Salvaje Cap III Hieros-gamos

Estaba ensimismado con el esplendoroso espectáculo a mis pies, un mal sabor de boca me inundó, al saberme cómplice de lo que vendría. Estaba ensimismado con el esplendoroso espectáculo a mis pies, un mal sabor de boca me inundó, al saberme cómplice de lo que vendría.

Estaba ensimismado con el esplendoroso espectáculo a mis pies, un mal sabor de boca me inundó, al saberme cómplice de lo que vendría.

Ella volvió por mi, me instó a seguirla, íbamos a la carrera, por estrechos senderos en la maleza no muy tupida, pero si harto hiriente, y mi piel desnuda lo resentia lo mismo que mis pies, ese era su hábitat, no el mio. Aun así trate de mantener el paso.

De pronto se detuvo, la imite, cuando me acerque a ella en sigilo, por como ella lo había hecho también, me miro como reconviniendome al silencio.

Unos metros adelante una pequeña Taruka pastaba, entendí; estaba cazando, no sabía que hacer ni como actuar, todo era demasiado rapido.

Tenía que dejar actuar a mis instintos más básicos y todo lo aprendido en cuanto a supervivencia y aún así me sentía inútil.

Se separo de mi, cuando quise seguirla me contuvo con un gesto, quedé inmóvil y agazapado allí mismo. Libere el puñal y quedé con todos mis sentidos en estado de alerta, ella desapareció simplemente, al frente apareció el resto de la tropilla de tarukas, unas siete en total en medio del claro, se notaban alteradas o algo así.

En un momento dado se desató la estampida justo en mi dirección, primero la sorpresa y maravilla, a pocos metros reaccione y me puse en el papel que me había designado mi salvadora salvaje, supongo era el medio de aceptación al clan, dos de ellos saltaron por encima de mi cabeza creo sin advertir mi presencia, un par de crías jovenes tambien, en esas décimas de segundo opte por ellas, un macho también paso por encima mio, era ahora o nunca.

Solo salte, puñal en mano logré tomarla de una pata y aseste el golpe, la pequeña bestia logró zafarse de mi agarre y aún así salió corriendo, malherida estaba seguro de ello, y cuando trataba de pararme otra vez, ella pasó como una exhalación, por encima mío, sin detenerse, emprendí la carrera, pero ya habían desaparecido todos vi el rastro sanguinoliento, unos metros adelante estaba ella, postrada delante de la puma hembra, pare bruscamente, ella vino a mi lado y me empujó hacia la presa, que agonizaba entre las fauces de la matriarca, que la soltó dejándola a mis pies, la herida en su costado dejaba correr la sangre en muda ofrenda a la madre tierra.

Se retiro un par de metros y sentada en sus cuartos traseros, quedó quieta como observando, el miedo creo atenazaba mis piernas o que aun no entraba en mi mente todo lo que estaba sucediendo, creí estar en un sueño fantástico o algo así, un nuevo empujón de ella, como que debía reconocer la autoridad o reclamar la pieza no lo entendía, era mucha la información y estaba por debajo de todo esto, solo me incline y la empuje brindandosela a ella y me separé a donde estaba anteriormente.

La vieja hembra se acerco, la tomo por la ganganta inerte y arrastrándola se perdió por el sendero.

Ella se acerco a mí, lamío las heridas de los rasguños en brazos y muslos fruto de la persecución. Y ese contacto otra vez inflamo mi virilidad, orino a mis pies, y partió por el mismo lugar, siguiendo a la matriarca.

Solo atine a correr tras ella, alcanzandola, la tome y rodamos por el suelo del bosque, busque sus labios, se liberó y volvió a correr, poco más, donde me sacó gran ventaja, llegamos a la gran fuente de la caída de agua y se sumergió en ella, obviamente la seguí, aquí creo que mi fortaleza se evidenció mayor, pues le di alcance fácilmente.

O eso creo yo, otro forcejeo y ya apresada entre mis brazos, agitados y flotando en las frescas aguas, ella atenazaba mi cintura con sus potentes piernas, ambos buscamos el contacto de nuestros sexos, la cópula fue suave descenso, flotando nuestros cuerpos en las aguas frescas, busque sus labios, sus ojos cerrados, se entregó a la caricia creo la descubría, pues esta vez no me esquivó, fue suave el inicio, nuestros genitales, en contacto, le descubrí su placer en sus pechos con mi boca, lamiendo, besando o chupeteando los pequeños pezones, que adornaban sus montañitas, una mano suya apresaba mi cabeza contra ellas, conminandome a no abandonar la tarea; pero las ansias empezaron a gobernar en ella.

