Sandra. La novia de mi mejor amigo
Llevaba tiempo deseándola, pero era la novia de mi mejor amigo. Una noche se me presentó la oportunidad de intentar algo con ella. Tuve que actuar con mucho cuidado para no estropear el momento, pero al final conseguí mucho más de lo que esperaba.
Sandra era la novia de mi mejor amigo. Llevaban unos cuantos años juntos ya. Recuerdo como al principio no me llamaba la atención. No era mi tipo de mujer. Normalmente prefiero a mujeres bastante delgadas (yo soy muy delgado) y ella, no encajaba en este tipo de mujeres. No estaba gorda, ni mucho menos, pero con algo más de curvas de lo que normalmente pido a mi mujer ideal. Era bajita, con una preciosa cara de niña, aparentando bastante menos años de los veinte años que realmente tenía. No tenía unas tetas demasiado grandes, de esas que llaman la atención, pero no estaba plana ni mucho menos. Por lo que podía adivinar a través de la ropa, tenían un tamaño apetecible para mí. Su culo no estaba mal. Como he dicho antes prefiero las chicas muy delgadas, pero que tengan culo, y el culo de Sandra, se acercaba bastante a lo que considero un buen culo.
No sé como ocurrió, pero poco a poco empecé a desearla cada vez más. El día que la conocí me la hubiese follado sin pensar, pero no era ni mucho menos la primera en mi lista. Cuando salíamos en grupo los sábados era una chica realmente sensual. Al llevar unas copas de más se acercaba mucho cuando estabas hablando con ella y uno podía sentir la calidez de su cuerpo y sobre todo de su boca. Por ahí empezó la cosa. Un día me di cuenta de que deseaba besarla. Me gustaban sus labios carnosos pero al mismo tiempo inocentes. Tenía justamente pinta de eso, de una niña inocente, y eso empezó a hacerme desearla conformepasaba el tiempo.
El año pasado, mi amigo tuvo que irse fuera de España unos meses por cuestiones de trabajo, y ella se quedó aquí ya que estaba terminando la carrera. Hacía un año que yo acababa de cortar con mi novia y desdeentonces, no había tenido contacto con ninguna chica. Era el tercer sábado que salía con nosotros (el grupo de amigos de su novio) y esa noche estabamos celebrando un cumpleaños, por lo que el alcohol había circulado de forma abundante. Yo no bebí demasiado ya que tenía algunos problemas de estómago, pero el resto incluyendo ella estaban bastante borrachos. Cada vez que se me acercaba, me ponía a cien. Cuando bailando se rozaba con mi cuerpo, no podía dejar de pensar en besarla y desnudarla. Cuando pegaba su boca a mi cara al hablar, tenía que mirar hacia otro lado ya que no estaba seguro de resistirme a besar aquella boca que tanto deseaba.
A eso de las 6 de la mañana, termino la fiesta. Cada uno se marchó a su casa y nos quedamos solos, y me ofrecí a acompañarla a su casa (el piso donde vivía con su novio). Estaba muy borracha y me dijo que no se encontraba muy bien. Me ofrecí a subir con ella al apartamento y a prepararle un café. Subimos y mientras hacía el café, ella se dejó caer sobre el sofá. En esos momentos no podía pensar en nada más que en follar con ella. No puedo describir cómo la deseaba, en mi vida había sentido esa intensidad de deseo sexual. Me senté en el sofá, aunque dejando algo de espacio entre ella y yo mientras pensaba qué hacer. Parecía que su estado de embriaguez aumentaba por momentos y eso me ponía aún más cachondo. Me acerque un poco más con la excusa de coger el mando de la tele que estaba en su parte del sofá y nuestras bocas quedaron a unos pocos centímetros de distancia. Decidí quedarme quieto para ver como reaccionaba y ella no se movío un milímetro. Tras unos instantes así, sin pensar acerqué mis labios a los suyos y la besé suavemente. Ella no dijo ni hizo nada y yo volví a besarla. Actuaba muy despacio, no quería estropear el momento y que ella me rechazase, por lo que medí mis movimientos con mucho cuidado. Unos segundos más tarde, noté como ella, muy tímidamente, me devolvía los besos. Era todo muy incocente, la estaba besando como se besa a una novia a la que intentas consolar, con toda delicadeza y, esos besos, aparentemente no tenían contenido sexual, aunque la enorme erección de mi pantalón no decía lo mismo.
