Sandra 1
Les cuento la historia de una amiga llamada Sandra
Les voy a contar una historia que me ha gustado mucho, como ustedes saben, yo conozco mucha gente, de la gente que conozco hay todo tipo de personas, desde gente muy normal hasta gente que puede parecer que están fuera de este mundo.
De las personas que les he hablado son de la gente que he conocido en las orgifiestas a las que voy a parte de hablarles de todos los amantes que tengo, esta historia es de una mujer que conocí en una orgifiesta, su nombre es Sandra, ella en una orgifiesta, su nombre es Sandra, ella es alta, con grandes nalgas, tetas normales, de cara bonita, tiene piernas bien contorneadas. Es una mujer por la cual varios hombres se voltean a verla.
Con ella he tenido varias veces sexo, su vagina tiene un sabor muy rico, y ella chupa la mía de una forma deliciosa, me chupa las tetas como pocas personas.
Sandra perdió su virginidad joven y de ahí jamás paró de tener sexo, les contaré la historia de cómo tuvo a sus dos hijos, lo haré en dos partes, y se las platicaré como si fuera ella.
Me llamo Sandra, hace algunos años conocí a Andrés, era un buen hombre, pero era un pésimo amante, nos conocimos en una fiesta, unas semanas después empezamos a salir y poco después nos hicimos novios, como un año y medio después nos casamos.
Antes de ser su novia yo tenía varios galanes con los cuales cogía, mientras fuimos novios lo engañe varias veces, de casados traté de ser fiel pero no pude, aunque lo engañe menos que cuando éramos novios lo seguía engañando.
Poco antes de embarazarme, Andrés y yo tuvimos una pelea muy fuerte, de hecho nos separamos un tiempo, él se quedó en el departamento y yo me fui a casa de una amiga. La pelea fue por una cuestión de decidir cosas sobre el departamento, yo tenía una opinión sobre la decoración y Andrés otra, hasta ahí todo se podía arreglar, lo malo fue cuando se metió la mamá de Andrés, con una opinión muy diferente a la mía, pero completamente opuesta a la de Andrés, el problema fue que Andrés accedió rápidamente a cambiar su opinión por la de su mamá, esto me hizo enojarme y después de unos días discutimos y nos gritamos, yo trate de no ser irrespetuosa pero él le faltó el respeto a mi familia.
Mientras estuvimos separados, mi familia insistió mucho en que lo perdonara, ellos no sabían que habían sido insultados por él, mi familia me hablaba sobre la importancia del matrimonio, yo ya estaba harta de escuchar eso, parecía que el familiar era Andrés y no yo.
Unos días después recibí la llamada de uno de mis sobrinos de nombre Edgar, Edgar era un joven de 18 años, alto muy delgado con un poco de acné, no era feo pero tampoco guapo, lo que si era es muy divertido. Cuando Edgar me hablo fue para darme su apoyo, me decía que sentía que la familia estaba siendo injusta conmigo. Quedamos en vernos para platicar y tomar un café.
El día que nos vimos me la pase muy bien, me hizo sentirme apoyada, me divertí mucho con él, yo en ese tiempo acababa de cumplir 29 años, aún era joven y quería divertirme, entendí que en mi sobrino podía encontrar a un buen amigo, una persona que me apoyara y no me juzgara.
Unos días después me volvió a llamar, esta vez me quería invitar a comer, acepté con gusto, durante la comida la pasamos increíble, me divirtió y me dio ánimos, sentí que había encontrado a un buen amigo, me era muy fácil confiar en él, no solo platicábamos de mis problemas con mi marido si no de varias cosas, de nuestros intereses, de la forma en que veíamos la vida.
Unos días después fui yo la que lo busque, lo invité a cenar, como las otras veces la pasamos increíble, yo no paraba de reír con él, siempre había sido un caballero conmigo, también eso era algo que me agradaba mucho.
Salimos unas tres veces más, en todo ese tiempo hablé dos veces por teléfono con Andrés, la primera, los dos nos volvimos a enojar, la segunda, ya estábamos más tranquilos fue una plática más cordial, pero aún se sentía que teníamos un poco de molestia.
