Sara 4

Sara se abre completamente a esta nueva forma de vivir el sexo: entre tres

Autor: Salvador

E-mail: demadariaga@hotmail.com

Continúa el relato de nuestro primer encuentro, que constituyó una tarde inolvidable. Gracias Sara y David por permitirme conocerlos, vivir esta increíble experiencia y poder relatarla.

Sara

Capítulo 4

Nuevos caminos

"¿No te molesta, David?"

Los jugos caían por entre los cachetes de la muchacha, que yacía desparramada en la cama, respirando agitadamente después de la increíble acabada que había experimentado a manos de mi experta lengua. Había tenido una experiencia única, nunca antes vivida. Y había sido maravilloso para alguien acostumbrada a abrir las piernas y a que le metieran la verga, sin mayores variaciones, casi mecánicamente.

Bueno, por algo dicen que la experiencia es la madre de las ciencias.

"No, en absoluto. Es más, parece que Sara lo disfrutó" me respondió David, con picardía y cerrándole un ojo en señal de complicidad.

"Por lo menos sirvió para que descansaras un poco" le dijo, riendo.

Sara los miró y se unió a sus risas, mostrando que se encontraba muy a gusto.

Se sirvieron algunas cervezas y comentaron lo sucedido, estando todos de acuerdo en que hasta ese momento las cosas se estaban dando a pedir de boca.

"¿Tienes alguna fantasía pendiente, Sara?" le consultó Salvador, mirándola fijamente.

"Es que no sé si puedo decirlo" respondió ella, mirando a David.

"Mijita, yo quería follarte mientras alguien nos miraba, y tu aceptaste. Ahora es tu turno. Me parece de justicia"

"¿Seguro?"

"Si, seguro"

"Bueno, quiero lo mismo que tu, pero con una variante"

"¿Cuál?"

"Que seas tu quien mire mientras yo follo"

David la miró. Miró a Salvador y comprendió que tenía un solo camino por delante. Asintió con más entusiasmo del que cabía esperar de un amante que tenía que ceder a su

pareja para que otro se la folle.

Salvador acercó su cuerpo a Sara y la abrazó. Su boca buscaba la de ella. Esta abrió sus labios y sus lenguas se cruzaron, con furia. Ella sintió las caricias en sus muslos, en sus senos, en su estómago: suaves, sugerentes, casi insoportables. Sintió que el cuerpo le pedía ser penetrada ya mismo, pero el hombre hacía durar las caricias como queriéndola hacer sufrir con la espera. Salvador estaba empeñado en demostrarle a esa muchacha que él era un amante de excepción, para que ella se entregase completamente y deseara volver a vivir la experiencia del sexo en sus manos.

Abrió sus piernas en una muda ofrenda a su nuevo amante, que siguió besándola con desesperación, acariciando suavemente sus senos, sus muslos, su estómago, y se ponía entre sus piernas, apoyando su polla a la entrada de la vulva de Sara, que movía su cuerpo como intentado que ésta le entrara ya, ahora mismo. Tal era su desesperación. Pero Salvador, viejo en estas lídes, hizo esperar el momento de la penetración paseando su verga por los labios vaginales de Sara, aumentando su deseo.

"Por favor, métela"

Le musitó al oído, entre jadeos.

"Calma, mi amor, calma"

Y un dedo se aproximó peligrosamente al culo de la muchacha, aumentando su tensión. Sintió una inquietud nueva cuando el dedo se posó a la entrada de su culito, sin atreverse a entrar. El solamente quería insinuarse, crear el deseo en ella.

Finalmente se decidió y la verga de Salvador la penetró completamente, sin aviso previo. Sus bolas chocaron contra la entrepierna de la muchacha. Una oleada de gozo la inundó cuando él empezó a bombearla, con parsimonia, con calma., pero sin dejar de hacerlo, mientras los labios de él se detenían en el oído de la muchacha, donde jugueteó con su lengua, sometiéndola a una doble penetración que la muchacha no pudo menos que sentir como una sensación increíble, novedosa.

Ella se revolvió desesperada bajo el cuerpo de Salvador, besándolo furiosamente, abrazándolo como si temiera que se le escapara, en tanto dentro de su estómago empezaba a formarse una bola de increíble sensaciones que empezó a mover su cuerpo en forma alocada. El se dio cuenta de ello y le habló al oído.

"Tengo mucho más para ti, mañana, aquí mismo. Tu y yo solos"

Sara levantó las piernas, no pudiendo contener más lo que estaba fluyendo de su interior y en medio de una ola de quejidos, ayes y suspiros, soltó todo el caudal que albergaba su vagina, que inundó la sabana, donde dejó una mancha de proporciones. Quedó extenuada, intentando recuperar la respiración, con una sonrisa bailando en sus labios.

