Sansón y Dalila

Sansón y Dalila, de Caja. ¿Quién no conoce la erótica historia de Sansón y Dalila?

La danza de la traición

En una tienda de campaña de seda, en una época anterior a cristo, había un hombre musculosos y de largos cabellos tumbado entre almohadones, comiendo una a una las uvas de un racimo que tenia en la mano, en ese momento su vista tropezó con una silueta femenina, la luz de las lámparas de aceite transparentaban su vestido de seda, la joven bailaba una danza flexible, armoniosa, sensual, sus largos cabellos se movían con suavidad movidos por el contoneo del hermoso cuerpo de la bailarina, sus pies descalzos acariciaban el suelo de la tienda con sensualidad y picardía, los velos de la bailarina se movían como el viento, dándole su danza una belleza extraordinaria.

El musculoso hombre casi se atragantaba con las uvas, la belleza de aquellos movimientos le acapararon toda su atención.

La joven seguía bailando, sus brazos, sus pies, sus cabellos, cada movimiento era calculado para despertar el deseo enterrado en todos los machos.

Deseo que se manifestaba en el musculoso hombre cuyo vigor se levantaba entre los almohadones enterrados.

La joven vio ese vigor con una sonrisa, pero siguió bailando, su elástico cuerpo cultivado en las sensuales danzas de su pueblo era una visión que incluso los sodomitas no pueden evitar, los danzantes pasos de la joven se acercaban al hombre, lenta pero con deseo.

Se quedó junto al palo que sostenía la carpa, una de sus piernas rodeó al palo mientras sus senos lo acariciaban de arriba abajo, los dedos de sus pies, rozaban suavemente el soporte de la tienda de seda, sus labios acariciaban la vara de madera con suavidad y sensualidad, mientras que sus dedos rozaban la vara con deseo.

La joven abandonó la vara y siguió bailando, cada vez con más fuerza, con más pasión.

El hombre vio que estaba lo suficientemente cerca para agarrarla y tomarla, pero tenia miedo de causarle daño, su fuerza era sobrehumana, más que eso, divina, mató a mil enemigos solo con la única arma de una quijada de asno.

La joven puso un pié sobre los almohadones, pero seguía bailando sobre el musculoso hombre, el cual, veía como los senos de la bailarina se movían sensuales a los movimientos de su cuerpo y sus caderas se contoneaban con una velocidad y una sensualidad que muchos hombres hubieran disparado su simiente sin apenas tocarse.

Y el estaba a punto de explotar del deseo que sentía.

Los pies de la bailarina acariciaban el cuerpo del musculoso hombre, de forma precisa y sensual, las uñas de sus delicados pies rozaban la piel del hombre que cada vez estaba más excitado, deseando poseer a aquella misteriosa belleza que danzaba para el.

La joven se arrodilló sobre su torso, moviendo sus caderas con lujuria mientras sus largos cabellos acariciaban el vigor del hombre, las manos del musculoso deseaban agarrar aquellos senos que se movían como deseando que un hombre los sujetara, pero de algún modo se contenía, como si tuviera miedo de que si hacia algo esa maravillosa visión desaparecería, los suaves pies de la bailarina acariciaron su vigor, con suavidad, los dedos de sus pies acariciaban el tallo del palpitante órgano sexual con suaves y ricos movimientos, los ojos felinos de la bailarina se clavaron picadamente sobre los de su musculoso amante.

Los pies abandonaron el vigor del musculoso, siendo sustituidos por los tobillos de la bailarina, después por sus suaves y sedosas piernas, luego los muslos, mientras los ardientes labios de la joven besaban el pecho del hombre bajando lentamente hasta su abdomen.

El vigor acarició la entrepierna de la bailarina, luego su abdomen, hasta llegar a sus pechos, los cuales acariciaron aquel órgano sobre el suave vestido de seda, suave y rítmicamente, acompañado por unos sugerentes jadeos de la joven.

