San - Mitos y leyendas eróticas

Una vez alguien me dijo que la vida es como un amigo. No lo puedes cambiar, te gusta tal como es, le quieres así y disfrutas de su compañía y te hace feliz con su presencia. La vida es una amiga.

"Jo, Álex, es increíble lo que has cambiado desde que te conozco. Ya no tienes esa cara triste del principio. Hasta te noto más guapa. ¿Te has echado novio? Seguro que tienes a alguien por ahí…"

"Gracias Nuria, pero no me he echado novio, eso te lo aseguro… me lo he hecho yo sola. Además, dentro de un par de días me voy de fin de semana y tengo muchas ganas. Voy a ver a mis amigas que hace mucho que no las veo."

"Ah, ¿sí? Que suerte, a mi me gustaría poder irme de fin de semana también…"

"Bueno, yo te invitaría, pero ya tenemos el viaje cerrado. Vamos a una fiesta y…" – joder, espero que no siga insistiendo. Tendría que darle demasiadas explicaciones. Creo que voy a tener suficiente con lo que se me viene encima. – "Mira, la próxima vez que planee algo no lo haré sin contar contigo, ¿vale?"

"Ya, bueno. Gracias. Es que tengo un problema, sabes. Mi novio y yo estamos pasando una crisis y…"

Y la ronda continúa y la vida privada de mi compañera ameniza mi jornada. Es cierto que, desde la boda, las cosas han cambiado. He ido a comer varias veces a casa de Candela y Ginés y han dejado de llamarme durante mis días libres. Me gusta estar con ellos, la verdad. Son como una especie de padres de pega. Casi tengo más confianza con ellos que con los míos.

Ya han superado "lo mío", aunque mi padre no me perdona las formas y mi madre no sigue empeñada en que visite a un "especialista". Esta semana he hablado con ellos, y con mis hermanos. Víctor sigue como siempre, con su novia de toda la vida. Me ha dicho que a ver cuando me digno a visitar su nueva casa. Nadia, por su parte, ya vuelve a ser la de siempre conmigo. Quizás un poco mejor, aunque no quiere volver a hablar con Lily

Bueno, en fin, cada uno tiene sus traumas y encontrar a tu hermana pequeña en la cama con una de tus mejores amigas no es algo fácilmente superable.

Durante los últimos días he retomado un poco mi pasado. Ya se que es algo que todas tememos hacer, pero hay que reconocer que hay aguas pasadas que siguen moviendo molinos. Y hay personas que no quieres alejar demasiado de tu vida.

Me pasa con Leti, por ejemplo. No es mi mejor amiga ni nada por el estilo, pero fue la que me ayudó, ampliamente, a dar los primeros pasos de mi vida real. Le debo mucho. Aprendí muchas cosas de ella y, aunque lo nuestro no fue más que una noche (o dos) de calentón, le tengo un cariño muy especial.

La verdad es que me da un poco de miedo tener que enfrentarme a Ruth. Solo el hecho de saber que es muy probable que la vuelva a ver produce un estado de tensión en mi ser. Me da miedo. Se que ya no la quiero, al menos no estoy enamorada de ella, pero no nos hemos visto en mucho tiempo y, durante este tiempo, ha habido algún que otro intento de contacto con mas pena que gloria.

Me hizo mucho daño. Y la perdoné. La perdono. No siento rencor hacia ella ni odio, ni amor. Pero si tengo un sentimiento especial. Un buen recuerdo. Con ella sentí algo que nunca antes había sentido. Con ella me sentí como nunca antes lo había hecho. Descubrí el amor, descubrí que era hacer el amor de la manera más profunda. También me mostró el dolor más profundo, la caída más brutal a los abismos de la oscuridad. Fue mi salvadora y mi destructora.

Y con ella aprendí que mi vida es única. Que es única porque es la única que tengo y soy yo la que la tiene que vivir. Que nadie es imprescindible, aunque siempre va a haber personas muy importantes. Que seguimos adelante, debemos seguir adelante porque somos lo que somos, individuos únicos dentro de una variada especie. Que no somos iguales y no podemos pretender serlo. Que nos acostumbramos, nos acoplamos, alguna vez damos nuestro brazo a torcer, pero no somos uno.

"…Y claro, la estúpida de Graci se lo tomó al pié de la letra. ¡Es que a veces me dan ganas de agarrarla por los pelos! ¿A ti no te pasaría?" – Nuria me mira con cara de .

"Por supuesto mujer, aunque deberías calmarte, los pacientes te miran asustados."

"Es que hay cosas que no puedo evitar. Me superan. No se que voy a hacer con esto. ¿Tú que harías?"

"Oh, no. Eso si que no. Yo no doy consejos. No soy la persona más indicada para dar consejos sobre amor…" – y menos cuando no se de que va la cosa.

"Pero algo me podrás decir… o es que todavía está reciente…"

"¡No vayas por ahí! Sabes que es una carretera sin salida…"

"Que sosa eres hija. Yo contándote mi vida como una tonta y tú ahí callada tragándose sus mierdas. Tu sabrás, sabes que a mí me puedes contar lo que quieras que me llevaré tus secretos a la tumba."

Le sonrío y pienso en que, si le cuento lo más mínimo, aunque sea mentira, en menos de una hora lo sabrá todo el hospital. Se que no lo puede evitar, que intenta no contarlo, pero le gusta más cotillear que a mi pensar. Forma parte de su forma de ser. Aunque solo cuenta lo que le interesa… "Ya lo se."

