Sangre de mi sangre (2ª Parte)

Carmen sigue disfrutando del sexo con su hijo Sergio. Tras descubrir esa atracción mutua y haber repetido muchas veces, la relación sigue avanzando, descubriendo Carmen placeres que no conocía...

Sangre de mi sangre (Segunda parte)

Hola de nuevo, amigos. Espero que estéis gozando de este magnífico y caluroso verano en vuestras localidades, lugares de vacaciones o en casa disfrutando de la lectura de las calientes historias de esta magnífica web que nos da la oportunidad de poder narrar nuestras vivencias. Como ya sabéis soy Carmen, de 39 años, morena, ojos azules, buen tipo, etc., y en mi anterior historia os contaba cómo empecé a mantener relaciones sexuales con mi hijo Sergio (no había dicho su nombre todavía) después de separarme de mi ex marido y tras un caliente verano en la costa malagueña que disfrutamos ambos en compañía de una amiga y sus hijos. Las mismas supusieron un cambio en mi forma de vivir, de vestir, así como otros detalles íntimos como rasurarme el sexo, etc., que podrían no tener importancia en otras circunstancias, pero que en mi caso desembocaron en los hechos que os narraba en mi anterior relato. También supusieron un aumento de mi deseo sexual tal vez influenciada por la atracción que noté empezaba a sentir por mi hijo y, tras una larga temporada de abstinencia, tuve deliciosas sesiones de sexo con algunos hombres en nuestro lugar de vacaciones decidiéndome por fin a entregarme a mi hijo a la vuelta de las vacaciones tras sincerarnos los dos.

Tras aquella magnífica primera vez entre los dos se puede decir que me había vuelto una adicta a la polla de Sergio. Pese a su juventud sabía hacerme disfrutar en la cama como nadie lo había hecho nunca. Tiene una lengua que sabe hacer diabluras en mi clítoris y en mi coñito, llevándome a unos orgasmos que me dejan desmadejada en la cama y, pese a su juventud, sentir su polla en mi interior mientras me folla como un potro salvaje me hace aullar de placer hasta que se termina corriendo dentro de mí, en mi boca o en mis tetas. Se puede decir que me he entregado totalmente a él, y nuestra postura favorita es poniéndome yo a cuatro patas como su perra sintiéndole entrar y salir mientras me azota mi culito. Hemos llegado a tal compenetración que mientras me folla me dice cosas que en otras situaciones tal vez no hubiesen entrado en mi mente o las hubiese considerado verdaderas obscenidades, y sin embargo ahora no hacen sino ponerme aún más cachonda y mover mis caderas con más ímpetu para sentirme plenamente llena de su joven polla.

En cierta ocasión estábamos los dos en la cama acariciándonos y besándonos después de uno de esos magníficos polvos que habíamos echado. Recuerdo perfectamente que su polla seguía dura mientras mis dedos la rodeaban y los suyos rozaban mis tetas y mi coñito llegando a tocar mi clítoris. De repente se incorporó un poco en la cama y empezó a morrearme metiéndome su lengua casi hasta la garganta. Empecé a sentir sus besos por mi cuello, bajando hacia mi pecho, sus besos en mis pezones y su lengua lamiéndolos. Aquellos besos continuaron bajando hasta llegar a mi ombligo, donde se entretuvo un momento antes de sentir su lengua en mi ya chorreante sexo. En ese momento yo tenía los ojos cerrados gimiendo del placer que sentía gracias a su lengua, y sentí como sus manos intentaban girarme en la cama para ponerme a cuatro y continuar con sus lamidas. A veces podía sentir sus dedos entrando en mi vagina mientras sus labios y su lengua se entretenían en mi clítoris, hasta que sentí como intentaban entrar en mi culito. Muchas veces me los había metido, pero aquella vez era una caricia mucho más insistente, hasta que sentí como lograba introducirme por lo menos 2 ó 3.  En ese momento fue cuando me di cuenta de lo que quería hacer…

- Ahhhhh…. Síiiiii, sigue… ¿Qui-quieres mi culito, Sergio…? ¿Quieres… encular a tu mami…?

