Sara en la medina de Asilah (2)

Sara mira y disfruta como sus amigos adolescentes son ven sorprendidos y forzados por cuatro adultos.

Sara en la Medina de Asilah (II)

Había sido seducida por un par de perversos adolescentes que me habían hecho disfrutar como nunca. Había hecho, por primera vez, un trío y, también, por primera vez había gozado con una tía. Estábamos los tres sentados en el suelo agotando los instantes de después y disfrutaba mirando sus bellos cuerpos.

Pero nada había acabado. Solo había hecho que empezar. Cuando nos dimos cuenta estabamos rodeados de cuatro tíos que tiraban de nosotros. No eran los chulos, eran tíos mayores, árabes de entre 40 y 50 años, dos con chilaba y dos vestidos a la europea. Estaban muy excitados, probablemente habían estado viendo y oyendo todo. A ellos los conocían y por lo que pude deducir en esos momentos los tenían ganas. Los deseaban. Me daba pánico pero no podía gritar y quería pasar desapercibida. Todo fue muy rápido, a ellos los pusieron de píe golpeándolos en la cara, a mí me separaron a un lado, quedé inmovilizada por uno de ellos que me sujetaba con fuerza por detrás. Lo mismo hizo otro con la chiquilla. Yo gritaba que era española, que me dejaran ir. El que me tenía sujeta me tapó la boca y me amenazó con pegarme.

Los otros dos se dedicaron al chico. Lo desnudaron, le obligaron a inclinarse y lo pusieron cara a la pared, con el culo en pompa. El se resistía pero no gritaba. Uno de ellos le dio varios golpes en su culo, le azotó fuerte mientras decía cosas en árabe. Se agachó y le mordió en el culo con fuerza. Luego le escupió en el ano. El chico gritaba o contestaba inconexamente hasta que, de golpe, le que estaba detrás le metió un dedo previamente humedecido con saliva en su agujero. Lo movía con rapidez y el chico gritaba. No era un novato, enseguida calló y se abrió de piernas. No quería que le dañaran. Yo abría los ojos para poder apreciar como entraba esa polla por el ano, poco a poco y como le azotaban mientras en el culo. Era un fetiche para mí: me volvía loca imaginando a un tío violado y gozando por detrás. Mientras veía eso, el de atrás me tocaba las tetas pero era solo un complemento, me excitaba ver esas imágenes y oír esos ruidos. El violado se movía y hablaba bajo, decía cosas y bufaba. Probablemente ya lo habría hecho otras veces y le estaba gustando. Además el tío le agarró la polla para masturbarle mientras le enculaba.

Yo seguía aprisionada por el otro tío que se frotaba contra mi culo mientras me sobaba por todos lados. Decía cosas sólo para mí, muy bajito y en mi oído, cosas que no comprendía pero cuyo significado adivinaba. Todo me excitaba. Estaba asustada pero muy excitada, sabía que no me iba a librar. Quería que pasara lo que fuera de una vez. Deseaba que me trataran como una cualquiera. O que me hicieran un tratamiento especial, como una puta occidental. La espera me hacía mal. Lo mismo la pasaba la otra chica, la pequeña puta, pero ella miraba con desagrado lo que veía. No le gustaba ver a su chico entregado y disfrutando tanto. Le daba asco y celos. Lo miraba con odio sobre todo cuando se corrió salvajemente chillando como una nena. Y pidiendo más. Lo dejaron sentado en el suelo.

La siguiente fue ella: la misma operación, levantaron su falda y la forzaron a levantar su culo. Ella gritaba y la tuvieron que pegar para que se callara. Yo estaba convencida de que también la encularían pero no, el que la sujetaba se la metió de golpe en el coño. No parecía preocuparse por si disfrutaba o no, al contrario que el mío que me tocaba por delante y detrás: estaba cogida muy fuerte por su brazo izquierdo con el que me tocaba las tetas mientras había metido la mano entre las bragas y me tocaba el coño desde atrás, con fuerza. Me tenía hecha un flan. El muy cabrón me adelantó un metro y me bajó la cabeza para que viera desde 20 cm como le metían la polla a la chica mientras decía cosas en árabe, me mordía la oreja y me restregaba su polla en el culo. Me abría de piernas, estaba como loca y alucinando.

La puta decidió, simplemente, dejarse hacer... hasta que el violador del chico tuvo una idea. La movieron para que quedara precisamente encima de él, que seguía sentado en el suelo. Las piernas espatarradas de la chica estaban a ambos lados de la cabeza del chico que quedaba cerca del sexo de ella. Le obligaron a chupar allí pero ella no quería, le escupía la cara y blasfemaba hasta que la callaron a base de amenazas. Entonces comenzaron otra vez a follarla y el chico a comerla el coño. El chico seguía desnudo y se podía observar como, a pesar de haberse corrido dos veces, se excitaba rápidamente. Su polla se ponía completamente dura mientras chupaba el coño embestido de su puta y amiga. Yo podía ver como se giraba para abarcar con su boca tanto el coño de ella como la polla del hombre, cómo se metía los huevos del violador en su boca.

De repente sentí un fogonazo que me calmó y me excitó como una loba. La polla de mi secuestrador, la más grande y habilidosa de todas, había entraba en mi coño. Entró hasta el fondo y volvió a salir, entró hasta el fondo y volvió a salir... así varias veces. Me hurgaba las entrañas mientras se me doblaban las piernas de gusto. Pero él me sujetaba para que no me rindiera mientras mis ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas y miraba esa polla golpeando desde atrás y esa boca comiendo todo, chupando todo, esa escena que superaba todo lo que nunca me había imaginado. Y la siguiente vez que sentí que llegaba al fondo me corrí como una cerda, antes que nadie.

Grité de gusto y el resultado fue que la puta también gritó y su violador se corrió dando berridos de loco. La chica se terminó de correr cuando bajó los ojos y vio como su chico se tragaba las gotas de semen que salían de su coño...

Y entonces empecé a pensar en Miguel y en si estaría preocupado.