Samantha y su inolvidable segundo aniversario
El segundo aniversario de Samantha y su novio llegó con un pacto tras de sí. No había cena, no había noche romántica... sino sexo salvaje y desenfrenado... especialmente para ella. Y es que lo que en un principio pactaron entre bromas, acabó por convertirse en más que una pura fantasía
Samantha siempre ha sido tímida, no puedo negarlo. Desde antes de salir con ella sabía que era muy especial, y en situaciones como en la que hoy os relato, queda más que confirmado.
Andaluza, joven y atractiva, dadas mis fantasías de ver cómo se folla a otro chico que le de toda la caña que pueda mientras yo miro o participo, Samantha pasó de mostrarse indiferente ante esta situación, a incluso gustarle e imaginarse situaciones similares. Hace dos días me propuso vendarle los ojos en la cama, atarla y jugar a que era un desconocido que podría hacer con ella lo que quisiese… y está claro que una oportunidad así no se puede desaprovechar.
Me moría de ganas por saber qué iba a sentir Samantha cuando fantasease con que un extraño se la follaba de la misma forma que ya lo había hecho en otras ocasiones. Una fiesta, unas copas, y luego un sexo salvaje que no olvide jamás en su vida. ¿Por qué no? Así será.
Había reservado para esta noche en un hotel de la ciudad, es nuestro segundo aniversario y tal y como pactamos –estando borrachos y colocados, eso sí- un poco antes de San Juan, íbamos a tener un invitado. Ella no se acordaba o no quería acordarse, pero yo sí…
Revisé varios correos en respuesta al anuncio publicado, y tengo que reconocer que la elección no fue en absoluto fácil. Pudiendo escoger un chico de unos treinta y cinco años, muy fibroso y por lo que vi casi 20 centímetros de herramienta, finalmente opté por otro chico, que me había mandado unas fotos en blanco y negro, y no estaba mal en absoluto. Pero esto debía permanecer en secreto.
Cuando llegamos al hotel, recibí a Samantha, que estaba espectacular. Pelo muy largo y liso, una camisa de vestir negra y con un escote que casi producía una erección instantánea. Abajo, una falda roja, cortita, que le hacía un culo fenómeno y muy bonito, junto a unos enormes tacones que realzaban su culo como nunca antes. No perdimos tiempo, y fuimos a la habitación... sin tener antes una conversación.
Le comenté a Samantha si, para hacer más realista todo, quería que una vez atada a la cama y con los ojos vendados sin que se los pudiese quitar, hiciese como que salía y entraba de la habitación. Accedió.
Nada más abrir la puerta para simular que entraba otro hombre, allí estaba él, mi contacto. No mediamos palabra, simplemente cerré la puerta y dejamos que todo fluyese… y vaya si comenzó a coger interés el asunto. De nombre Fran, el chico se acercó a Samantha, que estaba tumbada y con las manos atadas por detrás de su cuerpo hasta la parte más alta de la cama. Comenzó a pasar sus manos lentamente por debajo de la camisa, de los muslos… cuando le quitó de forma muy suave pero también contundente, el tanga que llevaba puesto. Estaba algo cachonda, y lo mejor de todo, es que no sabía la que se le venía encima…
Fran comenzó a pasar su lengua lentamente de arriba abajo entre sus labios vaginales, comprobando lo húmeda que estaba, sólo necesitando un leve pase de su lengua por el clítoris, para que Samantha exclamase un pequeño gemido. Mientras yo, miraba sentado en una silla con ya una erección palpable. No sólo ella se estaba poniendo cachonda.
Disfrutando de una comida de coño que denotaba mucha experiencia, Fran se detuvo y desató a Samantha de la cama, pero en ningún momento quitándole la venda de los ojos. No debía ver nada. La tomó de las manos, e hizo que se sentase en la cama, a la par que él se ponía delante de ella. ¿Había captado Samantha la intención? Viendo cómo restregaba sus manos por el bulto que Fran tenía en el vaquero, seguro que sí. Le quitó el cinturón, bajó el vaquero, e hizo una pequeña exclamación de agrado en cuanto comenzó a palpar el enorme bulto que tenía por encima del bóxer… masajeaba suavemente lo que tenía delante mientras que con la otra mano le tocaba el culo, aparentemente duro y en su sitio. ¿Se habría dado cuenta ya de la sorpresa? Si no lo había hecho, estaba a punto…
Samantha le bajó el bóxer y se quedó sin ver lo que salió, pero lo notó al instante. Una buena polla algo inclinada hacia arriba, circundada, y con una rasuración completa. Samantha no se lo pensó dos veces y agarrándole bien fuerte con una mano, se la llevó a su boca. La acariciaba con su lengua, por los lados, suavemente… Fran estaba cada vez excitándose más. Tanto, que no dudó en un momento y le agarró la cabeza y comenzó a zarandearla de una forma incluso violenta. Samantha se lo estaba pasando cada vez mejor.
