San - De paseo por la vida
Y pensar que quería pasar un día de ruta con Alba ¡esto se ha convertido en una surrealista reunión familiar!
“Entonces…”
“Entonces la carpintera vino a arreglarme unas cosillas que tenía que haber hecho y acabé debajo de ella recibiendo una buena reparación de bajos.”
“Jajajaja, joder, San, ¿no puedes ser más sutil?”
“Ahh, perdone usted señora fina… acabamos follando como conejas durante casi una jornada laboral.” – le guiño un ojo y ella me da un puñetazo en el brazo. – “No se chica, no se como decirlo más finamente. Deben ser los aires de la sierra…”
“¡Te voy a dar yo a ti aires de la sierra! Así que ya tienes nuevas conquistas en la lista…”
“No tengo una lista…”
“Pues deberías hija. Creo que si se te juntan todas, llenarían el campo de fútbol del Cire.”
“Exagerada…”
“¿Exagerada? ¿Por qué crees que he preferido que saliéramos de viaje ahora y no mañana? Temo por la integridad de mi pequeña.”
“¡Pero si tu pequeña tiene ya veinte años!”
“¿Me estás diciendo que te has fijado en mi hija?”
“No mujer… es solo para que veas que Daniela es mayorcita y, seguramente, se encuentre con especímenes como yo…”
“Para empezar, morena de ojos verdes, Dani no es lesbiana….” – me clava su dedo índice en el brazo enfatizando sus palabras. – “Y, para seguir, mi pequeña es demasiado lista, y demasiado cabrona, como para dejarse engatusar por algún pringado que se crea alguna especie de dios…” - me sonríe y acaricia mi nuca mientras intento concentrarme en las sinuosas curvas de la carretera – “Para seguir solo me queda decir que como tú no hay otra… te quiero mucho San.”
“Yo también te quiero mucho Alba. Y echaba de menos estas conversaciones… parece como si nos hubiésemos visto ayer.”
“Si, ya lo decía Fray Luis de León… y ese sabía mucho.”
Nos quedamos en silencio sonriendo. Me sentía cómoda y me gustaba la sensación de ir en el coche en buena compañía, dispuestas a dejarnos ir durante dos días sin rumbo fijo. A lo Thelma & Louis, pero sin persecuciones ni finales suicidas. Simplemente una forma más de disfrutar.
Conducir por las carreteras gallegas es uno de mis pasatiempos favoritos. Siempre hay rincones que visitar, lugares que descubrir, naturaleza y un sin fin de secretos que merecen la pena ser contados. Y que mejor que poder compartir todo eso con alguien a quien se quiere. Es una de las mejores maneras de poder charlar sin ser molestado.
“¿Ya te has sumido en los mundos de San?”
“Estaba pensando en lo relajada que me siento.”
“Se te nota amiga.”
“Estaba un poco harta de correr y de tratar de abarcar más de lo necesario. Tengo treinta años y muchas veces me siento como si tuviese veinte más.”
“Tenemos que disfrutar de nuestra vida y tu has disfrutado a un ritmo acelerado. Supongo que ahora te da vértigo mirar todo lo que has ido aprendiendo y toda la gente que has ido conociendo durante estos años.” – acaricia mi cabeza con cariño. – “Toca reflexionar y ordenar lo aprendido para poder utilizarlo.”
“Que bien hablas… a mi no se me da tan bien explicarme. Hablo demasiado cuando me pongo nerviosa y siempre se me malinterpreta.”
“No estoy de acuerdo. Siempre dices lo que quieres decir… es solo que… eres como una cerveza: cuando te quitan el tapón sales con fuerza, mostrando la espuma, pero cuando te dejan reposar eres un refrescante manjar.”
“Vaya… nunca me habían comparado con una cerveza… lo típico es lo del vino.”
“No tienes años suficientes como para catalogarte de vino. Todavía eres muy joven. Y la cerveza también puede ser añeja…”
“Tu si que eres añeja…”
“¿Me estás llamando vieja?”
“Pues claro, una madurita sexy…”
“¡Madurita tu madre!” – me da un puñetazo en un brazo y se cruza de brazos en el asiento del copiloto haciéndose la enfadada.
