sám erpmeiS ...

El tiempo se detuvo en mi esmeralda mirar...

Para comprender este relato es necesario leer "Siempre más ...", original de THECROW, que podrán encontrar en el siguiente enlace:

http://www.todorelatos.com/relato/59726/

Leer el título con un espejo apoyado en la parte derecha de la pantalla


sám erpmeiS ...

(La mirada esmeralda)

El tiempo se detuvo en mi esmeralda mirar, la negrura de sus ojos era mi respuesta.

Cazadora con trampa entre mis piernas, atraía presas incansablemente en una eterna búsqueda, en un eterno andar. "En mi alma hay un te amo, una sonrisa, una caricia y una lágrima guardadas para un destinatario sin rostro" , palabras que golpeaban en mi pecho desesperándome día a día, a través de años cada vez más pesados, cada vez más largos.

Una presa poco común se cruzó en mi camino, confundiéndome con sus altivos galanteos; sin embargo, la nobleza de su sangre no lo diferenciaba de un hombre con hormonas intensas que luego de unas copas de ajenjo saciaba su sed y la mía sucumbiendo dentro de mi trampa. Me rondaba como un buen cazador; sí, me excitaba, me embrujaba su mirada, pero no era él, sabía que no era él.

Su lengua recorría cada palmo de mi piel de manera experta, sabía tocarme, sabía besarme, sabía, sabía... entre mis piernas, abiertas lo justo para que entraran su lengua y sus dedos, poseía mis ganas diestramente, lamiendo entre los labios, frotando con la punta de sus dedos el clítoris hinchado, latente; la picardía de su mirada me abarcaba satisfecha al verme arquear el cuerpo, al dejar escapar algún gemido cuando tocaba el punto exacto entre la entrada de la grieta derramada de deseo y el botón del éxtasis perfecto.

Sigue así galante cazador, no te detengas... – "Un te amo, una sonrisa, una caricia y una lágrima guardados..." – No te detengas, convénceme de que puedes ser tú.

Soy yo, soy el único, dímelo, soy yo...

Mi silencio ante la petición y sus dedos entrando en mi sexo, friccionando por dentro y por fuera, pinzas que abarcan mi interior y los labios, el clítoris... cada pliegue produciendo corrientes, espasmos. Ganas y más ganas nunca saciadas por completo. "No es, Oscura, no es él" .

Eres mía, cazadora, eres mía... – Sus ojos buscando respuestas.

No digas tonterías, no soy de nadie y lo sabes, cazador – La dureza fría en mis esmeraldas contraponiéndose al susurro que emito presa de gemidos ardientes – Sigue, sigue así...

Y mis dedos entrelazándose en sus cabellos, un tanto ensortijados, apretando su boca contra mi sexo "dame el placer, es lo único que quiero, es lo único que puedes darme..."

La Oscuridad invita a la Experiencia, amiga y enemiga, es un animal que alimentarás hasta el fin. Algo me llama, algo me llama, quiero ir, quiero ir... lejos de aquí. Este es el fin, bello amigo, este es el fin, mi único amigo, el fin de nuestros elaborados planes, el fin de todo lo que se tenga en pie, el fin sin seguridad o sorpresa, el fin. Yo nunca miraré dentro de tus ojos otra vez...

  • Yo nunca miraré dentro de tus ojos otra vez – extraño designio que se escapa de mi garganta justo antes del estallido de mi cuerpo bajo sus labios y sus dedos.

Escapa mi mente en el orgasmo, en ella, el encuentro fugaz de sus ojos negros observándome desde un rincón, mi lugar de cacería empequeñeciéndose ante la presencia siempre esperada y sus primeras palabras:

"Dame sueños esmeraldas para soñar y te daré amor interminable"

"Mis ojos, y con ellos mi alma, amado Ángel Oscuro"

No hacía falta más, no hacían falta nombres. Lo que se vive por designio no necesita presentaciones. Dos Oscuros, dos sombras cazadoras que se reconocen entre destellos falsos, dos ángeles de muerte y mi cofre de te amo, caricias, sonrisas y lágrimas por fin abierto a un rostro con facciones propias.

¿En qué piensas gatita? – La voz interrumpiendo mi ensoñación.

No me digas así, sabes bien que no me gusta – le digo con desdén estirando la mano para tomar la copa de ajenjo que descansa en el respaldo del sofá de terciopelo rojo.