En la séptima salida con mi sobrino Edgar, fuimos a cenar, me llevó a un lugar muy bonito, yo le había platicado de mi gusto por la comida italiana, la cena fue excelente, pero me di cuenta que mi sobrino estaba un poco diferente, parecía que me quería ligar, la forma en que me hablaba, la forma en que me miraba, aún le faltaba mucho, pero me hacía sentir bien el hecho de tratar de ser conquistada. Hasta esa noche yo no había tenido otro sentimiento por mi sobrino, como dije lo veía ya como un amigo, pero no pensaba en algo más allá.
Cuando salimos del restaurante, fuimos por el carro, lo dejamos estacionado cerca, él me tomó por la cintura, se lo permití, él me contaba algunas cosas que me parecían muy graciosas, yo iba riendo. Llegamos al carro y manejo hasta que llegamos a la casa de mi amiga, en el carro con el cambio de velocidades trato de acariciar la pierna que tenía más cerca, yo no hice nada por quitarla, esto me confundió un poco, ¿por qué no había detenido a mi sobrino?, ¿qué pasaría si el no solo intentara acariciarme si no también agarrarme las piernas?, al llegar se bajó para abrirme la puerta, me ayudó a bajar, cuando quedé frente a él me besó. Yo por un momento no supe cómo reaccionar, primero me quede quieta, mientras el me besaba tiernamente, después sentí la necesidad de corresponderle el beso, comencé a mover mis labios, él beso iba muy rico, pero se puso mejor cuando Edgar bajó sus manos y me agarró con fuerza las nalgas, eso me excitó y el beso tierno pero apasionado se convirtió en un beso caliente, en un beso entre dos personas que deseaban algo más que juntar sus bocas.
Él se separó de mí y me dijo.
E –Tía, te deseo, quiero hacer el amor contigo.
Yo lo vi, no es el tipo de hombre que me gusta, pero me había prendido con ese beso y desde que me peleé con Andrés no había tenido sexo, ya necesitaba una verga caliente entrando en mi concha.
S –Yo también quiero hacer el amor contigo.
Le di otro beso, mi lengua jugaba con la suya, sentí como su verga se empezó a parar, ya que sentí su bulto arriba de mi cintura, se sentía que tenía un buen pene, la cosa prometía. Me separé de él, le hablé de un hotel discreto que yo conocía, él no me preguntó porque lo conocía pero con el morbo que me miraba adivine varias de las cosas que le pasaban por la mente.
Nos subimos al carro, en el camino le avise a mi amiga que me quedaría en casa de una prima, era tanto el morbo que veía muy guapo a Edgar, yo sentía como mi vagina ya estaba húmeda. En todo este tiempo separada de Andrés no había cogido con nadie, y ahora lo haría con mi propio sobrino, eso me dio más morbo, y me llenó más de deseo.
Al llegar al hotel, el encargado nos vio con cierta desconfianza, inmediatamente le pidió una identificación a Edgar, él se la dio, vio que era mayor de edad, y nos preguntó que de donde nos conocíamos, yo le dije que no era asunto suyo, y que nos diera la habitación.
Llegamos a la habitación, al entrar nos volvimos a besar, el me agarraba las nalgas con las dos manos y yo con una le agarré el pene, lo que sentí me gusto, era grande y grueso, nada exagerado pero si más grande de lo que estaba acostumbrada.
Besándonos y fajando llegamos a la cama, era king size, ya quería estar ahí recibiendo la verga de aquel macho, entre los besos nos quitamos la ropa, él tomó mis bragas y las olió.
E –Que aroma más delicioso.
Jamás había visto a un hombre oler mis bragas, eso me excitó mucho, mientras el seguía oliendo yo me agaché para tomar su verga, la cual ya estaba parada, le pasé algunas veces la lengua, el gemía, lo aventé a la cama, y mientras él estaba acostado me puse en cuatro para mamarle la verga, mi boca iba de abajo hacia arriba, sentía como mis labios se iban deslizando por todo el pene y sentía las venas, una mano la llevé a mi concha y me toqué un poco.
Los gemidos de Edgar cada vez eran más intensos, yo ya le apretaba la verga con los labios, le acariciaba los testículos. Me la saqué y le pregunté si sabía lo que era tener sexo con una mujer, él me dijo que no era virgen, que ya había estado con algunas novias, una maestra y una amiga de su mamá.