“¡Ay! Mi madre…”
“¿Ya ha ocurrido?”
“¿El qué?”
“La charla… la temida charla que toda madre tiene, al menos una vez, con sus hijas. Una en la que, para bien o para mal, la relación cambia.”
“Pues si, hemos tenido una charla bastante reveladora no hace mucho. Ella dijo lo que pensaba, yo le dije mi parecer y, lo mejor de todo, es que no hubo gritos.”
“Gritar no soluciona nada.”
“Lo se, pero mi madre es de las que gritan por todo. Sobre todo cuando creen tener la razón o no quiere saber la verdad. Esta vez se contuvo. Hasta la vi llorar.”
“¿Cómo te sientes?”
“Liberada… tenía ganas de hablar con ella. Al fin y al cabo es mi madre. Me parió. Supongo que me tendrá algo de cariño.”
“Estoy segura de que tu madre te quiere, es solo que dejar de ver a la pequeña hija y empezar a ver a la mujer que te has convertido es difícil.”
“Una mujer que no es lo que ella hubiese querido.”
“No te pongas melodramática ¡so lesbiana! Tienes que darle tiempo a que se acostumbre. Además, tu tampoco es que la conozcas demasiado. Deberías darle la oportunidad de seguir cerca de pesar de que sea así.”
“Lo se mujer, era solo para ver si me caía algún mimo…”
“No te mereces mimo, lo que te mereces es un sopapo… además, ¿no hay cierta carpintera que te tiene la cama calentita?”
“No me tiene la cama calentita… solo la calienta cuando yo le dejo…”
“Jajajaja, sobrada… si es que no entiendo como se puede colgar una mujer inteligente de ti.”
“Tu y yo nunca nos hemos acostado… así no lo puedes saber.”
“Es que me dan ganas de arrearte, no me gusta nada que hables así. Estoy muy orgullosa de no ser un número más en tu lista.”
“Y dale con la lista… ¡Que no tengo ninguna lista! Y, en el caso de haberla tenido, y habernos acostado alguna vez, tu serías la primera.”
“Que labia tienes nena… así normal que te las ganes a todas.”
“Puedo parar en cualquier rinconcito de esta carretera…”
“Más te gustaría San… ya sabes que estoy felizmente casada con una mujer a la que adoro.”
“Lo se, fui la madrina…”
“Y que guapa ella con aquel ajustado vestido que a más de una quitó el aliento. Todavía recuerdo la cara de aquella pobre camarera… se le caían los ojos de las cuencas mirándote las piernas.”
“Que se joda…” – recordé a Marta, la camarera que se había perdido algo bueno en la inolvidable boda en la que conocí a Uxía, la cantante que me hizo disfrutar de unos increíbles días de pasión y arte. – “Ya habíamos coincidido en otra cosa de esas en las que la gente se casa…”
“¿Y esa cara de viciosa?” – Alba sonríe y me arrea el enésimo puñetazo del viaje. – “De esta no sabía yo… cuenta, cuenta.”
“No hay nada que contar. Coincidimos y poco más.”
“¿Poco más?”
“Joder, mira que eres Maruja.” – Me sigue mirando con esa cara de cuenta, cuenta… - “Vaaaaale, nos liamos un poquito y ella me dijo que era hetero, luego intentó ligar conmigo de nuevo y le di puerta.”
“Y entonces…” – me mira sabiendo que le oculto algo.
“Y entonces conocí a una cantante preciosa y acabé en la parte de atrás de su furgoneta.”
“Esa es mi San, por donde pasa: arrasa. ¡Mira!” – Me asusto y freno bruscamente. Menos mal que no viene nadie detrás. – “¡Una feria! ¿Paramos? Si… ¡Venga! Paramos porfa… que quiero comprar unas cosas… va, ya, decidido. Busca sitio para aparcar.”
……………………………..
A esto me refiero cuando digo que pasear por Galicia es una pasada… como de la nada te aparece un mercado, una feria, una verbena… y todo sirve para que nos unamos a la fiesta.
Había puestos de verdura, de licores, de artesanía, de quesos… todo con un aspecto muy apetecible. Alba tira de mi señalándome todas y cada una de las cosas que le llaman la atención. Llega música del interior de una carpa donde un grupo de cantareiras ameniza el evento sin decaer en ningún momento.