- Síiiii… Quiero follarte este delicioso culito tuyo, puta mía….

- Pues… Fó-fóllamelo, Sergio… Rómpeme… el culito con esa polla tuya…

Sentí como se incorporaba un poco en la cama poniéndose de rodillas, acercando su capullo a mi hoyito trasero, apoyándolo y empezando a metérmelo. Poco a poco la sentía entrar aunque me estaba doliendo de verdad, por lo que empecé a pasar mis dedos por mi clítoris masturbándome mientras le sentía entrar hasta que noté sus huevos contra mis dedos. Ya me la había metido entera y tuvo la consideración de parar para que mi culito se acostumbrase a aquella dura barra de carne que me atravesaba, atenuándose poco el dolor y siendo sustituido por el placer. En ese momento empezó a moverse poco a poco hasta que su polla entraba y salía con facilidad de mi culo. Sus embestidas fueron haciéndose poco a poco más vigorosas, cogiéndome el pelo en una coleta y tirando de mí hasta que me incorporó en la cama sintiendo como sus manos sobaban mis tetas y mi mano seguía en mi coñito, hasta que me corrí en un orgasmo brutal, sintiendo poco después como su polla se hinchaba dentro de mí y se corría dentro de mi, llenándome el culo con su leche. Caí boca abajo en la cama y él encima de mí con su polla todavía dura hasta que noté como se iba ablandando y salía de mi culo. Volvimos a besarnos y a acariciarnos, confesándonos ambos que nos había encantado la experiencia y que era un deseo que él sentía hacía tiempo. A partir de aquel día nuestras sesiones de sexo fueron mucho más completas y ya disfruto del sexo anal como con el vaginal, pero todavía me quedaba mucho mundo por descubrir aunque nuestras experiencias fuesen cada vez más atrevidas.

A pesar de esos deliciosos polvos que os comento ambos éramos plenamente conscientes de nuestra situación y, por lo tanto, había quedado clarísimo que debíamos ser una pareja liberal, por lo que los celos no tenían cabida entre nosotros. De todas maneras mi vida sexual estaba más que plenamente satisfecha y, cuando salía con amigas a tomar algo, no sentía la necesidad de ligar como hacían otras de nuestro grupo, en el que estaba mi amiga Charo, nuestra anfitriona de las vacaciones. No os he hablado de ella, por lo que creo que debo hacerlo ahora. Tiene 41 años, profesora de instituto, divorciada desde hace por lo menos 12 ó 13 años, y con dos hijos más o menos de la edad de los míos. Es un poquito más alta que yo, rubia de pelo largo y rizado, ojos verdes y unas tetas que si no son de la talla 100-105 falta muy poco. Siempre ha sido bastante llamativa, provocativa diría yo, por lo que no es extraño que los hombres se fijasen inmediatamente en ella cuando salíamos. Había oído algún rumor de su supuesta bisexualidad pero, como habían insinuado también de mí que podía ser lesbiana, no le hice ni caso a esas habladurías. Se podría decir que era mi mejor amiga, teníamos muchísimas cosas en común, y era del grupo con la que tenía más confianza.

Una tarde al salir del trabajo sonó mi móvil. Era Charo que me preguntaba si le podía echar una mano a corregir unos exámenes de final de curso ya que estaba bastante liada. Le contesté que no había problema y que dónde podíamos quedar, diciéndome ella si no me importaría que fuese en mi casa. Me quedé pensando unos instantes. Sergio andaría por ahí con su pandilla o con alguna de las amiguitas que sabía que tenía, así que acepté su proposición al no tener a la vista ningún plan mejor. Al poco rato de estar en mi casa llegó ella con una carpeta conteniendo los exámenes y, tras preparar algo ligero para cenar, empezamos con la tarea mientras cenábamos. Terminamos un par de horas más tarde, y decidimos tomarnos una copa. Estábamos así sentadas cuando lo que me dijo me dejó helada…

- Carmen…

- Dime, Charo…

- Verás… Es que hace tiempo que quiero preguntarte algo, pero no sé cómo o si debo hacerlo…

- Tú dime y yo ya veré si te contesto – contesté sonriendo…

- Bueno, pues… Es sencillo… ¿Te acuestas con Sergio…?