El escuchar eso me hizo sentir más confianza, me iba a desinhibir más, iba de tratar de disfrutar al máximo con Edgar, en ese momento no me importaba nada, mucho menos el problema con Andrés. Tomé su verga, me puse encima de él y me la metí toda, coloque mis manos sobre su pecho, empecé a bajar y subir lentamente, sentía como esa verga se abría camino por mi vagina completamente mojada, la cara de placer de mi sobrino era algo mágico.
Después sin cambiar de posición no tomamos de las manos entrelazando los dedos, yo arqueaba mi espalda hacia atrás para sentir como entraba más adentro, sentí como su verga se hinchó, sabía que estaba por venirse, pero no me importaba nada, solo quería sentir que me llenara con su leche.
Cuando sentí el primer disparo de semen, le dije.
S –Así papi, lléname con tu leche.
Él terminó de venirse dentro de mi concha, yo le sonreí, me la saqué y me acosté a su lado.
E –Perdón tía, tendría que haberme puesto condón, o no venirme dentro de ti.
S –No te preocupes por eso mi amor, sentí muy rico tu semen caliente en mi conchita.
Una media hora después de estar acostados platicando sobre mi esposo, aproveche que era joven y me baje para volver a chupárselo, rápidamente se le paró otra vez, me sentía como una jovencita que estaba experimentando el sexo por primera vez, está vez Edgar me tomó de la cabeza y me hizo tragarme toda su verga, me gustó sentirme dominada, me hacía tragármela toda pero jamás me intento ahogar, sabía cómo ponerme bien puta.
Me hizo ponerme en cuatro, me beso las nalgas, me chupó el ano, quería meterme un dedo en el ano, pero lo dije que en otra ocasión dejaría que me la diera por el culo. Me hizo voltearme y me chupó de una forma rápida las tetas, su lengua pasaba muy rápido por mis pezones, estaba muy excitada, mientras hacía eso, yo le tomé la verga y se la masturbaba, después de un rato me hizo ponerme otra vez en cuatro.
Mientras estaba en cuatro esperaba que no intentara metérmela por el culo, solo se lo había permitido a un novio, no me había gustado mucho, así que preferí no usarlo, mi esposo jamás había podido entrar por ahí.
Me pidió que me abriera completamente de piernas.
S –Por el culo no papi, ya te dije que en otra ocasión.
E –No te preocupes, no te la voy a meter por ahí.
Me abrí lo más que pude de piernas, sentí como acercó su verga a la entrada de mi vagina, lo pasó por mis labios vaginales, estaba duro y caliente, yo deseaba más.
S –Ya métemelo.
E –Ya lo quieres.
S –Sí, por favor.
Sentí como metió la punta, yo me hice para atrás para recibir más y me entró toda la cabeza.
E –La quieres toda, verdad, como me gustas, eres el tipo de mujer que cumple todas las expectativas.
Todo lo que me decía me volvía loca, toda la atención que me ponía en las últimas semanas me tenía muy confundida, la atención que jamás mi esposo me ponía.
Termino de meterlo todo, yo sentía delicioso sentir algo así dentro de mí, comenzó a moverse, me tenía tomada de la cintura, sus movimientos eran lentos, sentía como entraba y salía, sus manos me tomaban con fuerza. Empezó a cogerme más rápido, cuando la velocidad de la cogida era muy rápida, me tomó de la cadera, los golpeteos de nuestros cuerpos se escuchaban con fuerza, nuestros gemidos ya eran un escándalo.
S –Toda papi, dámela toda.
E –Toma Sandra, toma mi verga.
S –Aaaahhhh que rico, que bien se siente esa enorme verga llenándome la vagina.
El placer que sentíamos era mucho, otra vez me sentía plena, mi sobrino me había puesto atención, le importaba mi opinión y ahora me estaba cogiendo riquísimo.
S –Mas, dame más, que bien me coges, sabes coger como el mejor.
E –Te gusta mi verga.
S –Sí, muchísimo, la tienes muy grande y la usas maravillosamente.
Sentía como mi concha estaba muy mojada, mi orgasmo llegó y el placer fue enorme.
S-Síííííííííííííííííííííííí, que rico.