"Mejor. Oye, te vas el viernes, pero tienes noche… ¿me vas a dejar tirada?"

"No, mujer, te dejo en buena compañía. He cambiado el turno con Pablo, el guapito de la otra planta. Mañana entro de tarde y hago la noche."

"¡Vas a acabar agotada!"

Eso es cierto, pero también es cierto que merece la pena el esfuerzo. Cuando llamé a Eva para decirle que iba a estar por allí, me invitó a ir el día antes para poder disfrutar de nuestra amistad.

Me la presentó Alba. Eran amigas desde hacía muchos años y tenían una relación muy estrecha. Y me impactaron sus ojos color azul verdoso, o verde azulado, o algo similar… su sonrisa encantadora, su dulce y dura cara… un conjunto armonioso, atractivo… no se, me dejó impactada su belleza enigmática.

Quedamos unas cuantas veces las tres y, uno de esos días, Alba no apareció. No nos importó demasiado, nuestra conversación había resultado realmente interesante. Al principio estaba un poco cortada, pero en seguida comenzó a intrigarme la rubia que tenía ante mí. Y, ni que decir tiene, que el dulce sabor del vino me ayudó a soltarme un poco más.

Me sentía atraída por ella. Su forma de hablar, su madurez, sus manos, sus labios… no podía evitar mirárselos, mirar como se movían de esa manera tan sensual. Se que no lo hacía para seducirme, pero yo estaba embobada con aquel pedazo de hembra.

Supongo que le hizo gracia ver a una chiquilla como yo babeando de aquella manera. Y también supongo que no le disgustaba la idea de jugar un ratito conmigo.

Comenzó a tontear, sonreía cuando le miraba la boca y me miraba fijamente hasta hacerme sonrojar. Me seguía el juego, aunque creo que era yo el juguete. Si es que, la experiencia es un punto y yo carecía totalmente de ella.

Cuando la cena concluía hubo un momento de silencio entre las dos. Pidió la cuenta e insistió en pagar… ese gesto me intimidó y me puse muy nerviosa… llegaba la hora de la verdad y yo estaba totalmente acobardada. Ahora lo pienso y me veo taaaan gilipollas

Podía haberle dicho de irnos a dar una vuelta y continuar la charla. También haber comentado de irnos a tomar una copas a algún bar. Incluso podía haberle dicho directamente que estaba tan excitada por su cercanía que quería que me hiciera mujer y me quitara la tontería. Pero… no pude articular palabra.

Me miraba divertida y sonreía sin parar. Se ofreció a llevarme a casa y accedí esperanzada en que, en cualquier momento, detendría el coche y nos arrancaríamos la ropa sin pensar en otra cosa… pero tampoco pude, mi cuerpo no se movía. Era como uno de esos muñecos a los que solo se les mueve la cabeza de arriba abajo al compás de los baches de la carretera. Encima, seria como una patata… vamos, que parecía una especie de moco inerte pegada al asiento.

Ella hablaba animada y me hacía participar (dentro de mis posibilidades) de la conversación. Pero mi cabeza estaba demasiado ocupada en tratar de apartar el miedo y hacer lo que realmente deseaba. Y me sentía frustrada por no poder… y ya habíamos llegado a mi casa.

"Bueno, esta debe ser tu casa, ¿no?"

No era capaz de decir nada. Miré por la ventanilla y me di cuenta de que todo lo que deseaba en aquel momento se evaporaba como el agua hirviendo. La miré con cara de pena, posiblemente y ella se acercó a mí y me besó. Me besó en los labios, introdujo su lengua en mi boca. Me sujetaba la cara y casi me corro de la alegría. Soy consciente de que en aquel momento hubiese hecho todo lo que ella me pidiera. Esa forma de besar no era normal. La manera en que me hizo sentir no era normal.

A dios pongo por testigo que si ese beso llega a durar un poco más me acabaría poniendo sobre ella allí mismo… pero, mientras se iba separando sonriente de mí, abrió mi puerta.

"Nos volveremos a ver, San, me ha encantado estar esta noche contigo. Ahora es mejor que te vayas a descansar, seguramente mañana tengas que trabajar y no quiero ser la culpable de que no rindas."

Me temblaban las piernas, le sonreí y me bajé del coche cual gelatina de fresa. Me quedé parada mirando como su coche se alejaba y me entraron ganas de lanzarme de cabeza contra la puerta de mi casa por haber sido tan "toxo" (cardo).

Nos volvimos a ver en algunas ocasiones y nuestros juegos siguieron existiendo, aunque nunca pude hacer nada para conseguir estar entre sus piernas. Juventud, divino tesoro… pero no hay nada mejor que la experiencia de los años para conseguir lo que una desea.

Y se que, esta vez, no pararé hasta conseguirlo.

..

"Buenos días Alejandra, ¿Cómo lo llevas? Ginés me ha pedido que te diga que tiene unos libros para ti, así que, ¿por qué no te vienes a comer con nosotros?"

"Buenos días Dra. Navarro. Gracias por la invitación, pero no puedo, acabo ahora mi turno y después me voy de viaje. La próxima semana iré sin falta."

"Vaya, te estás aficionando a esto de viajar. Me alegra verte disfrutar tanto. Lo cierto es que se te ve mucho mejor que cuando llegaste."