En ese momento, y muy lentamente pasé mi mano por detrás de su cintura alcanzando una posición más cómoda para continuar. Lentamente fui subiendo la intensidad de mis besos. Ahora, en cada beso, apretaba más mis labios contra los suyos y de forma más prolongada. Ella seguía respondiendo muy tímidamente, por lo que seguí actuando despacio. Nuestras lenguas seguían sin tocarse por el momento y yo comencé a terminar cada beso rodeando su labio inferior con los míos, atrapándolo por unos instantes e introducíendolo en mi
boca. La siguiente saqué mi lengua muy despacio y lo acaricié suavemente con ella mientras lo tenía tiernamente atrapado. Ella reacciono abriendo un poco la boca y yo repetí lo mismo con su labio superior. Tras recorrelo con mi lengua muy despacio, giré un poco la cabeza y abrí la boca. No me imaginaba que ella fuese a hacer lo mismo, así que fue una sorpresa de lo más agradable sentir su lengua chocando con la mía. Tras notar como nuestras lenguas se acariciaban por un breve instante, volví a rodear su labio inferior con mi boca, esta vez de forma más intensa y a lamerlo tras lo cual mi lengua volvió a encontrar la suya. No sé cuanto tiempo pasó, pero estuvimos morreándonos así un buen rato. Mi lengua recorría su boca con intensidad, pero con cuidado, no quería estropearlo. Nunca olvidaré el sabor de su boca. Ese sabor tan dulce derrumbó las pocas defensas que me quedaban. Esa noche tenía que follármela y me daba igual las consecuencias y mi amigo.
Mi siguiente movimiento consistió en quitarle la chaqueta que llevaba. Muy despacio, sabía que no podía hacer ningún movimiento brusco, que le hiciese darse cuenta de lo que realmente estaba intentando y le llevase a echarse a atrás. No fue dificil hacerlo. Debajo de la chaqueta llevaba un camisa sin mangas. En ese momento recordé que me había tirado toda la noche mirando disimuladamente su ombligo que estaba al descubierto ya que los últimos botones de su camisa estaban desabrochados. Tuve que luchar titánicamente para no bajar mi cabeza y besar aquella barriguita que me había puesto tan cachondo toda la noche. En su lugar me acerqué a su cara y la besé. A ella parecío gustarle y yo seguí besando su carita con mis labios, rozandola muy suavemente con mi lengua mientras sentía su aliento y el olor dulzón que salía de su boca. Cuando volví a su boca, mis manos se posaron en su brazo derecho y empecé a acariciar aquella piel suave, blanca y deseable. Mientras nuestras lenguas se acariciaban, mi mano se movia entre su codo y su hombro. Hubiese estado toda la noche besándola, pero mi boca quería disfrutar de todo su cuerpo. Comencé a besar su brazo izquierdo mientras seguía acariciando el derecho, bajando muy despacio hasta situar mi cara al final de su camisa, enfrente de aquellos botones desabrochados. Planté un beso en su ombligo con decisión y luego otro. La tercera vez dejé mi boca abierta encima de
él y lo recorrí despacio con mi lengua, introduciéndola con suavidad dentro. Creí notar que aumentaba su excitación, así que decidí que no podía perder el tiempo y empecé a desabrochar los botones de su camisa, de abajo hacia arriba. Con cuidado de no tocar su sujetador. Mientras tanto mi boca subió, disfrutando de su barriguita, pellizcándola con mis labios y acariciandola con mi lengua.
Volví a poner mis manos detrás de su cintura y la atraje hacia mí, separándola del respaldo del sofá para poder quitarle la camisa. Mientras la besaba con dulzura, conseguí que su sujetador fuera lo único que cubría la parte superior de su cuerpo. Llevaba un sujetador negro, que ocultaba casi completamente sus pechos. Resistirse a quitárselo era algo casi sobrehumano, pero sabía que tenía que seguir teniendo cuidado. Aún no me creía lo que estaba pasando y seguía teniendo miedo de que se echase atrás, así que
consideré que continuar por otra parte sería menos arriesgado. Además deseaba como un loco acariciar sus piernas.
Esa noche llevaba una minifalda, con unas medias oscuras. La descalcé con cuidado y metí las dos manos muy despacio debajo de su falda, mientras la besaba suavemente en la cara y en los labios. Me sentía como si estuviese desactivando una bomba, tenía que hacer mis movimientos con mucho cuidado y de forma muy lenta. Llegué hasta el final de las medias e intenté tirar de ellas suavemente. Ella no colaboró al principio, parecía incluso que se resistía un poco. En ese momento, pensé que me rechazaría y que todo iba a terminar. Un poco a la desesperada, dejé mis manos quietas sobre sus medias y empecé a morrearla con pasión. Quería subir su excitación para ver si así se olvidaba de lo que mis manos estaban intentando hacer. Mientras mi lengua se movía dentro de su boca con rapidez y decisión, tiré de nuevo de las medias, y esta vez, ella levantó un poco el culo del sofá
para facilitarme la maniobra. Gracias a ello pude bajarlas hasta las rodillas y a partir de ahí con cuidado hasta quitárselas completamente. Deje las medias a un lado del sofá y me eché un poco atrás para observarla. Al estar sentada su minifalda cubriá todo lo que había unos veinte centímetros encima de su rodilla. Contemple aquella piel blanca, bien depilada, que aparentaba ser tremendamente suave y seguí bajando con la vista. Nunca he sido un fetichista de los pies, sin embargo, los suyos me excitaron. Eran pequeños, con los dedos regordetes y las uñas muy cortas y sin pintar. Baje mi mano y la puse encima de su empeine. La piel ahí era muy fina y suave, la sensación de cerrar mi mano elevó aún más mi excitación. Llegué hasta sus deditos. Los acaricié y extruje con cuidado. Estaba tan cachondo que volví a besarla mientras con mi mano los seguía acariciando.
