Sandra, la asistente de marketing (2)

Después de aquel día en que Sandra y yo habíamos caído en el jueguito de mostrar nuestras partes en plena oficina, solo una vez habíamos hablado al respecto, y fue para decir que ambos estabamos muy arrepentidos de lo que habíamos hecho.

Después de aquel día en que Sandra y yo habíamos caído en el jueguito de mostrar nuestras partes en plena oficina, solo una vez habíamos hablado al respecto, y fue para decir que ambos estabamos muy arrepentidos de lo que habíamos hecho, y cómo no, ya que si nos hubieran visto a los dos nos hubieran despedido. Eso había sido 4 meses atrás.

Durante los 4 meses posteriores al incidente, aunque no hablabamos del tema, en varias ocasiones cuando yo salía del baño Sandra volteaba a ver mi bulto y sin hablar pero moviendo claramente los labios le decía: hola; y después solo nos mirabamos y nos sonreíamos recordando el momento.

Tenía un trabajo muy urgente y complicado por entregar a finales del mes de noviembre, y a pesar de que Sandra ya no dependía de mi, sabía que ella sería la única persona en la que me podría apoyar para terminarlo a tiempo, asi que le pedí que en sus ratos libres me ayudara con la planeación del proyecto. Ella accedió con gusto diciendo que el tiempo en que fui su jefe había trabajado muy a gusto y que extrañaba esos momentos. Por dos semanas estuvimos coordinandonos para trabajarlo en el horario de oficina pero llegó un día en que vimos que no lo ibamos a tener a tiempo si no trabajabamos hasta muy tarde. Le propuse a Sandra quedarnos el miércoles y el jueves hasta alrededor de las 10 de la noche para terminarlo, le dije que si quería traerse a su bebé era bienvenida, sin embargo ella me dijo que prefería quedarse el jueves hasta que el cuerpo aguantara con tal de terminarlo. Obviamente a mi esposa le dije que me quedaría junto con otros dos compañeros de trabajo además de la asistente para que no surgiera ningún problema, y cuando se lo comenté a Sandra ella se rió y me dijo que a su marido le había dicho lo mismo.

Trabajamos el jueves hasta alrededor de las 9 de la noche, y después de cada uno de nosotros le hablaramos a nuestra pareja para decirle que probablemente regresaríamos en la madrugada le propuse a Sandra pedir algo de cenar. Cuando la pizza llegó a la oficina nos fuimos a la sala de juntas para cenar con más espacio y comenzamos a conversar sobre cosas personales y no sobre trabajo como lo habíamos hecho las últimas 5 horas. Llegó un momento en que como en aquella ocasión la plática se subió de tono, empezó con el tema del tipo de comida que cada quien prefería para cenar, y terminó en el número de veces a la semana que cada quien hacía el amor con su pareja. - era increíble la facilidad con la que ambos nos desviabamos hacia lo sexual. Esta chica era realmente muy parecida a mi -

Nos fuimos poniendo cada vez más cómodos en nuestras sillas hasta que yo estaba prácticamente acostado en ella con los pies sobre la mesa, y Sandra había acercado la silla a donde estaba yo y su cara estaba a menos de 20 centímetros de la mía mientras conversabamos ya con un nivel muy subido de tono. Ella comenzó a platicar con una voz entre bajita y susurro - me dio la impresión de que quería parecer sensual - sobre la manera en que su esposo cuando estaba de humor, lograba excitarla tanto que para cuando llegaba el momento de que la penetrara ella casi había tenido un orgasmo. - está de más mencionar que por como soy, la plática de Sandra me subió la temperatura increíblemente - Comencé a bromear con ella diciendole que debería de trabajar en alguna línea sexual porque estaba logrando calentarme bastante. Ella se sonrió y me dijo que qué poco aguantaba y volteándome a ver el bulto, me hizo recordar claramente aquel momento unos meses atrás me dijo: a poco se está despertando mi amigo? hace rato que no lo saludo.

Me solté a reír y le dije que si seguía asi, iba a tener que saludarlo de mano y no solo de vista. Ella se rió también y después se quedó callada un momento, se puso un poco seria y me preguntó: ¿Estarías dispuesto?. - ¿A qué? le contesté un poco asustado. - A eso, me dijo ella, a que hubiera algo entre nosotros. Perdí la cara de risa por completo y me quedé pensando. Ella sintió un poco de pena al prinicpio, y luego al ver que no respondía nada me dijo: Yo no soy asi y tu lo sabes, pero ha sido mucho el contacto que hemos tenido estos años, me gustas mucho y no puedo olvidar aquel día, he soñado muchas veces estar contigo Carlos. Yo la miré y le regresé la pregunta: ¿Tu estarías dispuesta Sandra? - miró al suelo un momento - y luego me dijo firmemente que si. Me miró a mi y nuevamente con esa voz de susurros comenzó a decirme que si yo se lo permitía me haría convencerme de que lo que estabamos haciendo valía realmente la pena, y mientras me decía eso acercaba cada vez más su silla a mi y para cuando terminó de decirlo su mano derecha estaba sobre mi muslo izquierdo.