Teniendo ya su polla muy dura, Fran la tumbó boca arriba, levantó las piernas de ella y se las apoyó en su pecho, mientras que comenzaba a metérsela suavemente. El coño estaba tan sumamente húmedo que no necesitó más que acercar el capullo a sus labios. Entró sola, y Samantha comenzó a gemir como pocas veces en su vida. Gemidos que iban a más según Fran se la follaba más y más fuerte. Mientras tanto, yo estaba ya muy impaciente por llegar a hacer algo más…
Tras unos minutos de follársela en una postura donde se escuchaban continuamente los huevos de su amante temporal en su culo, Fran la puso a cuatro patas y sin que a Samantha le diese tiempo de reaccionar. Continuó follándosela muy fuerte y muy rápido, tanto, que Samantha no podía hacer otra cosa que aguantarse como pudiese en la cama, cuando ya no gemía, sino casi gritaba de placer. Yo tampoco pude más, pero en lo que comenzaba a acercarme a la cama, Samantha dejó de casi gritar para morder como pudiese la almohada, y correrse de una manera fulminante… Fran aflojó la marcha pero no pasaron más de diez segundos, para adivinar que Samantha quería más.
Fran la puso boca arriba en la cama tal y como ocurrió minutos antes, pero en esta ocasión yo me uní la fiesta. Fran seguía y seguía follándosela, eso sí, algo más despacio, y yo no pregunté, sólo llevé mi polla a la boca de Samantha, que respondió como si ya se la esperase. Seguía gimiendo de tal manera, que sintiendo ese placer, no podía hacer más que abrir la boca, exhalar aire y masturbarme a la par que con la otra mano, me acariciaba y masajeaba los huevos. Le encantaba, y si se la estaban follando como tal, mejor aún.
Yo ya estaba deseoso de follármela, pero dado lo bien que se lo estaba pasando con el pollón de Fran, la situación todavía tenía mucho que ofrecer… tanto, que Fran colocó a Samantha una vez más a cuatro patas, pero esta vez para algo diferente. Pasando suavemente sus dedos por el ano de ella, acercó su polla lentamente y comenzó a introducirla, teniendo a Samantha gimiendo cada vez más y excitándose el clítoris con sus propias manos. Nada más tener toda la polla de Fran en el culo, a ella no le quedó más que volver a morder la almohada. Fran iba lentamente, pero tras un pequeño rato comenzó a coger velocidad, y al final era un bombeo de polla en su ano bestial. Tanto, que Samantha, por mucho que lo intentase, no podía contener unos enormes gemidos que eran escuchados incluso mordiendo la almohada. No pasaron más de quince segundos desde que Fran le estaba dando caña de verdad, hasta que se corrió. Otra vez…
Pero eso no parecía el final. Samantha cayó en la cama fruto de un placer casi de otro mundo, mientras que su compañero de cama se sentó en un sofá próximo a la cama. Los tres teníamos un asunto pendiente, pero Samantha ni se lo imaginaba.
Cogí su mano y le ayudé a que se reincorporase. La llevé al sofá y Samantha ya sabía lo que tenía que hacer. No tardó en montar a un Fran que estaba ya sudado. Ambos seguían gozándolo, y yo más aún viendo cómo Samantha me la estaba chupando a la par que hacia amagos de montar con un caballo. Pero llegó la hora.
Me puse detrás de ella y pararon un momento. Fran tenía la polla dentro de Samantha, y yo comencé a hacer lo propio por el culo… Samantha no se lo esperaba. Según iba entrando en su culo, ella comenzó a gemir tanto como antes, hasta que estaba dentro por completo. El placer que estaba sintiendo era indescriptible, y más aún lo era en cuanto comenzamos a darle caña. Ella no podía hacer nada, sólo quedarse quieta y sentir cómo nos la estábamos follando como nunca antes. Tanto por delante, como por detrás. No podía hacer nada, estaba a nuestra merced y en ese momento no era más que nuestra esclava sexual.
Tras unos minutos bombeando doblemente, decidimos cambiar y yo me tumbé en la cama. Samantha sobre mí, y Fran detrás de ella, y volvimos a repetir el paraíso de la andaluza, pero cambiando posiciones. Yo ya estaba a punto de correrme, y por suerte para mí, Samantha y Fran también. Ella no hizo más que volver a gemir, esta vez mientras apoyaba sus manos en mi pecho y notaba cómo me clavaba las uñas. Fran aceleró el ritmo, y la sacó del culo para, también con gemidos de placer, apoyar su polla en el culo de Samantha y correrse encima, llegando también a la espalda, sacándola y metiéndola en su culo. Samantha también se estaba corriendo, y yo no pude aguantar más… y me corrí dentro de ella, a la par que le temblaban las manos del placer que le recorría el cuerpo en todo momento.
Tras varios segundos de relax, todo acabó. Fran se fue al baño, y en menos de cinco minutos se había ido. Samantha estaba boca abajo en la cama, exhausta, y con todo el culo, la espalda y sus labios vaginales, llenos de semen. Yo, por mi parte, me quedé tumbado en la cama a su lado, y este fue el fin de nuestro segundo aniversario como novios.