Sabía que, si nada salía mal, llegaría un momento en que podría disfrutar de ella sin tantos miramientos, pero eso aún no había llegado. Tenía que contener el deseo que me impulsaba a meter mi cara debajo de su falda y a devorar sus muslos, a subir hasta sus bragas, darle la vuelta y morder ese culito que me volvía loco. Aparté como pude ese pensamiento de mi cabeza y mi mano comenzó a ascender lentamente por sus piernas. Agarré sus gemelos sintiendo su suavidad. Ella tenía los ojos cerrados, por lo que mis ojos se centraron completamente en sus piernas. Mientras apoyaba mi mano izquierda en su cadera, la derecha estaba ya en sus rodillas. Seguíamos en la misma posición. Ella sentada en el sofa con
la espalda apoyada en el respaldo y yo a su izquierda girado. Tenía las piernas ligeramente abiertas, con los muslos apoyados completamente sobre el asiento. No puedo explicar lo que sentí cuando mi mano avanzó por su muslo. Notar aquella piel sedosa debajo de mi palma era sin duda una de las mejor sensaciónes que podía recordar. Era como si hubiese descubierto el verdadero placer de estar con una mujer. Las relaciones que había tenido hasta entonces no podían compararse. Mi mano había llegado hasta el final de la parte
delantera de su muslo derecho, rozando sus bragas. Repetí el recorrido sobre su otra pierna en sentido contrario. La intensidad de mis caricias iba en aumento. Empezaba a sentir que no podía controlarme. Cuando llegué a la rodilla, metí la mano por debajo, levantando un poco su pierna. Mientras mi mano agarraba su pierna con firmeza mis dedos se deslizaban por la parte interna de su muslo. Su piel era incluso más suave en esta zona. Esto me hizo explotar.
No sé como logré controlarme. El bulto que sentía en mis pantalones me pedia que me subiese encima de ella, le quitase las bragas de golpe y la penetrase. Sabía que no podía hacerlo así, que ella no lo permitiría. En realidad, tampoco quería hacerlo. Quería disfrutar de su cuerpo, irla descubriendo poco a poco.
Sin embargo, había llegado a un punto en que mi autocontrol empezaba a venirse abajo. No iba a quitarle las bragas y follarmela de golpe, pero las caricias no eran suficiente. Rodee su muslo izquierdo con su brazo, bajé del sofá y me arrodillé en el suelo, dispuesto para el festín. La besé justo encima de la rodilla. Después abrí la boca y empecé a recorrer su muslo, besando y chupando suavemente aquella piel de seda. Mi mano se moví por su otra pierna. Todo su cuerpo tenía que ser mío. No podía dejarme ni un trozo de su exquisita piel sin probar. Tuve que parar un momento por dos razones. Primero, ella estaba notando que estaba desbocado, sin freno y creo que eso le hacía dudar. Además, ya no podía
contenerme. Estar tan cerca de su coñito y no hacer nada era superior a mis fuerzas.
Justo entonces, decidí que era el momento de pasar la prueba de fuego,el saber si finalmente ella estaría dispuesta a dejarme llegar hasta el final o si tendría que conformarme con lo que habría logrado hasta ahora (que había superado de lejos todas mis expectativas con ella). Esa prueba de fuego consistía en quitarle el sujetador. Pensaba que si me permitía ver y tocar sus tetas, estaría asimilando y aceptando que estaba en el medio de una relación sexual.
Situe mi cara de nuevo junto a su boca. Mis manos dejaron sus piernas, buscando agarrarla suavemente por la cara. En el trayecto, apretaron su cintura y su barriga firmemente y sin ningún disimulo mi mano derecha se detuvo en su pecho, sintiéndolo por encima del sujetador. Cuando mis manos estaban sobre sus mejillas, ví como volvía a abrir los ojos. No sé como pasó, pero sin darme cuenta le dije: "eres preciosa" y planté un tierno pero firme beso en sus labios. Antes de seguir me gustaría aclarar que no estaba enamorado de ella, que mi interés era únicamente sexual, pero que por alguna razón me excitaba tener ese comportamiento con ella. Por una parte quería follármela sin ningún tipo de contemplación, pero el hecho de tratarla con delicadeza me ponía muy muy cachondo.
