Sara

Sarita es una jovencita de unos 14 o 15 años, pelo castaño claro largo, ojos claros, aproximadamente 1.65 mts,

La muchedumbre se apretujaba, unos por entrar, otros por salir del autobús que a esa hora parecía un monstruo que traga a algunos y vomita a otros, la prisa de las personas por llegar a alguna parte. Yo no tenía prisa, sabía lo que me esperaba al llagar a mi casa, una casa vacía, preparar la cena para comer en compañía dela tele. Un mes es demasiado tiempo en ausencia de mi esposo que está en su trabajo. La monotonía cansa, aburre, desgasta. Espero hasta que los buses se alivianen de su carga, hasta mientras paseo por las calles del centro mirando vitrinas y escaparates, a veces como algo ligero para no preparar nada en casa.

Vivo en la periferia de la ciudad, en un barrio que acá se llaman condominios porque son urbanizaciones privadas bordeadas de una barda perimetral que no permiten el ingreso de extraños. Para llegar a mi casa debo caminar unos 400 mts. desde el ingreso, en el trayecto a esta hora (20:00 hrs.) los niños juegan en las calles con la seguridad que les brinda el sistema con el que contamos. Hay una plazuela donde se reúnen algunas mamás para cuchichear entre ellas los últimos chismes, en otro lado los más jóvenes reunidos escuchando música en sus celulares. Las mujercitas saludan con un “Buenas Noches” o un “hola”, los muchachos solo miran, tal vez temerosos de saludar, será que amedrento?. En esta falta de compañía hace que una no sea de fierro y escapo alguna mirada furtiva a alguno de ellos, hay de todo gusto, unos muy críos, otros no tanto, pero todos queriendo llamar la atención despojándose de sus remeras para mostrar sus músculos, me siento como Malena en la película caminando delante de los muchachos del pueblo.

Me acerco hasta donde están dos vecinas conversando porque una de ellas quería conversar conmigo de algún tema en particular. La pregunta era si podía guiar a su hija con un trabajo de computación pues ella no estaba capacitada para eso, acepté a regañadientes más que todo para no ser una mala vecina, eso implicaba tener a alguien en mi casa en las horas que no quería tener a nadie. Inmediatamente llama a su hija que estaba con sus amigos unos metros más allá, hasta nosotras se acerca Sarita me saluda y nos ponemos de acuerdo que desde el día siguiente podríamos ver el tema de su trabajo, me agradece y se aleja de nosotras, estoy unos minutos más y me retiro a mi casa.

Al día siguiente llovía torrencialmente a la hora de salir de la oficina y yo sin un paraguas que me cubra un poco hasta agarrar un taxi, llego a mi casa empapada hasta los huesos, solo entrar a la sala escucho el timbre, abro la puerta y era Sarita también mojada completamente, la hice pasar inmediatamente.

- Como se te ocurre mojarte tanto? Te vas a resfriar – le reproché

Solo sonrió tímidamente encogiéndose de hombros.

Sarita es una jovencita de unos 14 o 15 años, pelo castaño claro largo, ojos claros, aproximadamente 1.65 mts, la había visto siempre en la plazuela del barrio, le gusta vestir ropa ancha, medio rapera, con sus tenis desamarrados, un tanto desprolija en su vestimenta, la verdad no me gusta que una mujercita se vista así, será porque yo en ese sentido soy muy femenina.

- Vamos a cambiarnos – le dije

- Pero es que yo no traje otra ropa – me dice

- Vamos a ver que encontramos entre mis trapos .

