Sandra y su amiga
Siempre habia deseado disfrutar del sexo de manera salvaje. Cuando crecí la atracción por mi vecina hacía que hiciera locuras. Una vez aprovechando que tenía las llaves de su casa, entré cuando no había nadie, a observar sus fotos en bikini, oler su ropa interior...
VECINITA
Siempre había deseado disfrutar del sexo de manera salvaje. Cuando crecí la atracción por mi vecina Sandra hacía que hiciera locuras. Era un poco mayor que yo, era normalita pero había algo que me atraía a ella notablemente, tenía unos pechitos pequeños, y un enorme culo, tremendo que me hacía enardecer. Una vez aprovechando que tenía las llaves de su casa, entré cuando no había nadie, a observar sus fotos en bikini, oler su ropa interior, masturbarme en su cama
Cuando llevaba 20 minutos en faena oí que un coche llegaba era ella, con su amiga Ana. Fui rápido a cerrar la puerta con llave para que no notara nada y me metí debajo de su cama. Entró con su amiga y se sentaron en su cama. Hablaban sobre que iban a hacer esa noche, que se pondrían mi vecina le comentaba a su amiga que necesitaba sexo, que hacía tiempo que no lo hacía. Para mi sorpresa le dijo que últimamente se sentía atraída por mi, que notaba como yo la miraba cuando tomaba el sol en la piscina, lo que le excitaba. Ana le dijo que me tenía allí al lado que fuera y nos lo montáramos. Sandra se rió, demasiado tímida. De repente se empezó a desnudar y a sacarse ropa para probarse, de repente oí un: Que haces?. Ana le acababa de meter mano a mi vecina yo estaba alucinando. La amiga le decía que ella también se sentía sola y que una vez había probado el sexo entre mujeres y que era muy excitante. Mi vecina se negó, decía que ella lo que necesitaba era una buena polla la otra insistió, acariciándole los pechos semidesnudos, aferrándose a ella, de golpe sentí un golpe en la pared, saqué un poco la mirada por debajo y vi que se estaban morreando. En ese momento mi excitación creció al máximo. Se estaban quitando la ropa, Sandra, morena, pelo rizado, pechos talla 75, culo enorme Ana, rubia, talla 95, culito respingón se alejaron de la habitación y fueron a la ducha a montárselo bajo el agua.
Cuando estaban en el baño, salí rápido y sin saber que hacer, fui a la puerta y piqué. Me salió mi vecina con una toalla, con los calores le había subido los colores. Me preguntó que quería, de repente se giró y me avalancé sobre ella, le quité la toalla y empecé a besarle el cuello mientras mis manos apretaban sus pechos. Ella gemía de placer, notaba como ella no quería que fuéramos para dentro hacia el baño para ver lo que le esperaba allí. De repente salió Ana en toalla y nos vio besándonos. Su cara cambió, y nos dijo que nos dejaba solos le dije que no tenía porqué. Sandra se giró con cara extrañada, le pregunté si le apetecía que ella también estuviera y me dijo que si. Entonces Ana se aproximó y le besé apasionadamente mientras mis manos estrechaban el culo de mi vecina. Le quité la toalla a la amiga, mientras mi vecina me quitaba la ropa. Fuimos al baño y seguimos la fiesta.
Mi lengua se introducía en la boca de Sandra, mientras mi Ana jugaba con mi polla en su boca y con sus dedos acariciaba el clítoris de mi vecina.
El agua de la ducha recorría por nuestros cuerpos desnudos mientras le comía los pechos a la amiga de mi vecina. Había poco espacio les dije de ir a la cama de matrimonio de los padres de mi vecina, aceptaron. Ana se tumbó boca arriba y le dije a mi vecina que la besara con lengua. Mi excitación aumentaba al verlas besarse. Yo le comía el sexo a Ana mientras Sandra le acariciaba los pezones. Ana gemía de placer, Sandra se me aproximó y los dos lengua a lengua le rozábamos el clítoris a Ana. Al rato me tumbaron en la cama y las dos me empezaron a chupar el pene mmm. Que placer!
Ana se me acercó y me dijo que quería ser penetrada, Sandra se tumbó y Ana de rodillas empezó a comerle su sexo, la agarré por sus nalgas e introducí mi pene por su vagina, mis movimientos hacían que ella al mismo tiempo introduciera su lengua por la vagina de Sandra. Los tres gimiendo sin parar hasta corrernos.
De repente sonó la puerta, eran los padres de Sandra, no sabíamos que hacer, Ana se metió debajo de la cama y Sandra y yo nos tapamos con las sábanas por lo menos que nos vieran a los dos solos se sorprendieron al vernos y nos dijeron que nos vistiéramos, que podríamos estar por lo menos en la cama de Sandra no en la suya cuando nos dejaron. Ana se vistió y salió por la ventana. Yo salí por la puerta entre sonrisas de sus padres. Cuando nos separamos un poco Sandra me dijo, que ahora resultaba que la única que no me había sentido dentro era ella le dije que tranquila que habría tiempo aquella noche nos lo montamos los dos solos en su coche aparcado delante de su casa, los cristales empañados daban muestra del placer y excitación vivido.
Desde aquel día follamos como leones, solos o acompañados otro día os explicaré la historia de la piscina de mi casa.