Sandra

Solo un sueño...

Después de tanto desearlo estamos aquí, siento tus manos recorrer cada centímetro de mi piel, aunque mis ojos vendados no me permiten verte imagino la expresión de tu rostro. Deseo tocarte pero mis manos, al igual que mis pies están atados a los postes de la cama. Tus dedos rodean mis pechos aproximándose a mis pezones describiendo un círculo cargado de electricidad. Tus caricias son suaves como el roce de una pluma. Desciendes por mi vientre, llegando a ese rincón húmedo y caliente que tanto te desea, solo para dejarlo de lado y continuar tus caricias por mis piernas… ¡Hmm! la sensación es indescriptible. Siento gotas de sudor perlando mi frente, el deseo se hace cada vez más intenso. Empiezas a recorrer de regreso el camino que hicieron tus dedos ahora con tus labios y tu lengua, besando cada centímetro de mi piel, hasta llegar a mi boca, mis labios están secos y reciben agradecidos la caricia de tu lengua. Corrientes eléctricas salen de mi vulva hasta mis pezones para empezar a extenderse por todo mi cuerpo, no puedo creer que un contacto tan efímero haya podido llevarme a este orgasmo brutal. Siento el roce de piel con la mía, tu respiración agitada, escucho como me dices que espere, que aún falta más pues esto es solo el principio. Te levantas y segundos después siento como mi sexo se llena de miel, tu cuerpo esta sobre el mío, tu sexo en mi boca. Lo beso, aspiro su olor que me encanta, casi no puedo respirar al sentir como poco a poco tu lengua me penetra, ahora se apodera de mi clítoris al tiempo que tus dedos hacen maravillas dentro de mi cuerpo, con la misma pasión que me devoras trato de corresponder, hasta que siento que el elixir que emana de ti llena mi boca, me trastorna sentir el sabor de tu miel y la bebo toda hasta la última gota. Te suplico que me sueltes, deseo devolverte algo de lo que tú me has dado, ya no puedo más. Lujuriosamente regresas a tu posición original, exigiéndome que te suplique por más… Lo hago y lentamente sueltas mis manos, no permites que me quite la venta y me ordenas que me acueste boca abajo, te obedezco mientras siento que mi corazón palpita alocadamente, ya no sé que más esperar. En ese mismo instante tus manos separan mis nalgas y tu lengua recorre el camino de mi clítoris a mi ano, me lubricas y mientras dos de tus dedos se apoderan de mi vagina que está desbordada, uno más penetra por atrás. La sensación es sublime… estoy volando entre el tiempo y el espacio, mi mente está en blanco, te deseo como nunca, como siempre, mientras me corro salvajemente en tu boca, sé cuanto lo disfrutas. En cuanto terminan los espasmos me vuelvo, te tumbo sobre la cama y te beso como una desquiciada, mientras quito la venda de mis ojos, mi boca se llena con tus pezones rosa pálido, los muerdo tal y como a ti te gusta, lo siento, no puedo esperar, poco a poco desciendo a tu sexo y lleno mi boca con él, mi manos hábiles te dan placer como se que a ti te gusta, necesito sentirte acabar de nuevo en mi boca. Tengo sed, sed inagotable de ti. Solo tú puedes calmarla. Despacio me pides, pero ya no te escucho, solo siento. Siento como poco a poco te abandonas a mis caricias, a mis besos, como disfrutas tanto como lo acabo de hacer yo misma. Detengo un momento mi labor para mirarte a los ojos y decirte cuanto te amo y te deseo, mis dedos no han dejado de moverse, mi boca vuelve al lugar en el cual debe estar, aumento el movimiento de mi mano en un afán desesperado de llevarte al clímax. Empiezas a temblar, a pedirme que no me detenga, acelero el movimiento aún más, lamo tu sexo con desesperación, anhelando el momento de llenarme de ti. En un grito desesperado te abandonas, inundas mi boca, salpicas mi cara y no puedo parar de lamerte Subo mi cuerpo y acaricio tu sexo, te beso en la boca y compartimos el sabor de tus jugos. No podemos parar de comernos a besos, no deseamos parar. Este instante debe ser eterno. "Sandra, mi amor, ¡Te amo!" Es lo único que puedo decir cuando despierto, sola, entre las penumbras y la soledad de mi habitación.