Sandra y la fotógrafa (5)

Continuación de la serie que trata sobre la vida de una pareja de mujeres

Sandra y la fotógrafa (5)

Después de un fin de semana lleno de emociones y buenos momentos, había llegado la hora de volver a Madrid.

  • Vamos a hacer las maletas que tenemos que ir saliendo para Madrid, Sandra

  • Voy Carmen, ha sido el mejor fin de semana de mi vida, si pudiera me quedaría aquí pero hay que volver a la rutina, respondí

Entramos en la habitación y comenzamos a hacer la maleta.

  • Tendremos que quitarnos los vibradores Carmen, que como lo encienda cuando estés conduciendo igual tenemos un accidente, le dije riéndome.

  • Abre las piernas que te lo saco.

Abrí las piernas y Carmen cuidadosamente me sacó el vibrador. A continuación abrió ella sus piernas y le saqué el suyo.

  • ¿que te ha parecido la sensación de llevarlo ahí metido, Sandra?

  • Ya jugaremos con estos juguetitos cuando estemos solas en Madrid, ha sido muy divertido, le contesté

Nos vestimos las dos muy de sport con unos short y una camiseta y zapatillas blancas y salimos con las maletas camino del coche. Allí nos estaban esperando mis padres para despedirse.

Metimos las maletas al maletero y llegó la hora de las despedidas. Me abracé a mi madre y enseguida las dos empezamos a echar unas lágrimas, cuando me abracé a mi padre también se me escaparon las lágrimas y pude ver cómo mamá y Carmen lloraban como dos cebollas según se despedían.

  • Me he sentido como en mi casa Marisol, le dijo Carmen a mi madre mientras se limpiaba las lágrimas con un pañuelo.

  • Venid cuando queráis guapa. Este fin de semana he visto a mi hija disfrutar como hacia mucho que no lo veía y eso es gracias a ti Carmen, no sabes lo agradecida que te estoy.

Nos subimos al coche y emprendimos la vuelta a Madrid.

  • Deja de llorar Sandra, me dijo Carmen ya que continuaba con alguna lágrima en los ojos. Si quieres el fin de semana que viene podemos volver.

  • Eché mi mano al muslo de Carmen y le dije, gracias Carmen, si, tenemos que ver que planes hacemos para el fin de semana que viene pero no me importaría volver a casa de mis padres.

El viaje de vuelta se alargó por encima de las dos horas ya que había retenciones a la entrada de Madrid. Una vez que aparcamiento cogimos las maletas y subimos a casa.

  • Que ganas tenía de llegar a casa, exclamé mientras me quitaba la camiseta y los shorts, se me ha hecho largo el viaje con el atasco.

  • Ponte cómoda y descansa, me dijo Carmen mientras me abraza y me besaba a la vez que me desabrochaba el sujetador.

  • No tienes descanso Carmen, siempre tienes ganas de fiesta.

  • ¿y tu no Sandra? Yo a tu edad estaba como una moto todo el día, y según me decía esto comenzó a quitarse la ropa.

Mientras, yo me quité las braguitas porque sabía que si no lo hacía Carmen terminaría bajandomelas ella misma.

Enseguida me dio un cachete en las nalgas y dijo: Así mucho mejor Sandra, los cuerpos bonitos están para mostrarlos.

  • Lo mismo te digo Carmen, le contesté mientras le sobaba un poco sus pechos.

Tomamos algo rápido para cenar y nos fuimos a la cama a dormir, las dos necesitábamos descansar después de un fin de semana tal especial.

A la mañana siguiente tocaba volver a la rutina, Carmen se levantó y se fue a la ducha, para mi ese momento era uno de los más importantes del día en el que demostrar a mi pareja lo mucho que la quería por lo que a pesar de la pereza que sentía me levanté y me metí a la ducha con ella. Nada más verme Carmen sonrió, me agarro de la cintura y nos besamos.

Salimos de la ducha y preparé café para las dos, mientras charlabamos entre bostezos.

  • Que planes tienes para hoy Sandra, ¿vas a venir al estudio a ayudarme? Ya sabes que si no encuentras trabajo podemos trabajar las dos en el estudio, aunque no de para mucho podemos mantenernos con los ingresos que tenemos.

  • Si Carmen, ahora me voy contigo, a media mañana saldré a ver si reviso por la zona si necesitan alguna dependienta o camarera en algún comercio, nos vendría bien tener algún ingreso más porque no puedo colaborar en los gastos del hogar y estás tu cargando con todos los gastos.