Gatita orgullosa, eres mía...

¿Quién es de quién? – carcajada cansada mientras me agacho sobre su vientre.

Siempre me ha fascinado lo increíblemente sencillo que es dominar a un altivo hombre si eres buena con la boca. Morder un poco la tetilla izquierda, lamer un tanto el ombligo, chupar bien el glande, jugar con la lengua por la hendidura que ya derrama deseo, morder un poquito el tronco con labios y dientes, chupar los testículos con cara golosa, subir y bajar por el gran o pequeño falo de turno y listo...

Soy tuyo, gata, soy tuyo

Lo sé... – sonreír y seguir con mi delicioso trabajo.

Terciopelos carmesí acariciando mis formas mientras mi boca y mi mente viajan en direcciones diametralmente opuestas: Con una lamo, chupo, muerdo, me deleito las papilas ante la noble sangre que se rinde ante mí; con la otra, veo los ojos de mi amado clavados en los míos, la luna compañera espía entre la copa de los árboles; las fieras rondándose en círculos, lucha de Oscuros, sonrisas perversas esperando el primer ataque, la primera dentellada.

Gemidos masculinos en mi oído, imágenes de otro cuerpo desgarrándome la piel.

Primer ataque: Mi lengua se apoya en el glande, la punta presiona un poco, luego rodea. Primera imagen: El abrazo apretado, los pechos reconociéndose en los latidos, traduciendo golpes incansables que nos llevaban el uno al otro en cada paso, en cada respiro. Segundo ataque: Mi boca descendiendo lateralmente por el miembro ardiente, apretando con suaves besos la piel que va encontrando. Segunda imagen: Su pelvis pegada a la mía en el abrazo, el inicio de la danza dionisíaca, lujuriosa. Tercer ataque: Las ansias me elevan por la punta del pene que degusto, lo introduzco lentamente dentro de mi boca, hasta la garganta. Tercera imagen: Mis dedos viajan por la espalda de mis sueños primero apretando, luego arañando francamente, y su boca succionando sangre que aún no sale de mi cuello. Cuarto ataque: Chupo con fruición subiendo ágilmente, gime mi presa. Cuarta imagen: La sombra de nuestras pupilas se conectan "Sólo tuyo – Sólo tuya" . Quinto ataque: Mis manos masajean tronco y testículos, mi boca desciende y asciende golosa, húmeda, caliente. Quinta imagen: Muerdo mi labio inferior, un hilo de sangre escapa hacia mi mentón; muerde su labio superior y también sangra. Sexto ataque: Mi cabeza sube y baja, gira a un lado y al otro con el eje de carne noble metido entre mis labios, mi presa se mueve enloquecida. Sexta imagen: El beso de sangre, esencias mezcladas en agridulce sabor dentro de las bocas ensalivadas de puro apetito animal; "Es un animal que alimentarás hasta el fin" . Séptimo ataque: Arañazo en el pecho, quejido de dolor y placer, apretón de labios y succión profunda, se contraen mis mejillas, mis labios emblanquecen, grita mi presa y me aparto oportunamente. Séptima imagen: Mi voz pidiéndole, rogándole, que me haga el amor, que me penetre el cuerpo y el alma.

Pero no dieron los tiempos para seguir disfrutando.

Precoz, muy precoz... – limpiando el semen que se derrama por mis senos.

Aguanté lo más que pude, pero es que chupas como nadie, además te gusta que me rinda a tus pies.

Es verdad...

Acaba la frase con un pitido molesto proveniente de mi bolso.

"¿Terminaste con tu presa de hoy?". Se ennegrecen las esmeraldas, chillan ardores de fuegos en ira. "Sí, me excita, me atrae, me enloquece. Por tu parte, imagino que sus celestes brillan con tu carne entre sus labios, lo sé" . La rabia me enceguece. "No, no me importa nada. Sí, sonrío, la Oscuridad es mi camino y a ti te gusta. Me encanta incitar tu negrura y sí, felicítame, lo hago perfectamente ¿no?" . Susurro y mi galán locuaz besa mi espalda desnuda, juega con sus manos entre mis senos y se escapa un gemido de satisfacción. "Algún día pasará, deja el drama, el cielo de los olvidos también nos pueden bañar, eso fue todo lo que dije… No puedo hablar Ángel Oscuro… Sí, estoy con él… No, no vengas, son nuestras esencias y lo sabes. No vengas, no podrás entrar..."