Me di cuenta que ella tenia la mirada fijada en mis pezones que se habían transparentado por la humedad de mi blusa y mi brassiere y por lo duros que estaban por el frio que empezaba a sentir, me avergoncé un poco porque no era solo mi blusa que había quedado transparente por el agua, ese día estaba con unos pantalones de tela de lino color crema que incluso por delante dejaban notar claramente mi ropa interior que eran de color rosa, lo primero que hice fue ir a la cocina a poner agua para prepararme un café, luego volví sobre mis pasos hacia la sala, Sarita seguía mis pasos hasta donde yo iba, al darme vuelta descubrí que me estaba mirando el trasero, al verse descubierta se puso algo nerviosa, le sonreí y le pedí que me siguiera al dormitorio que está en el segundo piso, como la escalera es curva y Sarita venia tras mío, sentía su mirada pegada en mi trasero, al contrario de molestarme contoneé un poco más mis caderas para darle un pequeño show a mi perseguidora. En el trayecto por el pasillo hacia la recamara me quité la blusa y me deprendí los corchetes de mi brassiere, entramos al dormitorio, me quité los zapatos de taco alto que tenía, terminé de quitarme el brassiere y quedé desnuda de la cintura para arriba, sabía que Sarita no despegaba sus ojos de mi, me sentía un tanto nerviosa que me mire como lo hacía pero no lo demostraba al mismo tiempo me gustaba, pues es muy cierto que a todas las mujeres nos gusta sentirnos admiradas y deseadas, no así acosadas. Me paré en frente del espejo del tocador y me desprendí el botón del pantalón, lo fui bajando y me agaché para quitármelo del todo, en esa posición prácticamente le mostraba todo mi trasero a Sarita solamente cubierto por el hilo de mi tanga que estaba metido entre mis nalgas. Me di la vuelta y me quité mi tanga, completamente desnuda exhibiendo mis generosos par de pechos y mi coñito lleno de pelos bien recortados le miré de frente, estaba roja como un tomate me imagino que de vergüenza.

- Vamos a darnos una ducha con agua caliente para calentarnos un poco – le dije - a nda quítate la ropa y métete conmigo a la ducha .

Ella no se movía, me entré al baño y abrí la ducha con agua tibia, no sabía cual sería su reacción, desde dentro la llamé diciéndole que entre, cuando entró aún no se había quitado nada.

- Porque no te has desvestido, vamos niña, desvístete que te vas a endurar de frio con esa ropa mojada.

- Es que me da vergüenza – me dijo

- No tengas vergüenza, todas las mujeres tenemos lo mismo, ven acá que no muerdo.

Como dije anteriormente, Sarita acostumbra vestir ropa ancha, esta vez vestía unos tenis, jeans algo desgarrados con bolsillos laterales y una remera ancha, mas parecía un muchacho que una mujercita. Primero se quietó los tenis, no tenia medias, me dio la espalda y se quitó la remera y luego su sostén, tenia una espalda lisa que comenzaba con unos hombros algo angostos que terminaba en una cintura delgada, luego se fue bajando los jeans, ahora era yo la que no perdía de vista cada detalle de su streap tease involuntario que estaba regalando a mi vista, lo primero en aparecer fueron sus nalgas, redondas, paraditas, blancas, cubiertas por un pequeño calzoncito color blanco tipo bikini pero no muy escotado, luego se quito su ultima prenda y quedó completamente desnuda, se giro algo tímida, ante mi tenía una niña-mujer con un par de pechos más grandes de lo que a simple vista parecían ser, un vientre plano, liso que culminaba en un coñito lleno de pelos color castaños, su cintura estrecha delineaba la curvatura que se abren para formar sus caderas bastante desarrolladas, quien hubiera pensado que debajo de esos ropajes se escondía semejante preciosidad de mujer.

El agua caliente golpeaba mi piel y resbalaba por mi cuerpo, mi estomago era un hormigueo incesante, a pesar de la calentura del agua mis pezones seguían erguidos, me lleve una mano a mi coño, estaba mojado, pero su humedad no era producto del agua, no había duda alguna que me había excitado con la presencia desnuda de Sarita. Ella lo notaba, sus pezones también estaban erguidos.

