San - Epílogo

La última entrega. San ahora sabe lo que es hacer el amor.

Gracias a tod@s por el apoyo, los comentarios y los correos. Este es el último capítulo de la serie y espero que lo disfrutéis tanto como los otros (aunque sea mucho más corto). Aunque, quien sabe, tal vez, un día por descuido, aparezca San de nuevo

Estamos sentadas en el sofá viendo una película cualquiera que está empezando a resultar un verdadero coñazo. Ella está apoyada en mi hombro y yo la estoy rodeando con mi brazo, acariciando su pelo. Beso su frente cada pocos segundos, me gusta su olor, me gusta su sabor, es un vicio tenerla así.

Mi niña es muy mimosa y responde a todas mis caricias acurrucándose más contra mí. Se que le gusta y a mi me gusta ofrecerle todo esto. Levanta su cabeza un poco y me pide sin palabras un beso. No tardo demasiado en dárselo, sus labios son suaves y, el simple hecho de rozarlos, hace que mí interior vibre positivamente. Después rozamos nuestras narices a modo de beso esquimal. Me sonríe con sus ojos, esa mirada que me tiene tan locamente enamorada.

Volvemos a besarnos en los labios, más profundamente, incluso nos atrevemos a rozar un poco nuestras lenguas. Bueno, mi traviesa lengua intenta colarse en su boca y ella me impone un pequeño castigo, apartándose un poco y diciéndome que estamos viendo la película y que debemos acabar de verla.

Me gusta cuando tiene esos comportamientos, me resulta muy graciosa. Es como su manera de decirme que quiere jugar un rato. Hemos pasado por tantos momento duros y difíciles que, cuando nos veo así, me siento la persona más afortunada del mundo.

La vuelvo a besar y ambas lo hacemos durante un buen rato, pero vuelve a alejarse riendo, posando su cabeza de nuevo en mi hombro y girando mi cara para obligarme de nuevo a mirar la pantalla del televisor.

Pero sigo sin estar dispuesta a ver aquel tostón, quiero seguir jugando con la chica de mis sueños. Me tumbo en el sofá y hago que se tumbe a mi lado, dándome la espalda, aunque me amenaza diciendo que no voy a conseguir nada. Llevamos juntas bastante tiempo y se cuales son sus puntos débiles. Adoro abrazarla por la espalda mientras voy oliendo su pelo, apartándolo, haciendo que mis labios alcancen su nuca. Siento como unos escalofríos recorren su cuerpo cuando hago eso. Le gusta y lo se.

También se que hace verdaderos esfuerzos para no cerrar los ojos y para no reírse. Se hace la dura. Incluso me pellizca para que me aleje de ella, pero es inútil luchar contra el deseo, ese que siento por ella y que es imposible controlar cuando estoy cerca.

Mi boca se ha apoderado de su cuello y mis manos comienzan a colarse bajo su camiseta para acariciar su espalda. Su cabeza comienza a inclinarse hacia abajo, dándome esa bendición que esperaba desde hacía un buen rato. Se gira un poco más y se pone boca abajo mientras sigue diciéndome que no voy a conseguirlo, que quiere ver la película, pero, al mismo tiempo, deja que siga haciendo de las mías.

Me da permiso para sacarle la camiseta y aprovecho el momento para deshacerme de la mía. Y me tomo la libertad de hacerme poseedora de su dorso para pasear mi lengua por el. Sus bellos comienzan a ponerse de punta y su respiración comienza a tornarse más profunda.

"San, no vas a conseguir nada de mí. Quiero seguir viendo la película."

"Sabes algo, Ruth, creo que estaríamos más cómodas sin ropa. Así podríamos verla más a gusto."

"Te crees muy graciosa, ¿eh? No vas a conseguir…"

Se pone preciosa cuando se hace la enfadada y no puedo hacer otra cosa que besarla locamente metiendo mi lengua hasta lo más profundo de su boca, haciendo que la suya me invada a mí también. Se revuelve para tratar de ponerme bajo su mando, pero no le dejo. Venero esos fantásticos momentos en los que nos convertimos en niñas grandes y nos inventamos juegos que se acaban tornando peligrosamente sexy.

Ahora quiere seguir con aquello que empezó, se niega a seguir besándome y gira su cabeza de nuevo hacia el televisor. Quiere castigarme un poco más pero voy a ser yo la que la castigue por hacerme esas cosas… aunque me encanta.

