Salvaje
. dio unos pasos hacia donde yo estaba, su instinto le hizo detenerse, olisquio el suelo, seguramente sintió mi rastro
Salvaje
CAPÍTULO I: Mi mundo
Eran las diez de la mañana hacia un calor sofocante y seco, la máquina detenida otra vez; ya con las pelotas a reventar, maldita sea.
La tercera falla en la semana y ya me cortaba las putas venas, tome el satelital y me aleje lo más posible, no quería que nadie más escuchara con quien y que hablaba..
Fue agria y tensa la charla, me dedique a recoger todas mis colillas, había fumado sin pausas mientras discutía; regrese con el semblante hosco, ninguno de los operarios, viéndome quiso decirme una palabra y la verdad, tampoco tenía ganas de hacerlo. Ya estaba todo en orden y aseado, vámonos dije, en tono seco que no admitía réplicas, solo tomaron sus cosas y se subieron a la camioneta; regresamos al campamento.
Fui directo a la carpa donde dormía el otro operador que había trabajado durante la noche, lo desperté y le dije que necesitaba hablar con él inmediatamente. Lo esperé sentado al volante de la móvil,
Cinco minutos despues, nos alejabamos hasta perder de vista nuestro lugar de reposo lejos de miradas indiscretas.
Al llegar, baje y él me imitó, rodeé el vehículo me senté en una piedra, otros cigarros, otra charla acre y un acuerdo a medias, dejando en claro nuestras posiciones. Nuestras manos sellaron tal y en paz. Se que no le gustó mi presencia aquí, me precedía la reputación. Tenía que lograr que esto funcionará, para eso me pagaban, calculaba dos ó tres días de paralización, pero creo que sería la última, si todo salía como lo pensaba, aunque... en este tipo de operaciones nunca se sabe.
Había un lugareño entre los operarios, lo busque y le pedí me orientará sobre algún paraje que pudiera visitar, para así poder relajarme, meditando, me dio muchos, y como llegar; dentro de todos ellos hubo uno en el cual, al mencionarlo, note un sesgo en su voz, como que se arrepintió de mencionarlo, lo deje así.
Reuní a todo el personal en la carpa mayor que servía de comedor y cocina y los puse al tanto de lo que ocurría y como se llevarían en adelante las operaciones, a partir del instante en que llegara el vehículo pesado con todo lo que había solicitado.
Recién tenía nueve días allí, y de a poco fui desnudando las falencias y virtudes de todo y todos.
Pedí sus opiniónes, sugerencias o dudas al respecto, las primeras en hacerlo fueron las mujeres de servicios, ellas eran también locales, luego los otros, escuché y tome nota de aquellas y trate de solventar sus inquietudes; así a la vez; hice un plano mental de todo el recurso humano y material disponible, el que nunca dijo nada, fue el otro operador creo que le vastó con nuestra charla, a pesar de muchas miradas como instándolo a manifestarse, guardo silencio. Para terminar les di ese día libre a todos. Y los sucesivos también con la condición de que estuvieran atentos a cualquier cosa.
Estábamos a dos horas de camino del poblado más cercano en vehículo y casi cuatro a pie a través de la montaña, muchos, se animaron a salir, pedí voluntarios a quedarse y tres foráneos lo hicieron.
Ese mediodía salí equipado para pecnoctar a la intemperie, tenía una carta y traté de orientarme a donde más o menos colegí la ubicación de aquel salto de agua enigmático.
Encontré una meseta elevada rodeada de pequeñas montañas cubiertas de poca vegetación y una laguna de aguas turquesas impresionantes, la cámara me sirvió para registrarla a vicio.
Ya casi caía el Sol y encontraba desde lo alto de una de sus laderas, empinada, pudiendo apreciar al fondo del valle, en un recodo de rio, que la alimentaba, la nube de vapor que se elevaba en la frondosa e inusual vegetacion en esa altitud y región. Descendí todo lo rápido que pude antes que se ocultará y quedara en penumbras, encontré un lugarcito tranquilo, a la orillas del torrente suave y me preparé para la noche. No quise encender fuego.
Revisaba en mi mente lo sucedido y estructurar lo que vendría a grandes rasgos, la siguientes dos semanas serian cruciales. Cigarrillo en mano con una novela histórica a punta de linterna, me alcanzó la medianoche y el frío repentino me hizo refugiarme en el sleeping bag, al poco rato ya estaba en los brazos de morfeo.
Unos roces me alertaron, abrí los ojos, y lentamente liberé el puñal de monte que llevaba en la pantorrilla, permanecí inmóvil, por la posición de las estrellas, debían ser alrededor de las tres de la madrugada, quizás, un puma o algún rumiante se acercaba a beber al río en cuya playa dormía, hasta ahora, al abrigo de un arbusto alto y frondoso, tenía el cierre de la bolsa abierto, por seguridad, así que no sería problema salir de ella, el sonido se detuvo a pocos pasos a la derecha, al frente, sobre la ribera, el característico ruido de un animal lengueteando el agua llegó a mi, me preparé a defenderme, los rumiantes absorben el agua, la gran mayoría, al menos de los que hay en estos lares, lentamente me fui incorporando tratando de no producir la menor fricción, que lo alertara de mi presencia, tenía el viento a favor, su olor me llegó, almizclado y fuerte.