Le alcancé una esponja y le pedí que la pasara por mi espalda, lo hacia con cuidado, con mucha delicadeza, como temiendo lastimar mi piel, mi piel que no tenia miedo a ser lastimada sino quería que la presionaran con fuerza, quería sentir la presencia de las manos de esta jovencita que me estaba nublando el raciocinio, apoyé mis manos en la pared y levanté un poco mas mis nalgas indicándole sin palabras que era en ese lugar que necesitaba de su atención, como leyendo mis pensamientos ella bajó la esponja suavemente por mi espalda hasta llegar al nacimiento de mis nalgas, las acarició desde mis caderas hasta el centro, desde arriba hasta abajo, separé mis piernas, quería sentir sus manos más adentro, no se animó a adentrarse más entre mis nalgas y se retiró un poco, me erguí, no quería forzar ninguna situación que luego pueda ser desagradable, mis intenciones no eran quedar ahí, pero tampoco ahuyentar a mi conquista. Salimos de la ducha ambas envueltas en toallas, volvimos a mi recamara, abrí mi gaveta donde guardo mi ropa interior, escogí una tanga hilo dental color negra para mi y le dije que se haya buscado una para ella, mi talla es un poco mayor que la de ella, pero tenía la seguridad que habría alguna que le quedaría bien, tímidamente se acercó y miró dudando cual escogería, me acerqué a ella para ayudarla a escoger, agarré un tanga igual que las mías solo que más pequeña.

- Pruébate estas – le dije – estoy segura que te quedarán bien.

- Nunca he usado así – me dijo

- No tienes tangas? ?

- No

- Entonces es tu oportunidad de ensayarte a ver que tal te quedan.

Se la colocó y le quedó como anillo al dedo, su escasa mata de pelos se escondieron perfectamente detrás del triángulo de la tanga, luego le di un short de algodón y un top para que estuviera cómoda.

Tomamos un té caliente y fuimos a encender la computadora para comenzar con su trabajo. Al analizarlo me di cuenta que no sería cuestión de unos minutos, era un trabajo extenso, sencillo pero moroso que nos llevaría más tiempo de lo imaginado, le dije que tendríamos que sacrificar el fin de semana para terminarlo, estábamos a día jueves, así que comenzaríamos el día siguiente, llamé a su mamá para informarle de la tarea y que Sarita estaba volviendo a su casa con ropa seca, que no se haya preocupado.

Al despedirse Sarita me dio un beso que prácticamente rozó mis labios, eso me encendió aun más. No podía dormir, mi coño seguía manando jugos, mis dedos volaban por mis pechos en la oscuridad de mi habitación, me pellizcaban, prensaban mis pezones, mi otra mano ya estaba en mi concha perdiendo su dedo mayor en mi cavidad vaginal, estaba muy caliente, no era suficiente, ahora eran dos dedos que entraban y salían, me levanté y busque mi consolador, en realidad uno de los tres que tengo, agarré el vibrador y lo encendí, los corrientazos los dirigí a mi clítoris hinchado luego lo fui introduciendo suavemente hasta que sus 17 cm se introdujeron totalmente, lo dejé todo adentro, la vibración rozaba mi punto G lo cual hizo que estallara en un orgasmo majestuoso que hizo que cayera hacia atrás mientras mis gemidos retumbaban en las cuatro paredes de mi habitación, me dormí profundamente.

El día siguiente fue eterno, quería volver a casa cuanto antes, ya no me importó apretujarme entre el gentío del autobús, llegué a la urbanización y encontré a Sarita con sus amigos en la plazuela, se apareó a mi caminar y nos dirigimos a mi casa, antes de llegar me dijo que iría a la suya a traer la ropa que le había prestado el día anterior, cuando volvió me entregó una bolsa donde estaba mi ropa, agachó su cabeza como cuando un niño hace una travesura y me dijo:

- Falta una prenda.

- Que pasó – le dije

- Es que todavía la tengo puesta

- Ah si? Cual?

Se baja un poco el shorts que llevaba puesto y me muestra mi tanga. Le sonrío y le dije que no había problema, eso me gustó de sobremanera, yo me había quitado la ropa de trabajo y me había puesto una falda mini de jeans y un top sin sostén.

