Sara (2: Los tres en la cama)

Los tres en la cama. Nuestra protagonista conoce nuevos límites en el sexo y está feliz con el amigo de su novio. Esta serie continuará.

Autor: Salvador

E-mail: demadariaga@hotmail.com

Este relato, que tiene varios capítulos más, se inspira en la experiencia vivida con mis dos buenos amigos Sara y David, que me regalaron exquisitos momentos cuando me incorporaron en sus juegos sexuales. Espero haber ayudado a abrir un poco sus horizontes, de por sí muy extensos. Me invitaron para que les transmitiera mi experiencia, pero a estas alturas creo que he aprendido más de ellos que ellos de mí.

Sara

Capítulo 2

Los tres en la cama

"Fóllame"

Levanto mis piernas, dejando a la vista de Salvador mi sexo húmedo por la excitación que abraza mi cuerpo. Su herramienta apunta directamente a la entrada de mi túnel. Miro ansiosamente ese trozo de carne que recibiré muy pronto en mi sexo sediento de polla. No puedo creer que se pueda gozar tanto solamente esperando ser penetrada. Mi chocha está mojada por los fluidos que salen de su interior debido a la calentura que me produce el saber que muy pronto seré penetrada, que ese trozo de carne y nervios entrará todo en mi cosita. Abro más aún mis piernas, incitando a mi nuevo amante a que consuma pronto lo que espero ansiosamente. Ya casi acabo por el gozo me proporciona el ver su herramienta, completamente tiesa y amenazante, que exhibe con orgullo. Ansío con todas mis fuerzas que me la meta ya mismo. Mi calentura parece no tener límite.

David nos mira asombrado al comprobar que he reaccionado de una manera que no se hubiera imaginado cuando decidimos llevar adelante este encuentro. Y comprendo su sorpresa, ya que yo tampoco pensé en ningún momento que la lujuria que despertó en mí el saberme observada mientras me follaban podría llevarme a tales extremos de perversión y deseo. Pero aquí estoy, con mis piernas abiertas y levantadas, esperando la polla de Salvador y con David a mi lado, masajeando su herramienta mientras mira sin perder detalle de su noviecita, la que está a punto de ser penetrada por ese gran pedazo de carne que se dispone a meterse entre sus piernas y llenar su coñito. Toda esta situación me tiene enloquecida de lujuria y sólo ansío que esa polla se me meta pronto en la chuchita, que ya bota sus primeros jugos.

Cuando entramos a la pieza del hotel, me sentía perdida entre esos dos hombres. Pensaba que no podría estar a la altura de lo que ellos esperaban de mí, pero a medida que David me desnudaba sentí que me excitaba al saberme observada por ese desconocido que no quitaba su mirada de mis senos cuando quedé cubierta solamente por el sostén, que aumentaban el tamaño de mis globos. Ruborizada, me agaché para quitarme la falda y entonces vi el bulto que Salvador tenía en su pantalón. Y era por mí. Ese hombre estaba calentándose con mi cuerpo. Un ligero temblor me indicó que estaba entrando en un mundo nuevo, el mundo de la sensualidad. Y era agradable sentirse deseada y producir la excitación que reflejaba el paquete de Salvador.

A partir de ese momento mis movimientos fueron estudiados para producir el mayor efecto posible en nuestro nuevo acompañante. Y fue evidente que éste reaccionaba positivamente a juzgar por las dimensiones que adquirió su paquete. Una oleada de sensualidad se apoderó de mi y sentí que estas nuevas sensaciones eran tan exquisitas que no imaginaba que pudiera haber algo mejor que sentir lo que estaba sintiendo mientras me miraban las bragas que caían al suelo.

David no perdía de vista mis movimientos ni mis miradas, sonriendo por lo bien que se estaban dando sus planes. Me tomó en sus brazos y me llevó a la cama, donde se puso entre mis piernas y me hundió su instrumento, hasta el fondo. Miré al costado y ví a Salvador con su verga al aire, entre sus manos, balanceándola mientras miraba cómo yo me movía bajo el cuerpo de mi novio. Me sentí acicateada por el placer y empecé a moverme con lujuria, sin apartar mis ojos de la verga de Salvador, que empezó a acercarse a la cama donde estábamos follando David y yo. Ya no era yo, era otra mujer la que estaba follando alocadamente mientras ese hombre balanceaba su polla a mi lado. Me sentí como una verdadera puta. Y ese pensamiento me excitó más aún, haciendo perder el sentido de la realidad, dando paso a todos mis bajos instintos.

Sin pensarlo, aparté mi mano y alcancé el trozo de carne que se balanceaba a un costado de la cama. Salvador se acercó más aún para facilitarme los movimientos. La agarré e inicié una paja exquisita mientras David aumentaba sus embestidas ante la cercanía de su orgasmo. Me sentí inundada por su leche y le retribuí con la mía, soltando la polla que tenía en la mano, avergonzada de mi audacia.

"Fue hermoso verlos"

Dijo Salvador, con su verga en la mano, aún parada, mostrando impúdicamente toda su vitalidad y deseos de meterse en mi conchita. De eso estaba segura. Y me alegraba que fuera así. Levanté la vista y le miré a los ojos. Me estaba mirando también. Le hice un gesto con disimulo, para que David no se percatara, instándolo a seguir adelante. Comprendió de inmediato.

"David, ¿te molestaría si lo hago con Sara?"

