Salvando a mi madre (4)
Las candentes experiencias juveniles de mi madre continuan, conduciendola a descubrir su potente sexualidad.
SALVANDO A MI MADRE (IV)
A la mañana siguiente, después de la caliente noche de descubrimientos que le había regalado el chofer, mi madre se levantó muy temprano y esperó, con creciente ansia, la hora en que la transportaría a su colegio. Durante el desayuno se dedicó a observar a su prima Carolina, envidiándola por la manera como había gozado al ser penetrada por el duro miembro de Pancho.
Le vinieron a la mente las imágenes de Carolina retorciéndose de placer bajo el robusto cuerpo que la aprisionaba, apretando con desesperación sus piernas a la cintura de su empalador y levantando sus caderas para aumentar el goce. Su propio placer al sentir por vez primera el creciente cosquilleo que provocaba en su vulva las rudas caricias a las que fue sometida y sobre todo su deleite al mamar por vez primera la rígida barreta de carne que ansiaba poseer. Todo eso desató su arrechura y ansió el momento de volver a ser tocada por el chofer.
Como siempre lo hacían, ella y sus dos primas se sentaron en el asiento posterior, durante el trayecto se fijó que intencionalmente Pancho ajustó el espejo retrovisor para tener una vista de las piernas de todas ellas. Con sorpresa observó que sus dos primas, sí bien de manera disimulada, empezaron a competir por mostrárselas al chofer. Carolina recogió su falda un poco por arriba de las rodillas al mismo tiempo que abría las piernas, en tanto su prima mayor, Viviana, cruzando despreocupadamente las piernas se ponía de costado, como quien observa la calle, dejando buena parte de sus gruesos muslos al aire. Cada vez que el auto se detenía ante un semáforo, el chofer, sin disimulo alguno fijaba la vista en el espejo y se apretaba los labios con evidente excitación, lo que a su vez provocaba que sus primas aumentarán sus impúdicas exhibiciones, ya sea pasándose como al descuido las manos por las partes desnudas de sus piernas o levantándose un poco más la falda al cambiar de posición en el asiento. La desvergonzada competencia continuó hasta que al fin llegaron al colegio de sus primas, al descender Viviana agasajo aún más la vista del chofer dejándole ver gran parte sus piernas, Carolina para no quedarse atrás dejó caer su cartuchera y se inclinó lascivamente dejando entrever parte de su blanco calzoncito.
Al continuar la marcha hacia su colegio, Rita se abrió a su vez de piernas, a la vez que recogía muy arriba los pliegues de su falda, esperando la mirada de Pancho, pero este no hizo además alguno de observación. En el primer semáforo y ya entregada plenamente a su calentura Rita empezó a sobarse sus partes, esperando con esto llamar la atención del Chofer, pero este, para su sorpresa, reacomodó el espejo a su posición original, en evidencia clara de que no quería prestarle atención.
Confusa y sorprendida por la indiferencia recibida, se pasó toda el día pensando en lo ocurrido, anhelaba el regreso, sabiendo que por la diferencia de horario que empleaban los colegios a ella la trasladarían sola hacia la casa. A la salida del colegio sintió que su excitación aumentaba al observar que el chofer la esperaba sonriente, no bien habían avanzado unas cuantas cuadras, ella se atrevió a preguntar ¿ya no te gusto? A lo que Pancho contestó deteniendo el auto e indicándole que se cambiará hacia adelante, cosa que hizo entusiasmada. Al mismo tiempo que reemprendía la marcha la tosca mano del chofer empezó a recogerle la falda hasta la mitad se sus muslos, la piel se le erizo y entrecerró los ojos para gozar mejor. Sintió como uno de los dedos recorría muy suavemente, casi como un roce y sin descanso su pierna, desde el tobillo hasta el borde su calzón, su calentura aumentó y en un auto reflejo sus piernas empezaron a separarse, invitando a que las caricias se dirigieran allí donde los labios que guardaban su raja, habían comenzado a lubricarse deseosos. Prudentemente Pancho se desvió hacia rutas menos transitadas y finalmente se detuvo en un lugar solitario, allí continuó con sus caricias pero sin ir más allá de donde había llegado, ella desesperada tomó la mano y la guío hacia su mojada panocha, sin embargo su amante la retiro dedicándose más bien a pasarla muy lentamente por encima de la holgada blusa de su uniforme.