"Gracias, Candela, es usted muy amable. Usted y Ginés han sido muy importantes para mí durante este tiempo. Me alegra haberles conocido."

"¡Mujer! No te pongas tan trascendental, que tú también has sido una muy grata compañía, y lo seguirás siendo. Anda, vete ya, que te veo muy apurada."

"Gracias, la verdad es que quiero dormir un poco antes de emprender mi viaje."

"Diviértase jovencita."

"Lo haré, se lo aseguro."

Me gusta esa mujer, es una buena madre y siempre se preocupa por los demás. Es como la típica gallina que reúne a todos sus polluelos alrededor y los cubre con sus alas para que no tengan frío.

"¡Bienvenida a mi humilde morada! ¿Qué tal el viaje?"

"Bienhallada hermosa dama. El viaje ha sido bueno, he disfrutado del paisaje, ha sido un paseo." – esta mujer es como los buenos vinos, con los años mejora.

"Pasa, no te quedes ahí. ¿Quieres tomar algo? Deja por ahí las cosas. Todavía no me han traído el colchón de la cama, así que dormiremos las dos aquí en el salón. Me habías dicho que tus amigas vienen mañana, ¿no? ¿También viene tu ex?" - ¿Por qué sabe tanto? ¿A caso tiene telepatía? Y, lo que es mejor, ¿vamos a dormir juntas? ¿Se cree que voy a poder conciliar el sueño con su cuerpo a mi lado?

"Eh, que aún no me he sentado y ya has conseguido intimidarme. En lugar de un vaso de agua, estoy por pedirte una copa para ver si me destenso…" – boca, para que te quiero. No lo puedo evitar, hay cosas que no cambian. Mi cerebro se empeña en decir en voz alta lo que piensa sin tener en cuenta que sus razonamientos a veces no deberían salir de donde nacieron.

"Jajaja" – se está acercando a mí y soy consciente de que estoy colorada como un tomate. Comienza el juego que tanto me gusta y esta vez voy a intentar jugar al mismo nivel. – "Tienes razón, he empezado demasiado fuerte. Dame un abrazo que seguro que eso te relaja." – Si, seguro que así me tranquilizo

"He reservado mesa en un japonés que está aquí al lado. Aun nos queda una hora, así que, si quieres, podemos irnos a tomar una cerveza."

"Genial, me encanta la comida japonesa. Aunque reconozco que lo de los palillos no se me da demasiado bien."

"No te preocupes. Una vez una amiga me llevó a uno y me dio de comer ella porque yo estaba lesionada (es una larga historia). Creo que yo podré hacer lo mismo por ti, aunque no estés lesionada."

A ti te comía yo sin palillos ni wasabi. No se como es posible que, por mucho tiempo que pase, esa mujer me siga poniendo de esta manera. Su sola presencia me excita y esas señales que envía son capaces de confundir a cualquiera. Hace que mi corazón se dispare con solo clavar sus ojos en mí. Me gusta como me hace sentir. Me hace sentirme atractiva.

A penas llevamos juntas una hora y parece que hemos estado juntas ayer. Es como si entre nosotras no pasara el tiempo. No podemos dejar de hablar, de mirarnos, de jugar y de compartir historias. Su conversación es siempre interesante y su forma de hablar cautiva sin remedio. Si es que, aunque lleve tiempo lejos de su casa, sigue con ese acento musical.

El camarero del restaurante es muy gay. Tiene mucha pluma y es muy simpático. Sonríe constantemente y revolotea canturreando por entre las mesas de la terraza. Eva y yo comemos, la una enfrente de la otra y no puede parar de reírse de mi torpeza con los dichosos palillos. Es que, no entiendo como para comer arroz se empeñan en usar algo tan complicado. Con lo útiles que son los tenedores.

Me toma la mano para tratar de enseñarme y, entre carcajada y carcajada, me pongo cada vez más nerviosa y, por consiguiente, más patosa. Estoy sufriendo con esto y, encima, tengo hambre. Un restaurante japonés, es que lo hizo a propósito… quería verme sufrir, como siempre.

Me suelta y agarra sus palillos. Atrapa un poco de sushi y, mirándome a los ojos con cara de picaruela, acerca el alimento a mi boca. Casi muero atragantada. A esa mujer le divierten los juegos, pero tampoco hay por qué hacerme sufrir de esa manera.

Llega la hora de pedir la cuenta y "la Mari" se acerca con ella y nos ofrece un chupito de un licor alemán de color marrón extraño. Miro a Eva con cara de miedo después de oler el perfume penetrante del alcohol que reposa en mi vaso. Ambas levantamos las copas y brindamos por nosotras mirándonos a los ojos como manda la tradición. Noto como me quema el destilado que sabe a jarabe de la garganta y los vellos de mis brazos se erizan por la sensación.

Vuelvo a mirara a la rubia que tengo delante y me empiezo a sentir con fuerzas para seguir con lo que hemos empezado. Ahora nos dirigimos a un local muy conocido de la ciudad. Mythos, se llama. Cuando llegamos a la puerta nos topamos con un chico moreno muy guapo y atractivo que nos abrió la puerta y nos invitó a entrar.

El local es bonito, con poca luz y no demasiado grande. Como diría una amiga mía, no es pequeño, es íntimo… nos acercamos a la barra y una chica morena nos vino a atender con una sonrisa que me dejó embobada.

