Sandra y Eva

Mi novia, Mi hermana y una cena

…  tetas

Una noche mi novia, mi hermana y yo habíamos quedado para cenar en mi casa en el norte de la ciudad.

La primera en llegar fue Eva mi hermana una mujer morena de 23 años muy bien dotada he de decir vestía una pequeña minifalda y un bodi súper ajustado de manga corta. Me beso en la mejilla, me dio las buenas noches y entro en la casa y no pude evitar hacer algo que no había hecho en toda mi vida. Me gire para mirarle el culo y me sorprendió ver que tenía un culo Precioso, al punto de que casi me provoca una erección.

-          ¿Se puede saber que estás haciendo? – Oí a mi espalda.

Sorprendido me di la vuelta vi cómo me miraba Sandra mi novia con cara de asombro. Llevaba una blusa blanca  con un escote con volantes en el que casi se le podían ver las tetas y unos vaqueros. Luego dibujo una sonrisa en su rostro que me relajo, la primera impresión que me dio verla flipando por mirarle el culo a mi hermana me dejo de hielo.

-          ¡No he hecho nada!

Con su actual sonrisa paso delante de mí mirándome de reojo e intentando no carcajearse de mí.

Tenía la mesa puesta en el salón solo faltaba servir la comida, así que mientras las dos se acomodaban para la cena. Fui a la cocina a buscar la comida, cuando volví al salón. Estaban hablando de chicos, pero se callaron justo cuando entre.

Puse la bandeja sobre la mesa y les serví al gusto de cada una.

-          ¡Uhh Esto está de muerte! – dijo Eva.

-          Muy buen cocinero. – dijo también Sandra.

-          Gracias chicas. – dije ruborizado.

Apenas unos segundos en silencio después Sandra rompió el silencio diciéndole a Eva.

-          ¿Puedes seguir contándome lo que me estabas contando?

-          Me da corte delante de él. – dijo mirándome.

-          Venga no seas mojigata.

-          Está bien pero tú no te rías ¿eh? – espeto señalándome.

Me quede sorprendido al no saber de lo que estaban hablando.

-          Pues las dos cosas que más me gustan son, una sentarme en la cara del chico y la otra que me den por detrás.

-          ¿Por el culo? – pregunto Sandra.

-          No, eso nunca lo he hecho.

-          ¿Te gustaría?

Con esta conversación no pude evitar empalmarme y empecé a mirarlas a las dos de otra manera, incluso a Eva a la que no podía dejar de mirarle las tetas igual que a Sandra.

-          Lo cierto es que no me llama mucho.  Bueno y tú que me cuentas.

-          A mí también me gusta que me lo hagan por detrás por ambos lados y cabalgar sobre el chico.

El corazón estaba a punto de salirme por la boca y tenía tal erección que no me cabía en los pantalones.

-          Bueno chicos – dijo Sandra: tengo una duda muy grande….

-          ¿Qué duda? – pregunto Eva.

-          No hay duda de que los dos sois muy guapos, y me pregunto alguna vez os habéis sentido atraídos el uno por el  otro.

Eva y yo nos quedamos mirándonos el uno al otro quedándonos mudos con los ojos como platos.

-          Venga chicos no sería nada raro.

Tímidamente y con una sonrisa en la cara Eva levanto la mano y dijo:

-          Bueno en una ocasión le vi masturbándose y no pude evitar tócame un poco.

No podía creerme lo que acababa de oír, lo cierto es que un buena parte de las pajas que me había hecho en mi vida se las había dedicado a ella, pero no me veía  hablando de eso ahí.

-          ¿Y tú qué? ¿No dices nada? – Me pregunto Sandra.

-          No, yo no sería capaz.

Eva se reía a la vez que me miraba tímidamente buscando algo en el plato con el tenedor, como si supiese algo que yo no.

-          Eva -- ¿Te puedo preguntar una cosa? – Pregunto Sandra.

-          Claro que sí.

-          ¿Qué talla usas de sostén?

Viendo de lo que estaban hablando me quede un poco extrañado y contrariado.

-          Eva tienes unas tetas preciosas.

-          Tú tampoco te puedes quejar.

Sandra se abrió la blusa dejando libres sus pechos, yo me quede absorto al ver aquello que no me podía creer, La erección bajo mis pantalones era brutal.

-          Lo cierto es que son demasiado grandes. – dijo Sandra.

-          Pues son muy bonitas. – le dijo Eva mirándole.

-          Pues a mí me encantan las tuyas. – añadió Sandra.

Eva le miro sonriendo de reojo.