"Fue increíble" Logró articular.

"¿Tanto te gustó que estuviera viéndote follar?" preguntó David, impresionado.

"Si" respondió la muchacha, mirando a Salvador de manera significativa.

Sara ni siquiera se había percatado de la presencia de David mientras hacían el amor. Tanto era el entusiasmo que había puesto en la follada que Salvador le había proporcionado que en ningún momento pensó en que no estaban solos. Se había olvidado de David mientras era follada tan exquisitamente por ese hombre que venía recién conociendo.

Salvador seguía con su verga completamente parada, ya que había optado por guardarse para otra más, si era posible.

Sara se dio cuenta que Salvador seguía empalmado. También David, que miraba con cierto asombro las dimensiones que lucía su nuevo amigo. A Salvador no le pasó desapercibida la mirada que ambos le dieron a su herramienta. David le inquietaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Se sentía atraído por el muchacho casi tanto como lo atraía su novia.

"¿Quieres follarla nuevamente?" Preguntó David, sin dejar de mirar la polla de Salvador.

"Solo si ella lo quiere" respondió Salvador, sintiendo que su verga aumentaba de tamaño bajo el influjo de las miradas de David.

"¿Qué dices tú?" preguntó Sara a David

"No hay problemas, cariño", respondió este.

"¿Quieres hacerlo a lo perrito?" dijo Salvador, dirigiéndose directamente a Sara.

" Bien, me parece interesante ", dijo la muchacha, poniéndose en posición.

Salvador se puso tras ella, le apartó las nalgas y se disponía a meter su verga cuando David se adelantó.

" Déjame ayudarte "

Con una sonrisa de complicidad, Salvador le invitó.

David tomó la polla de Salvador y la llevó a la entrada de la vagina de Sara, operación en la que demoró más de la cuenta y que tuvo como resultado que la verga latiera y se engrosara más aún de lo que estaba. David miró a Salvador, asombrado, y éste lo miró a su vez, poniendo su mano sobre la mano que sostenía su verga, empezando un leve movimiento. David sonrió y empezó a pajearlo cuando Salvador retiró su mano. Salvador lo miró sonriendo y suspiró, dándole a entender que estaba gozando con los movimientos de la mano de David en su herramienta.

"Ya"

Le dijo poniendo su mano sobre la de David, que cesó sus movimientos y dirigió la verga de Salvador a la entrada de la vulva de Sara.

Cuando la polla quedó entre los labios vaginales de Sara, David retiró su mano haciéndole una disimulada y rápida paja a Salvador, hasta quedar con las bolas de Salvador en la mano, mirándole fijamente a los ojos. El mensaje había sido dado y la sonrisa que Salvador le dio le dijo claramente que había sido recibido.

Salvador se aferró a los senos de Sara y le hundió su verga hasta el fondo, quedando completamente hundido entre los cachetes albos de la mucha, que empezó a moverse como una perra cuando es penetrada.

"Sigue, sigue, siiiiiiii"

Decía con desesperación mientras su cuerpo se cimbraba al compás de las embestidas de Salvador, que tenía sus pezones sujetos en la punto de sus dedos, sin apretarlos en demasía. Lo suficiente para transmitirle el deseo.

" Más, mássssss "

Y sus movimientos eran cada vez más espasmódicos, como si sufriera un ataque.

" Mijitooooo"

Y Salvador sintió que la niña tendría su nueva cuota de eyaculación, la que no tardó en hacerse presente, entre gritos y movimientos desesperados, hasta quedar completamente tirada en la cama, exhausta, con sus ojos cerrados, intentando recuperar el aliento.

Salvador sacó la verga del interior de la muchacha, humeante por los vapores y la humedad del interior de Sara, pero aún plena de vitalidad. Miró a David y miró su polla, a la que le estaba haciendo una suave paja, invitándolo a continuar.

David acercó su mano y se apoderó de la barra de carne y nervios, que empezó a pajear con delicadeza, sin dejar de mirar a Salvador a los ojos. Este levantó una mano y la llevó al rostro del muchacho, acariciándolo. Los movimientos de la mano de David aumentaron y se hicieron frenéticos, hasta que la polla de Salvador soltó su contenido. Los chorros saltaron por todas partes, sin que David dejara de pajearlo.

Cuando el trozo de carne de Salvador terminó de soltar sus jugos, David soltó la verga y se quedó en silencio a un costado de Sara, sin que esta se diera cuenta de lo sucedido entre ambos hombres.

Quedaron en reunirse en dos días más.

Al momento de despedirse, Sara le dio un beso en la mejilla y la susurró: "entonces mañana, tu y yo, ¿verdad"

Salvador quedó feliz con lo sucedido y con las posibilidades que tenía por delante.