  • No te preocupes por eso Sandra, ahora no hay diferencias entre lo que es tuyo y lo que es mío, somos una familia y como tal tenemos que compartir todo lo que tenemos.

Bueno, vamos a vestirnos que sino abriré tarde el estudio.

Nos vestimos rápidamente, bajamos al portal y una vez fuera Carmen me cogió de la mano. Vio que en un primer momento mi reacción fue la de intentar evitarlo por el que dirán al ver a dos chicas de la mano. Pero Carmen me miró y sin decirme ni una sola palabra entendí perfectamente que no estaba dispuesta a esconder nuestro amor. Le di la mano y continuamos andando hacia el estudio.

Una vez en el estudio, Carmen estaba colocando unos marcos de fotografías en el escaparate mientras yo le ayudaba, en ese momento vino la señora de la limpieza a realizar las tareas en el local, comenzando por la parte de dentro, por el estudio.

  • Carmen, le dije, ¿tienes una empresa contratada para que te limpien el estudio?

  • Así es Sandra.

  • Estaba yo pensando Carmen que si de momento no me sale ningún trabajo, le digas a la empresa que no necesitas a partir de ahora de sus servicios y yo limpiaré el estudio todas las mañanas.

  • ¿Seguro que no te importa Sandra? A fin de cuentas solo son 120€ al mes lo que me cuesta la contrata.

  • Si Carmen, serán 120€ que tendremos para los gastos del hogar.

  • De acuerdo pues luego llamaré a la empresa para decírselo.

Sonreí, aunque no fuera más que una pequeña ayuda, a partir de ese momento empezaba a colaborar en los gastos que teníamos y así Carmen no tenía que hacerse cargo de todo.

  • Carmen, me voy a dar una vuelta a ver si veo alguna oferta de trabajo, ¿no te importa?

  • Llevo muchos años trabajando sola en el estudio, creo que aguantaré, dijo riéndose, pero no te vayas muy lejos que necesito apagar el fuego que llevo dentro con alguien.

Y me agarró, me beso fuertemente y dijo: Mucha suerte Sandra a ver si a la vuelta me traes buenas noticias.

Salí del estudio y comencé a recorrer los bares de la zona preguntando si necesitaban alguna camarera, les iba dejando mi nombre y número de teléfono por si necesitaban a alguna persona aunque fuera para cubrir un par de horas cuando más gente tenían en las terrazas. Lo mismo hice en los pocos comercios que iban quedando por la zona y después de dos horas y cuando iba a volver al estudio me acordé: Voy a comprarme una bata para poder comenzar mis labores de limpieza del estudio mañana como una auténtica profesional. Entré en una tienda que vendían todo tipo de ropa de trabajo

  • Buenos días, quería una bata blanca de trabajo, no se si me valdrá la talla XS o necesitaré una S.

El encargado me miró de arriba a abajo y me dijo:

  • Creo que la XS le va a estar un poco justa, sobretodo de pecho y seguramente le quedé muy corta pero le saco las dos tallas y ahí tiene el probador, pruebese ambas y elija la que mejor le quedé.

Me metí al probador con las dos tallas, me quite la ropa quedándome en ropa interior y me probé la XS, el último botón de arriba es verdad que no me lo podía abrochar y mostraba un escote muy llamativo y por abajo tal como me había dicho el dependiente me quedaba bastante corta, y en la parte de delante entre el bajo y el último botón al andar si no llevaba cuidado podría mostrar más de la cuenta. Me probé a continuación la talla S y enseguida ví que era mi talla, me permitía abrocharme el último botón quedando mis pechos a resguardo y por abajo quedaba un poco más larga, para trabajar sin duda sería más cómoda. Pero yo iba a trabajar con Carmen así que volví a probarme la XS y pensé Carmen sin duda me diría que me quedará con esta talla.

Salí del probador y enseguida me pregunto el dependiente

  • ¿Que tal le quedan?

  • La S me queda un poco grande pero la XS sin duda es mi talla, me llevo la XS

  • Pensaba que le quedaría muy ajustada pero ha cambiado el modelo el fabricante el mes pasado y se ve que darán un poco más de talla.

Pagué la bata y vi enfrente un centro de spa, balneario y pensé en darle una sorpresa a Carmen.

  • Hola buenos días, dije al entrar.

  • Buenos días, ¿en que podemos ayudarle?

  • Mire, quería ofrecerle una tarde relajante después del trabajo a mi pareja y me gustaría saber si tienen algún bono para dos que incluya sauna y masaje.

