Salvo el trabajo a su marido

Silvia conoce que van a despedir a su marido del trabajo. entonces decide visitar al jefe de su marido, y lo convence para que no lo despidan.

Llegué apenas unos minutos tarde, lo justo para que mi marido Carlos no sospechara nada. Lo encontré leyendo un libro, ya había preparado la cena. Nos

saludamos como siempre, me dio un ligero beso en los labios. Mis labios, los mismos que apenas un instante atrás estuvieron besando una polla rebosante de

semen. La del hombre más odiado por mi marido.

Carlos no sabía que yo era la amante de su jefe, Roberto. Se odiaban profundamente, se despreciaban. ¿Por qué entonces me dejo poseer por él, por qué

le permito que me haga cosas que ningún hombre me hizo jamás? No es fácil responder. Yo amo a Carlos, y haría lo que sea por ayudarlo. Por eso esta historia comenzó cuando me enteré de que Roberto estaba a punto de despedirlo.

Así fue que aparecí en su oficina un día que mi marido no estaba, a pedir clemencia. Y descubrí que Roberto es el ser más despreciable de la tierra, pero

también el que cambió profundamente mi vida. Miré a Carlos, aún de pie y con mi

abrigo en la mano. Mi marido leía tranquilamente, ni se dio cuenta de que debajo

de la falda no llevaba bragas. Se las había quedado Roberto como un trofeo. Mi

sexo estaba libre, al aire, todavía húmedo y abierto, con las huellas frescas de

la penetración dura, fuerte, persistente, que me había hecho la verga de mi amante. No me había lavado, porque así me lo había pedido, de modo que si Carlos

hubiera prestado más atención habría sentido el fuerte aroma del abundante semen, que diez minutos después de su corrida, aún resbalaba entre mis muslos, o bien el olor

de la polla que Roberto se habia hartado de restregar por mi cara  .

-¿Querés sentarte? -me preguntó.

-No, voy a cambiarme las ropas.

No hubiera podido sentarme. El ano me ardía de manera insoportable, porque le

había permitido a Roberto que me tomara por detrás. Cuando me tenía en cuatro

sobre la cama como a una perra, con todo mi cuerpo sudado, gimiendo de dolor,

tirándome del cabello, me había dicho al oído: -¿Lo hacés así con tu marido? -No... nunca... me ha follado por el culo -respondí entre jadeos.

-Mejor... este culo es mío, sólo para mí... solamente yo te puedo romper el

culo, ¿Sabés? Para el cornudo de tu marido... nada.

En silencio, yo lloré del dolor, de la humillación, del placer. Roberto me abrió

las nalgas al máximo, la penetración fue más profunda, su pene era una barra de

carne increíblemente dura hundiéndose en mi esfínter.

-Qué lindo es follarse a la mujercita de ese idiota, y encima por el culo. Estás

re buena, ¿sabías? Sos demasiado para el imbécil de tu marido. Ni debe saber cómo hacerte gozar. Vos necesitás otro macho, uno de verdad, como yo, que te deje bien cogida, ¿no es cierto?Después de penetrarme hasta el cansancio por el

ano, Roberto me hizo arrodillar entre sus piernas. Se masturbó enérgicamente y

me roció de semen el pelo, la cara, la boca, los pechos.

-Silvia... me calentás desde el primer día que te vi -dijo mientras yo le limpiaba con la lengua los restos de esperma del glande.

La tarde que aparecí en su oficina a pedirle clemencia fue la primera vez que

nos vimos. Me hizo sentar en un sillón frente a él y sirvió café.

-¿Tu marido sabe que estás acá? -fue lo primero que me preguntó.

-No, ni debe saberlo.

Yo le hablaba y él me miraba intensamente. Observaba mi rostro, y también el escote de mi blusa y mis piernas. En sus ojos había un brillo cuyo significado

comprendí inmediatamente.

Yo le hablé de Carlos, de cuánto necesitaba el trabajo, de cuánto se esforzaba

para cumplir todas las tareas.

-Mi marido está dispuesto a hacer lo que sea para que usted no lo despida.

-¿Y vos, su esposa, estás dispuesta a hacer lo que sea? Dijo eso, y apoyó una de

sus manos en su paquete. Podría haberlo abofeteado y salir corriendo, pero yo

era una mujer desesperada. Desde el momento que decidí ir a verlo me preparé para cualquier cosa.

Me deslicé del sillón y quedé de rodillas entre sus piernas. Mirándolo a los ojos le desabroché el pantalón, metí la mano dentro y encontré su verga gorda,

grande. Roberto sonrió. Se la saqué afuera, la miré unos segundos, me incliné y

la tragué toda. Mientras chupaba la polla da Roberto, recordaba que cuando le mamaba a

mi marido, le exigia que la tuviera limpia, en cambio estaba haciendo una mamada a una polla que olia  fuertemente a sexo y sabia salada, posiblemente Roberto no se habia

aseado despues de follar con su mujer.

De todas maneras me estaba encantando tanto su sabor como el fuerte olor a macho que desprendia el cuerpo de mi amante.

Yo no he estado con muchos hombres. Tuve un par de novios, luego conocí a Carlos, nos casamos, y le he sido fiel. Y en el sexo, siempre hice cosas tradicionales. De modo que la de Roberto era la tercera polla que mamaba en mi

vida, y por lejos la más grande.

¿Por qué hice eso, por qué tuve ese gesto inesperado que me sorprendió hasta a

mí misma? Ya dije que estaba desesperada, pero además soy una mujer fácilmente

influenciable, y me sentí intimidada por la personalidad de Roberto. Descubrí

que me hubiera sido imposible decirle que no. ¿Me sentía atraída por él? Quizá,

pero más bien me sentía dominada por él. Me tomó del cabello y la nuca para marcarme el ritmo de la mamada, arriba, abajo, arriba, abajo.de vez en cuando me la sacaba de la boca y le pasaba la lengua por los huevos y subia por toda la polla hasta el capullo donde le daba varios golpecitos, luego me la 

volvia a meter hasta la garganta, asi estuve mas de 15 minutos Roberto gemía y musitaba cosas con voz entrecortada

-Así... así... mmm... qué boquita preciosa...vamos tragatela...aaaagg que bocaaaa.