La tierna adolescente respondió adelantando sus pechos para que fueran estrujados sin piedad, pero el chofer, sin desenfrenarse, siguió ejerciendo su lento y continuo rocé, provocando la evidente dureza de los pezones, que a pesar de la holgura de la blusa se marcaban en evidente plenitud. Las yemas de los dedos, primero circularmente y luego empujándolos de lado con leve presión, concentraban sus caricias en aquellas duras puntas.
Exasperada y anhelante, las ansias por obtener más placer llevaron a mi madre a bajarse los tirantes de su vestido y empezar a abrir con mano temblorosa su blusa, sin inmutarse Pancho continuó calentándola más, dirigiendo sus caricias hacia su cuello y ha la comisura de sus labios. Sin dejar de desabotonarse la blusa ella aprisionó los dedos que pasaban por sus boca y empezó a lamerlos y chuparlos con desesperación, engulléndolos como había hecho con el duro miembro la noche anterior.
Dejándola chupar sus dedos, Pancho utilizó la otra mano para continuar con sus caricias, a la vez que se recreaba mirando los impresionantes globos que se mantenían increíblemente apretujados por el sencillo e inocente sostén; eran francamente perfectos, la levemente oscura piel mostraba un brillo encantador y una tersura uniforme, los pezones se marcaban plenamente y la bahía formada por el encuentro de las gloriosas esferas le sugirió la imagen de su pinga obteniendo una fabulosa cubana. Habiendo ya terminado con la blusa, Rita, empezó a desabrocharse el sostén, dejadas libres, sus tetas saltaron hacia delante, esplendorosas, grandes, tersas y firmes, la piel tensa y reluciente se oscurecía alrededor de las amplias aréolas, que erizadas como piel de naranja se coronaban con unos fascinantes e increíbles pezones, que como pitones gruesos y largos apuntaban hacia arriba invitando al deleite.
Sin dejar de admirar tales prodigios, Pancho concentró sus caricias, esta vez con ambas manos, en los púberes pechos, especialmente en los soberbios pezones, que ante las múltiples y delicadas caricias, alcanzaron una dureza asombrosa. Evidenciando su celo, la niña levantó sus pesados balones hacia su amante y con desesperado reclamo exclamó PAPI APRIETALAS, SOBALAS FUERTE, SON TUYAS, HAZ LO QUE QUIERAS. Sonriendo lascivamente, evidentemente dueño de la situación, sin dejar de atender los soberbios pechos, interrogó ¿ALGUIEN TE HA BESADO ANTES LAS TETAS NENA? NO NADIE. ¿DE VERDAD MI ANGEL? NADIE, UNA VEZ SOLO ME TOCARON. ¿NADIE TE LAS HA MAMADO MI REYNA? NO¡¡¡¡¡¡¡ NADIEEEEE. ¿QUIERES QUE TE CHUPE MI NIÑA? ¡SI HAZLO, PERO YA, POR FAVORRR!!!!!!