El aire está impregnado de diferentes olores: comida, esencias, especias y Alba sigue señalando pieza tras pieza arrastrándome con ella por todos los puestos. Hasta que todo lo que hay a mí alrededor desaparece… Lúa está al fondo de la carpa principal concentrada con una pieza de madera. Está tallando… y tiene el mismo gesto en la cara que el primer día que la vi… pero sin cantar guarradas como aquel bendito día.
Hay bastantes mujeres a su alrededor y todas le reclaman una atención que ella no les acaba de dar. Me hace gracia mirarla, me siento como la adolescente que tantas veces me niego a ser. Es preciosa…
“Nena, se te va a desencajar la mandíbula…” – Alba pasa su mano por delante de mi cara intentando llamar mi atención. – “¿Qué has visto que te ha puesto tan tonta?” – Mi amiga empieza a mirar hacia todos lados. – “No me digas que está por aquí la carpintera de la que tanto hablas…”
“Si, está ahí.” – señalo sutilmente con la cabeza el lugar en donde Lúa sigue ocupada a lo suyo con una pícara sonrisa en su cara.
Antes de darme cuenta me veo arrastrada una vez más por Alba, la que, cuando quiere, puede ser mi peor enemiga. Le da igual que le suplique que veamos el resto de la feria antes, siente curiosidad por aquella chica de pelo corto de la que su amiga del alma se ha colado irremediablemente.
Sus brazos, como siempre, descubiertos… aunque hoy lleva un pantalón más ajustado de lo habitual. Se ha hecho una pequeña cresta con gomina y sus ojos oscuros llaman más la atención de lo que normalmente hacen. Tiene una ligera sonrisa en su cara y sus hoyuelos se marcan escuchando alguno de los comentarios que hay a su alrededor.
“Oye, morena, ¿estas cositas tan bonitas las haces tú?” – Alba llama su atención y Lúa responde.
“Si, las hacen estas manos…”
“Si todas las cosas que hacen esas manos están tan bien hechas, no me extraña la afluencia de mujeres a este puesto…” – una risa tonta general envolvió el momento… empezando por la mía.
“Jajajaja, por ahora nadie se ha quejado.” – Lúa levanta la cabeza para saber quien le dedica tan sutiles palabras y clava sus ojos en los míos haciéndome sentir un enorme escalofrío por dentro. Me guiña un ojo y estoy a punto de marcharme corriendo a algún lugar a desahogarme sola…
“Eso he oído…” – le arreo fuerte a Alba en el brazo para que se calle un ratito mientras Lúa tapa con un paño blanco lo que estaba haciendo. – “¿Por qué escondes eso? Tiene pinta de ser algo precioso.”
“Lo escondo porque es una sorpresa para alguien que acaba de llegar… y porque ahora he encontrado algo mejor en lo que centrar mi atención.” – sale de su puesto y se acerca a nosotras. – “Hola San.” – se acerca y me da un beso en los labios que me sabe mejor que cualquier manjar.
“Hola Lúa…” – me pongo colorada y seguro que tengo cara de tonta. – “Te presento a Alba, una gran amiga desde hace muchos años.”
“No creo que tanto años… sois muy jóvenes las dos.”
“Encantada Lúa, no me extraña que te guste San, vaya labia…” – Alba me da pequeños golpes con su codo mientras Lúa le da dos besos. – “Así que tú eres la famosa carpintera que le ayuda a mi San a arreglar su casa nueva… o vieja… bueno, su casa.”
“Si, me gusta restaurar casi más que crear cosas nuevas…”
“Restaurar… joder, San, vaya manera más tonta de llamarte vieja… ¡y tu con cara de tonta riéndole la gracia! Que bonito es el amor…”
“San no es vieja, su casa si.” – ahora es Lúa la que se pone roja y me mira acercándose y agarrándome de la mano.
“Pero miraos, que pareja más mona…”
Lúa y yo nos hemos perdido por un momento en los ojos de la otra. En ningún momento hemos hablado de pareja… pero creo que a ninguna de las dos nos disgusta ese término. Supongo que tampoco hace falta ponerle nombre a lo evidente. Y lo evidente es que entre las dos hay algo más que una simple atracción sexual. Sobre todo cuando nos acercamos para besarnos de nuevo sin pensar en nada más.