Jamás había estado en una situación así. A veces le hacía mamadas a Carlos, pero

sólo un ratito, hasta que se le ponía dura. Nunca me la tragaba entera, sólo le

chupaba la cabeza. Pero Roberto hacía que todo su tronco mojado se me deslizara

hasta la garganta, provocándome arcadas. Y lo que menos hubiera esperado es que

explotara en mi boca. Cuando sentí su leche saliendo a chorros intenté retirarme, pero me agarró más fuerte de la cabeza.

-¿Adónde vas? Tomátela toda mi amor, sentí qué rica está...

Así fue como, por primera vez, probé el semen. Su sabor me pareció imposible de

definir o comparar, y aunque traté de tragarlo rápido, sentí que se me quedaba

pegado en la garganta.No me disgustó, todo lo contrario.

-Mmmm qué bien la chupás... vos en la cama debés ser un infierno -me dijo Roberto.

Limpié mis labios carnosos con un pañuelo de papel y bebí un sorbo de agua. El

me acarició las piernas. Cuando sentí su mano subiendo debajo de mi falda lo detuve.

-Tenés unas piernas espectaculares, deberías lucirlas con faldas más cortas.

Recogí mi abrigo y fui hasta la puerta. Giré y volví a mirarlo a los ojos.

-Carlos seguirá trabajando aquí, ¿verdad? -Por ahora sí -contestó Roberto con

una sonrisa maliciosa.

Iba a salir cuando me tomó por el brazo.

-Mañana vienes a esta hora, y te confirmo todo lo de tu marido, que lo tengo que discutir con el Jeje de la fabrica, Y ahora dejame hacerte una pregunta Silvia ¿Te mojaste?Puso su mano en mi entrepierna por encima de la falda. Sin responder

me fui.

Caminé hasta mi casa, me parecía que todo el mundo me miraba. Compré varios caramelos de menta, pero era inútil, aún sentía el sabor del semen en mi boca. Y

lo peor de todo es que sí, mi entrepierna estaba mojada. Ese día llegué antes

que Carlos, le preparé la cena y me acosté, inventando un dolor de cabeza.

A la mañana siguiente me presente muy arreglada ante Roberto, llamé a su puerta

y me hizo entrar inmediatamente.Me dió dos besos en la mejilla a modo de saludo, y

comentó lo guapa que venia y lo bien que me sentaba la falda, más bien corta, que me habia puesto para la ocasión.- Sientate en el sofá- me dijo, tomandome del brazo.

Se puso detrás mia y comenzó acariciando delicadamente mi cuello y hombros. Tuve un leve estremecimiento y se me puso la carne de gallina.

-Te noto tensa Silvia, tranquilizate, todo va a ir muy bien para tí-dijo rozando sus labios con los mios. -Ya tenemos tomada una decisión sobre tu marido, ahora tu debes tomar la iniciativa.Dicho esto puso sus manos sobre mis pechos y me los

estuvo acariciando, pudo notar como mis pezones se endurecieron.

No podia negar dos evidencias, una que estaba alli para salvarle el trabajo a mi

marido,  a cambio de entregarle mi cuerpo a su jefe; y dos, que lo que iba a hacer no me desagradaba. Tanto es asi que acaricié su polla sobre el pantalón, al poco noté como crecia y se ponia dura, bajé la cremallera y liberé el enorme pollón del jefe de mi marido, pude oler el fuerte olor a sexo que desprendia, sin duda a Roberto no le gustaba asearse después de follar con su mujer, al pasarle la lengua por el capullo, noté que habia tenido sexo anal con ella. Estaba tan excitada que no me importó, tomé la polla y la engullí hasta la garganta. Más tarde me enteraria que un par de horas antes una de las secretarias de la empresa, con su puesto en peligro, le habia entregado su culito para salvar su trabajo.

Roberto bufaba de placer, me pidió que me quitase las bragas y metiese dos dedos en el coñito, así lo hice, mi coño estaba encharcado, el me agarraba la nuca para meterme la polla hasta la garganta.

En el estado en que estaba, no me dí cuenta que la puerta del despacho se abrió a

mis espaldas, y que alguien estuvo un rato observando las escena. Estabamos en plena faena Roberto y yo cuando de repente noto que alguien me estaba subiendo la faldita, quien fuera podia ver mi desnudo culo y a mi mano que no cesaba de masturbar el caliente coño. No paré a preocuparme de quien estaba detrás mirando y subiendo mi falda, mi calentura era tal, que a la recatada esposa de Carlos lo unico que pedia era sexo.De Repente algo que debia ser la lengua del desconocido empieza a acariciar mi agujerito posterior, di un respingo, no grité pués mi boca estaba llena de la polla de Roberto, entonces noté que me estaban ensalibando el culo, echo lo cual, el desconocido que se

habia sacado la polla empezó a ensartarmela. entre esto, mis dedos en el coño, y la

polla de Roberto ensartada hasta mi garganta tuve una corrida que me dejó desmadejada, al mismo tiempo el desconocido que me estaba dando por el culo tambien se corrió, lo noté porque su polla al soltar grandes cantidades de semen se deslizaba sin dolerme por

mi antes dolorido ano, Roberto me hizo tragar todo el semen que la enorme corrida le habia provocado.

-Silvia,cariño no te habrá importado darle tu culito al Jeje de fabrica, verdad? Por cierto el es el responsable de que tu marido siga en la empresa, es más estamos pensando hacerle supervisor, no es cierto Luis?. Dijo sonriendo mientras le miraba.

-Estoy seguro de que Carlos puede llegar lejos en la Empresa y entre los tres lo vamos a conseguir, verdad Silvia ?.