Al darse cuenta de que me había hecho llegar al orgasmo, se excitó muchísimo y se vino otra vez en mi concha, esta vez era menos semen, pues hacía poco se había venido en mi concha.
Nos quedamos dormidos, en la mañana muy temprano nos levantamos.
E –Tía, ¿estuvo bien lo que hicimos?
S –Estuvo increíble, pero entiendo que estés preocupado porque somos tía y sobrino.
E – Y porque me vine dentro de ti.
S –Tranquilo, no pasara nada, me toma una pastilla y ya, de lo otro pues si quieres ahí le paramos.
Me metí a bañar, después se bañó él. Me llevó a casa de mi amiga, me dio las gracias y me dijo que lo había pensado bien y que quería repetirlo. Nos despedimos. Una media hora después fui por la pastilla.
Quince días después de eso, mi esposo me mandó un mensaje para ver cómo estaba. Yo volví a coger con Edgar, después mi esposo me empezó a llamar, fueron casi dos meses desde la primer cogida con Edgar. Andrés quería que arregláramos las cosas, me di cuenta de que estaba embarazada, solo había cogido con Edgar así que era de él. No iba poder decirle a mi esposo que era de él, pues hacía mucho que no cogíamos.
El día que nos vimos, me prometió que ya me iba a dar mi lugar, que había hablado con su mamá y que le pidió que no se metiera en las decisiones de nuestra casa. Estuvimos un rato hablando, él lloró me dijo lo mucho que me amaba, yo también lloré, y le dije que estaba embarazada.
Me dijo que cuanto llevaba de embaraza, que no se me notaba, yo le dije que si lo que quería saber era si él me había embarazado, la respuesta era no.
Me dijo que como le pude hacer eso, le dije que yo había sido débil, que él me tenía descuidada, estuvimos peleando por un largo rato, hasta que él me confeso que me había engañado desde antes de separarnos, yo me enoje. Él me dijo que era hombre, que era algo normal, yo me enojé más.
Él me preguntó que que pensaba hacer con el bebé, le dije que tenerlo, después él me dijo que él podía aceptar como suyo al bebé, si le decía quién me había embarazado. Yo sabía que podría hacerle algo a mi sobrino, si le decía su nombre, así que le invente un nombre. Sentí que no me creyó, pero no me dijo nada.
Regresamos a vivir juntos, a todos los dijimos que íbamos a ser papás. Cuando hablé con Edgar, solo quise decirle que el hijo era de él, me dijo que no le interesaba, que eso era mi problema, que él no se haría responsable. Sentí que era un castigo por todo lo que hice.
Nació una niña hermosa, mi esposo trató de ser cariñoso, pero me daba cuenta que no podía olvidar que no era de él.
Pasó un año de muchos problemas, muchas peleas y muchos celos de los dos, después de ese año mi esposo se volvió muy dulce, fue un excelente esposo y un excelente padre, durante 5 meses todo fue maravilloso. Un día en una cena en un lugar muy bonito al que me invitó Andrés, me preguntó que quien me había embarazado, yo confiada le dije que era Edgar, él me dijo que no me preocupara, que todo estaría bien.
Dos semanas después me enteré que Edgar había sido hospitalizado, al parecer lo habían asaltado, yo pensé que había sido Andrés, le pregunté y él me dijo que no. Yo dudaba pero no había forma de probarlo.
Después de eso, la relación entre mi esposo y yo se hizo otra vez muy difícil, no me hacía caso, con la niña no era muy cariñoso, pero la trataba bien y la mantenía. Sus amantes le hablaban a la casa, yo ya estaba fastidiada de esa situación así que me busque un amante. Me hice amante de un amigo de mi esposo, él se llama Daniel, desde que lo conocí noté que le gusté, pero él trataba de disimularlo.
En algún momento, mientras estábamos solos, le dije que me gustaba y que deseaba que me hiciera suya. Esa primera vez solo se la mamé, pero me tragué toda su leche, eso lo volvió loco, y de ahí en adelante creo que se obsesionó conmigo. Debo de decir que era un excelente amante me cogía delicioso, su verga era más grande que la de mi esposo, la cual no recibía hacía mucho.
Esta no era la vida que una persona se imagina cuando se casa, pero así era mi vida ahora. Estaba muy ilusionada cuando me casé y ahora tenía todo menos una vida de casada.