Tuuuuuuuuu Tuuuuuuuu Tuuuuuuuuuuuu – Se corta la comunicación.

La ligera preocupación es totalmente erradicada por llamaradas de rabia imaginándolo con ella, tonta niña enceguecida por oscuridades que no entiende, oceánicos angelicales corruptos entre mordidas y chupadas lujuriosas al cuerpo de mi amado oscuro. Erradicada también, debo admitirlo, por las manos de mi cazador cazado que se pierden por los pliegues de mi piel luego de besarme silenciando mis gemidos placenteros. Me excita; sí, sabe, sabe hacerlo; pero más me excita la negrura de mi Ángel enfierecido al saberme en otros brazos tan expertos. Sin embargo, entre todo ello, tal vez me encienda aún más la rabia de saberlo manoseado por la víctima de turno, saber que su última presa ha sido particularmente satisfactoria para él en las artes amatorias (como si fuera tan difícil, mamar, cabalgar, dejarse cabalgar y dejar los agujeros llenarse como se puede y como no, cada noche) Y así, estimulado mi deseo en rabias, manos sapientes, adrenalina aterrada y ajenjo; me desato a morderle los labios con bestial apetito, imaginando, entre cada dentellada, las oscuras sombras de los ojos de mi amado mascando rabia, su pecho apretado de odio al imaginarnos, y, al mismo tiempo, consciente del amor que le llena por saberme su espejo y la certeza que tengo de que le enloquece percibirme tan cazadora como él.

Mi mente vuelve a jugar y lo imagino parado en la puerta, con su alma disparando ira y su sexo respondiendo a sus bajos deseos, a sus peores e inconfesables instintos; mientras mi galante cazador me penetra poco a poco, lentamente, para que mi oscuro no pierda detalles, para que mi entrepierna tampoco los pierda. Pliegue por pliegue, vena por vena, puedo sentir el palpitar del miembro que entra y mi alma se regocija sabiéndome vigilada por mi oscuro, que está en mí, que siente mis éxtasis, mis odios y mi entrega profunda solamente a él.

No puedo controlar los viajes oscuros de mi alma; no puedo, ni quiero suprimir la intensidad que se me otorgó al nacer como don o como castigo, con la que he tenido que aprender a vivir, con la falsedad de mi mirada para todos, con la ira siempre creciente por el mundo, con los vuelos de mis incomprensiones, con el cofre maldito de palabras y gestos para un rostro que ya no es desconocido... con todo ello he vivido y mientras el miembro embate contra mí, mientras el ardor de la piel excitada me quema por dentro y por fuera, sonrío pensando en la sangre de mi amado corriendo entre mis labios, corriendo entre mis venas... "- Somos uno Ángel Oscuro - UNO, mi Alada..." y las manos heridas por voluntad propia apretándose entre ellas con fuerza sobre las sábanas mientras lo cabalgo, apretadas no sólo ellas sino yo contra él, mi boca en la suya, los párpados atrapando instantes dentro de los sueños otorgados.

En el destino estaba que fueras para mí, juntos al fin amor y juventud y al fondo niebla... luz ; tarde y nunca tarde mi Ángel Oscuro, tarde para rescatarnos pero a tiempo para acompañarnos, como me acompañas ahora mientras las oscuridades se me sacian con una nueva presa; me abordas, impregnas mi mente, contigo repasando siempre las mismas escenas. "Qué perfecta conjugación de sentires, de añoranzas, de oscuridades, de luces, de un amor que nació antes de todo tiempo" , viene a mi mente, como una ensoñación, como una voz siempre presente, siempre latiendo, siempre queriendo más, siempre más...

Y termino con mi guerra de imágenes interrumpidas en mis primeros ataques. El instante es una madeja de irrealidades que se suceden y el tiempo que mi excitación crece por el estímulo de la carne en mi sexo, las manos apretándome, los labios intentando besar y marcar terrenos ya conquistados; es totalmente insipiente al lado del tiempo de mis vuelos a sus caricias, naciendo en dentelladas que se devoraron las almas en el segundo eterno; otra paradoja más de los relojes que nos guían, a él y a mí, sólo a nosotros. Inentendibles, monstruos, bestias escondidas en rincones donde todos buscan y ninguno encuentra, amantes hasta el fin tomándose el cuerpo, besando el pecho, penetrando el sexo...