Silvia que estaba tumbada en el sofá asintió sin decir nada, todavia estaba en estado de shock por el tremendo orgasmo que los dos hombres le habian proporcionado. Nunca habia tenido sexo con dos hombres a la vez, la sensacion de sentirse penetrada por el culo y la boca es extraordinariamente placentera.  -Por favor que Carlos no sepa nada de esto, musitó en voz muy baja.

-No te preocupes, dijo Roberto, el cual estaba acariciando el clitoris de Silvia con la lengua. Luis le besaba la boca donde sus lenguas se enlazaron en un apasionado beso.

Sus tetas ya las tenia al aire y estaban siendo acariciadas por Luis, de pronto notó la polla de Luis en su mejilla y rozandole los labios, abrió la boca y no le importó tragarsela, le encantó la mezcla de sabor del semen del hombre con el de su culo. Roberto ya se la habia ensartado en el coño, era demasiado tuvo otro orgasmo grandisimo.

Entonces le dieron la vuelta, la pusieron a cabalgar sobre Luis con la polla dentro,a Roberto no le costo ningún esfuerzo metersela por el culo, este se encontraba completa- mente inundado por el esperma de Luis. Durante más de 20 minutos me tuvieron follando, era fantastico sentirse perforada por la polla de dos hombres, el mete-saca de ellos la estaba enloqueciendo hasta que no pude más y me corri por tercera vez, casi al mismo tiempo

que ellos se descargaban a conciencia en mi culo y en el coño.

A la semana siguiente estaba sola en casa y sonó el teléfono. Era Roberto. Yo

sabía que iba a llamarme, lo estaba esperando con una mezcla de deseo, angustia

y temor.

-Quiero verte -me dijo.

-No puedo, aqui no, mi marido vendrá en cualquier momento.

-Tu marido está tapado de trabajo y estará ocupado varias horas, yo me encargué

de que así sea. Claro que también puedo hacer que de golpe no tenga nada de trabajo. Nada de nada.

La amenaza era bien clara.

-¿Qué decís Silvia? ¿Nos vemos o no? -¿Dónde? -pregunté con un suspiro de resignación.

Llamé a Carlos para decirle que iba a estar en lo de mi madre y fui a la dirección que me dio Roberto. Pasó a buscarme por allí en su auto y me llevó a

un hotel. Me hizo de todo,en la habitación  frente a los espejos para que yo no perdiera detalle. Pude observar su verga penetrando en mi boca, entre mis pechos, en mi vagina, en mi ano. Me lo hizo en

todas las posiciones, sobre la cama, sobre el piso alfombrado, de pie, en el baño. Tres veces me dio su semen. Quedé agotada, dolorida. Y, algo que me cuesta

admitir, tuve una increíble cantidad de orgasmos. Intensos, profundos, que me

hicieron gritar como nunca antes lo había hecho al tiempo que me retorcía, clavada por su verga. Roberto fumaba un cigarrillo, yo estaba desnuda a su lado,

hecha un ovillo, me sentía bien y mal al mismo tiempo. Bien por todo lo que había gozado, mal porque pensaba que en ese mismo momento mi marido estaba entre

papeles, haciendo su trabajo, ignorando todo, creyendo que su mujer acompañaba a

su madre enferma.

Roberto tenía una particularidad: me halagaba como nadie. Carlos ya había dejado

de hacerlo, muy de vez en cuando me decía que estaba linda o cosas así. No era

muy demostrativo, pero su jefe era todo lo contrario.

-Sos hermosa, tenés una cara de muñeca y un cuerpo precioso. No entiendo qué

hacés con ese imbécil de tu marido.

Yo me sonrojaba al escucharlo.

-Tus tetas son un sueño, tienen pezones hermosos. Y tus piernas, tu culo... y la

concha que tenés es perfecta. Además resultó como yo pensaba, en la cama sos un

infierno.

Roberto se estaba entusiasmando otra vez, pero yo ya no quería más.

-Es tarde, tenemos que irnos.

-Sí, es una lástima.

-Voy a bañarme.

-No, no, no, nada de bañarte, llévate la lechita en el cuerpo, te hace bien a la

piel.

-Pero… tengo que volver a mi casa.

-Tu marido ni se va a dar cuenta… vas a ver -dijo riendo con maldad.

Cuando me estaba vistiendo tomó mis bragas y se las guardó en el bolsillo.

-Me las quedo como recuerdo.

En el camino de regreso no hablamos, y cuando bajé del auto quiso besarme, pero

no se lo permití. Llegué a casa, encontré a Carlos leyendo un libro con la cena

lista.

-¿Querés sentarte? -No, voy a cambiarme de ropas.La falda tenia grandes manchas del semen que se habia escurrido entre mis piernas proveniente de las corridas de Roberto en mi coño y culo.

-¿Cómo está tu madre? -Bien, tenía ganas de verme, por eso me pidió que fuera.

Me alejé hacia el dormitorio.

-Silvia.

-¿Qué? -¿Esa pollera es nueva? -Ah, sí, la compré el otro día. ¿Por qué? -Nada,

es linda. Es más corta que las que usás habitualmente.

Traté de que mi voz no temblara al responder.Me retiré dándole la cara para que

no viera el desastre que su jefe habia provocado en mi ropa.

-Sí, un poco más corta. Carlos, voy a bañarme.

-OK, te espero para cenar.