Tomando con ambas manos una de las tetas, que tan generosamente se le ofrecían, se inclinó y con la punta de su lengua recorrió lentamente su circunferencia, primero los costados y luego las areolas, para terminar repasando una y otra vez el inflamado pezón, hasta que finalmente lo tomo entero con los labios, sorbiéndolo y estirándolo, fue aumentando gradualmente la presión, sintiendo su mórbida y suave dureza. En un determinado momento sus dientes aprisionaron suavemente la base, royéndola con delicadeza, al mismo tiempo que su golosa lengua se enredaba y recorría el inquietante largo de la tierna tetilla, para terminar aplastando el altanero botón que tan tercamente se rebelaba por enderezarse. Al sentir las desconcertantes caricias, Rita se creyó desmayar y angustiadamente sólo atinó a recostarse plenamente sobre el rostro que la mimaba tan agradablemente, al tiempo que con ambos manos apretaba la cabeza de su amante contra la turgente masa de su pecho. Se mantuvo así entregada a un frenesí de sensaciones que finalmente la llevo a buscar y tratar de liberar con torpe urgencia el duro paquete que latía entre las piernas de Pancho. Este sin dejar de prodigar sus caricias, se acomodó para facilitarle la maniobra, ya con el cierre abajo la delicada mano se posó al fin sobre el duro instrumento y empezó a sobarlo con arrebato, sintiendo como se endurecía y crecía aún más.
La expresión de lujuria y deseo que dominaba el rostro de la pequeña mujercita, le indicó que la había puesto como quería, plenamente entregada y arrecha, abandonando el agraciado pecho, se reincorporó, desató su cinturón y se bajo los calzoncillos, dejando emerger su congestionada y palpitante barra de carne. Nada más ocurrió esto, Rita se inclino solicita hacia el objeto de su deseo, pero antes que sus labios engulleran la roja cabeza las fuertes manos la detuvieron, sorprendida y exasperada, forcejeo para posar sus labios en el ansiado objeto de su malicia, pero fue inútil, mientras más se debatía más crecía su arrechura. Alcanzó a tomar con sus manos el caliente tronco recorriéndolo con angustia en todo su largo, sintiéndolo resbalar por el pegajoso líquido que lo cubría. Anhelando besarlo y mamarlo, se escucho bramar con desesperación casi llorando.
NO SEAS MALO, DAMELO, LO QUIERO CHUPAR. ME GUSTA TU PIEZA NUNCA HABÍA VISTO UNA TAN GRANDE Y TIESA. NUNCA HABIA MAMADO UNA, ME GUSTA.
¿Harás todo lo que te pida si te dejo mamarla? Sí pero también quiero que me la metas como a mi prima. Quiero que calces tu pieza en mi panocha, quiero que me abras y me rompas toda, que seas mi macho y me la claves entera, destrózame y hazme gozar como a mi prima.
Pero ella se lo gana, viste como competían por mostrarme sus piernas en el auto, la que hace más cosas por mí tiene su premio y hasta ahora Carolina ha sido la única ganadora. Pruébame papi dime lo que quieres que haga y lo haré. ¿Estás segura mamita? Si dime que hizo Carolina. Bueno, me ayudo a que su hermana se interesara en dejarse manosear y aprender a gozar. ¿Entonces también le has dado a Viviana?. No mi princesa ella todavía no ha hecho meritos suficientes por ahora, igual que contigo, la hago feliz sin penetrarla, pero ya pronto lo tendrá todo. Si quieres que apadrine tu chuchita entonces debes obedecerme en lo que te pida. Pídeme lo que quieres papi y lo tendrás. ¡Tú ya sabes lo que quiero, ayer lo escuchaste¡.
Perdida en medio de su creciente lascivia, Rita recordó la manera como Pancho se había referido a su madre mientras cachaba a su prima.
ME HACES PENSAR EN LOS ABULTADOS Y CARNUDOS LABIOS QUE TIENE TU TIA. AL SUBIR POR LAS ESCALERAS MUESTRA UNOS GRUESOS TOBILLOS Y UNAS SOBERBIAS PANTORRILAS QUE INVITAN A BESARLOS Y ESTRUJARLOS.