Eso lo dijo mirándome a los ojos y dejándome helada como ya he dicho. Me quedé si saber qué responderle…

- ¿Por qué dices eso, Charo…?

- Verás, hay ciertos detalles que hace tiempo les llevo dando vueltas a la cabeza…

- ¿Detalles…? ¿Cómo cuáles…?

- Mira… Excepto durante las últimas vacaciones que pasamos juntas y en las que te liaste con aquel guiri no te he visto liarte con nadie; no eres como otras de la pandilla que cuando salen van desesperadas por ligar, sino que te mantienes digamos que en segundo plano; también dicen que eres lesbiana, pero tu comportamiento tampoco lo indica, así que….

- ¿Qué, Charo…?

- Pues que la única explicación que se me ocurre para tu supuesta inactividad sexual con lo joven que eres es que lo que deseas lo tienes en casa y no necesitas buscarlo fuera… ¿Me equivoco…?

- Yo…, verás…

- Tranquila, no tienes por qué avergonzarte, simplemente dime sí o no…

Me quedé pensando unos instantes, por lo que ella intuyó perfectamente cuál iba a ser mi respuesta. Le contesté que sí, que llevaba más o menos un año teniendo relaciones con Sergio y contándole brevemente cómo había empezado todo. Pude notar como abrió los ojos al contarle las fotos que él nos había hecho a las dos cuando tomábamos el sol en mi jardín sonriendo después. En ese momento nuestra conversación se vio interrumpida por la llegada de Sergio. Nos saludó con dos besos en las mejillas. Podía notar como Charo lo repasaba de arriba abajo mientras. Al cabo de un instante él se disculpó diciendo que se iba a su habitación para repasar el último examen del curso que tenía al día siguiente y se marchó. Nos quedamos calladas unos instantes hasta que oímos la puerta de su habitación cerrarse. Charo me miraba fijamente hasta que por fin volvió a hablar…

- Así que tu hijo fantasea con nosotras, ¿eh?

- Pues eso parece, que le atraemos las maduras…

- Jajaja… Maduras dice… ¡Pero si estamos en lo mejor de la vida, mujer! Solamente tienes que ver cómo nos miran cuando salimos o como nos lo pasamos en la playa…

- Bueno, eso es verdad… Pero, ¿no te molesta saber que mi hijo se masturbe como un loco viendo fotos tuyas en top-less?

- ¿Molestarme…? Al contrario, me siento halagada. Sergio es un auténtico guaperas, un tiarrón de casi 1’80, morenazo, que puede tener a la niñata que le dé la gana, pero saber que le ponemos las de nuestra edad me pone a mil... A ver si me lo dejas un día… - añadió guiñándome un ojo.

Todo eso lo había dicho muy seria, mirándome fijamente, pero lo que más me sorprendió fue eso último, ya que parecía que le apetecía de verdad liarse con Sergio. Estaba alucinando en colores con las palabras de Charo, y justo en ese momento sonó su teléfono con una llamada de su casa. Eran su hijos para preguntarle si tardaría mucho en volver, a lo que ella contestó que no, que estaba conmigo pero que ya se iba, cosa que hizo dejándome con mi cabeza dando vueltas mientras pensaba en sus palabras. Esa noche mientras follábamos me sentí terriblemente excitada. Encima de él con su polla dentro de mi coño mientras yo le cabalgaba pensaba en la imagen de mi hijo con Charo y llegué a tener un par de orgasmos como pocas veces los había tenido, al menos con él. Creo que él me notó más ardiente que en otras ocasiones, pero no me dijo nada, salvo que cada vez le gustaba más follar conmigo. Le dije que tal vez mi calentura fuese por los días que llevábamos sin hacerlo por la regla. Me miró a los ojos mientras me besaba diciéndome “Te quiero, mamá” , y nos quedamos abrazados de lado, notando como al poco rato el ya estaba dormido y mi cabeza no paraba de girar. Poco me podía imaginar el rumbo que iban a tomar los acontecimientos…

(Continuará…)