-          No son para tanto.

Por un instante Sandra me dirigió una mirada e hizo un gesto que llamo mi interés hacia ella, se había quitado la blusa y me estaba sonriendo de forma picarona. Luego volvió la mirada hacia Eva y  le pregunto.

-          ¿Me las enseñas?

Eva se echó las manos al pecho con la cara ruborizada y luego le dijo:

-          ¿Cómo?

-          Me gustaría verte las tetas.

-          Me da un poco de corte con mi hermano aquí.

-          Venga seguro que te las ha visto alguna vez.

Lo cierto era que no aunque si había fantaseado muchas vez con ellas.

Eva tímidamente se bajó el bodi  dejado a las vista un conito sostén negro. Para mí la excitación era mayúscula trataba de mantener la calma al fin y al cabo era mi hermana.

Cuando se quitó el sostén mostrándonos sus dos preciosas tetas con un tamaño y una forma perfectamente indescriptibles.

-          Eres preciosa. – Dijo Sandra.

-          Gracias.

Y luego se dirigió a mí.

-          ¿No le vas a  decir nada a tu hermana?

Yo estaba hecho un flan y sudando igual que un cerdo, intentaba no mirar a Eva porque ya estaba bastante nervioso. Era incapaz de articular palabras.

-          No hace falta que me diga nada, no ha dejado de mirarme las tetas. – dijo Eva.

Era cierto me había quedado pasmado mirándola como un idiota. Empecé a sudar como un pollo. Las dos me estaban mirando con una extraña sonrisa en los labios y con cara de asombro.

-          Me encanta la cara que pones. – dijo Eva

-          ¿Qué cara?  –  Dije yo sorprendido.

Como una niña traviesa me saco tímidamente la lengua y luego sonrió.

-          ¿A qué cara te refieres?

-          Cariño. – Dijo Sandra – Estas cachondo y se te nota en la cara.

Eva se sonrojo y asintió con la cabeza dándole la razón a Sandra. Y luego mirándome tímidamente me pregunto.

-          ¿Te has puesto así por mí?

Entre avergonzado y pasota asentí y le dije que “si”

-          ¡Vaya! Me siento muy Halagada. – dijo poniendo su mano sobre la mía.

Le mire a la cara y ella me giño un ojo y luego emitió un beso con sus carnosos labios al aire.

Viéndome en esta  situación comencé a ponerme muy nervioso. Luego Sandra se colocó tras de mí colocando sus manos sobre mis hombros y dijo:

-          Creo que tienes que relajarte un poco.

Era un sueño hecho realidad mientras estaba sentado sobre la cama Sandra y Eva se turnaban para chuparme la polla. Mientras yo les acariciaba el pelo. De vez en cuando una de las dos me recordaba el sabor de mi pene dándome un beso en la boca.

Si es verdad que Sandra hacia unas felaciones espectaculares que hacían una delicia nuestros momentos más íntimos. Aunque Eva para mi sorpresa lo hacía todavía mucho mejor.

Las dos chicas se tumbaron sobre la cama, yo recorrí con mi lengua el clítoris de Eva  y de cuando en cuando cambiaba al clítoris de Marta para luego volver al principio.

El sonido de sus gemidos se adueñaba de mis oídos mientras se estremecían de placer al paso de mi lengua por sus intimidades.

Me coloque entre las piernas de Eva introduciéndole mi polla en su húmeda y cálida almeja que me hizo sentir poderoso con el   potente grito que dio de placer. Sus gritos eran un potente excitante para mis oídos.

Sandra se tocaba a un lado de la cama mientras nos observaba con cara de placer. Cuando cambie y comencé a penetrarla a ella el contraste era bestial Eva estaba terriblemente caliente como nunca lo había estado conmigo.

Era estupendo el sexo con las dos a la vez, el hecho de cambiar de un coño al otro era algo genial y fuera de toda explicación que me pedía eyacular a toda prisa.

Después pasamos a cabalgar, mientras yo estaba tumbando sobre la cama ambas chicas me cabalgaban por turnos mientras la otra me situaba la vulva en la boca.

Después de un rato tumbe a Eva sobre la cama y le dije:

-          Ha llegado el momento.

y comencé a penetrarla cada vez más deprisa.

-          No te corras dentro. – Me grito.

Cosa que hizo demasiado tarde me había corrido dentro de ella…

Estuvimos tumbados los tres sobre la cama hasta que nos quedamos dormidos… continuara

Me gustaría saber la opinión de cuantos más mejor sobre todo del salto de la mesa a la cama un saludo y muchas gracias por leer.