Bajo la ducha noté mis pezones enrojecidos por los chupones y mordidas de Roberto. Los acaricié suavemente, estaban muy sensibles y no pude evitar excitarme. Froté el resto de mi cuerpo con lentitud, regalándome un masaje sensual. Me toqué con cautela el ano, estaba cerrado otra vez, me parecía mentira que se hubiera abierto tanto como para soportar todo el miembro del jefe

de mi marido. Luego me vi desnuda al espejo. Roberto tenía razón, a mis casi 30

años mi cuerpo era bonito, proporcionado. Soy alta, de largo cabello castaño claro, mis pechos son grandes y están en su sitio, tengo buena cintura, el trasero levantado y las piernas firmes y torneadas. Suspiré y me vestí para la cena. Casi no podía

concentrarme en la charla con Carlos. A cada momento me venían a la mente imágenes de la tarde que había pasado con Roberto. Veía en ráfagas su cuerpo desnudo, velludo, con una erección inmensa, o me veía a mí misma en los espejos,

rodeando su cintura con mis piernas, o me parecía sentir sus fuertes empujones

mientras me tenía en cuatro sobre la cama, o escuchaba su voz caliente en mi oído diciéndome obscenidades mientras me enculaba. El ano aún me dolia y mis mis pezones estaban duros, por no decir de mis doloridas mandibulas,con agujetas de tanto como se la habia mamado.

Estos pensamientos me pusieron en un estado de excitación tal, que noté que estaba totalmente encharcada en mi entrepierna, me crucé de piernas para rozar mis labios vaginales, estuve a punto de provocarme un orgasmo en presencia de Carlos.

-¿Te sentís bien Silvia? -Sí, sí, estoy un poco cansada nada más.Subí al baño y terminé de masturbarme, me corri intensamente pensando en la tarde que habia pasado con Roberto.

Cuando regresé Carlos seguia con lo suyo-Yo también estoy cansado. No aguanto más al cabrón de mi jefe, es un hijo de puta.

Tragué saliva, intenté controlar el temblor en mis manos. Carlos siguió: -Hace

unos días creí que estaba en la lista de los despedidos, pero por suerte parece

que no es así -Me alegro -dije débilmente.

-El trabajo me gusta. Lo único malo es que tengo que soportar a Roberto. Es un

imbécil, un hijo de puta. Cuánto odio a ese miserable.

Me puse pálida. Sentí la risa de Roberto, experimenté la sensación de estar otra

vez desnuda bajo su cuerpo, clavada por su verga, me pareció escucharlo cuando

me decía "qué lindo es follarse a la mujercita de ese imbécil de Carlos".

-Es la peor persona que he conocido.

-Basta Carlos, no pienses más en eso -le dije, pero para obligarme también a mí

misma a quitar los pensamientos que me rondaban la cabeza.

Fuimos a la cama y por suerte Carlos se durmió enseguida. No tenía deseos de hacer el amor con él.

Tres días después llamaron a la puerta de casa. Carlos recién se había ido al

trabajo, pensé que había regresado porque se había olvidado algo. Yo aún estaba

desayunando, y le atendí en camisón. Casi me caigo del susto cuando encontré a

Roberto parado, sonriente, con un ramo de flores en la mano.

-¿Qué hacés acá? -Vine a visitarte.

-Estás completamente loco, Carlos puede volver en cualquier momento.

Roberto sonrió.

-No te preocupes, en la oficina lo espera mucho trabajo. No podés quejarte,

ahora trabajo le sobra,y a lo mejor le subo el sueldo. Dijo mientras me miraba con intención inequívoca. Ya imaginé la forma en que mi marido iba a "conseguir" un aumento de sueldo.

-¿Qué querés? -Nada, quería ver cómo sos a esta hora. Dicen que para conocer a

una mujer hay que verla recién levantada. Y confirmé mis sospechas: sos hermosa

a cualquier hora del día.

El corazón me latía a mil palpitaciones por minuto. Roberto recorrió un poco la

casa, pero sobre todo me miraba de pies a cabeza.

-¿Siempre usás ese camisón transparente? -Tengo otros -respondí con timidez, sin alzar la

vista. Su presencia me perturbaba fuertemente.

-¿Y siempre sin sostén? -preguntó acariciando delicadamente mis pechos.

-¿Como es es que no llevas bragas? dijo abrazandome por detrás y  llevando su mano a mi coño por encima del camisón.

-Déjame Roberto.Ante la insistencia de el le aparté las manos dandole un empujón.

-Yo te pediría que uses siempre camisones transparentes. Con tu cuerpo, te

quedan perfectos. El que llevás puesto ahora está muy bien, deja ver la sombra

de tus hermosos pezones, y el triangulo de los pelos de tu coñito.

Me tomó por la cintura y me dio un largo beso, metiéndome la lengua en la boca.

En un principio intenté resistirme, pero cuando noté la dureza de su polla en mi coño me dí cuenta que este hombre iba a hacer de mi lo que quisiera. Estaba cachondisima,

lo notaba porque mi coño estaba encharcado por mis flujos.

-Quiero conocer tu dormitorio -me susurró al oído mientras besaba mi oreja.

-No, tenés que irte, no podés estar acá.

Pero lejos de hacerme caso me tomó de la mano y comenzó a recorrer la casa.

-¿Dónde es, por acá, o por acá?No tardó en encontrarlo, y se sentó en la cama

matrimonial.

-Así que acá es donde ese idiota te tiene todas las noches.

-Basta Roberto, tenés que irte, ten en cuenta que soy una mujer casada.

-¿Anoche hicieron el amor? ¿Hoy a la mañana quizá? -No te interesa.

-Estoy seguro que ni anoche, ni hoy. Lo percibo en tu mirada. Tus ojos son los

de una mujer insatisfecha.

-Basta, márchate, márchate por favor.

Yo seguía de pie, cruzada de brazos, como protegiendo mis pechos, y él sentado

sonriendo, dominando la situación.

-Contéstame una sola cosa y me voy. ¿Te coge bien? Acá, en esta cama, ¿te hace

gozar como te merecés? ¿Gritás como gritaste conmigo, llegás a sentir tanto placer en tu cuerpo que te parece que vas a explotar, que no vas a poder resistirlo? -Basta Roberto.

-Contestáme sólo eso, con la verdad, y me voy.

-Carlos es mi marido, lo amo.

-Eso está muy bien, pero te pregunté otra cosa.

Roberto comenzó a acariciarme las piernas. Su mano subía lentamente, por entre

mis muslos y yo no hacia nada por detenerle, es más, abrí instintivamente los

muslos para permitir que me tocase a su antojo.