Comimos algo ligero y comenzamos con el trabajo el cual se prolongó bastante, cuando vi que era prudente le pregunté si quería quedarse a dormir, ese era mi plan, con una sonrisa que iluminó su rostro me dijo que si, llamé a su mamá y le expliqué, mi amiga no puso ningún reparo. Apagamos la compu y nos fuimos para el dormitorio. Me di una ducha rápida, salí y luego fue ella, me puse un camisoncito cortito transparente que viene en conjunto con un shorts de seda sin nada de bajo, cuando ella salió del baño envuelta en una toalla le dije que se busque ropa y se ponga lo que quiera, por equivocación abrió la segunda gaveta donde tengo guardados mis juguetitos (consoladores), se quedó muda y estática, yo me di cuenta de lo que sucedía, me acerque hasta donde estaba y le pregunté si se sentía mal por lo que había visto, me dijo que no, pero que nunca había visto algo así, eso facilitaba mis planes de sobremanera los saque de la gaveta y los puse sobre la cama, le expliqué que como mi esposo está mucho tiempo lejos ellos eran mi mejor compañía en momentos de soledad.

- Pero, y como se usan? – me dijo

La pregunta que abría el cofre del tesoro estaba lanzada al aire.

- Pues….. te lo tendría que mostrar, quieres?? – Asintió con la cabeza

- Que tal si ponemos una película donde se puede ver? ??

Me repitió que si, busque una película porno de lesbianas que tengo y la coloque en el reproductor, la invité a acomodarse en la cama junto conmigo, bueno las imágenes eran bastante fuertes de solo mujeres que se chupaban las tetas, la concha, todo hasta que llega la escena que quería que viera donde dos jóvenes primero se cogen con tremendos consoladores.

Sarita no se había quitado la toalla que la envolvía y debajo estaba desnuda, yo notaba que cruzaba sus piernas una y otra vez y su dedo lo llevaba de vez en cuando a su boca. Yo estaba súper mojada de lo excitada que estaba hasta que no aguanté y le pregunté si estaba excitada.

- Mucho y tu?

- Quieres ver que tan excitada estoy?

Me quité el shorts y llevé su mano a mi concha que estaba mojadísima, la acarició pasando su dedo con suavidad a lo largo de mi raja lo que hizo que me saliera un suspiro.

- Estas mojada, te gusta? – me dice

- Me encanta, sigue tocándome, y tu? Estas mojada?

- Si

Estiré mi mano despojándola de la toalla y alcancé su conchita húmeda por su excitación, sus pelitos eran suaves, sus labios vaginales delgados, los abrí con mis dedos para encontrar su clítoris, su botoncito estaba durito, era pequeño, se lo acaricié con suavidad ella arqueó un poco su cuerpo, sus dedos en mi concha se movían muy bien, le pregunté si ya se había masturbado antes, me dijo que lo hacia desde hace mucho tiempo atrás.

- Y has tenido sexo con alguien?

- No, aún no.

- O sea que eres virgen? – le pregunté

- No se, a veces me he metido cositas.

- Qué es lo más grande que te has metido?

- Un marcador

- Que tan grueso?

- Como de dos dedos y unos 10 cm de largo.

- Y te lo metiste hasta adentro

- Si.

- Y te dolió?

- No

- Te gustaría intentar con uno de estos? – le pregunté señalándole los consoladores.

- No se, son muy grandes, derrepente me duele.

- Son del tamaño de una de verdad y son suave. Quieres tocarlo?

Extendió su mano y cogió primero uno, luego otro y así los miraba con curiosidad uno por uno, mientras mis dedos seguían acariciando su vagina.

- Quiero probar, pero enséñame….

- Te voy a mostrar como.