Sigue boca abajo, con su espalda apuntándome directamente, sabe que me puedo perder solo con mirar su piel y que, cuando comience a tocar esa parte tan erógena para ella, acabará cerrando los ojos, sumiéndose a mis oscuros, húmedos y lésbicos deseos. No me demoro más, necesito pasar mis uñas por su espalda despacito, para que vuelvan esos escalofríos de hace un rato. Luego vuelvo a hacerlo, pero ahora lo hago como si su piel fuese un circuito de carreras y sus lunares obstáculos que debo esquivar. Su reacción es la de hinchar sus pulmones para que mi roce se note más.

Deposito un pequeño besito en el lugar donde se termina la espalda y empieza la nuca. El siguiente un poco más arriba. Luego un pelín más arriba. Otro en el medio. Uno más casi donde comienza su cabellera… y ahora paseo mi lengua desde ese lugar hasta el fondo de su espalda, en el comienzo de sus nalgas. Un suspiro algo fuerte se escapa de su boca y se que ha cerrado esos preciosos ojos.

Recorro el mismo camino de nuevo, pero en sentido contrario y, mis inquietas manos, no pueden evitar dibujar su silueta mientras noto como su piel reacciona ante mis actos terroristas a su cuerpo. Gira su cabeza para mirarme y, cuando la voy a besar, esconde su cabeza evitándome mientras no puede controlar una risilla contra el apoyabrazos del sofá. Sus mejillas están sonrosadas… vuelve a mirarme una vez más

"No, no, no, hay que acabar de ver la película, diablilla…"

"Si ya la estoy viendo cariño, ¡eres tu la que cierra los ojos y mira hacia otro lado!"

"Es que… me estás haciendo cosquillas y haces que no me pueda concentrar."

"Bueno, entonces dejo que te concentres de nuevo, ¿vale? Pero primero dame un beso…"

Ya no esconde la cara. Me da un piquito y vuelve a girarse hacia el televisor con esa risa juguetona que me dice más de lo que ella me quiere demostrar.

Vuelvo a la carga. Si no se ha rendido, le falta muy poco. Ataco de nuevo con mis labios sobre su piel (se ríe y esconde su cara de nuevo) y mi mano se va directa a acariciar sus piernas. Quiero desnudarla por completo, pero voy a hacerla esperar un poco más. Es un juego y ambas sabemos de qué va.

Cada peca de su espalda recibe un beso y, a medida que sigo este ritual, mi mano va subiendo más a lo largo de sus piernas. El mero hecho de escuchar como su respiración se va volviendo irregular hace que mi excitación aumente y que me cueste la vida seguir con lentitud estudiada mi plan.

Casi le arranco la única prenda que aun cubría su cuerpo y ambas reímos por el golpe que me di y por las ganas que teníamos de que nada nos impidiese amarnos una vez más. Recorrí sus piernas de principio a fin para empezar a adentrarme entre sus pecaminosos muslos, húmedos de impaciencia, y comencé a acariciarla mientras mis labios volvían a hacer suyos la espalda de mi pequeña.

Alzó un poco su cadera para que mis dedos alcanzaran mejor su premio y su clítoris hinchado me dio la bienvenida obligando a su dueña a soltar un leve quejido de alivio.

"Creo que te alegras de verme por aquí." – susurré.

"Mmmm, puede, mmmm" – refunfuñó desde su posición escondida.

Giró de nuevo la cabeza para que pudiese besarla. La postura era incómoda para mí, pero ¿a quién le importaba en ese momento? Ella está disfrutando y yo la tengo a mi merced. Intenta revolverse para devolverme los gestos, pero no le dejo. Ahora es su turno. Luego ya se verá

Su interior me reclama, lo se, su cadera moviéndose a modo de búsqueda me lo insinúa también. ¿He sido ya suficientemente mala? No lo creo, pero yo no soy mala, así que… adentro, despacio, aun más despacio. Está empapada… suspira profundamente y una de sus manos se aferra a mi mano libre para apretarla ligeramente. Otro dedo más, despacio…. Así.

Se que le gusta. Su humedad, su respiración, su piel, su olor, sus ojos apretados… todo la delata. Entro, salgo, entro, salgo, una y otra vez. Un poco más deprisa. Más, más. Está jadeando y esconde su cara una vez más. Sus caderas se elevan un poco más. ¿Es una oferta? ¿Una petición?

Me pongo de rodillas y le suelto la mano que me tenía sujeta. La necesito para darle todo lo que se. Beso de nuevo su espalda y paseo mi lengua por ella al tiempo que utilizo la recién liberada para apresar su clítoris.