Después del beso, volvió a cerrar los ojos. Supe que era el momento y busqué el cierre de su sujetador. No hizo nada. Lo desabroché. Tampoco se inmutó. Parecía indiferente ante el hecho de que el mejor amigo de su novio estuviese quitándole el sujetador. No se negaba en absoluto, pero tampoco parecía que le gustase la idea demasiado. Creo que en ese
momento estaba en el punto álgido de su borrachera. Si no hubiera estado tan bebida, estoy seguro que el juego se hubiese terminado aquí. Quizá me hubiese dejado disfrutar de su boca y de parte de su cuerpo, pero no creo que me hubiese dejado desnudarla hasta ese punto. Yo seguía a lo mío y con cuidado terminé de quitarle el sujetador. Mientras lo hacía, mis ojos estaban fijos en su cara, Buscando alguna señal de rechazo o aprobación. Lo único que se reflejaba en su cara era la borrachera. Tras dejar el sujetador en la mesa, me volví a contemplar lo que tenía delante de mí. Dios, no podía creerlo, allí estaba. Tenía delante de mí esas tetitas que tanto deseaba. Sus pechos me sorprendieron. Por alguna razón, pensaba que los tendría más caídos. No eran unas tetas perfectas, pero sin ninguna duda me encantaron. El pecho le caía como cae un pecho natural, pero no demasiado. Sus pezones eran ligeramente oscuros y de tamaño medio. Estaban duros, lo cual era muy buena señal. Sus tetas, como he dicho antes, no eran perfectas pero sus pezones sí. Me recreé unos segundos mirándola. Con mucho cuidado puse mi mano en su cintura y fui ascendiendo poco a poco. Quería hacerlo con mucho cuidado. Aparté su brazo mientras subía y "disimulé" acariciándolo con mis dedos mientras mis manos se ceñian a sus costillas. Subí hasta rozar su axila y comencé a bajar muy despacio. Moví mi dedo pulgar, que de esa manera se deslizaba sobre el comienzo de su pecho. Tuve unas ganas increibles de decirle "tienes unas tetitas preciosas", pero me contuve. Llegado el momento, pensaba decirle cuanto la deseaba y cómo me gustaba su cuerpo, pero aún no. Mientras mi pulgar seguía acariciando tímidamente el lateral de su pecho, me dispuse a besarla otra vez. Pensé que sería menos arriesgado tocarla mientras la besaba y además echaba terriblemente de menos el sabor de su boca. Ya con nuestras lenguas rozándose, moví la mano abarcando totalmente su pecho. Si la piel de sus piernas era suave, esta no lo era menos. El tacto era increíble. Tenía unas tetas blanditas. Movi el pulgar de nuevo para recorrela completamente, al notar su pezón me estremecí y me pareció que ella gemía levemente. Volví a perder mi autocontrol. Aunque mi intención era acariciarla suavemente un rato para ver su reacción, en ese momento necesitaba tener sus pezones dentro de mi boca. Me separé de sus labios y comencé a besar su cuello. Ahora si noté claramente un gemido. No me excitaba demasiado jugar con su cuello, pero a ella parecía gustarle, y supe que cuanto más la excitase mejor me irían las cosas.
Dos minutos, eso fue lo máximo que aguanté. Comencé a bajar la cabeza mientras separaba su brazo izquierdo y bese muy suavemente la curva que marcaba el incio de su pecho izquierdo. Seguí con aquellos besitos, recorriendo los límites. Al llegar a la parte de arriba me detuve. Los besos eran más intensos como lo era mi excitación al ir bajando y comenzar a notar el abultamiento y el cambio de suavidad de la piel. Cuando llegué a su pezón abrí la boca. La cerré sobre él de forma que mis labios se posaron sobre el límite de la aureola mientras mi lengua tocaba su botón. Succione muy suavemente y lo lamí por entero. Volvió a gemir. Yo no podía aguantar mi excitación, así que mientras su pezón continuaba dentro de mi boca mis manos buscaron mis pantalones, me baje la cremallera y comencé a tocarme por encima de mis calzoncillos.