"Hola chicas, ¿qué os pongo?" – si, si que me pones

"¿Tú que vas a tomar, San?" – y yo en la inopia, perdida en esos ojos negros y esa boca.

"Mientras lo pensáis, os voy a poner un trago por cuenta de la casa."

Estoy en el paraíso rodeada de ángeles. Me acabo de quedar perdida. Ahora no solo tengo que lidiar con la atracción que siento hacia Eva. Esta morena ha conseguido ponerme nerviosa solo con su presencia.

Es que, que bien se lo pasa una cuando tiene ganas de pasárselo bien. La verdad es que, cuando comienzas a perder la vergüenza las cosas mejoran solas. No se como ha pasado, pero ahora estamos las tres chicas y el portero de risas y bailes. Jeje, y eso que tampoco llevamos aquí tanto rato.

"Oye, disculpa, ¿podrías poner un poco de tequila en mi cerveza?"

"Vaya, San, quieres atacar la noche con fuerza. Mira que mañana vamos a tener una noche larga."

"Lo se, pero el tequila es una de mis bebidas favoritas y no es momento de ponernos a beber ahora chupitos."

"A mi también me gusta el tequila. Siempre lo tomo sin sal ni limón." – es que abre la boca y me quedo loca. Esa latina me va a provocar un infarto.

"Eres muy guapa…" - ¿cómo puedo ser tan babosa?

"Jajaja, venga, animaos y tomemos tequila los cuatro. La noche es joven." – y Eva acaba de rematar la faena. – "San, creo que a ti te va a hacer falta."

Bendito tequila.

"Una amiga me enseñó a beber tequila de una manera muy divertida. Se trata en poner la sal en la parte del cuerpo que quieras y de la persona que quieras y el limón en la boca que más te guste." - ¿he sido yo?

Todos se echan a reír y yo me quedo cortada. No lo he dicho para que lo hagamos, solo porque me he acordado. Pero sus miradas me dicen que la idea les ha gustado. Y, por qué no decirlo, a mi también. Aunque me da un poco de miedito.

El primero es el chico que chupa la sal de mi mano y come la boca de Eva (literalmente). Y siento envidia y excitación. La siguiente es la camarera que pasa de tomar la sal y mete el limón en mi boca y mis piernas comienzan a temblar.

Llega mi turno y echo la sal en el brazo de la morena y muerdo su boca sin poder ni querer evitarlo. Entonces Eva toma mi cara entre sus manos y la gira. Estira mi camiseta y pasea su lengua desde el nacimiento de mis senos. Pone allí la sal y luego, mirando directamente a la camarera, pone el limón entre sus dientes. Siento su lengua recorriendo mi piel hasta mi oreja. Mis pezones se disparan y un escalofrío recorre mi cuerpo. Bebe su licor y se gira suavemente para atrapar con su boca el gajo de cítrico de la boca pecadora que lo cobija. Me humedezco inmediatamente y siento el impulso de acercarme a esa rubia tan atractiva con la que se que voy a compartir cama esta noche.

Pero no siempre conseguimos lo que queremos. A veces, la vida, te da una de cal y una de arena. Cuando llegamos a su casa yo traté de seguir lo que habíamos empezado en el bar. Envalentonada como estaba por los tequilas y esas dos pedazo mujeres, encontré lo que me faltaba para poder concluir con Eva lo que tantas veces había deseado. Pero ella no estaba por la labor.

"Nena, déjalo. Mañana nos espera un día muy largo y quiero que aguantes mi ritmo."

Yo no decía nada. Mi valentía tampoco era gran cosa. Lo suficiente para poder disfrutar de unos besos robados de esos que saben tan bien.

El día siguiente sería demasiado intenso. No ha llegado pero ya le temo. Leti, Eva, Anita… Ruth… no se. A veces me da la sensación de que, algunos de mis días, son demasiado intensos. Y, que decir tiene, que pasar la noche pegada a eses cuerpo, sin poder disfrutarlo, es demasiado. Esa mujer es cruel. Ojalá pudiese saber como conseguir algo que se que las dos deseamos.

.

"San, estamos llegando a la ciudad. ¿Dónde quieres quedar?"

"Pues, me da igual… espera… (Oye, Eva, donde te viene bien que quedemos con mis amigas…vale, quedamos allí y luego nos vamos a cenar) quedamos delante del Mythos, nos tomamos una allí y luego nos vamos a cenar."

"Vale, ¿quién es Eva?"

"Una amiga que luego conocerás. Pues eso, que quedamos allí."

"Nos vemos en media hora. Hasta luego."

"Hasta luego… ya está. En media hora allí."

Eva me miró sonriente. Hemos pasado una buena noche, aunque no terminó como a mi me hubiese gustado. Esta vez lo intenté pero me rechazó sutilmente. Dijo que no merecía la pena estropear una bonita relación por culpa del sexo.

Pero esta bonita relación me está poniendo malita. Es una buena amiga, se porta muy bien, la quiero… y me atrae como un imán. Y no puedo evitarlo. Y aunque quiero que no me pase esto, me pasa.