"¿Qué dices, Sara?"

Me mostré algo renuente, para salvar las apariencias y haciéndome a un costado, respondí:

"Bueno. Ven"

Se acostó a mi lado y me tomó los senos, masajeándolos suavemente. Al cabo de un rato, en que mis pezones parecían estallar de deseo, una de sus manos bajó por mi estómago y se posó en mi bultito, aun goteando los jugos de mi reciente acabada. Metió un dedo y empezó a jugar en mi túnel. Sentí una corriente de placer. Se acercó a mi rostro y me besó, con suavidad, posando sus labios sobre los míos. Yo abrí mi boca y se la ofrecí. El la aceptó y metió su lengua, que empezó a luchar con la mía en un juego que nos llenó de lujuria. Y su dedo seguía escudriñando mi interior en tanto mis senos golpeaban su pecho.

"Házmelo"

Le dije en un susurro, al oído, en medio de quejidos de placer. El sonrió y siguió jugando con su dedo. Este hombre me estaba llevando al paroxismo del placer con su dedo y sus besos.

"Primero te voy a hacer acabar con mi dedo"

Me dijo también en un susurro, mientras su dedo continuaba intruseando mi túnel. Y su otra mano se apoderaba de mi nalga, demasiado cerca de mi culito, que sintió la proximidad de ese otro dedo invasor. Salvador había descubierto mi debilidad. Mis fuerzas me estaban abandonando a estas alturas. El placer era demasiado. Sentía que muy pronto volvería a rendirme. Mi culo es mi talón de Aquiles y ese hombre estaba hurgando en él. Sabía que no podría resistir tanta excitación.

Cuando el dedo invasor se posó directamente a la entrada de mi culito, sentí una corriente de lujuria correr dentro de mí y por segunda vez mis líquidos se desparramaron fuera, como si fueran un pequeño torrente de sexualidad, mientras mis gritos lograban salir de mi garganta, rompiendo mis barreras de prudencia.

"Ricoooooo. Siiiiiiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhh"

Mi nuevo amante no perdió el tiempo esperando a que me recuperara y siguió besándome, mientras su mano subía a mis senos, entreteniéndose en ellos. Yo, por mi parte, estaba demasiado sensibilizada a esas alturas y mis pezones prontamente adquirieron esa dureza que delataba mi excitación.

Se acercó a mi oído y me dijo:

"Ahora, pídemelo"

Y se levantó, con su polla completamente parada, situándose entre mis piernas, esperando que cumpla su orden.

"Fóllame"

Mis palabras y mis piernas en alto son la señal de mi rendición incondicional a ese amante que ha logrado sacar de mí toda la lujuria de que era capaz. David no se imagina el punto al cual Salvador ha logrado dominarme. Su asombro es por escuchar en mis labios ese pedido que nunca se hubiera imaginado. Y su excitación por escucharme pedir que me follen es evidente, lo dice su polla.

La verga de Salvador se pone a la entrada de mi chochito, sediento de sexo, de ese sexo que siento que tarda una eternidad en meterse en mí. Pero no se hace esperar y siento que su cabeza empieza a penetrarme, lentamente. Se detiene un momento y vuelve a la carga, mientras los labios de Salvador empiezan a chupar mis pezones, como un niño que estuviera mamando el seno materno. Y, efectivamente, está mamando mis tetas. Es increíble.

Después de otra pausa, finalmente siento que el trozo de carne de Salvador se aloja completamente dentro de mi conchita. Pareciera que su verga me hubiera invadido totalmente, sin dejar ningún hueco libre dentro de mí. El cabrón quería que gozara el momento de la penetración y lo ha logrado, ya que.sentí cada centímetro cómo entraba y era apretado por las húmedas paredes de mi vagina, como si fueran un guante. Sentí en todo momento cómo mis paredes se expandían para dar paso al invasor. Y todo casi en cámara lenta, alargando el goce de la penetración. Era todo un experto en hacer feliz a una mujer en la cama.

"Prepárate, mi cielo"

Me susurra y empieza un mete y saca desaforado, haciendo que me mueva sin control bajo su cuerpo. Intento aferrarme a su cuerpo, con mis piernas sobre su espalda, pero me cuesta seguir su ritmo. Y acabo como una salvaje, gritando desesperadamente, mientras él continúa imperturbable su mete y saca.

"Ayyyyyyyy, siiiiiiiiiii. Asíiiiiiiiiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhhh"

Cuando siento que la sensación de placer empieza a aquietarse en mí, Salvador suelta su semen en mi interior y el golpe de éste contra las paredes de mi vagina me produce una sensación nunca antes experimentada, la que hace que vuelva a acabar.

"Cieliitooooooooo ricooooooooo"

Cuando finalmente me recupero me doy cuenta que lo he tratado como a David. Nunca ningún otro hombre había merecido un " cielito rico " mío en la cama. Era mi manera de demostrarle a David mi amor. Y Salvador se lo había ganado con creces. David se da cuenta que algo especial había pasado entre nosotros. Y está feliz que así sea.

David nos abraza, feliz de que hayamos logrado formar un buen trío. Y yo estoy más feliz aún por el mundo de posibilidades que se abre ante mí, especialmente por la cara de deseo de Salvador y por las dimensiones de su polla, que crece a ojos vista. Mi chuchita empieza a gotear de solo pensar en lo que seguiré experimentando en brazos de este hombre. Esta noche será una larga noche.