Eso me calmó un poco, así que volví a centrar mi atención en lo que estaba haciendo. Liberé su pezón de mi boca, y me dediqué a explorar los alrededores. Mi lengua lamía todo su pecho mientras mis labios lo besaban y pellizcaban a intervalos regulares. Levanté mi boca buscando su teta derecha. Esta vez sin tantos miramientos. Aprisioné su pezón con mis labios, lo succioné y mi lengua se movió rápidamente en círculos, mojándolo por completo. Oí un gemido más fuerte que los demás. Hasta entonces, ella se estaba dejando hacer, atontada por el alcohol. No es que estuviese abusando de ella. Estaba borracha pero consciente de lo que hacía. Simplemente se estaba dejando llevar sin pensar en su novio. Su excitación iba creciendo, lo iba notando durante todo el tiempo al ver como su forma de besarme era cada vez más apasionada. Al principio, solamente se dejaba besar pero poco a poco su lengua buscaba la mía con cada vez más ganas. Mientras tanto yo seguía mamándole las tetas. Con intensidad, pero sin pasarme. La mayor parte del tiempo sus pezones estaban dentro de mi boca mientras mi mano acariciaba y su otro pecho. De vez en cuando recorría la parte de abajo de esas deliciosas tetas, mordíendolas con los labios
Aunque estaba disfrutando de una manera increíble, era hora de dar un paso más. Bajé mis manos hasta su cintura y la levanté, de forma que quedó con las rodillas apoyadas en el sofá. Mientras mi boca alternaba entre la suya y las tetas, busqué con mis manos la parte anterior de sus muslos. Tras acariciarlos un momento, subí hasta encontrar la cremallera de la falda. Me costó quitarsela ya que lo hacía mientras la besaba, ya de una forma casi salvaje. Ella movía sus piernas para ayudarme y cuando por fín se desprendió de ella. Me eché hacia atrás. Quería mirarla, contemplarla casi desnuda, con sólo aquellas braguitas negras cubriéndola. Dios, que buena que estaba. Mi atracción por ella tenía un componente muy fuerte de morbo, pero tenía que reconocer que tenía un cuerpo muy deseable. Bajé la vista hasta aquellas piernas que tanto había disfrutado y pensaba seguir haciendo. Después miré ese ombliguito que me había puesto tan cachondo y desee volver a besarlo. Subí la vista un poco más hasta encontrar sus tetas, que ahora me parecían perfectas. Sus pezones estaban completamente duros. Eran sin ninguna duda la cosa más deseable que había visto hasta ahora. Volví a abalanzarme sobre ella, y mis manos se posaron sin pensar en su culo. Lo apreté mientras la besaba y después de acariciarlo un rato por encima de las bragas, metí la mano en ellas. Primero pasee mi palma por sus nalgas, luego las apreté con fuerza. Quería besarlo y morderlo, pero ya tendría oportunidad. Ahora tenía que empezar a hacer que la cosa se pusiese completamente seria. Mientras la besaba la tumbé sobre el sofá. No se resistió en absoluto y yo me tumbé encima de ella. Empecé a besarle y a lamerle todo el cuerpo. Al pasar mi lengua por su cará, gimió, lo que me excito enormemente. Bajé por su
cuello, sus pechos, me detuve un buen rato en su ombligo mientras le magreaba las tetas.
Cuando volví a besarla no me tumbé encima de ella, en lugar de eso me arrodille en el suelo y puse mi mano encima de su barriga. Mientras besaba sus labios con dulcura mi mano iba bajando poco a poco. Llegué al elástico de sus bragas. Metí dos dedos dentro y las levante mientras introducía mi mano muy despacio. Sentí su bello púbico y lo acaricié. En ese momento sentí como abría las piernas. ¡Me estaba facilitando el camino! !Quería que mis dedos se encontrasen con su coñito! Esto para mí fue un anticipo la señal definitiva. Ahora sabía que tenía muchas posibilidades de terminar follándomela. Mis manos siguieron bajando y noté con la yema de mis dedos el comienzo de su sexo. Lo acaricié. Bajé por sus labios
exteriores, recorriéndolos hasta el final. Después pasé mis dedos por su rajita. Sentí que estaba mojada. Introduje mis dedos en ella y se abrió con facilidad. Otro gemido. Volví a besarle la boca mientras mis dedos acariciaban sus labios interiores. Los abrí un poco hasta alcanzar su vulva. A partir de aquí sus gemidos se hicieron constantes. Me encantaba ver que estaba disfrutando así. Siempre pensé que su actitud hacia el sexo era más retraida, que hacía el amor con su novio porque le quería, pero que no estaba dispuesta a hacerlo con otra
persona. Sin embargo, aquí estaba yo, oyendo como gemía por que la estaba tocando yo. Sólo por sexo. Nada más.
Antes de quitarle las bragas sentí unos deseos terribles de acallar sus gemidos introduciendo mi lengua en su boca. Lo hice de forma salvaje. Chupé sus labios y su lengua como si me fuera en ellos la vida. Yo sabía perfectamente lo que iba a pasar a continuación, pero creo que ella no. Eso me gustaba. Ya estaba completamente desnuda. No gemía, ya que había dejado de masturbarla, pero su respiración era muy profunda y notaba su corazón acelerado. Me quité la camisa y los pantalones. Después los calzoncillos. Ella no prestó demasiada
atención a mi polla, totalmente erecta. Me puse encima de ella, y en ese momento vi como se preparaba para ser penetrada. Pero yo en realidad estaba jugando con ella. No cariño, pensé, no voy a follarte aún, primero quiero disfrutar de tu coñito.
