Salvaje dominación (cont. aventuras en el colegio)
Tres jóvenes calenturientos, tras los efectos de esa sustancia, son partícipes de una desenfrenada actividad sexual y abuso (yo amarrado... aún me duele). Esta es la parte final de aventuras en el colegio, perdon por hacerlos esperar.
Salvaje Dominación (continuación de aventuras en el colegio 2)
Después de llegar a casa de Carlos, comenzamos la acción. Me di cuenta que el refresco que nos había dado a Fer y a mí no eran simples bebidas, sino que contenían alguna sustancia que nos hizo prendernos como locos insaciables. Los tres estábamos a estallar de la calentura.
Carlos fue el primero que comenzó, me tiró sobre su cama y comenzó a besarme cualquier otro beso que había recibido de él era dulce, pero ahora era fuerte y desesperado, como queriendo comerme. Yo respondí de la misma manera, también devoraba esos hermosos labios. Pero no todo eran besos, mientras Carlos me besaba iba quitándome la playera, para después desabrochar mi pantalón y tomar mi verga totalmente erecta.
Fer no se quedo quieto viendo como Carlos y yo nos divertíamos, sino que se acercó a Carlos y lo tomó de los hombros y comenzó a devorarle el cuello, al mismo tiempo que le sacaba primero la camisa, luego el cinturón, hasta que lo dejó solo en interiores.
Paramos por un segundo, pasamos a desvestirnos todos. Carlos, Fer y yo, estábamos prendidísimos, tanto que nuestras prendas salieron volando y rápidamente volvimos a la acción.
Ahora me tocaba a mí empezar, voltee la vista hacia Fer. Nunca lo había visto de tan cerca, tenía rasgos finos, una mirada penetrante, ojos claros, pero lo mejor eran esas nalgas bien redonditas, exactamente como me gustan.
Sin duda Fer era toda una escultura y rápido me lancé sobre él. Primero lo besé de una manera desenfrenada, al mismo tiempo que me entretenía con su pija bien parada como unos 17 cm., rosadita, mmm qué delicia. Pero después, Fer y yo dimos un par de vueltas en la cama, besándonos uno al otro y todo parecía tan perfecto, aún no lo podía creer. Lo que sea que le hayan puesto al refresco, sí que funcionaba.
Fer comenzó a bajar sobre mi cuerpo, besaba mi cuello, luego mi pecho, continuaba sobre mi abdomen hasta que por fin tomó mi verga, la envolvió salvajemente con sus labios y comenzó una succión rítmica.
Carlos por su parte tomó a Fer por la cintura, sobó por un momento sus nalgas redonditas, perfectas. Pasó un buen rato apreciando semejante escultura y con la tanta excitación que la situación le provocaba, no aguantó más y se dispuso a comerse ese rico culo. Carlos hundió su cara entre las nalgas de Fer, en tanto que yo lo follaba por la boca. Pasaron unos minutos antes de que Carlos explotara en excitación. De repente Carlos dejó de mamar el culo de Fer y de un cajón sacó una especie de crema y se la untó en el culo, parecía que iba a ser algo realmente espectacular.
Carlos metió primero un dedo, lo sacaba y lo volvía a meter, lo giraba y lo volvía a sacar y meter. Después introdujo un segundo dedo, los movía en círculos tratando de dilatarle el culo lo más posible. Carlos ya no aguantaba más, creí que iba a meter el tercer dedo, pero en vez de ello, tomo su pija (bastante apetecible) y le untó también un poco de crema y despacio comenzó a introducir el miembro.
Fer gritaba de dolor y placer, que dejó de mamarme la verga por unos instantes. Prosiguió su trabajo cuando la cabeza de la verga de Carlos estaba adentro. Tanta excitación me hizo tomar a Fer por la cabeza y follarlo por la boca de una manera desesperada y salvaje. Carlos y yo estábamos sometiendo a Fer y realmente no nos importaba. En ese momento, solo pensábamos en placer y en gozar más y más.
En verdad, Fer estaba haciendo un buen trabajo con la mamada que me estaba realizando, pero tal situación se vio interrumpida por cuando Carlos ya desesperado ensartó a Fer de un solo golpe, que le produjo tanto dolor que casi se atragantaba cuando, por el dolor, gritó como pidiendo ayuda.
Al momento en que estaba ensartado trató de todas las maneras de sacarse aquél instrumento de sus entrañas, pero ni Carlos y yo lo permitimos. Lo tomamos fuertemente y no tuvo otra opción que resistir la violación.