Imágenes revueltas, el antes y el después de las bestias, nadie busque linealidad en los torcidos trazos del destino en mentes enamoradas. Justamente penetrada por un cazador ausente de la verdad y mientras tanto las uñas de mis recuerdos rasgando la espalda de mi Ángel Oscuro hasta los glúteos, incitando ardores que me ahogan por dentro entre llamaradas siempre presentes. Sus manos hechas garras en mi cóccix, en la hendidura de mis nalgas, llegando, desde atrás, a una cueva húmeda que lo llama, que siempre lo llama. Incluso hoy, incluso ahora.

Hazme el amor, mi Ángel, hazme el amor...

Y un gemido equivocado por respuesta y una sonrisa de mis labios y una imagen tapando los oídos que no quieren oír mentiras, tan sólo recuerdos.

"Te amo mi alada, te amo de la manera más apasionada"

Enterrar mis uñas en los glúteos de mi mente, en los glúteos de la realidad, enlazando con mis piernas las caderas de dos hombres diferentes; uno mi presa cazadora, el otro, mi amante para siempre. Mi pecho sobre el galante, pero esta vez no hay beso, el momento que recuerdo ahora se queda en mis adentros; EL BESO se dibuja nítido detrás de mis párpados; me giro para recrear el instante en cuerpo y mente y mis amantes comienzan a moverse, sin penetrar aún; a uno no lo dejo yo, al otro le gusta jugar conmigo... "Hazme el amor, por favor, házmelo" , jadeos mudos que sólo yo puedo oír y yo misma cumplo mi petición sobre la presa que, expectante, espera bajo mi cuerpo.

Vaivenes de imágenes, vaivenes de cuerpos, vaivenes de espasmos ardientes; sudores mezclados, surreales; mi cuerpo se desmadeja con los efectos del ajenjo ingerido, la excitación crece y la mente me juega la última mano de irrealidades vivida. Ahí está él, mi amante oscuro, moviéndose conmigo, jadeando con la mirada oscura clavada en mis esmeraldas felices y se desata la fiera, se desatan las ganas... mi sexo aprieta el suyo entre los espasmos ya no contenidos del placer creciente, mis uñas se clavan en sus pectorales, mis gemidos se tornan gritos desparramados en el ambiente y hasta puedo ver las ondas sonoras que salen de mis labios invadiendo sus oídos, chocando con las paredes, vibrando en el jarrón persa que tambalea en la entrada. Se quiebran en mi garganta mil te amo que no digo; las lágrimas de tanto deseo se me derraman por la cara y mi amante oscuro se me desdibuja frente a mí mientras estallan los cuerpos que ahora se poseen y no, se aman y no; se tocan, sólo se tocan, otro verbo sobra y sólo un sustantivo cabe ahora: El Estallido. El golpe en mi conciencia de la entrega de mi presa ante mis ojos, de la entrega de mi amado en mi mente. Temblores se conectan por las dendritas y le dan la señal a mi vientre, oportuno momento para sentir líquido ardiendo que me invade por dentro... "Te amo mi Oscura – Te amo mi Príncipe" .

Luego la calma en el ambiente, el derrumbe de los cuerpos sudorosos, el latido del galante cazador pausándose poco a poco. Todo contrapuesto a los efectos que se producen en mí: mis sentidos se aguzan, lo siento, te siento Ángel Oscuro, ¿es tu rabia o la mía? ¿es tu cercanía o mis deseos de tenerte a ti aquí? ¿es con ella o conmigo que gozas?... caer en la realidad nunca es bueno para los Oscuros, el rostro que observo no contiene sus negros, el latido que vibra a través de su piel hacia la mía no es el que quiero recibir; maldita sea, qué inútil eres presa, qué efímero todo si no está él.

¿Otra copa de ajenjo Princesa? – Sonrisa falsa, satisfacción insípida.

Otra copa de sueños, mejor – "cualquier cosa que te saque el miembro flácido de mi entrepierna".

Me encanta cuando te pones romántica y mimosa.

"Y a mí cuando tú te pones idiota e iluso" – Extiendo la copa – Para eso sirve también el ajenjo ¿no?, con un sabor tan amargo y desagradable no hay más motivos para beberlo que "soñar" un poco y levantar hormonas si no estaban ya muy dispuestas.

Ojalá fuera sólo cuestión de hormonas estar contigo, Princesa.