Como maniobra de acercamiento chupe su ombligo, deslicé mi lengua por su bello púbico y de ahí pasé a la cara interna de sus muslos, chupandolos enérgicamentel. Paré de repente, cambiando completamente de actitud. Acerqué mi cara muy despacio a su sexo. Estaba completamente húmedo. Entonces y muy despacio besé dulcemente su clítorix. Me gustaba su coñito, y me daba un morbo enorme la situación. Yo disfrutando de lo más sagrado de la novia de mi mejor amigo. Me sentía como un cabrón y eso me gustaba todavía más. Continué con mis besos. Recorrí sus labios y después arrastré mi labio inferior por todo su sexo. Arriba y abajo. Así un par de veces. La siguiente vez junto con mis labios la punta de mi lengua se
unió a la fiesta. Cuando llegué a su clítorix me detuve. Lo besé de nuevo, y cuando retiré mis labios, lo roce con la punta de mi lengua. Metí un momento la lengua en mi boca y cuando la saqué de nuevo chupé el clítoris sin ninguna contemplación. Eso hizo que emitiese los dos gemidos más fuertes que le había escuchado hasta ese momento. Después comencé a mover rítmicamente mi lengua sobre toda su rajita, introduciéndola cada vez más. ¡Dios! le oí decir. En ese momento, Sandra era mía, ya no estaba sólamente excitada sino que
estaba sintiendo auténtico placer y eso me permitía disfrutarla a mi antojo. Su coñito era una ricura. Tan lubricado y suave. Ella estaba disfrutando pero yo me estaba poniendo las botas. Podría haber estado horas así. Me apetecía decirle alguna cosa, que supiera que de verdad me gustaba chuparla así. No me corté y le dijé "Me encanta tu coñito. Estaría chupándote todo el día". Ella, como era de esperar no dijo nada. Durante los siguientes minutos me comí aquel coñito a conciencia. Lo chupaba de arriba a abajo, lo mordisqueaba con mis
labios, mi lengua la penetraba todo lo que podía. Ella se retorcía y gemía cada vez más fuerte y sentí como se corría en mi boca. Mientras chupaba y chupaba, un único pensamiento se repetía en mi cabeza: "Le estoy comiendo el coñito a Sandra". Cuanto lo había deseado. Como he dicho antes, además de la atracción física, el morbo que me daba devorar su cuerpo de aquella forma era increible.
Después de sentir como se corría, decidí que ya era hora de que mi polla disfrutase como lo habían hecho antes mis manos y mi boca. Me incorporé y me tumbé encima de ella. Ella respiraba con fuerza y ahora sí sabía lo que iba a pasar. Le comí la boca con fuerza, dejando que probase el sabor que sus flujos me habían dejado. Puse mi polla en la punta de su rajita y comencé a moverla de arriba abajo, masturbándola con ella. Volvio a gemir y se agarró a mi espalda. Aunque estaba disfrutando como loco de la sensación que me causaba frotar mi polla contra aquel coñito, las ganas de follarla de una vez por todas pudieron más y la penetré. Primero muy despacio, sintiendo como mi polla se adentraba poco a poco. No tardé en subir el ritmo, sintiendo como se me ponía incluso más dura. De vez en cuando, se la metía todo lo que me era posible y me quedaba unos segundos, apretando con fuerza, intentando llegar lo más profundo posible. Cuando lo hacía,oía como jadeaba aún más fuerte y me apretaba la espalda con sus manos. Después, la sacaba completamente y la metía y sacaba del todo una y otra vez. Había visto a su novio desnudo y sabía que la tenía pequeña. La mía, sin ser enorme, tenía un tamaño considerable. Creo que ella estaba realmente disfrutando de eso, de ser penetrada por una polla más grande. Me la estoy follando, no dejaba de pensar. No sé que me hacía disfrutar más, si el acto en sí o el morbo de la situación.
Mientras la penetraba, no dejaba de mirarla. Su preciosa carita de niña, con ese gesto de placer contenido. Mirar aquellas tetas tan deseables bamboleándose, era delicioso. Y aún más era tocarlas estando dentro de ella. Su boca entreabierta y jadeante pedía ser comida y yo no me resistía a ello, y dejaba que mi lengua saborease aquel delicioso sabor. Ella me abrazaba con ternura, como si estuviese con su novio y eso me ponía muy muy burro. Como he dicho antes, mi atracción por ella era puramente sexual, pero el sentir que se estaba
entregando a mí completamente me volvía loco.