Esta noche es otra noche y, como no se que va a pasar, prefiero no hacerme una expectativa que luego no se cumplirá. Pero puedo asegurar que no dejaré pasar la ocasión. Creo que ya va siendo hora de agarrarme a la vida y disfrutar de todo lo que me da. Estoy harta de pensar y martirizarme. Estoy cansada de que las cosas me salgan mal. Una vez alguien me dijo que la vida es como un amigo. No lo puedes cambiar, te gusta tal como es, le quieres así y disfrutas de su compañía y te hace feliz con su presencia. La vida es una amiga.

Eva me abraza por la espalda mientras yo friego las dos tazas que hemos usado para tomar té. Siento como el calor invade mi interior y sonrío. Aparta un poco mi pelo y me besa en el cuello. Reacciono como una gata mimosa y me da otro besito.

"San, peque, me voy a la ducha. Y tu es mejor que te cambies porque si no vamos a llegar tarde." – me giro y la tomo de la cintura para acercarla a mí.

"Las cosas buenas siempre he hacen esperar." - Pega peligrosamente su cadera a la mía y me entra la timidez. Se que mis mejillas brillan, se que me he puesto tensa.

"Venga, vamos a ponernos rompedoras y hagamos que arda este lugar." – se acerca y me besa en la comisura de los labios. Me guiña un ojo y se mete en el cuarto de baño.

Y yo estoy apoyada en la encimera tratando de controlar mi cuerpo. Cuando dejen de temblarme las piernas me moveré y me pondré esa camisa tan mona que me he comprado esta tarde. Ya estaba nerviosa antes por el reencuentro, pero ahora

He de reconocer que este cambio en mi vida me ha venido muy bien. Aunque esté nerviosa o no sepa que hacer, me dejo llevar por el mundo. Ya no me aparto de las oportunidades ni me encierro para aislarme, ahora salgo afuera y no dejo de sonreír. Me dejo llevar. No subo, ni bajo, simplemente me mantengo.

Abrocho mi camisa pero dejo una buena abertura para resaltar mi escote. Me siento picarona. Subo mis pantalones y los dejo reposar en mis caderas. Dejo de oír el agua de la ducha y, casi al momento, veo salir a la mujer de la manzana prohibida aparecer entre una nube de vaho solo cubierta por una toalla.

"Vaya, te estás poniendo muy sexy. Anda, tráeme la ropa, así no pierdo más tiempo y me voy untando de crema."

"¡Gracias! Esa es mi intención, jeje. Ya te la llevo."

Llamo a la puerta y me invita a pasar. Siento que si no aprieto las manos la ropa que llevo se caerá al suelo húmedo. Está completamente desnuda. Una de sus piernas está doblada sobre el inodoro y la otra de pie sobre el suelo. Está ligeramente inclinada y esparciendo con su mano leche hidratante.

Si con ropa es bonita, desnuda es una preciosidad. Quiero acercarme a ella y acariciarla. Sentir su piel suave, su pelo mojado

"¿Te vas a quedar así mucho rato? Me estás poniendo nerviosa." - Sonrío sonrojada, aunque no dejo de mirarla. Dejo la ropa sobre el lavamanos y ella incorpora con su hermosa desnudez y la acerca a mí. Retrocedo hasta colocarme en el umbral de la puerta. – "O te desnudas o dejas que me ponga la ropa… tu dirás." – siento como sus pezones casi rozan la tela de mi camisa. Siento su aliento en mi boca, en mi nariz. Sonreímos pícaramente las dos y decido dar un paso. Subo mi mano y desabrocho un botón más de mi escote. Pone su mano en mi pecho, me besa en los labios y me empuja ligeramente hacia fuera. – "Peligrosa…"

Ahhhhhh, quiero gritar. ¿Cómo me puede hacer esto? Siento que en cualquier momento voy a estallar y me voy a volver loca. Necesito desatarme, salir, moverme. Estoy hiperactiva. Me siento llena de energía y esa mujer no hace más que excitarme más y más. Es peor que el café solo. Y la peligrosa soy yo

Vuelve a abrir la puerta y yo estoy echándome crema en la cara. El tiempo se nos echa encima y la media hora se consume casi sin darnos cuenta. Voy al baño para acabar de arreglarme (chapa y pintura) y ella está casi vestida. Aun no se ha puesto la camisa y tiene crema sin esparcir por la espalda. La agarro por atrás y voy estirando esa crema con mi mano para luego besar su nuca. Abre los ojos y me mira a través del espejo. Ambas sabemos que esta será una gran noche.

Y, como no podía ser de otro modo, encontramos sitio para estacionar el coche casi en frente del local de la fiesta y veo en la puerta a Leti. Creo que ellas también acaban de llegar.

"¿Hace mucho que esperáis?"

"¡San! Cielo, estás preciosa… que ganas tenía de verte. Ven aquí." – Leti me abraza con fuerza y yo le devuelvo el gesto. Realmente tenía muchas ganas de verla. Adoro a esta mujer.

"Mira, te presento a Eva. Eva, estas son Leti y… Ruth."

"Hola San."

Ruth. Que momento. Se acerca a mí y me abraza. No correspondo a su saludo como lo he hecho con Leti. Tenía ganas de verla pero algo me bloquea. Me da dos besos y saluda a Eva.

Decidimos irnos directamente a cenar y empezar antes la juerga nocturna. La noche es joven y nosotras también.

Llegamos al restaurante y una guapa y borde camarera nos atiende más vendiéndonos el favor que agradeciéndonos la visita. Tomamos asiento alrededor de una mesa íntimamente pequeña. Eva a mi izquierda, Leti a mi derecha y Ruth justo en frente, clavando sus ojos en mí.