“Bueno, ya está bien de sobeteo nenas… Lúa, tu a lo tuyo, que hoy esta morena es mía. Y tú, morena, a lo nuestro… y no gires tanto el cuello que te vas a desnucar. Ya la verás en otro momento.”
“Alba, cariño, ya que estamos de paseo, podíamos quedarnos a comer algo aquí. Hay puestos con cosas ricas… y le haríamos compañía a Lúa.”
“Si, si, lo que tu digas, pero primero vamos a visitar todos estos puestos… ¡tengo la cartera deseando perder peso y un par de mujeres en casa esperando a que les lleve algún detalle!” – Alba se me queda mirando mientras hago caso omiso a sus comentarios y sigo con la mirada cada movimiento de Lúa. – “Si que te ha dado fuerte con la carpintera… tienes razón, es muy guapa.”
“Lo es…”
“¡Hola hija!” - ¿pero esto que es?
“Papá… ¿qué haces tú por aquí?”
“Tu madre y yo que teníamos ganas de pasar. Pensé que estabas de viaje.”
“Estamos de paseo Alba y yo… ¿te acuerdas de Alba?”
“¿Cómo no recordarla? ¿Qué tal estás Alba? ¿Qué tal está tú mujer? ¿Y la niña?” – mi padre abraza cariñosamente a Alba.
“Estamos todas muy bien, Víctor, gracias por preguntar. ¿Y vosotros? Seguro que estáis encantados de que San haya vuelto.”
“Pues si, necesitábamos tenerla cerca ya.”
“Hola.”
“Hola mamá, ¿qué tal estás?”
“Bien… tu padre se ha empeñado en salir de paseo y mira a donde me ha traído… en fin…” – clava su mirada en Alba y le hace un gesto de saludo un poco desagradable. Madre no hay más que una… menos mal.
“Bueno, vamos a seguir viendo esto. ¿Os quedáis a comer?” – preguntó mi padre mientras era arrastrado por mi madre.
“Creo que si… nos vemos luego chicos.” – menos mal que Alba está curada de espanto.
…………………………………………
Me gusta el ambiente festivo de este lugar, aunque reconozco que preferiría estar sentada en una roca en la cima del monte que se ve desde aquí abajo. A lo mejor, si me escapo, ni mis padres ni Alba se dan cuenta. Me gustaría mucho marcharme de aquí y estar sola. Pensar un rato. Últimamente para mí pensar es bueno…
Alba está entretenida con mi madre. Son tal para cual. A lo mejor mi madre deja de ser tan crítica con las lesbianas… lo dudo, pero la esperanza es la esperanza. Me he fijado la cara que le ha dedicado a Lúa cuando mi padre se la presentó. Supongo que su poco femenino look ha trastornado sus papeles. Si mamá supiese lo que esconden esos trapos que mi morena lleva puestos…
Vaya estampa… ahora estoy viendo a papá con el abuelo de Lúa hablando sobre la caja en la que está trabajando su nieta. Parece un buen hombre, y se nota que son familia. Supongo que como mi padre y yo, también nos parecemos mucho físicamente. Y pensar que quería pasar un día de ruta con Alba… ¡esto se ha convertido en una surrealista reunión familiar!
“Creí que solo fumabas después de…” – esa sonrisa me vuelve loca.
“Hay muchas clases de ‘después de…’. ¿Ya no te apetece trabajar más?”
“Mi abuelo se ha apoderado del lugar y he aprovechado para venir a junto de la chica más guapa de esta feria.”
“Jajaja, gracias por el piropo.”
“Gracias las que tu tienes.” – me abraza por la cintura y le sonrío tranquila. – “Sabes, desde que has llegado no he podido dejar de mirarte… y tampoco puedo dejar de pensar en lo que te haría si no estuviésemos rodeadas de tanta gente.” – acerca peligrosamente su boca a la mía y noto como mis piernas empiezan a temblar.
“Lúa, espera…” – la aparto suavemente y la dejo con las ganas de más.