Estaba a punto de correrme, pero no quería terminar aún. Cuando lo hiciese tal vez todo se acabaría. Me aparte de ella para dejar que mi polla se relajase un poco y aproveche el tiempo chupando sus tetas como un desesperado. En ese momento ya no tenía que ir con cuidado y tampoco me apetecía, así que mi boca la devoraba sin compasión. Bajé
hasta su ombligo y metí mi lengua todo lo que pude. Después, apoyé con toda la fuerza que pude la lengua contra su coñito y comencé a moverla como un torbellino. Ella agarró mi cabeza apretando todavía más, como si quisiera follarme la boca. Aunque me gustaba que hiciese eso, quería sentir que allí mandaba yo, así que no le dejé estar así mucho
tiempo. Me levanté, la cogí del brazo poniéndola de pie, de espaldas mí. Me agaché buscando su culo. Besé y mordí aquellas nalgas tan apetitosas con cuidado de no hacerle daño. Lo recorrí con milengua. Luego, me senté en el sofá, puse mis manos en sus caderas y la atraje hacia mí. Mi polla estaba tan dura y ella tan lubricada que entró hasta el fondo cuando la senté encima de mí. Me quedé quieto, sintiendo la presión de su cuerpo sobre mi miembro, totalmente enterrado en ella. Después agarré su culo y comencé a subirlo y a
bajarlo, contemplando como mi polla entraba y salía. Sandra no tardó en comenzar a moverse. Yo estaba allí quieto, viendo como ella subía y bajaba con mi polla entrando y saliendo. "Ahora me estas follando tú a mí" pensé. Esa postura me dejaba las manos libres, por lo que mientras follábamos la manoseaba a placer, centrándome sobre todo en los muslos
y las tetas. En ese momento me di cuenta que todo se acabaría pronto, que esa increible noche de sexo con Sandra llegaría a su fin. Sabía que no habría un segundo polvo. Que una vez la cosa se relajase, ella pensaría en lo que había pasado esa noche y todo se acabaría. La cuestión ahora era como terminar. No podía correrme dentro de ella,
aunque lo deseaba a rabiar, ya que no quería correr el riesgo de dejarla embarazada. Intentar follármela por el culo y correrme ahí era un sueño imposible. Nunca había hecho sexo anal y estaba segura que ella tampoco. Además las posibilidades de que se dejase eran bastante bajas. Masturbarme o hacer que ella lo hiciera mientras le comía las
tetas o el coñito me parecia una buena opción. Mientras pensaba en esto, noté como se corría mientras presionaba su culo con fuerza contra mí para sentir mi polla lo más dentro posible. Yo estaba también a punto y a pesar de que no tenía ningunas ganas, sabía que tenía que sacarla, así que la cogí de la cintura y la levanté. Se dio
la vuelta y me besó en los labios. Me estaba dando las gracias por haberla hecho disfrutar, aunque sabía que en cuanto se le pasase la borrachera se arrepentiría de haberse portado como una puta al ponerle los cuernos a su novio y que a mí me consideraría un cabrón de mucho cuidado.
Se sentó en el sofá apoyándose contra el respaldo. Cerró los ojos. La miré y vi que estaba avergonzada. Era una chica tímida y una cosa era dejarse follar en medio de una borrachera y otra era como comportarse después. Tenía que actuar con rápidez, así que no me lo pensé y cogí su mano y la puse sobre mi polla. Comencé a moverla hasta que vi que ella seguía el ritmo sola. Le giré la cabeza hasta que tuve su boca a mi alcance y empecé a morrearla. ¡Dios, como me gustaba su sabor!. No me estaba haciendo una buena paja, yo sabía hacerlo mucho mejor, pero no me importaba, así podía alargar el momento y disfrutar un rato más de Sandra. Llegado el momento, le guiaría con mi mano para asegurarme llegar al orgasmo. Seguía besándola con fuerza mientras tocaba aquellas tetas suaves y blanditas. Seguía sin darme demasiado placer con su mano, pero yo seguía muy excitado. Justo en el instante
en que retiraba mi boca de su pezón tras lamerlo con ansia, me llevé la mejor sorpresa de mi vida.
Tardé en reaccionar, al principio no entendí lo que iba a suceder cuando empenzó a apartarme de ella con su brazo, de hecho me temí que allí se acababa todo. Sin embargo su mano seguía agarrando mi polla. Se levanto sin mover la mano, se arrodilló en el suelo enfrente de mi y no di crédito a lo que paso entonces. Comenzó a besar la cara interna de mi muslo avanzando poco a poco. Antes de que pudiera pensar en nada, depositó un beso encima de mis testículos. Después otro, y al retirar sus labios en el tercero, vi como su lengua asomaba por su boca y rozaba la base de mi tronco. Ascendío lentamente acariciándome con la punta de su lengua mientras su mano seguia sujetando firmemente. Y entonces su lengua llegó a contactar con el glande, subiendo hasta arriba del todo. En ese momento reaccióné: "¡Me la está chupando¡", me dije. Justo cuando este pensamiento me golpeó en la cabeza, Sandra se introdujo mi polla dentro de la boca. Sus labios subían y bajaban despacio. Cuando llegaba arriba del todo, su lengua acariciaba mi glande tímidamente. Tras un par de "recorridos" se la sacó de la boca y volvió a lamerme el tronco, subiendo otra vez con su lengua, pero esta vez ya no me chupaba sólo con la punta. Su lengua estaba totalmente fuera de la boca, y yo la sentia con firmeza. Al llegar arriba, volvió a tragársela, pero además noté como la succionaba. Pensé que ya no podía sentir mayor placer, pero justo entonces, noté como toda su lengua recorría mi glande llegando a todos los rincones. Ni en mis mejores sueños hubiese pensado que esto pudiese suceder. Cuando me masturbaba pensando en ella, me imaginaba
tocando y besando su cuerpo, follándomela, pero, no sé por qué, no era capaz de imaginarme a Sandra chupando una polla. Su novio nunca me contó detalles acerca de sus relaciones. Yo me imaginaba sus polvos como algo bastante "light" ya consideraba a Sandra una tía bastante estrecha. Y sin embargo, allí estaba mamándome la polla, y era evidente
que no era la primera vez que lo hacía.
