Sami, te amo
Esta es una historia por partes, basada en hechos reales, de mis correrías nocturnas donde se mezcla sexo, alcohol, pasión y amor. Espero que les agrade
Nací en Abril de 1990, ella era cuatro meses más joven que yo, de nombre Samanta, muy atractiva, delgadita pero no huesuda, de pelo negro como el betún, con un exquisito olor a vainilla, espeso y ondulado, que se alborotaba con facilidad los días ventosos y húmedos, de esos días nubosos en los que está a punto de llover pero que tarda en comenzar. A mi siempre me había gustado el cabello bien arreglado y liso pero en ella era distinto, había algo q me atraía al ver su melena que tapaba sus hombros.
El caso es que nos conocíamos desde la infancia, ya que éramos del mismo barrio, pero desde que salimos a tomar unas copas con los mismos colegas jamás me había fijado en ella como me fijé estos últimos meses, se había hecho mucho más mujer de lo que era, había perdido aquella cara de niña. No se que era lo que provocaba en mí, en principio una mezcla entre deseo ardiente y pasión, pero después amor; como si quisiera pasar con ella el resto de mis días.
De noche, los fines de semana, estaba deseando verla, mientras conducía para llegar al bar, me hervía la sangre al imaginarla con su vestidito corto de color blanco, beis o azul claro o esos pantalones color rosa tan ceñidos a su perfecto cuerpo que dibujaban el contorno de su cintura, de sus caderas y de su hermoso trasero. De pechos no era algo del otro mundo, más bien los tenía pequeños, pero a mí siempre me habían gustado pequeños.
Al llegar al bar, allí estaba, sentada en un taburete en la barra, al igual que el resto de mis amigos, con una coca-cola con hielo servida en un vaso de cristal de boca ancha dando la espalda a la puerta de entrada (siempre tenía la costumbre de sentarse de espaldas o de medio lado a la puerta, justo donde la barra hace una curva para terminar anclada en la pared junto a la máquina de tabaco y la máquina tragaperras). Siempre que la veo por primera vez los viernes, me invade la felicidad, me acerco a ella primero y le doy dos besos en sus bonitas y calientes mejillas mientras le doy las buenas noches, y después saludo al resto de amigos. Cuando tomo asiento, el barman saca uno de esos vasos anchos de cristal con un hielo y sin mediar palabra, me lo media de ginebra para después colocarme al lado de éste un botellín de kas naranja que, a menudo, no entra todo dentro del vaso por estar demasiado cargado, pero era la costumbre (bebo mucho).
Después de tomar un par de cubatas y unos chupitos nos dispusimos a cambiar de bar, y Samanta montó en mi coche, puse música y arrancamos. Por el camino me decía:
- Cambia de canción, pon la de “Salí con tu mujer” o la de “hoy es noche de sexo”
Yo siempre escucho música de décadas pasadas como “Bonnie Tyler, Aerosmith, kansas, Boston, Ana Gabriel, Roxette, Roxy music,… Pero a Sami (como le gustaba que le llamaran) le gustaba la música latina estilo “Don Omar” y “Aventura”; y para tenerla contenta, sonriente y con ganas de fiesta, cambié el CD.
Al llegar al siguiente bar bebimos otros tres cubatas y perdí la cuenta de los chupitos. Al cambiar otra vez de “ garito ” se volvió a subir en mi coche y continuamos la ruta de bares (se que está mal beber y conducir, pero como ya he dicho antes, bebo mucho y “es la costumbre” jajaj).
En el siguiente bar al aparcar el coche, miré el reloj, iba a dar las 4:15 AM, y antes de que abriera la puerta del coche, la cogí del brazo y ella me miró con esos ojos castaño oscuro que tanto me gustan
- Espera, –le dije- quería decirte algo
Entonces hice algo que nunca me había atrevido hacer, expresar mi amor ante una mujer (siempre he sido muy tímido con estas “historias”)
- Que pasa?