Por lo menos eres inteligente, y no me digas "Princesa" tampoco, es un vocablo estúpido y fácil que usan los hombres simples para agradar a las mujeres idiotas que se lo creen por un momento, o por demasiado tiempo, según el grado de engaño al que estén sometidas en la vida. – Levantarme y tomar el vestido tirado en la alfombra suave, peluda y tersa que se mezcla entre las plantas de mis pies – Lo bueno de este lugar es que todo acaricia – apenas dejar resbalar la tela del vestido sobre mi piel y dejar abierta la línea de botones entre los senos.

Me gusta observar a mis presas luego de devorarles un poco el alma como les he devorado el cuerpo. Los momentos después del sexo son especialmente sublimes, el miembro descansa como un buen guerrero luego de la batalla, el cuerpo brilla entre sudores que se van secando poco a poco, los músculos aún tensos dibujan lo mejor de las siluetas, el cabello desordenado (cuando lo tienen) resbala opaco sobre su cabeza, el pecho se levanta y se acuesta en una respiración que se aligera para alcanzar su punto normal. Deberían hacer estatuas de hombres luego del sexo, con las vibraciones de la piel incluidas. Lo dicho, son sublimes.

Apenas un poco de ajenjo en su copa y en la mía, tomar su pantalón y calzárselo sin mucho pavoneo. No es un noble, no es un galante cazador, es un hombre, simplemente un hombre satisfecho; con los miembros desmayados, con los ojos brillando victorias falsas, dirigiéndose hacia mí con las copas en las manos y sentándose a mi lado para intentar conversar, aunque realmente no me apetece. No lo escucho, asiento y niego según la expresión que me dibuje el rostro, sonrío perversa por momentos, "una presa más, otro desencuentro. Yo nunca miraré dentro de tus ojos otra vez". De nuevo el extraño designio que una vez emitido en mi cerebro desata sonidos de maderas quebradas más allá, luego más acá, y porcelanas que revientan contra el suelo y él, tan hermoso, tan negro, tan oscuro, tan mío, tan puro, parado con un arma frente a nosotros.

¿Qué crees que estás haciendo? ¿Cómo te atreves a entrar de esa manera en mi posada? Piérdete en tu cielo de soledades y odios inútiles. Vamos, vuela lejos – Suelta borbotones de palabras sin sentido el cazador galante, mis latidos se ennegrecen, dibujan oráculos de muerte.

Oscuro, te he dicho que no vengas. Vete, que luego lo hablamos – ¿qué es este miedo que se dibuja en el alma?

¿Luego lo hablamos? ¿Que me vaya? ¿Cómo puedes estar con este tipo? Me insultas mi amor, me pisoteas el pecho y peor, me empujas a la calle, como lo hace él – resuma ira mi amado, su pecho se infla y desinfla desesperado, no puedo dejarlo pensar así; él me comprende, ¿qué le sucede ahora?, ¿Decepción?, ¿Es eso lo que veo en sus ojos?. Apunta a mi cuello con el arma, "En tus manos moriría en paz" responde mi mente.

Déjate de idioteces, cobarde. Vete de aquí maldito, antes de que te deshaga el alma – ¿pero este idiota está loco?, debo detener esto. Mi Ángel Oscuro no me da tiempo...

¿Deshacerme el alma? ¿Tú, deshacerme el alma? – apunta al pecho de la presa, el tiempo se me acaba... "Te amo mi ángel, qué hermoso te ves bañado de oscuridades"

Basta mi amor, deja eso. Me amas tal cual soy. También soy esto... una cazadora sensual y ardiendo como tú. Que en este momento esté con él, no quiere decir que lo prefiero. Te amo, por dios, ¿no lo ves? Te amo sólo a ti, siempre más. Sólo tuya mi amor, sólo tuya – se escapan desesperadas las palabras, nada me importa, sólo él. "Sólo tuya – Sólo tuyo" y dos lágrimas, las que con su nombre siempre he guardado en el cofre de mi alma, se derraman por mi rostro mientras le veo cerrar los suyos.

Ha sido suficiente. Vete antes de que te arrepientas de haber venido – Derrama ira también el cazador ante mis palabras, ante la impronta que le han dejado. Lo veo esta vez con ira... ¡si pudiera tomar el arma y acallarlo con mis manos!... si tan sólo valiera la pena... pero en nuestro mundo estamos él y yo exclusivamente, sólo él para mí, sólo yo para él y Uno, somos Uno. Siempre espejos, él le dice las palabras que yo misma quiero decir.