-Es muy bueno conmigo, me ama. Dee..jame.

-Perfecto. ¿Y qué hay de lo que te pregunté?Su mano ya estaba en mis bragas, me

las bajó lentamente.

-Somos felices juntos, no sigas...dejame -dije, con mi cuerpo temblando de deseo.

-Me gusta saber eso.

Subí suavemente un pie y el otro para que me quitara las bragas. Luego su mano

volvió a subir por mis piernas, llegó hasta mi vagina y apoyó un dedo en mi clítoris,estaba empapado.Me estremecí.

-No por favor, aqui no, aqui duermo con mi marido -imploré.

-No te estoy hablando de amor, Silvia, sino de placer. ¿Qué hay del placer? -Yo…

yo…oooh Roberto, que estás haciendooo. no está bien.... mi marido pue....deee venir.

Roberto me subió la falda del camisón, me tomó por las nalgas y me atrajo hacia él. Pegó su boca a mi coñito y comenzó a comérselo, con su lengua acariciaba

los labios del coño,  subia y bajaba llegaba al clitoris y lo aprisionaba entre sus labios, luego metia su lengua en la vagina donde permanecia un buen rato, de repente

la sacaba y la pasaba por mi culito, llegandola a meter en mi agujerito posterior.

-Lo que me suponia, este coño sabe a hembra ambrienta e insatisfecha, tu marido no te da lo que necesitas, hoy vas a sentirte mujer.

-Ahh… no por favor… no hagas eso… -Silvia… qué rica estás…Me pasó los dedos por

mi raja completamente mojada y los llevó a mi boca. Por primera vez probé el sabor de mis propios jugos. Yo temblaba de pies a cabeza, como si tuviera convulsiones. Roberto siguió chupándome el coño, llegué a empujarle, luego tomó mi mano, mis dedos

más precisamente, e hizo que me introdujera uno, luego dos, en mi vagina. Los

movía para que entraran y salieran de mi íntima cavidad completamente mojada.

Luego me soltó, y yo seguí repitiendo el movimiento sola. Me estaba masturbando

en su presencia, mientras él me lamía el clítoris.

Poco a poco me fue metiendo un dedo en el culo, hasta que no aguanté más y tuve

un orgasmo en su boca. El primero que lograba así en mi vida.

Caí sobre la cama como si tuviera convulsiones, jadeando. Roberto se desnudó

lentamente y luego me subió el camisón hasta el cuello. Me abrió las piernas y

se ubicó sobre mí. Pude ver su polla, su enorme capullo estaba brillante.

-No… acá no…  llegué a empujarle poniendo mis manos sobre sus hombros, en un

ultimo intento de evitar lo inevitable -imploré.

- -Sí, justo acá es donde quiero follarte, putita mia Tomó su tronco y lo restregó por mi raja, luego se entretenia en "castigarme" el clítoris con el glande, se puso ahorcajadas y restregó su polla sobre mis pezones, estando así

me la dió a probar, saqué la lengua y la pasé por su mojado capullo, me la hizo meter hasta la garganta, luego se incorporó he hizo que mi lengua recorriera su ano y huevos, 

noté que bufaba de placer.

Se incorporó y puso su polla en la entrada del caliente coño de la mujer de su empleado, la introdujo lentamente, tan lento que tuve que leventar el culo para que entrase hasta los huevos.

-Por favor Roberto,-era la primera vez que le llamaba por su nombre- no te corras dentro, no quiero quedarme embarazada.Mientras decia esto con sus manos apretaba las cachas de

su amante contra su pubis, experimentando un placer que nunca habia sentido.

-Entonces que quieres que hagamos, asi no me vas a dejar.

Comprendí que en el terrible estado que estaba, Roberto no iba a parar.

-Si quieres te lo hago con la boca, dije muy bajito.     -Eso desde luego, pero tengo pensado algo mucho mejor.

Roberto se deslizaba adelante y atrás, con su lengua acariciaba mis pezones, me penetraba muy suavemente, con lentitud y profundidad, y luego comenzó a moverse en círculos. Su pene era un palo que revolvía en el caldero de mi vagina. Su pelvis rozaba mi clítoris y me volvía loca de placer. Al mismo tiempo

me amasaba las tetas, chupaba mis pezones, los mordía, estiraba y lamía. Yo me

mordí los nudillos de una mano. Cuando no aguanté más alcé las piernas. Lancé un

"ahhh" porque en esa posición la penetración era más profunda y el roce sobre mi

clítoris más intenso. Roberto seguía moviéndose con suavidad, yo rodeé su cintura con mis piernas, mis manos rodearon su cuerpo,su boca encontró la mía

y nos besamos, En esa posición su polla me estuvo taladrando, la sacó un momento

para que se la chupara,me la restregó por la cara, después me lamió, la boca ,la cara, luego me penetró largo rato sin dejarme de besar la boca y lamer mis pezones,

Tuve un orgasmo brutal. Estaba completamente abandonada a sus deseos y quise liberarlo con un grito. No pude, su boca dominaba la mía.Mis piernas y mi

cuerpo temblaban, mis sensaciones no las puedo describir, estuve a punto de perder el conocimiento.

-Eres extraordinaria, la mejor mujer que he conocido. Sólo hay que saber encender la

pasión que llevás adentro, estoy seguro que nunca has gozado tanto.

Yo sentía esa mezcla de culpa y placer que me atormentaba. No quería, pero necesitaba escucharlo hablar, este hombre me enervaba.

-Conmigo te sentís más mujer, ¿no es cierto? Y sentís que estás con un macho de

verdad. Recién ahora estás descubriendo que el sexo no es esa tontería que hacés

con tu marido.

Me la sacó lentamente- aún no se habia corrido- y me susurró: ven cometela un poco.

asi lo hice se la estuve mamando un rato, tenia un sabor exquisito, me estaba convirtiendo en adicta, su polla era como una droga para mi.

