Salvajes

Quiero que me desnudes, primero el alma y después mi cuerpo. Dejarte entrar en el espacio privado de mi vida, entre mis piernas. Saber que, cada caricia tuya será sólo para mi. Dueño de mi cuerpo, de mi alma, de mi voluntad...

Salvajes

Quiero que me desnudes, primero el alma y después mi cuerpo. Dejarte entrar en el espacio privado de mi vida, entre  mis piernas. Saber que, cada caricia tuya será sólo para mi. Dueño de mi cuerpo, de mi alma, de mi voluntad...

Posas tus manos en mis muslos y asciendes hacía mi cintura, torturándome mientras me miras. Simples caricias cargadas de deseo que me dejan hambrienta como una hiena. Ansiosa, decidida, suplicante y atrevida, mi boca se abre para insinuarme de manera lasciva, pasándome la lengua por los labios, pegándome pequeños mordiscos.

Tus dedos trazando líneas por mis pechos me ponen la piel de gallina, y sólo puedo mirar a un lado aguantando esta ansiedad de ti. En el suelo veo mi ropa, en la que sólo faltan mis bragas. Tu sigues vestido, como si tu único pasatiempo fuese desnudarme, torturarme y jugar conmigo.

Y lo cierto es que me encanta, adoro ver como te sientes poderoso, mi dueño y señor, el culpable de mi excitación y mi perdida de control. Igual que se que me follarás por que te apetece, de manera sucia y salvaje, sin importarte lo que opine yo y si me gusta o no... pero me gusta  y lo único que puedo pensar ahora es en desabrocharte el cinturón y me la metas salvajemente.

Cosa imposible, por que me agarras de las muñecas en cuanto te percatas de mis intenciones , presionas tu cuerpo contra el mio y siento en mi vientre tu erección que casi me perfora.

Un suspiro se escapa de mi boca que acompaña a tus ojos llenos de orgullo por lo que me haces sentir. Indefensa, domable, una frágil muñeca que manejas a tu antojo.

Siento tu aliento en mi cuello, que me va excitando cada vez mas, acelerando mi respiración. Me besas, me lames y pego un quejido cuando tus dientes se clavan en mi cuello. Quiero agarrarte el pelo, estirarte, vengarme y castigarte por cada una de las veces que me haces sentir inferior y perdedora a tu lado.

Forcejeas conmigo y como era de esperar me ganas. Me echas al hombro y me tiras en la cama donde te pones encima de mi cuerpo a horcajadas. Te acercas a la mesita y sacas un pañuelo blanco de seda. Sorprendiéndome de ser mi pañuelo, el que me dejé en tu casa la primera vez que te vi. Me atas las manos al cabecero de forja y por mas que estiro no puedo soltarme. Imagino por donde vas y te veo desaparecer por el vestidor de tu habitación.

Vuelves con la camisa abierta y dos corbatas en la mano. Te acercas a mis pies, me los atas y me dejas completamente abierta y expuesta a ti. Me miras sonriente, orgulloso, lascivo... maldito prepotente y arrogante engreído. Crees que voy a caer y sucumbir por completo sin rechistar... De mi boca sale todo tipo de palabrotas, que sé que tanto te alteran, y me miras cabreado, pero con satisfacción en el fondo. Sabes que estoy alterada y eso te satisface. Me arrancas las bragas y te pones sobre mi tapando mi boca con una mano y con la otra pellizcando mi muslo.

"Shh, o voy a tener que domarte para que te calles y aprendas a usar esa lengua mejor en lugar de ser una sinvergüenza"

Me estremezco y siento un cúmulo de nervios en mi estómago, que se expande por mi cuerpo, donde termina en mi sexo, haciendo que quierra cerrar los muslos. Cosa imposible estando abierta y atada. Siento la impotencia apoderarse de mi, como el roce de su cuerpo me tortura al no poder tocarle y me intento mover para rozarme contra él, pero es imposible.

Me da un manotazo en el muslo y siento como me empapo cada vez mas. Me arqueo, suplico aun con la boca tapada sabiendo que me entiende y casi quiero romper a llorar de la impotencia.

"Te quito la mano de la boca con la condición de que te calles y no emitas ni un sólo sonido o queja, o te quedarás así. Y sabes que soy capaz."

Asiento con la cabeza, me libera de su agarre y me agarra los pechos mientras me lame el canalillo. Se levanta, veo como se desnuda sin dejar de mirarme y se pone sobre mi nuevamente, sentado en mi pecho, con su miembro a escasos centímetros de mi boca. Se lo que quiere y la idea me resulta terriblemente erótica. Pero me sorprende con el modo, agarrándome de la cabeza me la levanta y me mete la erección en la boca, sin darme tiempo a reaccionar. Follándome literalmente hasta la garganta, me siento usada, pero satisfecha al ver su cara de placer mientras entra y sale de mi boca. Mi frustración incrementa cuando lo que me apetece hacer es comérsela mientras la agarro con la mano, pero no puedo, las ataduras me lo impiden y siento en mi lengua como se desliza, como se acerca una y otra vez a la garganta, casi atragantándome por completo una de las veces presionándome la cabeza.

Se aparta, se pone de pie y me desata los pies de la cama. Me agarra del culo, y aun con las manos atadas se las ingenia para darme la vuelta y ponerme de espaldas a él, a cuatro patas completamente expuesta.

Se agacha, me besa el culo, me acaricia con los labios y lame despacio, me manosea y posa su mano en mi sexo empapado, arrastrando dos dedos hacía mi entrada... y entra, arrancando un gemido de mi boca temblorosa. Sale, entra, me penetra con los dedos y se para en seco para darme placer con su boca. Rozando con la punta de la lengua mi entrada, enterrando su boca en mi sexo chorreando y deseando alcanzar el clímax. Gimo, me retuerzo y quiero que termines ya esta dulce tortura y como si me leyeras la mente lo haces, dejándome con ganas de correrme en tu boca.

Te colocas de rodillas, rozas tu erección por mi culo y mi sexo y siento tu peso echarse sobre mi. Entras despacio, sintiendo como me invades y mi carne se abre para recibirte. Me embistes, me agarras del pelo con una mano y me mantienes completamente pegada a ti. Me montas salvajemente, mientras tus manos dejan unas zonas para recorrer otras. Mi cuello, mis pechos, mi cintura, mi culo... todo te parece poco mientras me posees de esta manera tan animal.

Me colocas una mano en la cintura y sales de mi, vuelves a colocar tu erección empapada por ambos y me la metes lentamente, haciendo que sufra agonía por ansiarla tanto. Tu otra mano en mi cuello, mientras vuelves a salir, para metérmela y empezar a embestirme de manera salvaje mientras te siento los dedos marcados en mi carne, ahogándome, dejando claro que soy tuya y que todo mi cuerpo y voluntad te pertenecen.

Me tiembla todo el cuerpo, me tambaleo en tus manos en estas arremetidas salvajes y siento como me fallan las fuerzas, me contraigo y me corro sobre tu miembro. Nada te impide seguir, y continuas divirtiéndote conmigo durante un buen rato en los que los azotes y embestidas son los protagonistas. Noto tu respiración acelerada, como me clavas mas las manos en la piel, y como te tensas para correrte dentro de mi, notando en mi interior un líquido caliente que me llena, dejándome tan exhausta y satisfecha como a ti.

Caemos rendidos y respiramos con mucha dificultad, quejidos que se oyen en el silencio de la habitación. Me desatas y me apegas a ti, donde me acurrucas en tu pecho y me siento feliz. Cierro los ojos y el sonido de tu corazón bombeando acelerado me lleva al sueño mas profundo.