Sandra y su papá se conocen en profundidad (1)

Sandrita y su papá viajan en verano solos en caravana. Hace calor y están juguetones así que deciden tomar una botella de whisky y jugar al strip póker.

Papá y Sandra estaban viendo la televisión como era normal muchas noches de verano. Él se había separado de Mamá cuando Sandra era una niña y Mamá se había ido a vivir a Estados Unidos, con lo cual habían decidido que Papá fuera quien se quedase con ella. Estaban muy unidos y se conocían muy bien. Ese verano Sandra tenía ya 18 años e iba a empezar en la Universidad.

Papá tenía una caravana así que recorrían durante el verano los pueblos de Castilla la Mancha y las ciudades.

Habían aparcado esa noche la caravana en un lugar descampado en las afueras de un pueblo de pocos habitantes. Allí podían estar tranquilos, y se habían puesto a ver los aburridos programas de televisión.

Papá era policía. Tenía 40 años y un cuerpo de gimnasio, que él se encargaba de mantener en forma. No tenía novia pero sí que había estado con varias mujeres desde la separación, pero con ninguna había durado demasiado tiempo su corazón. En cuanto a Sandra, era la envidia del instituto y probablemente lo sería también de la universidad. Era muy guapa. Sus enormes pechos habían ganado el sobrenombre de “las gemelas”, grandes, redondos y perfectos, y qué decir de su culito que traía por el valle de la desesperación a más de uno.

Al terminar el programa, decidieron salir al aire libre. Sacaron unas sillas plegables y una mesita y abrieron unas cervezas y se tumbaron bajo el manto de estrellas de Castilla la Mancha.

Papá estaba en pantalón corto, con el torso musculoso al descubierto. Sandra, por su parte, llevaba en la parte de arriba su bikini y en la parte de abajo un pantalón vaquero cortísimo que apenas le cubría el inicio de los muslos.

Ellos hablaban divertidos, ya hemos dicho que se llevaban muy bien.

Sandra comentó que su amiga Beatriz era un poco zorrita. Papá tenía curiosidad y Sandra le comentó que solía jugar al strip-póker con los chicos y que siempre acababa en pelotas. Ambos se rieron de lo zorrita que era.

Papá dijo que él de joven había jugado al strip-póker un par de veces con la mamá de Sandra pero que ya casi no se acordaba. Sandra, divertida, le propuso un poco en bromas que jugaran ellos.

  • ¿Ahora? – preguntó papá… - si estamos casi desnudos.

  • Bueno, así terminamos antes y nos vamos a dormir.

Ni corto ni perezoso Papá se dirigió al interior de la caravana a por una baraja. Apareció con ella y le preguntó a Sandra:

  • ¿Estás segura?

  • Papá, no seas aburrido, somos buenos amigos aparte de padre e hija.

Eso era así, pero no se habían visto desnudos desde hacía tiempo. Él a ella sí la había visto en topless porque ella disfrutaba mucho tomando así el sol cuando estaban en alguno de los parajes más bonitos de Castilla la Mancha, pero nada más.

Decidieron abrir una botella de whisky para desinhibirse un poco y antes de empezar la partida tomaron un poco para entrar en calor. Y después otro poco y otro poco hasta que la botella empezó a estar más vacía que llena.

  • Bueno, vamos - dijo Sandra, barajando las cartas y mirando a su padre divertida.

  • ¿Quién ganará? – preguntó Papá.

  • Está claro, ¿no?, ¿tú no habías jugado?

  • Sí, pero con tu madre…

  • Pues el que deje al otro en pelota picada –dijo Sandra en una risotada correspondida por papá.

  • Entonces… ¿te veré el culo?

  • No, papá, yo te veré la polla – dijo ella guiñándole un ojo.

  • Qué directa eres.

  • Es el whisky…

La primera partida la perdió Sandra, que miró incrédula sus cartas y puso cara de triste.

  • ¿Las chancletas cuentan? – preguntó a su padre.

  • Me temo que no…

Entonces ella, que hasta ese momento creía que podría desnudar a su padre sin quitarse ella ni una sola prenda, se llevó las manos a la espalda, desatando su sujetador y dejando a la vista sus grandes y perfectos pechos, con los pezones erectos apuntando hacia el padre que la creó.

