Sami, te amo II parte

Sobre la verde hierva...

-          Dios!! Que grande!!

A decir verdad, creo que tuve la erección más grande de mi vida hasta aquel momento, los vaqueros casi me cortaban la circulación y deseaba quitármelos, pero quería alargar aquel momento todo lo posible.

Mientras apartaba su cabello y besaba su lindo cuello, retiré disimuladamente su mano de mi paquete para reducir un poco mi excitación. Continué luego por su delicada clavícula para bajar a sus apetitosos senos, allí me entretuve un rato lamiendo, chupando y mordisqueando su rosado pezoncito derecho, que se endurecía rápidamente al roce con mi lengua, mientras mi otra mano sobaba su seno izquierdo y mis dedos jugaban con su otro pezón.

-          Que tetas más ricas tienes.

Eso la puso caliente y jadeaba como una diosa. Seguí el mismo procedimiento anterior con su otro seno, para acariciar con mi mano derecha su costado izquierdo describiendo sus hermosas curvas. Tomé el camino que me llevó a su tripita, mmmmm… el vientre más bonito que había visto hasta entonces; lo recorrí todo; de un lado a otro, de arriba abajo, en zigzag, de forma oblicua, a besitos, lengüetazos y mordisquitos; estaba riquísimo. Me entretuve hundiendo mi lengua en su ombliguito mientras ella se arqueaba y gemía de placer.

Acaricié su entrepierna con mi mano derecha por fuera de su ceñido pantalón rosa. Apartaba por instantes sus largas y bonitas piernas para que mis dedos jugaran en aquel idílico lugar más cómodamente. No me pude resistir al ver nuevamente sus maravillosos labios húmedos por nuestra saliva; se veían tan apetitosos que tuve la imperiosa y urgente necesidad de besarlos nuevamente mientras continuaba mi masaje en su entrepierna. Se retorcía de placer arqueando su espalda para que nuestros cuerpos se rozaran… era maravilloso!

El olor del alcohol que habíamos bebido se extendió por todo el auto, a pesar de tener una puerta abierta, difuminándose con el de nuestros sudorosos cuerpos; pero no importaba, seguía ensimismado con el sabor ron-cola de su boca, atenuado por el de ginebra de la mía. AUCH!! Me mordió el labio. Sami saboreaba con cara de placer infinito las gotitas de sangre que se derramaron… bufff me estaba poniendo al rojo vivo. Volvía a echar un ojo a mi reloj, marcaba las 4:47 AM, y en un momento de auténtica lucidez dije:

-          Te quiero follar, pero vamos a hacer las cosas bien.

Me bajé del coche y le dí una mano para invitarla a salir y acomodarse en el asiento del acompañante. Me puse al volante y arranqué.

-          Adonde me llevas?

Sonreí pícaramente

-          Vamos a hacer el amor bajo las estrellas mi amor

Esbozó media sonrisa con cara de intriga pero yo sabía muy bien adonde me dirigía.

Por el camino, con nuestros torsos descubiertos y aún conservando el resto de la ropa, conduje mientras nos tocábamos para no perder la excitación. Mi mano derecha se ensimismaba jugando con sus pezones y sus manos se deleitaban con mi torso y rozaban mi paquete. Tomé dirección a un pequeño prado de unos 2000 metros cuadrados, de corta y verde hierva rodeado por una pared de losas de granito de 50 cm de altura, a las afueras de la villa, al que ya había echado el ojo en numerosas ocasiones. Era el lugar y la noche perfectos; no había árboles en 100 metros a la redonda y el cielo se presentaba despejado sin nube alguna, lo que era perfecto para contemplar las estrellas y la hermosa luna llena que aportaba claridad a todo el lugar.

Aparqué y bajamos del auto. Abrí el maletero y agarré una manta vieja que siempre viajaba conmigo para ocasiones como ésta. Tomé además, el paquete de 12 condones “Durex” que acompañaban siempre a la manta. (¡seguridad ante todo!)