“¿No te gusta que tus padres te vean besando a una chica?” – se pone un poco seria y siento como si estuviese molesta. – “A mi abuelo tampoco le parece bien… pero somos así.”
“No es eso… no me escondo de ellos, pero tampoco quiero que me vean contigo porque no quiero que nadie se meta en lo que tenemos.”
“Y, ¿qué tenemos?” – se ha apartado un poco más y me siento mal por lo que le acabo de decir.
“Por ahora me tienes a mi… y no se hacerlo mejor. Lo siento.” – le doy la espalda para que no vea mi cara de avergonzada. Toma mi mano y me lleva con ella a detrás de la carpa.
“San…” – me abraza por la espalda con fuerza y apoya su barbilla en mi hombro. – “No puedo negar que te quiero… la verdad es que te haces querer y, aunque me da un poco de miedito, se que no me vas a hacer daño a propósito. Y tampoco quiero que te hagas daño tú.”
“No es mi intención…”
“No estoy acostumbrada a que alguien que me guste quiera ir despacio… ni siquiera se como puedo aguantar el ritmo lento que me impones… pero me gusta no tener prisa cuando se trata de ti.” – me da un ligero beso en el cuello y me recorre un escalofrío. – “Me haces desearte cada vez más… no me puedo cansar porque siempre tienes algún secreto para mostrarme.”
“No quiero que tú seas un secreto… es solo que quiero ir despacio.” – me gira y me besa profundamente.
“Es lo que acabo de decir yo. Lo entiendo, lo respeto y te espero porque me gusta tu manera de hacerme esperar.” – ahora la beso yo a ella. – “Pero ya le he dicho a mi abuelo que eres mi novia… y tu padre me llama nuera desde hace unos días.”
“¿Mi padre?”
“Si, y lo ha dicho delante de tu madre… aunque no le ha hecho mucha gracia.”
“Ahora entiendo por qué mi madre te miraba tan mal hace un rato, Jajaja.”
“Si, si, tú ríete…”
“¿Tu novia?”
“Bueno…” – se pone un poco colorada y me mira con cara de niña buena. – “Si tu quieres, claro.”
“Jajaja, desde que era una cría que no me pedían ser novia.”
“No te lo estoy pidiendo… solo le pongo un nombre a ese algo que tenemos. No solo te tengo… también me tienes, desde el primer día en la carpintería.”
“Me gustaría secuestrarte ahora mismo y no volver a aparecer en unos días…”
“A mi también… pero tengo que volver a mi puesto antes de que mi abuelo y tu padre acaben desmontándolo.” – nos besamos profundamente de nuevo mientras siento como sus manos acarician mi cabeza. – “¿Vienes?”
“No, me voy a quedar aquí un rato disfrutando de las vistas… si ves a Alba le dices que estoy aquí.”
“Se lo diré ojazos…”
Me quiere… eso me pone contenta. Me gusta Lúa, me gusto cuando estoy con ella. Me trata bien, me da cariño y no me agobia. Es comprensiva… y está muy buena. Me río de lo mucho que suspiro últimamente, sobre todo cuando pienso en ella. Estoy perdidamente enamorada cuando menos pensaba en enamorarme.
A veces pasan estas cosas… crees que cada vez te harás más dura, que, a medida que los años transcurren silenciosos, más se cierra el corazón. Pero no, cuando alguien quiere entrar, siempre se le deja la puerta entreabierta. Y esta joven carpintera ha entrado sin preguntar y se queda porque si.
Me gusta dejarme convencer, me gusta encontrar quien me diga lo que quiere de mi y que no se ande con rodeos. Reconozco que su juventud me daba miedo… y, como siempre, me he equivocado.
“¿Qué haces aquí tan sola?”
“Hola papá… nada, disfrutando del paisaje.”
“No te ha sentado muy bien que apareciésemos tu madre y yo…”
“No, ¿por qué me iba a parecer mal? Me gusta veros juntos paseando…” – papá se sienta a mi lado.
“Tu madre y Alba se han hecho muy amigas y están regateando en todos los puestos.”
“Son tal para cual.”
“Os iba a invitar a comer… pero creo que me voy a llevar al abuelo de Lúa para que podáis disfrutar un poco más sin viejunos delante.”