Y yo no se a que atender. Charlamos todas animadas, unas con otras, todas con todas y la camarera borde nos viene a comandar la cena.

"A ver, decidme."

"¿Qué quieres que te digamos? Pues… que estás muy guapa." – Leti haciendo de Leti en estado puro. Y la camarera sonriendo forzadamente y con cara de querer pegarle un puñetazo. Pero no podemos evitar echarnos a reír todas.

"¿Sabéis lo que vais a cenar o vengo más tarde?"

"Qué simpática eres hija. Dios te conserve el sentido del humor maja." – y Eva haciendo de Eva.

Pedimos la comida y un par de litros de sangría. De empezar, empezar fuerte. Además, esta no deja de ser una situación difícil para mí. Y supongo que para alguien más. No quiero estropear mi noche. Quiero vivirla para bien.

Y, por suerte, a mi lado hay alguien que conoce la situación y que consigue hacerme sentir que soy de y para ella. Nadie puede hacer que eso cambie. Incluso me importa más bien poco la seriedad de Ruth, no me importa la forma en la que me mira, ni en la que mira a la rubia que me acompaña. A Leti creo que tampoco le importa. Ella también se ha fijado en la destructora del paraíso y está obnubilada tratando de ligar con ella. Esta chica es un caso, todo le da igual. Le gusta jugar aunque no obtenga respuesta.

"Aquí el ambiente está muy cargado, voy a salir a tomar el aire. San, ¿me acompañas?"

"Si, claro." – miro a Eva con cara extrañada y ella sonriendo me da un piquito a modo de aprobación. Y yo no quiero salir a tomar el aire, pero Ruth me espera de pie con cara de pocas amigas.

"Hacía mucho que no sabía nada de ti."

"Si, he estado un poco apartada." – la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

"¿Cómo te va ahora?"

"Bien, muy bien. Estoy feliz."

"Ya veo que has rehecho tu vida. Yo también estoy bien. Un poco como siempre." – nos miramos a los ojos. Yo sonrío divertida y con ternura. Ella está seria y, de vez en cuando, agacha la cabeza. – "La verdad es que te veo más guapa."

"Gracias Ruth. Tu también estás muy guapa." – la verdad es que me sigue pareciendo una muchacha guapa. Pero ya no siento lo que sentía. Le tengo cariño, es inevitable, pero ya no hay nada.

"Eva es muy guapa. Hacéis una bonita pareja." – lo dice sin mirarme. Como si le doliera.

"Jajaja, bueno… si, es muy guapa, por fuera y por dentro." – y sin ropa, ni te cuento.

"¿Lleváis mucho tiempo junt…?" – Leti sale como un huracán e interrumpe la conversación.

"Eh, no seáis maleducadas y entrad de una vez." – Ruth se gira sin mirarnos y se dirige al interior. Leti me sujeta del brazo – "Joder, Marisan, si me llego a quedar cinco segundos más te ibas a quedar sin rollete. ¿Se puede saber que has estado haciendo en mi ausencia?"

Entre risas, miradas, palabras y bromas llega la hora de pagar. Nuestra borde camarera ha pasado de ser un ser desagradable a una encantadora moza con ganas de pasar un momento divertido con un grupo de bolleras efervescentes.

Pagamos a medias y nos fuimos a continuar la noche a una fiesta solo de chicas. Pero a mi la que me interesa está cerca y nuestro espectáculo ya ha dado comienzo hace muchas horas.

Entramos en el bar y mis ojos se clavan en la morena del fondo de la barra. Nos sonríe al reconocernos y me acerco a ella para saludarla. Me siento extraña en este momento. Es como si mi estado de nervios hubiese mutado y ahora solo quiero estar aquí y dejarme llevar por la situación. Dejarme querer y hacer que mi cabeza de chorlito deje de dar vueltas y más vueltas.

Dejo que el alcohol me haga efecto y me dejo llevar por el ambiente. Siento un impulso irrefrenable de bailar y la música que suena me impulsa a dejar mis pudores. Ahora soy capaz de hacerlo. Dejarme llevar sin que me importe nada más que disfrutar. Quiero estar con todo el mundo. Sentirme, por unas horas, el centro de mi vida.

Me muevo al compás de las notas musicales que suenan. Y me dejo llevar. Levanto la vista y veo como mis amigas me miran sonriendo. Supongo que no es muy común verme bailar tanto tiempo a mi sola.

Me siento pletórica y, sin cortarme un pelo, sonrío pícaramente a Eva y desabrocho un par de botones de mi camisa mostrando mi ombligo. Contoneo mis caderas y me echo a reír. Ella también se ríe y comienza a acercarse a mí.

"Joder, morena, me estás poniendo malita." – no le contesto, simplemente sonrío.

Me agarra por las caderas y se pega a mí. Siento su calor y empiezo a sudar. Me siento guapa. Me siento poderosa. Jeje, es genial. Bailo con la tentación rubia que vive arriba. Siento su cara contra la mía. Siento su aliento en mi cuello. Nos movemos una contra la otra, rozándonos de manera sexual.

Me pone y se que he conseguido calentarla. Veo como tiembla su boca, como pega su frente a la mía y gira la cara para no hacer lo que está (estamos) deseando. Me quiere hacer sufrir y yo dejo que ella sufra.