-          Te quiero sentir dentro de mí

Lo dijo con una voz tan melosa, que no pude aguantar y como si se tratara de un arrebato de locura, cerré el maletero y la apoyé contra él para volver a besarla y tocarla como si fuera la última noche que viviría; pero no me dejé engatusar por el momento, la cogí de la mano y entramos a aquella finca. En el lugar que se veía más seco, extendí la manta y nos acostamos en ella.

Tumbados, nos fundimos en un eterno abrazo que parecía no tener fin. Su cuerpo se veía más precioso iluminado por la luz de la luna. Nos seguíamos acariciando recíprocamente nuestras entrepiernas. Nuestro calentón era evidente.

-          Bájame los pantalones – dijo casi susurrando

Me arrodillé delante de ella, a sus pies, y desabroché el primer botón de la cintura y luego, muy delicadamente, los otros tres de la bragueta. Retiré un poco sus blancas y negras braguitas a rayas de su cintura para besar suavemente su triangulito perfectamente depilado, sin descubrir aún su conchita. Con su mano derecha me sobaba el pelo de mi cabeza apretándolo a ratos mientras me afanaba en besar y lamer.

Quité sus pantalones por completo y me deleité con sus largas, rectas y hermosas piernas; ya las había visto numerosas veces cuando quedábamos todos los amigos los domingos de verano en el río o en la playa, pero ahora si que podía tocarlas, tenerlas entre mis manos, sobarlas, acariciarlas, besarlas…

Mi sorpresa fue mayor cuando vi sus braguitas húmedas por sus fluidos, que también habían humedecido sus pantalones por su cara interior. Pasé mi dedo índice y corazón por el exterior de sus bragas arriba y abajo y describiendo círculos y elipses. Sufría espasmos de placer con la acción que yo estaba realizando… se las quité suavemente e hice que doblara sus rodillas para acomodarme con mi cara en su sexo. Rocé la punta de mi lengua sus labios provocando convulsiones en ella. Era espléndido verla disfrutar en cada roce.

-          Te gusta?

-          Me encanta – respondió jadeando

-          Quieres que siga?

-          Si!... No te pares por favor

Lamí de abajo hacia arriba para probar sus líquidos, el mejor néctar que he probado… riquísimo… Volví a repetir la misma acción para terminar en el clítoris y lamerlo en círculos un par de veces. Levanté la mirada para enfrentarla con la suya, que clavaba sus ojos en mí, mordiendo su labio inferior.

-          Quieres más corazón? – le pregunté

-          Si… No me dejes así… quiero más!...

La besé otra vez, haciendo que probara sus líquidos que estaban alojados en mi boca.

-          Te gusta?

-          Mmmm… si…

-          Chupa mi amor – le dije mientras llevaba dos dedos de mi mano derecha a su boca

Volví a sus bajos centrándome nuevamente en su clítoris con mi lengua lamiendo y chupando… esa hermosa perlita… estaba endurecida y me ponía loco. Mientras estaba entretenido co la boca, introduje uno de los dedos que había chupado Sami en su interior y después el segundo. Estaba tremendamente lubricada; mis dedos se deslizaban dentro de ella como un cuchillo caliente se introduce un la mantequilla. Gemía desesperada del gusto que le otorgaba.

Estuve sobre diez minutos chupando, lamiendo, besando y hundiendo mi lengua en su conchita mientras mis dedos jugaban en su interior de dentro hacia fuera, en círculos y en vaivén hasta que, entre ensordecedores gemidos, su orgasmo estalló en mi boca. Delicioso…

-          Te gustó?

-          Oh, Dios, Si!! – gritó extasiada.

Me dirigí a su boquita para introducir mi lengua y rozarla con la suya para que bebiera de sus líquidos de nuevo.

Me apartó, y mientras me cogía de las manos, en un “giro relámpago” nos dimos la vuelta quedando ella encima mía, sentada sobre mi paquete.

-          Ahora me toca a mí darte el mismo placer, mi amor.