Las manos del hombre no podían calcular su fuerza, agarraron uno de los cojines para soportar la tensión, destrozándolos como si fueran un huevo de gallina.

Los labios de rubí de la bailarina se abrieron, engulleron el gigantesco miembro y empezó a succionarlo con fuerza y haciendo presión con sus labios, labios bien entrenados desde hace mucho, apartó sus cabellos para ver los ojos de su amante, el cual estaban llenos de éxtasis.

Los labios, la lengua y el cuello de la joven se movían para dar placer, mientras que sus manos acariciaban los sacos llenos de simiente, simiente que ella deseaba saborear en su sensual boca.

Las manos del hombre destrozaban lo que agarraban en un intento de contenerse, pero su fuerza se debilitó al lanzar su simiente dentro de la boca de la bailarían.

La joven recibió la simiente con deseo, succionó con suavidad pero con ganas, saboreaba la viscosidad de la vida en su boca para luego tragarla lentamente, miró el rostro de su amante con satisfacción, el estaba jadeando con fuerzas por la experiencia.

Pero el hombre se recuperó rápido, agarró a la bailarina y la tumbó sobre los cojines, sus manos destrozaron el vestido de seda de la joven que miraba aterrada a su amante.

Sus ojos pararon la brutalidad del hombre, el la miró arrepentido, no quería hacerla daño, pero su pasión era implacable.

Pero la amante sonrió el acercó sus labios a la bailarina y se fundieron en un beso, la suave piel del cuerpo de la amante era calida, confortable, el musculoso cuerpo la sentía perfectamente, sus poderosos brazos la abrazaron mientras sentía sus senos contra su pecho.

El beso fue largo, dulce y pasional, como debería ser el amor, los labios del hombre abandonaron los de la joven y empezaron a besar su hermoso cuello bronceado, bajando con suavidad hasta sus turgentes senos, cuyos pezones acariciaba con los labios y la lengua.

La joven sentía escalofríos ante esas atrevidas caricias mientas sentía como las calidas manos de su amante le acariciaban la espalda mientras los labios de su amante succionaban sus pezones como un niño de pecho deseando su leche vital.

Inconcientemente, las piernas de la bailarina se abrieron lentamente, dándole una señal al musculoso hombre, una señal que el no desaprovechó.

El vigor del hombre invadió la feminidad de la joven de forma lenta y delicada, pero la joven no podía evitar sentir algo de dolor debido al tamaño del vigor de su amante.

El hombre empezó a moverse, lentamente para que la joven pudiera acostumbrarse, la bailarina cerró sus piernas aprisionando a su musculoso semental, impidiéndole salir, haciendo que sus sexos estuviesen más y más unidos,

La joven notaba como el placer la acariciaba como dedos invisibles sobre su cuerpo y su alma, veía también en los ojos de su pareja que el sentía lo mismo en un vaivén que se aceleraba más y más.

Los labios de la joven se acercaron al oído del hombre, le susurró unas palabras, el hombre aceptó y se tumbó boca arriba, ella se arrodilló sobre su vigor y con el órgano de su amado dentro empezó a mover las caderas a gran velocidad, dándole un gran placer al musculoso hombre que notaba como el placer lo paralizaba.

No tardó mucho en sentir el calor de la simiente dentro de ella, vio que su amado entre el vino y el placer empezó a dormirse, entonces la joven le preguntó sobre su secreto.

El hombre respondió con sinceridad.

La mañana siguiente, el musculoso hombre se levantó sobresaltado, varios enemigos suyos le habían rodeado, pero el hombre soltó un rugido que les hizo temblar.

Pero cuando intentó levantar una mesa para atacarlos, veía con horror que no podía, entonces vio el suelo.

Sus cabellos estaban esparcidos por el, había perdido su cabellera y con ello su poderosa fuerza.

Sus enemigos lo ataron y se lo llevaron, pero los pensamientos del musculoso hombre fueron para la bailarina, no eran pensamientos de odio por la traición, sino de amor, a pesar de lo que ella le hizo, aún la amaba y nunca dejará de amarla