage se llamaba. Y me excitaba mucho.

Curiosamente, en la barra del restaurante vi la empleada del sexshop, con una amiga tomando una copa. Cuando salí intenté que no me viera, pues me había vuelto a poner muy nervioso con su presencia…que vergüenza.

Cogí el coche y me fui camino a casa. Ni me di cuenta de que me seguian. Sólo cuando llegué, e iba a entrar el coche en el parking, fue cuando vi que me hacian luces. Giré la cabeza, y oí una voz femenina que me decía algo. Con cautela me acerqué al coche y allí estaba la empleada del sexshop!!! A 120 km. de Barcelona. Le pregunté con voz temblorosa que si tenía algún problema, y me respondió que no.

-Me gustas, y tambien tus gustos.

Me quedé atónito. Descolocado. No estaba acostumbrado a que me "atacaran" tan directamente. Cabe decir que mi vida sexual es bastante agitada, pues las chicas consideran que no estoy mal, pero NUNCA ninguna conoció mi secreto.

-¿Me invitas a una copa?

Rápidamente olvidé lo de "los gustos" y le dije que si, que adelante, pues la chica estaba bastante buena.

Entramos en mi casa, la invité a una copa, y estuvimos hablando toda la noche. Yo dejé la bolsa con "mis compras" en la cocina, y me olvidé de ellas. Ella, Sara, hablaba del sexo con una naturalidad espantosa, y me contaba anécdotas que le habían pasado en el sexshop. Por mi cabeza pasaba cada vez con mas intensidad la idea de que me había tocado la lotería, que Sara era LA MUJER que llevaba años esperando, pero no me atrevia a sacar el tema, y ella tampoco, y como la conversación era muy amena, no salió.

Se quedó a dormir, en mi cama, pero ni nos tocamos, ni nos besamos…parecíamos dos amigos que dormían juntos. Sentirla a mi lado me ponía muy cachondo, y el no poder tocarla aún más. Nos dormimos.

La mañana siguiente, cuando sonó mi despertador, ella no estaba. En su lugar había un tanga y una nota. Decía: "lo pasé muy bien hablando, si quieres repetirlo llámame" y un número de teléfono. Yo no entendía nada, pero no tardé ni 10 segundos a oler ese tanga. Que maravilloso perfume. Me lo puse. Tenía una erección enorme. Me hice una paja brutal. Y a trabajar.

A los dos días, sin poder ni trabajar ni dormir con mi cabeza a punto de estallar, decidí llamarla. Me dijo que fuera a buscarla a la tienda a las 12 de la noche, que era cuando terminaba su turno. Allí fui, y ésta vez nos quedamos en su casa, bebiendo buen vino, riendo y hablando sin parar. Me preguntó que hice con el tanga, y entonces me quedé mudo.

-Venga cuéntamelo…¿te masturbaste?

Le contesté que no al principio, aunque evidentemente se me notó en la cara que mentía…ella se acercó y me dijo al oído:

-Lástima…te imaginé haciéndolo y me puse muy caliente

-Bueno, Sara, si que lo hice. La verdad es que lo hice enseguida. Lo olí, me estaba poniendo a cien, incluso me lo

-¿si?

-…no, nada. Me hice una paja fenomenal

No lo entendía, pero estaba empezando a hablar de sexo como si nada, con lo reservado que era yo

  • ¿te lo pusiste?

  • (silencio)

  • venga, cuéntame que sentiste

Me lo decía al oído, con voz baja, y yo ya tenia una erección fenomenal. Intenté besarla, y me apartó la cara.

  • Si no eres sincero conmigo, no podemos empezar nada.

Se lo expliqué todo, y conforme se lo explicaba yo me iba dejando llevar y empecé a desabrocharme los pantalones, sin darme cuenta, pensando que aquella noche habría juerga de la buena.

  • ¿Puedes ponerte estas?

Se sacó el tanga, y me lo dio con una sonrisa como la que me hizo el primer dia que la vi.

Me lo puse. Y unas medias tambien. Y unas botas que trajo. Y un liguero. Y un vestido de verano. No me lo podía creer. Allí estaba yo, vestido de mujer, dejándome pintar por Ella, Sara, y me sentía en el olimpo. Me llevó a su habitación. Me puso enfrente de un espejo enorme que tenía en el armario, se puso detrás de mi, y empezó a masturbarme. No duré ni 2 minutos. Me corrí en su mano. Entonces me giró y se llevó la mano a la boca. Chupó sus dedos uno a uno, mirándome a los ojos, y luego me hizo chuparlos. Ni me pasó por la cabeza que estaba tragándome mi propio semen. Era Ella. Sara. Lo que estaba esperando. Me dijo que me echara en el suelo boca arriba. Y me puso su delicioso coño en mi cara. Lo lamí con todas mis fuerzas. Y allí estaba yo, tumbado vestido de mujer, comiendole el coño… y volvía a empalmarme, cuando noté presión en los huevos. Cada vez apretaba mas, y me gustaba. Entonces me ordenó, si, me ordenó que me levantara, y que me desnudara. Lo hice sin rechistar. Estaba empalmadísimo. Me cogió de la polla y me llevó al salón.

-Vístete y lárgate, perro.