Bastó que yo en voz muy baja le respondiera: demuéstramelo entonces, para que Sandra se fuera acariciando mi pierna en dirección hacia mi bulto hasta que tuvo el paquete con mis testículos y mi pene sujeto suavemente en sus manos. He esperado este momento desde antes de casarme con Roberto, me dijo. y después comenzó a acariciarme mis partes de una manera sutil pero muy excitante, ella misma comenzó a hacer unos ligeros gemiditos de placer mientras o hacía - no se si por excitarme más a mi, o porque realmente lo disfrutaba - Yo me relajé en mi silla y dejé que me tocara a placer.

Sandra jugó con mis cosas un momento hasta que mi pene se erectó entre sus dedos. Ella abrió un poco más sus ojos y en un susurro dijo: listo el niño!. - yo me sonreí - Se acercó más a mi silla e incorporando también su mano derecha a la jugada comenzó a desabrocharme primero el cinturón, luego el pantalón y a bajarmelo poco a poco junto con el boxer que llevaba puesto. Una vez que dejó mi miembro completamente al aire se acercó un poco a él y en voz baja le dijo: hola tu, cuanto tiempo sin vernos. E inmediatamente después le puso su mano derecha encima y comenzó a replegar bien el prepucio hacia abajo dejando libre la cabeza de mi miembro. En cuanto hizo esto su mano comenzó a temblar un poco como si estuviera nerviosa por lo que hacía. La miré y le dije: ¿qué te pasa? Ella me sonrió y contestó nerviosa que nada, que solo se sentía un poco nerviosa, que la entendiera pues en mucho tiempo no había tocado a otro hombre que no fuera su esposo. Yo le dije que se dejara llevar, que lo estaba disfrutando mucho y que realmente lo hacía muy bien. Ella se sonrió y al cabo de unos segundos más de estar acariciando mi pene dejó de temblar.

Sandra comenzó a hacer movimientos dudosos inclinandose sobre mi, al prinicpio parecía que iba directa a hacerme un oral, y luego a medio camino se detenía y seguía solamente acariciandolo y viendolo fijamente. La tomé de la nuca y comencé a acariciar su cabello - era mucho más suave y atractivo de lo que parecía ser - Mientras lo hacía ella soltó un par de gemiditos más indicandome que le gustaba que lo hiciera, y después ella sola se inclinó ya sin detenerse hasta tener la cabeza de mi miembro frente a sus labios. Tan solo el primer movimiento que hizo me sacó tremendo suspiro: Se lo puso a un centímetro de la boca, sacó la puntita de su lengua y yendo desde mis testículos hasta la misma punta de mi cosa le dio una tremenda lamida de abajo a arriba - como la primer lamida que un niño le da a un helado - Tan pronto terminó, abrió la boca dejando solo el espacio necesario entre sus labios y se metió la mitad de mi miembro en la boca. - la manera en que comenzó su acto fue sumanente excitante para mi, nunca me lo habían hecho con tanta sensualidad - Continuó su trabajo y en menos de un minuto pasó de la tranquilidad y sensualidad, a mover su cabeza tan rápido de arriba hacia abajo que casi me hace tener un orgasmo en las primeras de cambio. - vaya que la chica lo hacía bien - Comencé a gemir mucho más fuerte y a estirar su cabello para empujar su cabeza y que se la comiera más profundo. Ella no se resistía a ello, por el contrario, se acomodaba mejor para que le cupiera casi toda en la garganta. - No pude evitar compararla en mi mente con mi esposa, quien solo se metía la mitad de mi pene en la boca cuando me la mamaba - Sin sacarselo de la boca se bajó de la silla y se arrodilló en el suelo para acomodarse mejor, yo retiré la silla de la mesa para que no batallara, y en menos de 30 segundos sus labios estaban chocando con mi pelvis y ella se estaba metiendo toda mi cosa en la boca. Ella continuó mamandomela entre gemidos míos, apretones a mis testículos que me causaban un fuerte dolor y estirones de cabello que le hacía cuando me dolía. Llegó un momento en que sentí que eyacularía en su boca y de un jalón le quité la cabeza de mi pene y sin la menor de las penas en mi le dije: eres una bestia, me tienes calientisimo. Ella se enderezó un poco y me preguntó:¿en serio? ¿ te gusta? Volví a contestarle visceralmente: me encanta como la mamas, le dije. Ella se sonrió y me dijo: no sabes como me gusta que me hablen asi.