Pero yo soy de esas que cuando quieren algo, lo piden. Acerco un poco mi boca a la suya. Mi cuerpo es la serpiente y mis labios la manzana. Pero, al contrario que en la Biblia, yo le voy a abrir las puertas del paraíso. Es una promesa.

"Eres peligrosa…"

Nos estamos besando apasionadamente. Siento como su lengua penetra mi boca buscando luchar contra la mía. Sus labios presionan los míos y nuestra saliva mezclada se convierte en el lubricante perfecto. Mis brazos rodean su cuello y sus manos agarran con fuerza mi trasero. Me estoy excitando mucho.

"Esto… chicas… perdonad mi interrupción, pero os estamos esperando…" – era Leti.

"Ehh, ¡que no tenemos toda la noche! ¡Hay mucho tequila que beber!" – esa camarera guapa… que boca

"¡San! ¡Aquí saben beber tequila! Me encanta este lugar…" – jajaja, si tu supieras

"¡Vamos allá! Una detrás de otra, jajaja…"

Y el juego comienza y todas nos reímos sin parar. Estoy rodeada de bellezas por todas partes jugando a un juego adolescente con connotaciones sexuales explícitas. Es que para entrar en el paraíso, no hace falta ser buena. Cuando somos buenas, somos muy buenas… y cuando somos malas… somos mejores.

Y mientras pienso que no puede haber nada mejor, Leti da un paso más en mi orgasmo mental y me ofrece sal en el pecho de Eva y veo el limón entre los dientes de Anita. Y el tiempo se para, y mi libido se dispara. Chupo la sal y lamo su cuello. Tomo mi trago y abro la boca para comerme lo que la morena me ofrece. Nuestros labios se encuentran. La mano de la rubia acaricia mis nalgas y me vuelvo para mirarla. Ella también se estira y besa a la morena. Y luego llega mi turno y me da de esa boca que tanto me gusta.

Me separo de ellas para volver a bailar y poder observar un poco de lo que pasa a mí alrededor. Hay muchas mujeres, de todas las formas y colores. Unas bailan, otras ríen, otras hablan. Cada una disfrutando la noche a su manera.

Miro a mis chicas y veo a Leti en su salsa, a Eva charlando con la camarera, a Ruth lanzándome miradas furtivas y sintiendo que está donde no quiere estar. Pero no me importa nada. Yo quiero seguir sintiéndome así, quiero estar despreocupada, pletórica, no quiero pensar en nada más.

Esta es mi noche. Y se con quien la quiero pasar.

"No se te puede dejar sola…" – estoy hablando con la DJ y Eva se acerca tomándome de la cintura. – "Deberías estar bailando… te ves muy sensual."

La empujo hacia la pista de baile y comienzo a rozarme contra ella. Nuestras caras están casi pegadas y nuestros labios se acercan y se separan en un juego peligroso al que a todas nos gusta jugar. A veces me besa sin poder evitarlo, y cuando yo intento besarla, se aparta para jugar conmigo. Me excita.

"Bueno chicas, preparaos para la sorpresa de la noche. Este espectáculo es uno de los más sensuales y sexuales que jamás habréis visto. Abrid bien los ojos, tal vez alguna de vosotras sea afortunada y pueda disfrutar de nuestras dos estripers."

Y dio comienzo un espectáculo genial que hizo que el ambiente, ya de por si cargado, incrementase en calor. Me siento como en una nube. Es una sensación extraña. Es como una especie de sueño o fantasía. Algo que crees que no puede pasar y, sin que te lo esperes, pasa.

..

Entre risas abrimos la puerta y, antes de que encienda la luz, agarro a Eva para girarla y besarla apasionadamente. Quiero que le quede claro lo que quiero. Quiero que me deje tenerla esta noche. Lo quiero todo para mí.

"San… no se…"

"No, no, no hables… no pienses… por favor…"

Te lo suplico, tócame

Ambas estamos saturadas, sobrecargadas por la larga noche que no hace más que comenzar una y otra vez al paso de las horas. Todavía nos queda energía para dar y recibir. Hemos jugado mucho y se nos ha ido un poco de las manos.

Eva también lo desea. Me toma entre sus brazos y me hace sentirme pequeña y manejable. Abre su boca y mete con dureza su lengua en la mía. Me aferro a ella como si no hubiese nada más en el mundo. Son tantas las ganas que tengo que creo que si me sopla, me corro.

Sus manos comienzan a desabrochar mi camisa y yo no me quedo atrás. Aunque lo único que consigo es que me agarre de las muñecas y me detenga.

"Siéntate un rato. Voy a coger algo para beber. ¿Te sirvo una copa?"

"Agua fría, con mucho hielo." – Siento como me estoy deshidratando. No he parado de sudar en toda la noche. Siento como las gotas cruzan mi abdomen y mi espalda y esa mujer me está haciendo sudar más aun.

Se acerca a mí con un vaso repleto de hielo y agua y arrastra un taburete hasta ponerlo frente a mí. Se sienta en el taburete, coge un pedazo de hielo que sobresale de mi vaso y se lo acerca a los labios depositando un beso sobre él. No puedo apartar mi mirada de ese cuerpo.

"Hace calor, ¿verdad?" – estira el cuello y deja caer la cabeza ligeramente hacia atrás mientras desliza el hielo sobre su garganta.

