Sami, te amo III parte
La mejor noche de mi vida con la chica perfecta
Me dirigí a su boquita para introducir mi lengua y rozarla con la suya para que bebiera de sus líquidos de nuevo.
Me apartó, y mientras me cogía de las manos, en un “giro relámpago” nos dimos la vuelta quedando ella encima mía, sentada sobre mi paquete.
- Ahora me toca a mí darte el mismo placer, mi amor.
Comenzó a moverse en forma de vaivén sobre mi bragueta. Mi pene estaba para reventar (de hecho ya lo estaba desde las 4 de la mañana). La miraba a los ojos, unos ojos de precioso color castaño oscuro, irresistibles; su cuerpo desnudo sobre el mío… sólo de mirarla me llenaba de placer. Coloqué mis manos sobre sus caderas y ella se inclinó sobre mi besándome apasionadamente, mientras yo le amasaba su precioso culito… mmmm…
- Te voy a hacer la mamada de tu vida corazón – me susurró al oído
Se incorporó y me quitó los pantalones, dejándome en calzoncillos, que más que calzoncillos parecía una tienda de campaña. Me acarició mi miembro aún sin descubrirlo y me tocó el capullo describiendo círculos… soberbio, estaba al rojo vivo, como una brasa de carbón en una barbacoa avivada por el aire, como una ramita de roble sacada de una chimenea, y me encantaba.
Me bajé los calzoncillos y mi verga salió disparada cual mecanismo accionado por muelles. Sami empezó a masturbarme muy hábilmente mientras lamía alrededor de mi capullo, y de vez en cuando, lo hundía en su boca. Que placer me estaba otorgando!
- Dios!!! Es enorme!
- Tranquila, iré muy despacio, lo último que quiero es hacerte daño – le susurré
Con mi rabo entre sus manos, me besó después de haber escuchado las bonitas palabras que habían salido de mi boca. Nos dimos la vuelta muy lentamente mientras nos seguíamos besando, quedando ahora yo encima de ella.
- Quiero sentirte dentro de mí, he esperado esto toda mi vida, hacerlo contigo
Eso me dejó boquiabierto
- Yo también, mi amor, tantos años que nos conocemos, cuanto tiempo te he deseado, te me apareces por las noches en mis sueños y me atormentas, no me dejas dormir, cuanto tiempo perdido preciosa mía…
- Dios mío, en serio sientes eso por mí, te quiero, te amo, quiero estar siempre a tu lado – susurró
Me incorporé un poco e hice que doblara las rodillas y nos miramos fijamente a los ojos, cuanto tiempo perdido pensé, mientras acariciaba sus muslos y se hizo el silencio durante unos 10 segundos; los dos mirándonos, deseándonos uno al otro. Fueron los segundos más bonitos de mi vida, aquel maravilloso día de Septiembre, que tocaba próximo al amanecer.
- Te quiero – de sus ojos brotó una pequeña lágrima
La recogí sobre su pómulo con mi lengua y le dije al oído:
- No te haré daño alguno, te amo, iré muy despacio, si notas algún tipo de molestia, avísame
- Vale – me dijo en un susurro casi inaudible
Me puse el condón y cogí mi verga con la mano derecha, frotándola primero con sus labios mayores y con su clítoris, para después deslizar lentamente el capullo en la entrada. Estaba empapada de nuevo, su humedad se desprendía de su conejito y resbalaba hacia su ano. Metí una cuarta parte de mi rabo, paré, notaba la fricción contra sus paredes, que se contraían y relajaban con cada medio centímetro que introducía. Su respiración era entrecortada.
- Voy bien? Te lastimo?
- No… es perfecto, sigue… no te pares…
Continué mi trabajo muy lentamente, hasta que la introduje por completo. De sus labios brotó un suspiro de alivio, y acomodándome en la postura del misionero, follamos despacio mientras nos miramos a los ojos y nos besamos, a las 250 embestidas más o menos se corrió entre gemidos y jadeos, convulsionándose todo su cuerpo. Me detuve de nuevo.
- Te gustó?
- Siii…
- Quieres que siga?
- Si, pero ahora quiero tomar yo las riendas – dijo mientras nos dábamos la vuelta con mi aparato totalmente empalado dentro de ella
- Quiero que tu también disfrutes como yo, deseo que te corras como nunca lo has hecho en tu vida…
- Yo ya estoy satisfecho solo con verte disfrutar a ti
- De eso nada mi amor, te voy a hacer vibrar.
Como una diosa, completamente experta, comenzó a cabalgar sobre mí; primero despacio pero luego el sexo se volvió agresivo y salvaje. Sus pechos se tambaleaban arriba y abajo, como una coctelera agitada por un barman. Estaba sintiendo el placer de toda mi vida. Cuando aminoró algo el ritmo la tomé con una mano en la cintura y el otro brazo en la espalda y giramos otra vez.
- Pon tus piernas sobre mis hombros, hermosa
Y seguí bombeando en aquella postura. Era increíble, los dos gozando como perros a la intemperie, la mejor noche que recuerdo.
Giramos de nuevo, cabalgando otra vez encima de mí. Cuando mi reloj marcó las 5:56AM aminoró su ritmo y se recostó encima de mi pecho susurrándome al oído:
- Córrete conmigo!…
Seguimos un poco más hasta que llegó su siguiente orgasmo entre fuertes gemidos y gritos, solo por verla disfrutar de semejante manera aceleré un poco mi ritmo y nos corrimos juntos.
Quedamos un rato tumbados uno al lado del otro esperando a recobrar el aliento y luego nos fundimos en un abrazo, besándonos muy suavemente durante un cuarto de hora aproximadamente. La mañana despertaba fría y cogí un extremo de la manta echándola por encima de nuestros cuerpos acurrucándonos muy juntitos mientras hablábamos de nuestras vidas y nos contábamos cosas bonitas recíprocamente.
A las 6:45 nos vestimos uno al otro y la llevé a casa, despidiéndome de ella con un beso muy suave y delicioso…
- Te amo…
- Y yo a ti
- Espero verte mañana por la noche (sábado)
- Allí estaré preciosa, no quiero dejarte sola nunca, te quiero
Se apeó del auto y entró en su portal mientras yo la observaba con el coche mal aparcado. Mañana será otro día.