-Ahora date la vuelta cariño.

Roberto era el dueño de mi voluntad. Giré en la cama hasta quedar boca abajo.

-Levantá el culo, quebrá la espalda… eso es.

Yo obedecía, sumisa, a todo lo que me pedía.

-Abríte las nalgas.

Clavé mis uñas en mis nalgas y las abrí, mi agujerito más íntimo y prohibido se

ofreció  nuevamente para él como una flor secreta. Nunca le permiti a mi marido que me metiera la polla por el culo, despacio por favor que no estoy acostrumbada

a que me metan la polla por ahi.

-Mmmm hermosa… la vista es hermosa.

Se inclinó y me metió la lengua en el ano. Yo gemí, estremecida como si una corriente eléctrica me hubiera atravesado el cuerpo. Me chupó un rato, dilatándome. Yo no quería ni mirarlo, pero sabía que estaba detrás de mí preparando su formidable herramienta para penetrarme. Con un dedo me tocó los

bordes del ano, luego lo metió, lo dejó un momento hasta que mi culo se acostumbrara luego metió otro dedo untado con saliva, tambien con el abundante flujo que manaba de mi coño.

-¿Se lo entregaste a tu marido? ¿Te la metió por aquí?, No nunca me ha follado por ahi.

-Así me gusta, fuiste obediente. Ya te dije que tu culito es sólo para mí,

solamente mi polla lo vá a perforar.

Retiró los dedos y me depositó bastante saliva en el huequito.

-¿Estás lista para recibirme? No respondí. Sentí que me frotaba la cabeza de su

verga por mis labios vaginales, y luego la apoyaba en la entrada de mi orificio anal, mientras me susurraba obscenidades cerca de mi oido.

-¿La querés, no es verdad? Vamos, conmigo no tenés que fingir. Yo sé que querés

sentirla otra vez en el culo, ¿o no?Mi cuerpo estaba cubierto de sudor, yo gemía, creí que iba a tener otro orgasmo sin tocarme, sólo excitada por la situación.

-Silvia, ¿querés que te la meta por el culo?Vencida, dominada por completo, dije que me la metiera de una vez.

-Pedímelo bién putita -me susurró al oído.

-Metémela -dije en un hilo de voz.

-¿Dónde? -En el culo.

-Pedímelo otra vez, y diciendo mi nombre.

Tomé aire y lo dije.

-Roberto, metémela de una vez en el culo, cacho cabron.

A continuación lancé un grito, porque él me penetró con fuerza. Sentí su verga

monstruosa abrirse paso hacia mis intestinos, rompiendo todo a su paso.

Me penetró analmente en cuatro, luego me hizo sentar sobre él, también me puso

de lado, y finalmente otra vez en cuatro. Todo sobre mi cama matrimonial, la cama en la cual duermo cada noche con mi esposo. El dolor había desaparecido y

había dejado lugar al placer, un placer nuevo, desconocido, intenso. Yo grité,

pero ahora de puro gozo, grité como una loca, me escuché pidiendo "más, más,

más…", joder que bueno está esto cacho cabrón, uuuuuff, vamos follame.

-Sí… te doy más… te gusta tenerla en el culo ¿eh? ¿La sentís bien? ¿La sentís

toda? -Ahhggg… sí… sí… sí…que bueno se siente por el culo.........uffff.que polla tienes hijo puta... empuja más...asi...asi, hasta los huevos.

Era imposible no sentir ese tronco duro clavado en mis entrañas.

Roberto me tomó por la cintura, por los hombros, por las tetas. Me dio palmetazos en las nalgas, me tiró del cabello, me obligó a mirarlo a los ojos,

me pasó la lengua por la cara, me besó. Yo deliraba. En esto estababamos cuando sonó el telefono de la mesilla de noche, lo cogió, era su marido: -Hola Carlos, dijo mientras por detrás Roberto no dejaba la tarea; dentro.. fuera dentro... fuera; mi culo ardia.aaagh, mmmuuunnn.

Intenté que Roberto sacara su polla de mi culo, fué inutil, insistió con más frenesí.

-Hola cariño- Te pasa algo?, no nadaa... solamenteeeeh..... que tengo aaaagh....

uffff..sigue..sigueeee, decia tapando el auricular.     - Que tienes  mi amor? - Una cosa que me está hirviendo por dentro, no te

lo puedo explicar, algo grandioso, estoy muy ocupadaaaa.... uuuuffffff.

Mientras con la mano libre no dejaba de tocarse el clitoris y meterse dos dedos por el coño.

-Carlos te tengo que colgar ya te lo explicareeee---. uuffff. que buenooooo, se va a salir la leche, cuelgaaaaa...

-Me procupas cariño, quieres que vaya? -Ni se te ocurra, ya te digo que....que..estoy muuuy bien.uuuffff. más que bien estoy en la gloriaaaaa..aaaaggggg, que bien sabeeee.  -Tenés un culo perfecto… sólo yo te lo rompo… es mío, sólo mío.Tan estrechito y tan caliente.

Sus embestidas eran fuertes, profundas, sentía su vientre rebotar contra mis nalgas. En medio de uno de mis orgasmos más intensos, Roberto se vació dentro de

mí, llenándome de semen. Después se puso a fumar un cigarrillo tranquilamente.

Yo estaba estremecida, mi piel vibraba, me parecía sentir su esperma moviéndose

en mis intestinos, deslizarse, y salir suavemente por el hueco abierto de mi ano. Roberto se incorporó a medias, apoyado sobre uno de sus brazos. Observó mi

cuerpo desnudo, lo recorrió con sus dedos, jugó con mis pezones erectos, tomó semen con uno de sus dedos y me lo dió a probar.Lo chupé con verdadera delectación.

Me parecía increíble estar en mi cama matrimonial desnuda junto a otro hombre,y lo

que es peor disfrutando del sexo, cosa que con mi marido nunca me habia pasado.