Tomé el vibrador, abrí más mis piernas, lo coloqué en la entrada de mi cueva y fui presionando de a poco, el dildo se fue perdiendo en mi cavidad vaginal, lo sacaba un poquito y luego lo metía más profundamente hasta que solo quedo afuera el botón de velocidad del vibrador, Sarita no perdía de vista detalle alguno de lo que estaba haciendo, el placer que estaba sintiendo era indescriptible, empecé a meterlo y sacarlo despacio, lo sacaba hasta afuera y después lo metía hasta el fondo, la jugos vaginales que tenía eran tantos que la verga de plástico resbalaba sin ninguna dificultad por mi canal, le tomé su mano y la guie hasta la mía para que sea ella la que meta y saque el vibrador, se acomodó entre mis piernas y aumentó la velocidad de introducírmelo, yo solo me dejé coger. En cada metida sentía que lo profundizaba cada vez más, sentía que la punta de sus dedos entraba también en mi concha junto con el juguete, estuvo así como 5 o 10 minutos, sentía que mi orgasmo estaba por llegar y para retardarlo un poco más me di la vuelta y quedé de 4 patas con el trasero para arriba y mi cabeza perdida entre las almohadas, nuevamente me lo metió de golpe, la fricción en mi concha  hizo que no pueda resistir más y terminé en un orgasmo interminable, mis quejidos me delataban entera, había gozado como pocas veces.

Cuando me hube repuesto de mi orgasmo, me di la vuelta, me acerqué a ella y la besé, era la primera vez que nos besábamos, sus labios eran cálidos, su lengua jugaba con la mía a quien penetrara más en la boca contraria, le chupé los pechos, eso la encendió más, la recosté de espalda, bajé por su vientre, jugué con mi lengua en el agujero de su ombligo, bajé hasta su púbis, le abrí las piernas y hundí mi cabeza en su conchita dorada, el primer lengüetazo se llevó consigo una cantidad increíble de jugos, estaba que se escurría, mi lengua se perdía entre sus labios vaginales, chupaba su clítoris, ella era puro gemidos de placer. Lamía, chupaba, besaba su conejito inexplorado por otros dedos que no hayan sido los suyos, mis labios y mi lengua inauguraban aquella preciosidad de concha, su respiración era cada vez más agitada, sus gemidos eran música para mis oídos, me agarró de la cabeza y me retira de su vagina y con los ojos cerrados me dice:

- Métemelo, métemelo…..

Obviamente que entendí que era lo que quería que le meta, agarre el consolador que tiene arnés y me lo puse lo más rápido que pude, ella miraba lo que hacía, éste era más grande que el vibrador, debe medir unos 19 cm. y es grueso, ella solo abrió las piernas, le regalé unas cuantas caricias con mi lengua nuevamente, suspendí sus piernas a la altura de mis hombros y me acomodé mejor entre sus piernas, apunté la cabezota del consolador en la entrada de su cuevita y fui presionando despacio, sus labios mayores se abrieron estirándose todo lo que daban permitiendo la entrada de aquel intruso, la penetración fue lenta, ella sostenía mis caderas como queriendo defender algo en lo que ya no había vuelta atrás, me estaba cogiendo a la mujercita más rica del mundo, cuando entró hasta la mitad lo saqué suavemente y volví a empujar hasta el mismo lugar, me quedaba un momento quieta para que su vagina se acostumbre al grosor, luego se lo volvía a sacar y nuevamente empujaba, de pronto sentí que sus manos en vez de frenar mis estocadas empujaban mis caderas hacia adelante haciendo que el consolador entre más y más, cuando ya estuvo todo adentro y mis caderas tenían un ritmo suave pero constante, empuja más hacia adentro mis caderas y hacía que me mueva más rápido, el frenesí era total, gemía, levantaba la cabeza con sus ojos desorbitados para ver como mi pene de goma entraba y salía de su conchita, en todo el proceso de unos 10 o 15 minutos tuvo un sinnúmero de orgasmos cada cual más fuerte, el último fue lo máximo porque a la par que la penetraba a máxima velocidad le frotaba su clítoris con mi dedo pulgar, su orgasmo fue monumental, me detuve y de a poco le saqué el consolador, quedó desmadejada en la cama, me acerqué a ella y le di un beso suave en la boca que apenas me respondió, sus espasmos orgasmales aún se podían sentir en su cuerpo, me acosté junto de ella y nos quedamos dormidas.

Fue lo máximo.