Después de que se acostumbró al tamaño de la pija de Carlos, todo fue placer y más placer. Pasamos en esa posición un largo tiempo hasta que Carlos anunció su venida. Carlos quedó exhausto y se recostó boca arriba sobre la cama. En ese momento, Fer me pidió que continuara follándolo, lo cual no me negué. Entonces tomé a Fer por la cintura e introduje mi polla de un solo empujón, que debido a previa venida de Carlos, facilitó la entrada. Marqué un movimiento rítmico que pronto hizo que Fer se viniera, a la vez que me apretaba la pija a cada chorro que lanzaba. Eso me provocó que ya no aguantara más y también me viene en el culo de Fer. Fue algo sensacional.
Descansamos unos minutos, pero aún los tres estábamos súper calientes, en verdad lo que le pusieron al refresco si que funcionaba. Fer salió del cuarto por un momento y quedamos solo Carlos y yo en la recamara. Nos miramos uno al otro. Ambos sabíamos que nos deseábamos y que era el momento de continuar con lo que habíamos dejado pendiente.
Carlos me hizo señas de que me acercara a él y sin dudarlo me acerqué. Carlos me jaló hacia él y me colocó sobre él. Nuestros cuerpos rozaban uno contra el otro y nuestras pollas jugaban una con la otra. Al estar en esa posición noté la aceleración de su corazón, cosa que notó por mi expresión.
Explicó que la sustancia en el refresco nos ponía mucho más caliente, y que inhibía un poco el dolor de los golpes. Lo que dijo me dejó frío, ¿Cuáles golpes?... pero mi respuesta fue contestada inmediatamente cuando entró Fer con lazos y un cinturón de piel.
Pero antes de que pudiera hacer o decir algo, Carlos comenzó a besarme y me giró de tal modo en que quedé bajo él y él sometiéndome con su peso. Entonces abrí mis ojos y Fer estaba a mi lado, tomó mi mano y la estaba amarrando a la parte superior de la cama. Traté de resistirme pero entre Carlos y Fer, evitaron mi resistencia. Entre ambos me giraron y me dejaron boca abajo y Carlos se sentó en mi espalda evitando que me moviera. Fer aprovechó la posición para amarrar el resto de mi cuerpo. Mis manos quedaron amarradas a la parte superior de la cama y mis pies estaban sobre el suelo amarrados a las patas de la cama. En realidad no opuse demasiada resistencia porque al final la idea de ser sometido me excitaba mucho.
En la posición en que estaba tenia mi culo a su completa disposición. El primero en tomarlo fue Fer. Separó un poco mis nalgas y untó un poco de crema. Posterior colocó su miembro a la entrada.
Deseaba tener esa pija dentro de mí, pero a la vez me asustaba porque no lo tenía dilatado ya que en esa sesión yo había fungido como activo. Pero no tenía opción estaba totalmente a su disposición. Y antes que pudiera pensar en otra cosa, sentí como mi cuerpo se partía en dos. Me había ensartado su arma de un solo golpe. Traté de todas las maneras posibles quitarme ese dolor, pero no pude. En cualquier otra situación me hubiera quitado, pero no podía estaba amarrado: astuta idea.
Fer mantuvo empujando su verga contra mi culo para que me acostumbrara a su enorme tamaño y su mediano grosor pero el dolor era inmenso. Entraba y salía, y el dolor continuaba después de un rato, mi culo ya estaba acostumbrado a su tamaño y fue entonces cuando comenzó un vaivén desesperado. Sus embestidas eran muy violentas. Sentí morir, su pija se enterraba a cada momento más no sé como pudo caber esa arma dentro de mí. Acompañado con el dolor de la penetración, también uso los cinturones que trajo y comenzó a golpearme, eso no me agradó; fue terrible y no aguantaba más; grité.
Pasaron como veinte minutos y Fer terminó dentro de mí sentí su leche caliente dentro de mí, al mismo tiempo que salí y escurría por un lado de mi pierna. En tanto que Fer me había sometido de forma brutal, Carlos se había masturbado y terminó sobre mi espalda ambos quedaron agotados y se recostaron junto a mí.
Después se compadecieron de mí y me soltaron descansé un momento, me vestí y me fui rápidamente. Fue agradable y salvaje aún estaba adolorido pero valió la pena