La levanté del piso y nos pusimos de pie los dos al mismo tiempo. Sin pensarlo ni peguntarnos nada comenzamos a besarnos y acariciarnos el cuerpo por todos lados. Su cuerpo no era muy atractivo, pero la cachondez que traía encima me hizo tocarla como si estuviera tocando a las más voluptuosa modelo pornográfica. Nos manoseamos hasta llenar durante unos minutos, tumbamos un refresco y uno de los platos de la mesa en el movimiento sin que nos importara mucho, y terminé sentandola en la mesa mientras la seguía manoseando por todos lados. Torpemente comencé a desabrocharle la blusa para dejar salir ese enorme par de tetas que tiene, tardé unos segundos pero al final logré coordinar mis manos con mi cabeza y desabotonarle la blusa para dejarla caer en la mesa - En otras ocasiones no me habría agradado lo que veía, pero en ese momento esas tetas de talla Doble DD fácilmente, me pusieron más caliente de lo que y andaba - Le arranqué el bra - más tarde tendría que arreglarle el broche para que no quedaran rastros - y lo dejé caer al suelo a un lado de donde estabamos, y comencé a manosearle las tetas sin compasión alguna. Ella gemía bastante y seguía entercada a besarme mientras yo trataba de zafar mi boca de la de ella para ir y besarle ese par de cosas que tenía en las manos.

No me dejó hacerlo y son dejar de besarme y acariciarme la espalda y las nalgas comenzó a desabrocharse el pantalón estando sentada en la mesa. Se fue poniendo de pie poco a poco, hasta que el pantalón del uniforme cayó al suelo y la dejó en unas panties blancas con pequeños dibujos de estrellas en color azul. Pude solo mirarlas de reojo y rápidamente comencé a manosearle las nalgas mientras ella hacía el esfuerzo por empezar a bajarse las panties también. El proceso duró un par de minutos, mismos que no paramos de besarnos y tocarnos, hasta que ella había perdido por completo la ropa, y yo estaba solo con mi camisa puesta y mis pantalones y calzones a la altura de los tobillos. Ella se subió nuevamente a la mesa y abrió las piernas. Tomó con su mano derecha mi pene y lo jaló poniéndolo justo en la entrada de su raja - que sentí excesivamente mojada en ese momento - Por mi cabeza pasó la idea de detenerme en ese momento, lo que estaba a punto de suceder podía traernos aun más problemas que lo que antes habíamos hecho - sin embargo pudo más la lujuria conmigo y tomando mi pene firmemente la penetré completamente de un solo movimiento.

En el justo momento de la penetración Sandra por fin me dejó de besar, y fue para abrir su boca tan grande que podía haber metido mi cabeza completa en ella. Sus ojos se voltearon hacia arriba y pasaron unos segundos antes de que de su boca salieran las únicas palabras que pude entender durante todo el acto: ay guey, está enorme, dijo Sandra. Como hombres me comprenderán que eso es lo mejor que nos pueden decir, asi que bastó para que comenzara a bombear a Sandra sobre la mesa de la sala de juntas con suficiente fuerza como para que en unos minutos ya no pudiera ni sostenerse con las manos y cayera acostada sobre los platos de comida y los restos de la pizza que nos habíamos cenado. No nos cambiamos de posición ya, la excitación era tanta que yo estuve conteniendo la eyaculación durante al menos un minuto de completo sufrimiento, hasta que la escuché dejar salir un tremendo grito que me hizo saber que había tenido un orgasmo. Tan pronto la escuché y comencé a disparar leche dentro de ella hasta quedar completamente vacío y satisfecho.

Cuando todo había pasado, Sandra se incorporó sentada en la mesa, me dio un tremendo beso en la boca y me dijo: Porque no habíamos hecho esto antes idiota? y luego se soltó de risa, junto conmigo. Nos llevó un buen rato limpiar el tiradero que habíamos hecho, sobre todo secar muy bien todo el esperma que escurrió de dentro de ella cuando se puso de pie, nos vestimos y continuamos trabajando, pero de una manera muy distinta. Estuvimos todavía 3 horas más después de haber terminado, y el resto de la noche no se dejaron esconder comentarios calientes y posiblemente corrientes entre nosotros, pero que ese día los disfrutamos como un par de adolescentes que acababan de tener su primer relación sexual.