Gemí con fuerza cuando ella comenzó a subir el ritmo. Su lengua chupaba sin ningun reparo. De vez en cuando, paraba y besaba y chupaba mi glande despacio y con mucha dulzura, como si estuviese saboreando un caramelo. Era mi primera felación y sin duda la mejor que me han hecho hasta ahora. Nunca me gustaba la forma en que las actrices porno chupaban una polla, con esa cara de salidas y ese ritmo frenético. La lengua de Sandra, sin embargo, me causaba un placer enorme. Me comía la polla como si la disfrutase, como si estuviese saboreando un trozo de chocolate dulce y delicioso. Yo no dejaba de mirarla. No puedo describir con palabras lo que suponía ver mi polla entrar y salir de su boca, ver su lengua posada sobre mi glande. Aunque tenía unas ganas terribles de volver a tocar sus tetas o pasar mis dedos por su rajita, no quería que nada me distrajese. Estaba a punto de correrme cuando
bajó su boca hacia mis testículos y ante mi sorpresa empezó a besarlos muy despacio. Aunque eso me encantó, el que dejarse de estimular mi polla retrasó mi inminente eyaculación. "Sandra me la está mamando", seguía pensando, recreándome en lo que eso significaba. Una vez que mis huevos estuvieron completamente mojados con su saliva, ella volvió
a lo que había dejado a medio. Se la metía en la boca, me pasaba la lengua por toda la punta y se apartaba un poco. Entonces se mordía el
labio mientras podía ver su cara de satisfacción. Tras un par de minutos repitiendo este proceso, sus labios se apretaron firmemente sobre el tronco. Tenía la mitad de mi polla dentro de su boquita cuando comenzaron los lametones intensos sobre mi glande. Quería que me corriese y se estaba esmerando. Su lengua no paraba y de vez en
cuando succionaba con fuerza. Yo ya no podia resistirlo más.
El momento había llegado. Lo que hice fue instintivo. Por una parte, pensé que ya había llegado demasiado lejos y no quise ir aún más corríendome dentro de su boca. Por otra, quise retrasar unos instantes más mi orgasmo. Mis manos agarraron su cabeza y la subi hasta dejar mi polla al descubierto. Justo a tiempo. Hice un esfuerzo para contener el orgasmo, aunque no pude evitar que un pequeño chorro de semen saliese lentamente. Mi movimiento hizo que ella abriese los ojos. Por la postura en la que estaba, sus ojos inevitablemente se posaron sobre aquel charquito de leche que poco a poco se deslizaba por mi glande. Lentamente, pero decidida, hizo fuerza con la cabeza venciendo la resistencia de mis manos y ante mi total incredulidad vi como situo su lengua justo debajo del delgado flujo de semen que caía por el tronco para inmediatamente recorrer lamiendo gota a gota aquel pequeño reguero de leche. Mis manos seguían rodeando su cabeza, pero limitándose a acompañar sus movimientos. Cuando llegó a la punta del glande y todo rastro hubo sido absorbido por su lengua se trago la
punta de mi polla. Los intensos lametones que me propinó hicieron que en unos pocos segundos comenzase a eyacular sin control. En el primer chorro todo el glande estaba dentro de su boca. Su lengua reaccionó a la eyaculación chupando con ansia aquella leche calentita y dulzona. Tras una breve pausa, sentí como otro chorro de semen escapaba de mí. Cuando esto ocurrió, Sandra tenía la boca entreabierta mientras lamía los pocos restos que quedaban. Pude ver como el semen salía de mi polla e impactaba contra su lengua. Recordaré esa imagen mientras viva. Se quedó un instante quieta, algunas gotas cayeron en el lugar de donde habían salido, mientras tanto, yo no quitaba los ojos de aquella mancha blanca y
pegajosa pegada a su lengua. Su boca bajó otra vez hasta cubrir un tercio de la longitud de mi polla, y en ese momento expulsé el resto del semen acumulado. Ella movía su lengua por mi tronco para saborear todo lo que podía. Mientras disfrutaba del mejor orgasmo de mi vida, su lengua recorrio cada rincón de mi exhausta polla buscando
cualquier posible gota perdida.
Lo que sucedió después es otra historia. Sólo puedo decir que ese fue mi primer y único polvo con Sandra. Llevaba mucho tiempo fantaseando
solamente con besar su boca y tal vez acariciar su cuerpo. Nunca, ni en un millón de años pude soñar en hacer todas las cosas que hice esa
noche con ella.