  • Si, por supuesto, podemos ofrecerle el pack 1 hora de sauna más un masaje aromático en pareja, que se puede utilizar de Lunes a Viernes cuando ustedes prefieran previa cita.

  • Ese pack es el que quiero, ¿puede mirar si tienen hueco esta tarde?

  • Pues miré hoy podría ser a partir de las ocho si me lo confirma les dejo aquí apuntados.

  • Me parece perfecto, esa hora nos viene bien.

  • De acuerdo, en ese caso déjeme el nombre de ambos e indiqueme si los masajes prefieren que se los de personal masculino o femenino.

  • Si, los nombres son Carmen y Sandra y ambas preferimos que sea una mujer quien nos realice el masaje.

Vi como al decirle nuestros nombres la chica puso cara de sorpresa pero disimuló muy bien y continuó apuntando.

  • Perfecto, pues ya está. Esta tarde a partir de las ocho les estaremos esperando, por favor, lleguen un cuarto de hora antes para poder cambiarse y no perder el tiempo contratado en la sauna ya que el masaje será a las 21,15h para que les de tiempo a ducharse una vez salgan de la sauna. El masaje dura 45 minutos por lo que a las 22h podrán salir relajadas hacia casa.

  • Muchas gracias, contesté, aboné el pack, me dieron una tarjeta con los servicios contratados y me fui camino del estudio.

Al llegar al estudio salía un hombre, no había nadie más con Carmen, abrí la puerta y pasé.

  • Hola Carmen cariño, ya estoy aquí, ¿que tal has pasado la mañana? ¿Mucho jaleo?, le pregunté mientras nos besabamos.

  • No se ha dado mal la mañana, te he echado de menos para que me echaras una mano pues ha habido momentos que tenía gente esperando mientras atendía a otros clientes, pero bien.

  • Yo he dejado mi contacto en algunos bares y restaurantes de la zona a ver si llaman aunque sea para cubrir alguna hora pero no he encontrado nada. Mira lo que he comprado, y saque de la bolsa la bata blanca que me había comprado para limpiar todas las mañanas el estudio.

  • Veo que te has tomado en serio lo de realizar la limpieza del estudio cariño. ¿Pero no es un poco pequeña la bata?

  • Ya veras como no, en cuanto me la veas puesta te va a encantar como me queda.

  • Y a que esperas para enseñarmelo, contestó rápidamente Carmen.

  • Ahora mismo me la pongo para que me veas pero antes otra cosa... Esta tarde a las ocho tenemos sesión de sauna y masaje de aromas por lo que tendremos que cerrar un poco antes.

  • ¿Y eso? ¿A que se debe Sandra?

  • Es un pequeño detalle para agradecerte como me has acogido en tu casa Carmen y que me hayas hecho sentirme parte de ti desde el primer día. Quiero que disfrutemos juntas de este masaje.

  • Claro que si, disfrutemos el masaje y la sauna, que hace mucho que no voy a una, desde mis tiempos jóvenes. Bueno a que esperas, que quiero verte con el uniforme de trabajo que te has comprado.

Me metí corriendo al estudio y sabiendo lo ajustada que me quedaba la bata para excitar aún más a Carmen pensé en quitarme incluso la ropa interior. Me desnude y me puse la bata, me miré en uno de los espejos que teníamos en la Sala mientras me abrochaba, una vez acabé me miré el escote y estaba espectacular, abri un poco las piernas y se intuía mi vagina entre la abertura que hacia la bata.

Salí a la tienda y en cuanto Carmen me vio me dijo: Estas impresionante pero no te veo realizando la limpieza del estudio con ese modelito, tu te lo has comprado para ponerme cachonda y me empujó nuevamente hacia el estudio mientras me desabrochaba los botones, una vez desabrochados me quito la bata y comencé yo a desnudarla.

  • Lástima que dejé el dildo en casa, dijo Carmen y comenzó a frotarme el clítoris mientras yo con mi lengua hacia lo mismo con el suyo. No pude más y me corrí, en ese momento alguien entró a la tienda, rápidamente Sandra reaccionó y cogió la bata y se la puso y salió a atender al cliente, yo continuaba disfrutando del momento. Cuando Carmen acabo de atender el cliente y entró de nuevo al estudio, le dije

  • Pues tampoco te queda nada mal a ti la bata, el cliente que ha entrado seguro que se ha ido con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambas soltamos una carcajada. Ente roces y caricias continuó el día, se acercaba la hora de cerrar e ir hacia el centro a pasar nuestra merecida tarde de sauna y masaje.