Tres dedos en su vagina dando rienda suelta a lo que he aprendido (y a lo que no, también), entrando y saliendo a lo loco de su interior, sin dejar ni un solo segundo de dar placer, y una mano al completo acariciando y mimando un clítoris que pide a gritos atención inmediata para ofrecer un momento de sublime goce que se que está a punto de suceder. Su cara se hunde en el sofá de nuevo para que no escuche esos gritos que tan loca me vuelven.

"No te escondas, mírame." – quiero ver su cara. Se que hace lo posible por satisfacer mi petición y vuelve su cara hacia mí, pero sin abrir los ojos. – "Abre los ojos mi vida, quiero verlos." – se que le gusta que le susurre. A mi me gusta susurrarle.

Abre los ojos despacio, y me mira de esa forma tan especial que tiene cuando estamos haciendo lo que estamos haciendo ahora. Acelero un poco más la marcha de mis manos y ella comienza a mover compulsivamente su pelvis. Está llegando el momento de la expresión inexpresable del final de esta sesión.

Una respuesta física consistente en contracciones varias y una respuesta emocional de un placer de gran intensidad, acompañado de unos gritos, indica que el éxtasis la ha invadido. Alejo cuidadosamente mis manos de su cuerpo y la abrazo mientras ella se va colocando de lado para responder a mi apretón. La beso mil y una veces por todos los rincones de su cara y entonces me doy cuenta de que dos lágrimas recorren sus mejillas. Y no solo eso, ella comienza a temblar y me abraza con más fuerza.

"¿Estás llorando? ¿Te he hecho daño?"

No me respondió. Se limitó a besarme profundamente y a ponerse sobre mí. Acarició mi cara, bajó a mi cuello, a mis pechos. Los mimó, los apretó, obligó a mis pezones a saludarla, poniéndose de punta. Una de sus manos siguió en mis pechos mientras la otra comenzó a bajar rozando mi abdomen y acercándose al oscuro objeto de deseo

Sin parar ni un momento me regaló un excitante masaje en mi clítoris, sin despegar su boca de la mía, sin dejarme gritar. Era tal mi excitación que, sin esfuerzo alguno, introdujo en mí dos dedos que galoparon salvajes en mi interior obligándome a clavar mis uñas en su espalda.

Se que, en algún momento, un tercer dedo se coló en mi interior para seguir deleitándome con este tremendo momento de placer. Su pulgar se coloca sobre mi clítoris y los dedos de mi interior dejan de ir de adentro afuera para quedarse dentro y crear un baile feroz para alegría sobrenatural de mi punto G (si, existe el bendito punto G, no es un mito, que me pregunten a miiiiiii).

Descargas eléctricas, contracciones en mis músculos, placer ilimitado, hiperventilación, taquicardia imparable. Litros de fluidos salen de mi interior sin poder frenarlos de ningún modo.

"San" – abro los ojos como puedo y me encuentro con los suyos clavados en mí – "Te quiero."

Me estoy corriendo y no soy capaz ni de gritar. Dos palabras han desencadenado este estado en mí. El regodeo que inunda mi cuerpo es tal que me quedo más muerta que viva.

Ahora soy yo la que no puede contener las lágrimas. Más que por todo lo que acabo de sentir con ese orgasmo, es por lo que me acaba de decir. Lo mismo que yo siento y casi nunca le digo.

Empezamos mal porque no supe ver lo que tenía delante, pero ahora me siento afortunada por haber abierto los ojos antes de que fuera demasiado tarde. Ella es uno de los pilares de mi vida en este momento y me ha ayudado a superar grandes baches. No me quiero imaginar como serían ahora las cosas si me viera obligada a vivir esos malos ratos sin mi pequeño oasis

"Yo también te quiero, Ruth, y no sabes cuanto…"

Ha pasado un año y medio desde nuestro primer beso y aun sigo sintiendo todas esas cosquillas en el estómago cuando se acerca a mí. Me da la sensación de que cada día que pasa la quiero más y adoro sentir todo eso. Como en los cuentos de hadas, somos felices (a ninguna nos gustan las perdices así que) y comemos patatas fritas. Ha dejado de tener miedo y yo estoy intentando ser menos ingenua. Nos complementamos y, lo que es más importante, nos queremos con locura.

Now, I'm gonna love you till the heavens stops the rain,

I'm gonna love you till the stars fall from the sky,

For you and I.

( Jim Morrison - The Doors – Touch me )

Fin.

Dedicado a M: o meu amor, a miña amiga, a miña amante, a miña moza.