No entendía nada. Incluso me saltó una lágrima. ¿Por qué me echaba? Sin darme cuenta estaba aumentando mi sumisión. Me vestí y me marché.

Cada dia que pasaba dependía más de ella. Sólo pensaba en ella. Y no me decía nada. No contestaba al teléfono.Fui a la tienda, y solo con su mirada giraba la cabeza. Dos semanas, cuando me llamó.

  • A las 3 de la mañana en la tienda.

Sólo dijo eso. Y colgó. Ese dia, como un reloj, hacia Barcelona y hacia el sexshop. Llegué y…estaba cerrado!!! Había un cartel que ponía cerrado por vacaciones. Dcidí marcharme, cuando se abrio una pequeña puerta lateral que había. Allí estaba ella.

-Entra, cerdito.

Entré. Todo estaba en silencio. Abrió las luces. Estaba vestida de látex negro. Sólo se veía su cara. Todo lo demás cubierto de látex. Estaba espectacular. Morena, con el pelo suelto, los labios pinatdos de color rojo, carnosos, los ojos oscuros, sombreados. Sus pechos que luchaban por salir de ese catsuit. Parecían enormes. Frente a ella me sentía un enano. Un perro. Un cerdo. Su mascota. Sólo me miraba, y caí de rodillas. Ya era del todo suyo. Rió.

-Bien cerdito, ahora sabras lo que es el placer, y el dolor. El dolor, y el placer. A partir de ahora soy tu Ama. Para siempre. Obedecerás o seras castigado. Y para empezar aprovecharemos estos 7 dias que mi tienda está cerrada, para adiestrarte como lo que eres, mi putita.

Me desvistió. Estaba alucinando, entre excitado y descolocado, no abrí la boca. Ahora estaba desnudo. En medio de la tienda. Con todos esos aparatos y artilugios por allí. Sentí miedo, pero por otra parte no podía contener una enorme erección.

Me puso unas esposas en las manos, y otras en los pies, separadas por una barra, con lo que me quedaban las piernas abiertas. Quise abrir la boca pero me puso un pumpgag de esos que se hinchan en la boca. Estaba alucinando. Intenté moverme y me soltó una torta en la cara. "Quieto pedazo de zorra", me dijo. Empezó a hinchar el gag…ya no podia ni mover la lengua. Solo se oía un pequeño mmmmmgffff. Me puso un aro en mi pene, y una especie de funda de cuero en los huevos. Y entonces vi que cogía una especie de liquido viscoso y me temí lo peor, pero no podia decir nada

Se untó la mano con esos guantes de látex que llevaba y empezo a introducirme los dedos por mi culo. Esa sensación de placer, dolor y humillación me gustaba cada vez más. Ella me insultaba y se reía. Cogió un consolador, y empezó a metérmelo. Yo estaba tumbado de espaldas con las piernas hacia arriba, porque ella las aguantaba. Y me estaba follando el culo. Y me gustaba. Mi erección se veía truncada por el aro y me gustaba. Era suyo. Para lo que quisiera. Ahora ya estaba dispuesto a todo.

Pasaban los dias. Cada dia era humillación continuada. Vestido de puta, enculadas con arneses, chupando su coño, sus arneses… atado de mil formas. Dormía atado, comía atado, como un perro. Y me gustaba. Y ella lo sabía.

Y llegó el séptimo dia. Yo no tenía ni idea del día en que estábamos, había perdido la noción del tiempo. Y entonces me dijo que me quería a su lado. Siempre. Yo asentí, como buen esclavo. Le dije que la ayudaría en lo que quisiera. Limpiando el local, atendiendo a los clientes…pero me dijo que tranquilo, que ya lo vería.

La última noch fue la más intensa. Me folló por todas partes y usó todo lo que pudo conmigo. Me hizo fotos, grabó toda la escena en video. Estaba totalmente humillado. Suplicaba que me follara. Me filmó comiendo la polla de un muñeco hinchable, vestido de puta. Comiendome consoladores. Y al final, me puso un traje de látex con una abertura en mi culo. Me introdujo un consolador que se hinchaba, vaya si se hinchaba. Me puso erguido inmovilizado con una especie de arnés de cuero. Con el consolador hinchado en el culo. Otro consolador hinchado en la boca. Mi pene apretado por un tanga de cuero encima del traje de látex que casi no me dejaba empalmar. Me dolía.

Me puso una máscara en la cabeza. No oía nada. Me estaba privando de mis sentidos. Sólo quedaban los ojos, y sonriendo me los tapó con una especie de venda de látex. Pero me dejó un poco abierto para que viera. Y me llevó hasta el final de la tienda, donde habia una pequeña habitación acristalada con elementos sadomasoquistas. Me metió dentro, aguantándome por una cadena que colgaba del techo al collar que llevaba en el cuello. Y me encerró allí. A la vista de todo el mundo, pero sin que nadie pudiera conocerme.

Y me dormí, como pude. A las pocas horas, me desperté. Habí gente alrededor, el sexshop estaba abierto. Y la veía a ella al fondo. Y me miraba. Y me corrí encima.

Y me gustaba.

Hasta que llegó la noche. Y los clientes se marcharon. Y sólo quedó ella.

Continuará.