-Sos hermosa… no me canso de mirarte, de tocarte, de follarte. Me gusta cuando

ronroneás como una gata, como ahora, y cuando gritás salvajemente en el momento

en que acabás.

-Me da un poco de vergüenza… -¿Por qué? -No sé… yo… nunca había gritado así.

-Lo sé. No te tiene que dar vergüenza. Conmigo gozás como una mujer de verdad,

eso es lo que pasa, y no estabas acostumbrada a eso.

En eso sonó su teléfono celular. Tuvo una conversación corta, en la que escuchó

más de lo que habló. Dijo "está bien, voy para allá" secamente, y cortó.

-¿Pasó algo? -pregunté.

-Era tu marido.

Me asusté, como si Carlos pudiera vernos y supiera todo. Roberto rió al ver mi

cara.

-Es un inútil, tiene un problema que no sabe resolver y tengo que ir a la oficina. Estuve a punto de decirle dónde estaba.

-No por favor, ¿cómo se te ocurre algo así? -dije escandalizada.

-Jajaja, sos muy ingenua, eso me gusta de vos. No te preocupes, no voy a decirle

nada. Aunque pensándolo bien, ¿cómo te parece que reaccionaría si supiera lo nuestro? -Nos mataría a los dos -respondí sin dudar.

-No lo creo. Al contrario, no haría nada. Es un idiota. Me estoy follando a su

mujercita casi en sus narices y no sospecha nada.

-Bueno andáte Roberto, Carlos te está esperando.

-No hay apuro, tengo un poco de tiempo.

Roberto tomó mi mano y la guió hacia su verga. Bastó que se la sobara un poco y

ya se puso dura otra vez. Estaba pegajosa, con una mezcla de sus jugos y los míos, un fuerte olor a sexo impregnaba la habitación.

-¿Te gusta? -me preguntó.

Yo tenía la vista fija en su miembro, hice que sí con la cabeza.

-¿Te parece que está bien su tamaño? -Es grande -dije yo.

-Hacéme una mamada Silvia.

Solo una vez había tenido en la boca una verga sucia. Dudé un poco, él me empujó

suavemente la nuca, me incliné hacia delante y la tragué toda mientras Roberto

me metía dos dedos en el culo. Se la chupé hasta que me hizo tragar su semen hasta

la ultima gota.

Ese dia tuve que cambiar toda la ropa de la cama, pues de los restos de la intensa sesión de sexo, habian quedado señales por toda la cama. Luego abrí la ventana del dormitorio para que se fuera el fuerte olor a sexo. Si no, hasta mi marido habria notado que ahi en su dormitorio no olia como todos los dias.

Pasaron algunos meses. Cada semana nos veíamos por lo menos dos veces,en ocasiones participaba Luis, no se lo decia a Roberto, pero con los dos tener sexo me volvia loca Pero una tarde volvió a presentarse en mi casa. Fue la vez en que todo cambió.

Estábamos en el sillón de la sala, besándonos. Roberto me había subido la falda, y quitado las bragas, mis piernas estaban abiertas, mi coño era acariciado por su mano. 

Tenía mis pechos fuera de la blusa y yo con una mano le acariciaba la polla, esa

polla cuyo olor sabor y dureza me volvian loca.

Ya estába a punto de hacerle una mamada cuando de pronto la puerta se abrió y

apareció Carlos. Por un imprevisto había abandonado el trabajo y se apareció sin

avisar para darme una sorpresa.

-¿Qué es esto, qué pasa acá? Sos una puta… ¿qué hacés con este hijo de puta?Mi

marido se puso muy violento. Yo no sabía qué hacer, apenas atiné a cubrir mis

pechos, pero Roberto se puso de pie enérgicamente y dijo: -Nada de gritos Carlos, calláte la boca y escuchá.

Increíblemente, mi marido se paralizó.

-Ella no tiene la culpa de nada, fue todo idea mía. Tu mujer te quiere demasiado, fue a pedirme que no te echara de la empresa y yo me aproveché de la

situación.

Carlos estaba con la boca abierta.

-Silvia… vos… qué humillación… -musitó.

-Tenés que estarle agradecido a ella, que hizo el sacrificio por vos. No tenés

nada para reprocharle.

Secretamente admiré a Roberto por la forma que manejaba la situación. Y también

me di cuenta de que Carlos estaba absolutamente intimidado. El dominio que su

jefe ejercía sobre mí también lo ejercía sobre mi marido.

-Bueno, supongo que esta historia termina acá. Yo me voy. Vos Carlos, mañana

podés pasar a buscar tus cosas por la oficina.

-¿Buscar mis cosas? -balbuceó mi marido.

-Sí. Supongo que vas a renunciar, y si no tendré que despedirte.

-¿Renunciar, despedirme? Pero… ¿por qué?Roberto esbozó esa sonrisa malvada que

tan bien le conozco y volvió a sentarse en el sillón junto a mí.

-¿Querés seguir trabajando para mí? -Roberto… sabés que necesito el trabajo, que

no puedo ir a buscar a otro lado porque no lo voy a conseguir… -Bueno, en ese

caso podemos llegar a un acuerdo.

Roberto dijo eso y me abrió otra vez la blusa. Mis pechos quedaron al aire

nuevamente. Yo me sorprendí sin saber qué hacer.

-Vos podés seguir trabajando para mí, pero con ciertas condiciones…Después de

esa frase, me chupó un pezón. Yo me estremecí involuntariamente. Carlos miraba

la escena de pie, con los ojos desmesuradamente abiertos. Creí que iba a reaccionar, pero no hizo nada.

-Tenés una mujer hermosa, y está muy rica. Me dolería mucho tener que dejar de

verla.

Me chupó otra vez el pezón, con más fuerza, y me metió un dedo en la concha.

Como por acto reflejo, abrí mis piernas.

-Tu mujer es una delicia, un bocado digno de un rey. Roberto me susurró al oido que le hiciera una mamada. Al principio me resistí, no por falta de ganas, sino

por Carlos, mi marido. - No te procupes, asi aprende, tomo mi cabeza y la empujó suavemente hasta la punta de su polla. Alli comencé a chuparsela desesperadamente.