“Gracias papá, pero no es necesario.”
“Estás poco habladora, quizás quieres estar sola un rato…”
“Tú nunca molestas Víctor, siempre sabes que decirme.”
“Aunque tu no sueltes prenda…” – acaricia mi espalda con cariño mientras busca mi mirada. – “Tu madre no se hace a la idea de que a ti te gusten las mujeres… pero te quiere y te va a respetar. El abuelo de Lúa no te conoce, pero sabe que, siendo mi hija, no le vas a hacer daño a su nieta, y os acabará respetando también… y yo no te quiero ver triste.”
“No estoy triste… es solo que me da la sensación de que todo va demasiado rápido…”
“Supongo que temes que las cicatrices del corazón se reabran…”
“Si… un poco…”
“Pues no deberías… aferrarse al pasado es malo.”
“No es aferrarse al pasado exactamente… es más bien que nunca he tenido mucha suerte en la búsqueda de mi mujer ideal.”
“Ahí va el consejo de hoy de tu padre: lo que no es bueno para ti, es perfecto para otros y viceversa.” – a veces mi padre me hace pensar demasiado.
………………………………………
“Gracias por ofreceros a ayudarme chicas. La verdad es que así se acaba mucho antes el trabajo sucio.”
“No tienes por qué darlas mujer, la verdad es que ha sido toda una experiencia ver la feria desde este punto de vista.” – Alba ha cargado una cajita y ahora está mirando los muebles y los detalles que hace Lúa.
“Es un trabajo bonito… pero también cansa mucho.” – Lúa sonríe y me guiña un ojo. Se me escapa la risa tonta… si es que… ¡parezco una adolescente!
“También lo creo… vaya, me encantan estas cajitas de música. Sabes, mañana me voy a pasar por aquí a comprar algunas cosillas para mis chicas.” – me mira y se ríe. – “Creo que me voy a ir a tomar un vino con Leti para ponernos al día… además, hemos quedado para cenar con ella.” – un día de estos me la cargo.
“Alba, muchas gracias por ayudarme…”
“No hay por qué darlas nena, me lo he pasado en grande hoy y en parte ha sido gracias a ti, así que quedamos empatadas.” – abraza con cariño a Lúa y le da un beso en la mejilla. – “Y trata bien a San que, aunque está algo loca, es una buena chica.”
“Lo se y lo haré, descuida.” – las dos me miran y salgo corriendo hacia la furgoneta para ver si queda algo más para entrar.
Hoy es un buen día para sufrir un infarto. Si es que yo quiero que las cosas salgan bien… pero me cuesta cuando todos aparecen para ver lo que pasa en mi vida y me hacen pasar malos ratos descubriéndome delante de Lúa. Al final me va a acabar conociendo tanto que perderé todo mi encanto.
Las hormiguitas… las putas hormiguitas cuando estoy cerca de Lúa… las jodidas hormiguitas que andan de arriba pa’bajo consiguiendo que cada situación, en mi cabeza, se vea como un megadrama. Jajaja, a veces soy estúpida…
“Bueno San, nos vemos dentro de un rato. Me apetece charlar tranquilamente con Leti y seguro que tú prefieres quedarte un rato más con la carpintera.” – me sonríe y me acaricia la cara. – “Es una buena chica… guapa, lista y simpática. No la cagues…”
“No quiero hacer eso… sería un poco asqueroso.” – nos abrazamos tiernamente.
“Venga, anda, deja de huir y disfruta de lo que tienes. Te quiero.”
“Y yo a ti…”
Cierro las puertas de la furgoneta y cargo con el último paquete. Lúa está poniendo un poco de música tranquila y chasquea los dedos al compás de la música del comienzo de la canción. James Blunt aparece en la que se ha convertido en una romántica escena de película-pañuelo.
“¿Te quedas?” – Lúa acaricia mis antebrazos al sentirse abrazada por la espalda.
“Claro que me quedo.” – beso su desnudo cuello y ella reposa suavemente su cabeza en mi hombro. – “Me moría por acariciarte…” – cuelo mis manos bajo su camiseta de tirantes y acaricio sus pechos desnudos.
“Y yo por sentir tus manos…” – se gira y me sujeta la cara. – “y tus labios.”