Es mía, soy suyo, para siempre. Lo lamento por ti – abriendo los ojos y disparando con ellos la verdad directo a su corazón noble, pisoteado por los dos. Tira el arma y relaja los miembros. Ha comprendido. La fiera se aplaca, la fiera me ama. Me mira con las iras calmadas pero con la negrura de siempre exacerbada - Te amo mi reina de las noches, mi espejo, mi igual – sonríe para mí, asiente con la cabeza y gira dirigiendo sus pasos lánguidos a la salida.

Hay momentos en que los latidos se detienen, los oídos se cierran y los movimientos parecen sucederse en cámara lenta aunque sean realmente más rápidos que el viento. El cuadro hermoso de la espalda de mi amado oscuro estaba ante mis ojos nublados por las precedentes lágrimas derramadas y apenas pude vislumbrar el brillo del cañón que se erguía a mi lado, apuntando hacia él. Un aviso que llega tarde, las ondas sonoras se empeñan en retrasar su viaje, en contra de toda ley física – No lo hagas maldito, no te atrevas – y yo queriendo correr más rápido que ellas para cubrir al cuerpo de mi amado de las balas que salen, sedientas de la ira de quien las dispara, directo al pecho de mi Oscuro, que se ha girado. Uno, dos estallidos; yo corriendo contra las ondas sonoras, yo corriendo contra las balas; una perforación en el hombro que escupe sangre, un alarido – mierda – otra perforación más abajo y más sangre cayendo a borbotones junto con él, ahora rodillas al suelo. Tambalea mi mundo, se requiebra mi alma, trastabilla él y cae de espaldas. Grito ira, grito dolor, no entiendo ni mis propias palabras, ni mis propios insultos, el lenguaje se me antoja inútil ante mis oídos sordos de rabia y desconsuelo. Pasmados mis sentidos junto a los de mi amado amante en el suelo; en el suelo como el arma que brilla ante mis ojos, como el arma que llaman mis manos, como el arma que descargo ante un sorprendido cazador que no tuvo ni tiempo de entender (ni de intentarlo). ¿Cómo pude olvidar que era también un cazador? ¿Cómo no presentir que querría marcar su territorio a sangre viva?. Ahora, caído, no es nada, ni él ni mi ángel negro de mis noches felices... ¡qué rabia y qué dolor en un alma que en mí está muriendo!.

Arrojo el arma con toda la carga de desprecio que segrega mi pecho hacia todo, pero sobre todo hacia el maldito destino ¿por qué me obligas a tener que llorarlo y rogarle lo que no puede darme? – te amo mi amado, te amo. No me dejes sola, por favor, no me abandones. No puedo seguir si no estás, no te vayas. Quédate conmigo mi amor, o llévame... pero no me dejes sin ti – besarlo mil veces, rogar que con la fuerza de mi beso su alma se dispare a latir de nuevo – No me dejes sola, por favor, abrázame mi amor, quiero sentirte – Su vida se me apaga, su aliento se le va en decirme en un susurro: "Siempre más..." y deja de latir, deja de calentar su piel, deja de respirarme la vida tras su último aliento. Sí, deja de respirarme la vida, no pudo siquiera abrazarme ya, nada tiene sentido.

Decidida y firme, suelto por un momento el cuerpo de mi amado oscuro y tomo de nuevo el arma. Caliente aún el cañón, lo poso sobre mi pecho, del lado izquierdo. Dolor nuevo en la carne, dolor viejo en mis adentros. Olor a piel quemada, tatuando el sufrimiento, tatuando el camino. Regreso al cuerpo rendido de mi amante; un beso en la frente, un susurro - te amo, siempre más, mi amor... Amantes hasta el fin, y yo muerta contigo, en la próxima vida nos encontramos, te espero... - y ahí, sobre él, un nuevo estallido. Luces destellantes en los ojos perdidos, ardor en la piel, lacerante rapidez clavándose en el pecho, descansando en el corazón. El cuerpo cayendo sobre él y mi último esfuerzo yéndose en darle mi último beso de sangre. Siempre más, siempre más, siempre más ...

El tiempo se detuvo en mi esmeralda mirar, la negrura de sus ojos era mi respuesta.

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