- Me resultas muy atractiva, hace ya tiempo que no dejo de mirarte, de pensar en ti, de escuchar tu angelical voz en sueños, hace tiempo que duermo mal porque no dejo de visualizar tu hermoso cuerpo, y ardo en ganas de tenerte a mi lado, de tomarte con toda la pasión que rezuma de mi. – paré a tomar algo de aire por decirlo todo de un tirón, e increíblemente sin titubeos después de lo borracho que estaba por tantos cubatas. – quiero que lo intentemos, salir juntos, besarte, poder cogerte por la cintura al entrar a un lugar público, caminar cogidos de la mano… Quiero amarte!
Hubo un silencio un tanto incómodo, ella se había quedado con la boca medio abierta y los ojos abiertos como platos, esos preciosos ojos…, y después Sami tomó saliva:
- Joder, que bonito!! – dijo esbozando una sonrisa y media carcajada.
Se volvía a hacer el silencio, como si estuviera esperando que yo hiciera algo, entonces me incliné desde el asiento del conductor hacia el del acompañante para besarla y Sami me correspondió. Fue el mejor beso de mi vida, sus labios húmedos se rozaron con los míos, nuestra respiración se enfrentó, nuestras lenguas jugaron, rozándose y empujándose, haciéndose sitio en nuestras bocas.
Probé su saliva, tenía un deliciosos sabor a ron-cola, y comencé a acariciarle el pelo, su hermosa melena…, su piel perfecta, erizada por el frío de la noche, bajé mi mano a su muslo y lo acaricié suave, me encantaba tocarla. Entonces me separé de ella y bajé del coche, para dar la vuelta hasta su puerta y abrirla mientras le ofrecía mi mano para que se bajara. Me miraba con cara rara, por no saber lo que yo pretendía en aquel momento, pero al abrir la puerta trasera me sonrió. La recosté sobre el asiento de atrás y me coloqué encima de ella para comenzar a besarla apasionadamente, cómo si mi vida se perdiera en aquel beso, como si se detuviera el tiempo.
Nos, fuimos despojando de nuestra ropa. Aquel día llevaba una camiseta de sisas gris y los famosos pantaloncitos ceñidos color rosa, le ayudé a quitarse la camiseta para descubrir su sujetador negro con relleno.
- Me encanta el negro. – le dije
- Pues espera entonces cuando veas mis braguitas. – eso me puso a cien
Me quité la camiseta mientras golpeaba el techo del coche, por ser este demasiado bajo (chicos y chicas nunca folleis en un cupé o un sedán como el mío, es incomodísimo, aparte de que no se coje estirado en el asiento, éste hace bamba hacia el medio del auto; es muy engorroso moverse ahí dentro. Mucho mejor dentro de un monovolumen o una furgoneta pequeña, de estas de asientos abatibles. Son las mejores.).
Seguimos un buen rato uno encima del otro besándonos, contemplándonos, tocándonos, sonriendo.
- Espera, - me dijo - ayúdame a incorporarme
Se semisentó sobre el asiento para poder acceder con las manos al broche del sujetador, entonces contemplé aquellos maravillosos y pequeños senos de tez blanca y pezoncito rosado, para entonces ya tenía una erección que empujaba por debajo de mis vaqueros haciendo que la tela se tensara.
- Uuhh… pero qué tenemos aquí!! – lo dijo, levantando las cejas, de tal manera que me puso más cachondo de lo que ya estaba, era evidente que había notado mi verga sobre su muslo y comenzó a acariciarla por fuera del pantalón, y mientras jadeaba suavemente dijo: – Dios!! Que grande!!
A decir verdad, creo que tuve la erección más grande de mi vida hasta aquel momento, los vaqueros casi me cortaban la circulación y deseaba quitármelos, pero quería alargar aquel momento todo lo posible.
Otro día, la siguiente parte.