Nos besamos apasionadamente mientras nos arrancamos la ropa… ninguna de las dos queremos ni podemos esperar. Acaricia mi pelo, me sujeta la cabeza con firmeza, la siento tan cerca de mí que creo que me voy a correr antes de que me toque de verdad.
Desabotona mi pantalón y se agacha para bajarlo hasta mis tobillos. En un solo movimiento me ha dejado completamente desnuda y con su boca a la altura de mi pubis. Solo con sentir su aliento mis piernas pierden fuerzas… No aparta sus ojos de los míos y mi respiración se vuelve agitada solo con el fuego de su enigmática mirada oscura. Me muerdo los labios y cierro los ojos intentando controlar la excitación que se ha apoderado de mí.
Su lengua me estremece, sus manos en mis nalgas empujan mi cuerpo hacia su boca regalándome uno de los mayores placeres del mundo. Apoyo mis manos en su cabeza para no perder el equilibrio, acaricio su pelo y, sin dejar de hacer su tarea, vuelvo a descubrir su mirada observando lo que mi cara refleja.
Mi vista se nubla y siento como mis piernas fallan. Lúa se incorpora y me abraza con fuerza. Busca mi boca y me saboreo en ella. Casi como en una nube me lleva a la parte de atrás de la tienda, a un pequeño cuarto casi escondido. Me tumba con delicadeza sobre una mullida cama y me abraza de nuevo.
Mi sensible cuello recibe un placentero mordisco y no evito el gemido. Sus manos pasean sobre mis senos y las mías se aferran con fuerza a las sábanas. Su piel roza la mía y la sensación de sentirme tan cerca de Lúa me hace tocar las estrellas con la mente.
Se incorpora un poco y me mira son su eterna sonrisa mientras su mano se dirige a mi entrepierna. Intento sostenerle la mirada, pero mis ojos no pueden hacerlo más de tres segundos al sentir sus dedos sobre mi clítoris. Me estoy volviendo loca con sus caricias, con lo rápido que está descubriendo mis puntos débiles…
“Me encanta verte así…” – me penetra suavemente y no puedo evitar gemir tan profundamente que hasta me sorprendo. – “Estás empapada…”
Araño su espalda y ella vuelve a la carga con profundidad y alevosía. Busca mi boca y me besa con la misma hondura con la que me penetran sus dedos. Casi no tengo aliento y tengo que apartarme de esa pecaminosa boca para llenar mis pulmones de oxígeno y ella no deja de mirarme y sonreír mientras mi cuerpo deja de ser mío.
“Te quiero…” – Es lo único que puedo decir…
“Y yo a ti.” – acaricia mi cara y me aparta el pelo. – “Sabes, me gusta tenerte así. Es la única manera de que tenerte quieta.” – sonríe ampliamente y yo me ruborizo. Me escondo en su pecho.
“Es que me quedo sin fuerzas…”
“Jajaja, venga, vamos a vestirnos que tienes que ir a jugar con tus amigas.”
“Joo, ¿no puedo quedarme aquí desnuda contigo?”
“Yo estaría encantada cariño, pero a Alba seguro que le gustaría más que, al menos, le dejaras las llaves de tu casa.”
“¡Es cierto! ¡Se me había olvidado Alba!” – la miro y me enamoro un poco más. – “Me gustaría mucho que vinieses a cenar con nosotras.”
“Con tal de pasar otro rato contigo, iría hasta el infierno si me lo pidieras… y mucho más si me lo pides desnuda y con esa carita…” – la empujo y me pongo sobre ella apoyando mis manos sobre sus desnudos pechos.
“Lo bueno siempre se hace esperar un rato…”
………………………………………………
“¡Por fin! Ya pensé que teníamos que ir a por vosotras…” – Leti grita mientras sirve otra copa de vino a Alba.
“Joder, si llegáis a tardar un poco más acabo borracha como una cuba…” – nos mira con la chispa del alcohol en los ojos. – “Me alegro de que hayas venido Lúa.”
“Yo también me alegro… tengo mucha hambre y aquí huele muy bien.” – Lúa no suelta mi mano y se que no es capaz de dejar de mirarme. Leti se acerca a nosotras y se descojona de la risa.