Carlos no podia creer lo que veia, su recatada mujer se metia la polla de su jefe hasta la garganta, le besaba los huevos, y luego se la lamia, volviendo a tragarsela entera. No le hacia ascos y no lo entendia, a el, su marido le obligaba a lavarsela antes de darle una chupadita en la punta del capullo.

-Silvia… vos… vos… -dijo Carlos, sin poder articular una frase.

-Yo te amo Carlos -susurré entre gemidos, sintiendo que me encaminaba hacia un

orgasmo por efecto de los hábiles dedos que Roberto me estaba metiendo alternativamente en mi coñito y en el culo.

-Yo también mi amor… -dijo con lágrimas en los ojos.

-Creo que todos estamos de acuerdo -interrumpió Roberto- y todos quedamos conformes con este arreglo.

Carlos y yo nos miramos largamente. Roberto se puso de pie y me hizo incorporar

también a mí, tomándome de la mano.

-Con permiso, nosotros nos vamos a la habitación. Vos Carlos podés acompañarnos,

pero sólo a mirar.

Dicho eso me llevó hasta el dormitorio y nos acostamos en la cama matrimonial.

-Sos muy cruel -le dije a Roberto cuando lo tuve encima mío.Carlos me pudo ver completamente desnuda, y abierta de piernas preparada para ser follada por su jefe.

Le miré, tenia cara de asombro. Por mi parte empezé a concentrarme para disfrutar de la sesión de sexo que me iba a dar el jefe de mi marido.

-Es tu marido el que no sabe defender lo que tiene, por eso lo pierde. O, por lo

menos, tiene que compartirlo.

Me penetró con más intensidad que otras veces. Yo grité más que nunca, mis orgasmos eran múltiples, uno detrás del otro. Carlos estaba parado bajo el marco

de la puerta, observando todo con ojos asombrados, viendo como su odiado jefe se

follaba a su mujer y viendo a su mujer, o sea a mí, gozar como una poseída. Cuando

Roberto me dio vuelta y me la metió por el culo, Carlos tuvo que apoyarse en la

pared para no caerse. Se lo veía apabullado, incrédulo de lo que estaba viendo y

escuchando, con la boca seca y la mirada fija en nuestros cuerpos. Estaba pálido, era la imagen de la desolación. No podia creer lo que estaba viendo, que no era otra cosa que a la recatada de su mujer, metiendose una polla hasta la garganta,

siendo follada en todas las posturas imaginables y dejandosela meter por el culo.No podia creer lo que estaba viendo, más cuando a el ,su marido, no le permitia ninguna

de las cosas que hacia con su jefe.

Roberto se cansó de penetrarme por todos mis agujeros y llenó mi cuerpo de

semen. Luego fue a servirse una copa. Carlos aprovechó que nos quedamos solos en

la habitación, vino a mi lado y me abrazó.

-¿Cómo estás?Mi respiración era entrecortada, temblaba, agotada de tanto placer,

dolorida, con el cuerpo rojo de palmetazos, mordidas, y manchas de semen hasta

en el cabello.

-Te amo Carlos y le beso en la boca, su marido pudo oler y saborear los labios que su mujer habia usado momentos antes para chupar la polla de su jefe.

-Lo sé. Yo también te amo.

-¿Podrás perdonarme algún día? -No tengo nada que perdonarte.

Me abracé a él con más fuerza.

-¿Te hizo daño? -No mi amor, no te preocupes.

Comenzamos a besarnos. Para mi sorpresa, tenía una erección. Le quité la ropa,

me abrí de piernas y me metió su verga en mi concha inundada por el esperma de

Roberto.Tuve que reconocer que mi marido no me provocó ninguna sensación.

Desde ese día nuestra vida cambió. Roberto vive prácticamente con nosotros, yo

soy una especie de doña Flor con dos maridos. A la noche, Roberto tiene prioridad sobre mí: después de cogerme hasta el cansancio, me deja para que me

tome mi marido. Carlos asiste a todas nuestras sesiones de sexo, nos observa masturbándose y espera obediente su turno. Dice que prefiere vernos antes que

escuchar mis gritos desde otra habitación, y lo cierto es que verme sometida por

Roberto le provoca terribles erecciones. Con Carlos nos amamos más que nunca.

El sabe que Roberto me daje saciada de sexo, Carlos me la mete y al pronto ya

se ha corrido.

Con él hago el amor, y tiene prohibido hacerme anal. Con Roberto tengo sexo salvaje, desenfrenado, y cogerme por el culo sigue siendo lo que más le gusta.

Después de estar con él quedo temblando, agotada, dolorida. Entonces viene Carlos, me contiene entre sus brazos, me acaricia con ternura y me penetra suavemente, no siento nada con el, finjo un orgasmo, se corre y se queda dormido.

Vamos juntos a todas partes. Es muy curiosa la reacción de los demás. Por ejemplo en los restaurantes, no saben distinguir cuál es mi marido. Y cuando vamos de vacaciones pedimos una habitación para los tres, la cara del conserje

es increíble y antes me daba vergüenza, pero ahora me causa gracia. Roberto nunca permitió que yo compartiera la cama con los dos a la vez. Solo una vez consintió que le hiciera una mamada a mi marido mientras me la metia por el culo.

En otras ocasiones obliga a mi marido a comerme el coño, dice que para que se

lo prepare, a mi me dice que le coma la polla a mi marido, despues de un rato,

toma su polla y me la mete por el culo, abligando a mi marido a que presencie la enculada a su mujer mientras el me come el clitoris. El placer que siento es inmenso y mis orgasmos continuos.

Carlos y yo aceptamos la situación. La situación de mi marido en la empresa mejoró, tiene

buen sueldo y ya no hay peligro de despido. Ahora estoy embarazada y no sé cuál

de mis dos hombres es el padre.