METERÍA CON GUSTO MI CABEZA ENTRE SUS MUSLOS, QUE SE ADIVINAN COMO GRUESAS COLUMNAS PARA CHUPARLE LENTAMENTE LA CUCA PELUDA QUE ESTOY SEGURO NADIE A MAMADO. PERO LO QUE ME GUSTA MÁS SON SUS MAMAS, QUE GLOBOS TAN GRANDES, QUE MUJEROTA, HARÍA LO QUE FUERA PARA PONER LA PORONGA ENTRE SUS ABULTADOS SENOS, PARA CORRERME SOBRE ELLOS
Consiente de lo que le pedían, estuvo a punto de decir algo, pero entonces sintió que las manos que antes la habían detenido ahora la dirigían suavemente hacia el enhiesto palo, por un momento se detuvo pensando en su inocente madre y en su amable padre, pero finalmente, su deseo la rindió y tranquilizándose al pensar que su madre nunca permitiría que ello ocurriera, cubrió con sus labios anhelantes, el duro y congestionado glande.
Entregada al placer de sorber la humedad de la herramienta que se le ofrecía, escuchó que Pancho, riendo, proclamaba su rendición plena. ERES UNA MAMONA EXTRAORDINARIA, DE SEGURO QUE DEBES HABERLO HEREDADO DE TU MADRE, ERES UNA COPIA CHIQUITA DE ELLA, TENGO IMPACIENCIA POR VERLA PRENDIDA A MI FALO, BABEANDO SOBRE MIS HUEVOS, CON SUS SENOS AL AIRE PIDIÉNDOME QUE LA DEJE EXPRIMIRME TODA LA LECHE, ESTOY SEGURO QUE TU PADRE NUNCA LE HA HECHO CHUPAR LA SUYA
Las imágenes sugeridas le produjeron una mezcla extraña de preocupación y deseo, que refreno algo sus atenciones a la dura bellota que sostenían sus labios. Atento a lo que ocurría, con una mano del chofer la animó a continuar con su trabajo, mientras que con la otra se habría paso entre los duros muslos con dirección al caliente y húmedo chochito. Haciendo presión sobre el pubis empezó a masajearlo circularmente, notando que la niña retomaba el ritmo de su atención a la tiesa polla, expertamente hizo a un lado el borde del calzón alcanzando con un par de dedos la abertura de los labios vaginales, provocando un estremecimiento en el cuerpo de la niña, en cuya mente, totalmente rendida al placer, las imágenes de su madre locamente prendida al palo que ella ahora poseía no hacían ya más que aumentar su arrechura, eso sumado a la sensación de sentirse sucia, produjo una mayor frenesí en las caricias que su boca prodigaba. Sintió que el palpitante trozo de carne se endurecía aún más entre sus labios, al mismo tiempo que los dedos se introducían sabiamente en la oquedad de su ardiente conejo, sobando ávidamente la pepita de su clítoris.
Sintiéndose cada vez más congestionada en el interior de sus acariciados genitales, sin capacidad ya para continuar empleando su lengua, atinó tan sólo a sostener el pedazo de carne entre sus labios al mismo tiempo que sentía la increíble ola de placer que la envolvía, sin poder soportarlo más dejó libre la pieza y bramó cachonda el clímax de su arrechura. ME ESTAS MATANDO, QUE RICO PAPI, TOCAME MASSSS¡¡ SI MI PEQUEÑA PERRITA TE VOY A DAR MÁS, TE VOY A LLEVAR AL CIELO, PERO DIME QUE TAMBIÉN QUIERES QUE CACHE A TU MAMÁ. SI PAPI HAZLA FELIZ TAMBIÉN, ROMPELA HAZLE LO QUE QUIERAS. ESO PRINCESA, PIENSA EN TU MADRE ENCULADA POR MI POLLA, GRITANDO DE CALENTURA COMO TU. QUE RICOOOO¡¡¡ CACHALA NO ME IMPORTAAA, RICOOOO.