“Jajaja, con esas caras no me extraña que tengáis hambre… venga, a sentarse todo el mundo que empezamos a cenar.”
Hay dos tipos de familia: la que te toca y la que te montas. Padres, madres, hermanos y hermanas, tíos, primos… esa es la familia que te toca. Las personas que vas conociendo por el camino, aquellas que han formado y que forman parte de tu vida, las que te conocen casi mejor que los de siempre… esa es la que creamos cada uno.
Las tres mujeres con las que comparto mesa son mi familia. Alba me ha cuidado desde que nos conocemos. Me ha dado la oportunidad de empezar a descubrirme sin tener miedo de hacerlo. Ha sido mi ejemplo y mi guía… y sigue siendo mi entrañable amiga. Leti es la alocada, la que da y recibe consejos. Ella es mi refugio y yo soy el suyo cuando las cosas están mal y necesitamos un amor incondicional.
Y Lúa… a la que menos conozco y la que más rápido se ha colado. Estoy descubriendo en ella una mujer tierna y cariñosa. Detallista, clara, sincera… un poco solitaria y bohemia. Alguien a quien querer y alguien que me quiere. Alguien a quien gustar y que me gusta. Un amor inesperadamente esperado.
No ha dejado de acariciarme desde que nos hemos sentado. No podemos estar más de dos minutos sin tocarnos de alguna manera… aunque mis amigas no dejen de reírse de las tortolitas. Y lo mejor de todo es ver como esta pequeña gran familia es feliz disfrutando de este tranquilo momento de unión.
……………………………………
“¡Jodida resaca!”
“Jajaja, solo a ti se te ocurre beber como antes después de llevar años retirada del mundo de la noche Albita.” – estoy sentada en el banco del jardín con mi café y el periódico.
“No te rías asquerosa…” – me quita el café y le da un trago. – “Mmm, me encanta el café robado.”
“¿Has dormido bien?”
“Si, muy bien. Además, con el pedo que traía no he tardado mucho en quedarme frita.”
“Mejor…”
“¿Lúa se ha marchado temprano?”
“¿Cómo sabes que se ha quedado a dormir?”
“No me seas gallega… Recuerdo que conducía ella, tu también estabas perjudicada y ella no bebió.”
“Si, la llevé hace un par de horas a casa.”
“Me gusta Lúa…” – me mira con aprobación. – “Me parece que hacéis una bonita pareja.”
“A mi también me gusta… me tiene encandilada.”
“No me extraña… aunque ella también tiene mucha suerte de contar contigo. Ya te lo merecías chocho loco… ¡Y que no se te ocurra meter el dedo en otros puertos!”
“Jajaja, ¿pero tú te has fijado en la mujer que tengo al lado? De liarme con otra tendría que ser mucho mejor que Lúa… y está la cosa difícil.”
“Estás enamorada, se te nota. Disfrútalo peque, te lo has ganado…”
“Gracias Alba.”
“ Además, me ha dicho que tiene una cosa para ti.” – la miro interrogante. – “No te lo voy a decir, es un secreto entre tu novia y yo. Y, ahora, para cambiar de tercio ¡a cantar!
La vida es una tómbola tom tom tómbola
La vida es una tómbola tom tom tómbola
De luz y de color
De luz y de color
Y el ritmo de la tómbola tom tom tómbola,
Y el ritmo de la tómbola tom tom tómbola.
Me lleva con tu amor,
Me lleva con tu amor. ”
“Jajaja, y ahora me canta por Marisol…”
“En la tómbola del mundo,
Yo he tenido mucha suerte.
Por que todo mi cariño,
A tu número jugué.
Yo soñaba con tu nombre,
Esperaba conocerte.
Y la tómbola del mundo,
Me premió con tu querer.” – Alba se pone de pie y me anima a levantarme. – “Venga, ahora tú, que se que te la sabes…”
Y un nuevo día empieza y la felicidad llega al instante. Son esas pequeñas cosas que hacen que el vaso esté siempre medio lleno. No importa si la crisis aprieta, si el mundo se acaba o si tenemos un espantoso dolor de cabeza por la resaca… si la alegría llama a tu puerta, no olvides abrir también las ventanas.