Cuando se cansó de abrevar, dio unos pasos hacia donde yo estaba, su instinto le hizo detenerse, olisquio el suelo, seguramente sintió mi rastro, en la orilla del frente a unos veinte metros un venado o huanaco, no pude identificarlo plenamente por la oscuridad, solo la silueta difusa me decía que era de buena alzada, avanzaba cautelosamente, seguramente a saciar su sed, la felina presencia se agazapó al acecho, a escasos ocho o diez metros de mi posición, el animal al frente no se percató de nuestra presencia y estaba a lo suyo, en segundos se desató el infierno para él.
Un salto portentoso sobre las grandes rocas que sobresalían en el lecho del río, salvaba casi la mitad de la distancia de separación y cuando quiso reaccionar ya tenía encima al depredador, se perdieron en la maleza y tras corta persecución, gruñidos, algo parecido a un rebuzno desgarrador dio paso al silencio, se cumplió el círculo de la vida,.
De mi pecho salió un hondo suspiro en señal de alivio, estuve cerca, muy cerca.
No pude ya pegar los ojos, quede alerta, clareo al alba, vadeé el curso de agua, para subir la ladera y alejarme de esa zona del valle, quizás estuviera cerca y no quería arriesgar más, una hora más tarde, estaba al borde de esa caída de agua majestuosa, que la tarde anterior había atizbado la columna de vapor resultante, era un lugar hermoso a pesar de la penumbra que aún rodeaba la base en la caída de agua, me adentré un poco más arriba y encontré un claro en la planicie superior, hice fuego, algo de carne seca y una conserva de frijoles fueron mi comida. Recogí y traté de minimizar mi impacto allí y partí.
Regrese a la cascada, pase una cuerda por la base un gran tronco de árbol casi al filo del precipicio, ya con el arnés puesto, un par de fotos y me lance al vacío, a la mitad me detuve, asegure mi posición a un lado, saque más fotos, eran vistas espectaculares, y aún cuando el rocío empañaba el lente seguí haciéndolo, tome una foto de la taza donde aterrizaba el caudal y vi movimiento allí, quise volver a verlo pero ya no había nada, luego revisaría las tomas.
Continúe mi descenso, al llegar al nivel, me aparte y tire suavemente de la cuerda cuidando no se enredara, sino tendría que volver a escalar para recuperarla, con suerte cayo libre, termine de enrrollarla.
Mire y tome varias vistas más, me despoje de todas mis ropas y desnudo me lance a las frescas aguas, gozandola, nadé hacia el golpe de agua por un extremo y me percate que había, una especie de cúpula tras la cortina de agua.
Braceé deprisa, emocionado, hacia donde había dejado mis cosas, al salir note algo raro en la forma en que estaban, me pareció que yo no las había dejado así, ya dos señales, me puse alerta, me vestí y salí de allí, sentí que no era seguro continuar exponiendome. No estaba equipado para esto, un enfrentamiento con una bestia salvaje e indómita en estas condiciones, no me daba muchas esperanzas de salir airoso de la brega.
Si; creo que retirarme de su territorio era lo más sensato. Tendría muchas horas de luz por delante y podría salvar la distancia hasta mi campamento base, antes del anochecer, y simplemente partí.
Retome mi trabajo, llegaron los insumos, dedicamos las siguientes 36 horas a subsanar todas las falencias, trate de estar cerca casi siempre de todo, haciendo, dirigiendo, aconsejando, supervisando.
48 días después dimos por concluido el trabajo con la satisfacción del cliente. Les hice llegar las felicitaciónes de nuestros jefes a todos aquellos, que participamos en el proyecto, se que hubo una, digamos, recompensa adicional en sus cuentas bancarias, en cumplimiento al trato que yo había hecho con mi superior, por labor terminada antes del plazo que solicité de 60 días.
Al terminar el cierre de la locación, como siempre ya me esperaba otro "proyecto", pero no podía, tenía algo que hacer antes, aquellas fotos.
Esa caída de agua, estaba carcomiendo mi curiosidad, algo me atraía hacia allá, tenía que volver.
Una foto era la que me tenia a mal traer, no se si era perturbadora o que, las condiciones del lugar al tomar la imagen, es que no me permitía visualizarla bien, y no queria ni tenía intención dejar todo por la paz. Tenía que saber.
En ese debate, también estaba que no tenía derecho a perturbar su paz, pero lo que había venido a hacer aquí, definitivamente alteraría todo. El progreso los alcanzaba y la ambición inexorable los destruiría.