Él la miró divertido sonriendo. Le miró las tetas y comprobó una vez más lo grandes y bonitas que eran.

  • Me vas a comer las tetas con los ojos – dijo ella riéndose.

  • Te las he visto muchas veces este verano…

  • Sí, pero no me las habías comido así con la mirada – respondió ella.

  • El whisky… ya sabes…

Ambos rieron y siguiendo jugando. La siguiente mano también la perdió Sandra.

  • Se te da bien, cabrón – dijo sorprendida.

  • No hables así a tu padre.

Ella dio otro trago de whisky y poniéndose en pie empezó a tararear una música de striptease mientras se desabrochaba el pantaloncito corto y tiraba de él para abajo, sacándoselo y quedándose solo con su tanguita de color negro.

  • Gírate para que te vea bien – dijo el padre también ya ebrio y vaciando su vaso.

Ella se giró sobre sí misma, mientras él empezó a notar que la incipiente erección que ya había empezado a manifestarse en su cuerpo se hacía mayor.

Rellenaron sus vasos y bebieron otro trago jugando la siguiente ronda, que perdió el padre. Esta vez Papá fue quien se puso en pie mientras Sandra aplaudía y reía. Él se quitó el pantalón quedándose tan solo con el calzoncillo tipo bóxer, también de color negro. Ella se dio cuenta de la erección que él llevaba encima:

  • ¡Estás empalmado! ¡Estás empalmado!

  • Bueno, hija, es una reacción normal en un hombre en una situación como ésta.

  • Vaya lo que pueden conseguir unas tetas… - dijo ella riendo, mientras le aplaudía y él se quitaba del todo el pantalón – ¡Que se quite el calzoncillo!

¡Que se quite el calzoncillo! Seguía aplaudiendo ella.

  • No, seré yo quien te quite a ti ese tanga…

  • Como pierda me lo tendrás que quitar con los dientes…

  • Pues lo mismo te digo si soy yo el que pierde.

  • ¡Trato hecho!

Continuaron jugando y fue Sandrita la ganadora…

  • ¡He ganado! ¡He ganado! – gritó y apuró su vaso de whisky. Se puso en pie y sus tetas se bambolearon mientras Papá no le quitaba ojo. – Ahora tendrás que enseñarme esa polla que tanto escondes… - dijo mirándole fijamente y caminando hacia él con paso firme y sensual.

Papá se iba a incorporar, pero Sandra le puso la mano en el hombro para detenerle. Ella se sentó encima de las piernas de él, quedando sus caras de frente. Ella bajó la mirada hacia el paquete erecto y fue deslizando la mano por el torso de Papá.

  • ¿El trato era con los dientes, no?

  • Sí…

  • Bueno, pues con los dientes…

Sandrita se levantó para inmediatamente ponerse de rodillas en el suelo entre las piernas que su padre había abierto, y dirigiendo su cabeza hasta el pene, rozando con la barbilla el glande cubierto por la tela. Acercó más la boca y con los dientes enganchó el elástico de los calzoncillos tirando para arriba y dejando a la vista el paternal rabo.

  • Es preciosa… y enorme… - dijo nada más verlo.

Ya con las manos tiró para debajo de los calzoncillos y se los sacó del todo, permaneciendo arrodillada ante su padre, inspeccionando con los ojos tanto la polla completamente dura como los testículos.

  • ¿Habías visto alguna antes?

  • Sí, pero nunca así… es muy grande y muy gorda.

  • Ahora eres tú la que me estás comiendo con los ojos…

  • Tienes razón, te la estoy comiendo con la mirada.

  • Pues si quieres tocarla tendrás que ganar otra partida.

  • ¡Qué malo eres! – dijo ella volviendo a la realidad y a su sitio.

Sirvieron lo último que quedaba de la botella y prácticamente se lo bebieron de un trago. Esta vez era el tanga de Sandra contra la posibilidad de que ella le tocara la polla. Y ganó Sandra, que riéndose se frotó las manos y volvió a dirigirse donde Papá:

  • ¿A quién le apetece un masajito de polla? – le preguntó sonriendo traviesa.

(continuará...)