Suspiro cuando veo su otra mano desabrochando un par de botones de su camisa. Es una diosa. Es pura sensualidad. Me siento acobardada, excitada. Querer y no poder. Soy su marioneta, ella es la única capaz de manejarme a su antojo y yo me dejo llevar por sus juegos y por todo lo que despierta en mí su cuerpo.

Veo como el hielo se va derritiendo al contacto con su piel. Las gotitas dejan surcos que se me antojan afrodisíacos licores en ella. Me mira fijamente y se lleva el cubito a la boca, y lo succiona ligeramente, y me sonríe, y se aparta el pelo un poco, agacha la cabeza y su nuca siente la fría humedad.

Quien fuera cubito de hielo en sus manos. Quien fuera taburete.

"Desabróchate la camisa." – clava sus ojos en mí y vuelve a chupar el hielo.

Me pongo de pie y, aunque me siento intimidada y un poco cortada, mantengo su mirada mientras me desabrocho la camisa. La dejo caer de mis hombros y dirijo mis manos al cierre de mi sujetador. Sonríe pícaramente y me agarra del cinturón atrayéndome hacia su asiento. Acercamos nuestras bocas y siento el frío hielo tropezar con mis dientes.

Sus manos agarran mis pechos y sus dedos aprietan mis pezones. Estoy empapada de sudor y tengo calor. Siento su boca succionar la mía y dejo escapar el hielo para vuelva a su dueña. Lo sujeta con sus dientes y comienza a recorrer mi piel. Los vellos se me erizan y llevo mis manos a su cabeza para poder acariciar su suave pelo rubio.

La realidad siempre supera la ficción y, ni la mente más creativa sería capaz de inventar una situación similar. Dirige su boca a mi seno izquierdo y mi pezón se ve cubierto por su helada boca. Su lengua lame mi erecta tetilla y el hielo la golpea al mismo tiempo. Es una sensación muy erótica, me están temblando las piernas, me encanta lo que siento. Quiero gritar de placer, quiero que me muerda.

Acerco su boca a mi boca y ella comienza a desabrochar mi pantalón. Siento el frescor del ambiente en mi húmeda piel y siento la tela de su ropa rozando mi desnudez. Siento una de sus manos sujetando fuertemente mi espalda y su otra mano acariciando firmemente mi clítoris. Siento mi propia humedad lubricando sus dedos. Su lengua me penetra con saña y yo me dejo hacer dejando mi voluntad en sus sabias manos.

Explora mi interior y dejo escapar un grito. Mis piernas se doblan y su mano me sujeta. Entra y sale de mí mientras me mira a los ojos con nuestras caras casi pegadas.

"Ah, ahh…"

Se para después de meter una vez más sus dedos dentro de mí y me aferro a ella con fuerza temiendo caer desplomada. Clavo mis dientes en su cuello tratando de amortiguar otro grito, y trato de sacar fuerzas para poder quitarle la camisa.

Se pone de pié y me dirige hacia el sofá-cama. Todavía siento sus dedos dentro de mí y la palma de su mano presionando mi clítoris. Es la caminata marcha atrás más intensa que he tenido nunca. Siento como estoy empapando su mano con mis fluidos y me siento más y más excitada.

"Túmbate." – obedezco sumisa y dejo escapar un quejido cuando siento el frío vacío en mi interior.

Desabrocha su pantalón y lo deja caer junto con su braguita. Se pone de rodillas sobre el colchón entrecruzando sus piernas con las mías y desabotonando lentamente su camisa. Siento como sus labios se aproximan a los míos y siento su excitación. Y siento ganas de gritar de nuevo, pero no lo hago, no puedo dejar de mirar esos ojos indefinidos que me traen de cabeza.

Se sujeta a mi rodilla mientras comienza a mover su cadera. Nuestros sexos unidos en el gran baile final de la noche. Estiro mi mano para acariciar sus pechos. Deseo tenerlos entre mis dientes. Toma mi mano y se la lleva a la boca. Chupa mis dedos lascivamente y los vuelve a llevar a sus pechos sosteniendo mi mirada. Pellizco sus pezones con firmeza y luego los acaricio formando círculos concéntricos humedeciéndola con su saliva.

Ambas estamos calientes y a ambas nos gusta disfrutar y jugar. Dar y recibir placer. Se tumba a mi lado y nos comenzamos a besar como salvajes. Ya no podemos aguantar más y necesitamos una recompensa pronta a este picor interior.

Nos miramos a los ojos, nos mordemos los labios, pegamos nuestros sudados pechos y nos penetramos con saña para hacernos gritar, para ver quien será la primera en doblegar. Ahora no soy una marioneta, ahora quiero enseñarle lo que yo también se.

Nuestro bombeo es casi doloroso, nuestras vaginas se contraen y dilatan tratando de capturar los intrusos dedos que nos penetran. Nuestros clítoris son masturbados por unas palmas que se mantienen casi pegadas por la proximidad de nuestros cuerpos.

"Mírame…" – necesito ver sus ojos abiertos. Puedo ver su cara de placer ante la inminencia del orgasmo. Quiero que ella también vea la mía. Quiero que nos vayamos las dos juntas al paraíso

Ahora voy en mi coche dejándome envolver por las notas musicales de Kinnie Starr… voy a pasar un domingo relajado tirada en mi sofá dejándome llevar por la sensación de felicidad que me embarga en este momento. Mañana será otro día

It’s alright

She’s the one