Desfalleciente se dejó caer sobre los brazos de Pancho que evidentemente excitado y conservando intacta la dureza de su verga, recostó a la niña boca abajo sobre el asiento. Levantándole la falda hasta la cintura dejó a su vista el prominente trasero que enfundado en el blanco calzón invitaba a masajearlo, sobreponiéndose a su abandono Rita atinó a empezar a sacarse la prenda, levantando levemente sus glúteos para facilitar la maniobra. Atento a la maniobra, Pancho le ayudo a completar la tarea, sosteniéndole por debajo de los lados de las amplias caderas. La flexión de una de las piernas para liberar la braga, regaló a la vista masculina, la desnudez plena de las partes íntimas de la niña. Los abultados y cerrados labios, brillantes por los jugos extraídos, tenían un largo inusual y caían como una especie de pequeñas y finas cortinas. El fruncido y apretado agujero del orto resaltaba con marrón sumamente oscuro sobre el fondo de las nalgas más claras.
Inmovilizándola en esta posición, boca abajo y con una pierna flexionada, empezó una lubrica exploración, palpando los labios los entreabrió delicadamente provocando el despertar del cuerpo entre sus manos, en la parte superior y enrojecida la pepita del clítoris latía levemente, los labios interiores totalmente mojados dejaban al descubierto una roja y suave hendidura, la calentura de Pancho aumentó al imaginar la manera como esos labios vaginales y esa tibia oquedad aprisionarían, cuando la estuviera cogiendo su grueso instrumento, apretándolo y acariciándolo en todo su largo, Sin pensarlo se abrazó a las prominentes caderas y empezó a frotar su rostro contra las juveniles carnes, firmes y suaves, de los muslos y el culo. Lentamente pero con firmeza le hizo saber a la niña que lo que deseaba finalmente era besarla en la chuchita. Nuevamente encelada, sintiendo el calor del aliento y la varonil aspereza del rostro sobre su piel, ávida de saber que sentiría, Rita se inclinó más al mismo tiempo que levantaba sus grupas, con lo cual los labios del rudo chofer se perdieron al fin en la raja de su concha. La fabulosa sensación de la succión masculina y las gratificantes caricias que le brindaban su lengua, la llevaron a iniciar un desenfrenado vaivén de sus caderas, alcanzado al fin un ritmo coordinado con los mimos que recibía, lo que multiplicó su placer.
Pancho empleaba toda su habilidad para acariciar permanentemente y de múltiples maneras, con sus labios y su lengua, la pepita de la niña, percibiendo con orgullo como se endurecía gradualmente a la vez que provocaba nuevos y entrecortados gemidos. CHUPAME, PASA LA LENGUA POR TODA MI RAJA, AGHHH, RICO. Enervado por lo que escuchaba, tomó su miembro y empezó a pajearse con desesperación, advertida de su esfuerzo la niña extendió uno de sus brazos, alcanzando a acariciar la base de su tranca, lo que redobló sus ansias y liberando su otra mano empezó a acariciar el pequeño agujero que coronaba el culo de la niña, que se estremeció por la desconocida caricia. PAPI QUE ME HACES. SE SIENTE RICO Y RARO, ME GUSTAAAA. HAZLE LO MISMO A MI MADRE. Esa declaración fue demasiado para Pancho que empezó a perder el control, sintiendo su eminente venida dejó de lado su atención al agujero del rabo y se concentró en aumentar las caricias que su boca brindaba a la vulva, consiguiendo al fin que la niña alcanzará su segundo orgasmo y cayera desfalleciente. Examinando cada detalle del juvenil cuerpo, las gruesas pantorrillas, las prominentes grupas, los costados de las aplastadas tetas sobresaliendo por los costados del torso, sin dejar de pajearse y tocando la lubricada chcuchita que sería suya, sintió llegar su orgasmo, emergiendo con cada uno de los grumos que expulsaba, se oyó a si mismo gritar. TAMBIEN SE LO HARÉ A TU RICA MADRE. (Continuara).