Me sentía en la gloria de su fuerte tenaza de piernas en mi cintura, hundido en lo profundo de su ser, completamente amoldado, su cabalgar energico y natural rozandonos le llevó al paroxismo, sus ojos desmesuradamente abiertos así como su boca, denotaban miedo, extasis, lujuria.

La arrastre a la orilla, y sobre la negra arena de esa playa la recoste suavemente, quiso volver a mí la detuve con una mano en su pecho y mirándola bajé por su vientre, dejando un rastro de besos, pequeños mordiscos y lametones, hasta llegar a su frondoso pubis, me sumergi sin quitarle la mirada a sus canelas pupilas, un estremecimiento involuntario acompaño mi descubrimiento de su boton mágico , quiso alejarme de ella, no se lo permití, acentué mi presión en su pecho para impedirle levantarse, continúe a mi labor, fue abandonandose a ella. Mi mano libre buscando la entrada a su reino, sus ojos fijos en los míos otra vez sus manos en mi cabeza, mis dedos intrusos descubrieron el camino, y fui recorriendo su suavidad ardiente, una suave y firme barrera himenea se interpuso a mi avance, el tocarla nos enervó a los dos, en pocos instantes un nuevo orgasmo la sacudía inmisericorde.

Desanduve el camino a su boca con mis labios, su respiración agitada y convulsa, su piel ardiendo, sudorosa, salada levemente, ofrecían un espectáculo maravilloso a mis sentidos, la recia musculatura en tensión bajo mis dedos vibraba, al abrir sus ojos revelaron su ansiedad por más, uniendo su acción se volcó sobre mí, avasalladoramente, quedé tendido de espaldas.

Arrodillada, con sus manos inmovilizó mis hombros, y olisqueando sobre mi, llegó a mi balano, lo lamió en repetidas ocasiones desde la base hasta el glande, sus hipnóticos ojos, fijados en mi mirar, sin cesar en su lamer, descubrió el sabor de mi líquido preseminal y se abocó a querer conseguir más, su empeño estaba haciendo mella en mi aguante, tomando su rostro en mis manos, la atraje hacia mis labios, besandola con suave pasión.

Nuestros sexos quedaron otra vez unidos en suave frotamiento al vaivén de sus caderas, con una mano donde terminaba su espalda deteniendola, la otra guiaba mi glande en la búsqueda de su entrada al templo de su cuerpo, no había temor en su mirar, creo captó el mío, la volque, quedando ella de espaldas en la suave y oscura arena.

Eleve sus piernas flexionandolas, apoye sus plantas rugosas en mi pecho, para darle la oportunidad del rechazo ante lo que iba a suceder. Lo diriji a su abertura y frotandome suavemente fui entrando, el tope me detuvo, sus ansias reflejadas, izó sus caderas, un rictus del dolor recibido asomó en su expresion, pero su cuerpo reaccionó distintamente, otro golpe de caderas fue la respuesta, quise detenerme, sabía le estaba haciendo daño, mi longitud y grosor estaban haciendo estragos, sentía lo apretado de su interior, en réplica, libero sus delgadas y fuertes piernas de mi pecho y por debajo de mis axilas, las entrelazó a la altura de mis riñones, sus manos aferradas a mis brazos por encima de mis codos, y en dos instancias cerró el cepo de sus piernas en mi espalda, arqueo su espalda, su boca y ojos abiertos desmesuradamente, indicaban el dolor y satisfacción creo, solo su cabeza tocaba en suelo, suspendida de mi cuerpo apoyado con rodillas y palmas de las manos en el blando lecho arenoso, nuestros pubis fundiendonos, me incorporé, sentandome sobre mis talones busqué sus labios, mi lengua busco ansiosa abrir sus labios en busca de su antagonista, tomando sus nalgas la alcé unos centímetros y volvió a reclamar su anterior posición.

Abrió su mirar ante la sorpresa de lo que sentía, y me dejó hacer al relajar su amarre en mi espalda, repitiendo la acción, y un entrar y salir se hizo frenético al darse cuenta de lo que ello le transmitía, me forzó de espaldas y a horcajadas desató su frenesí, otro orgasmo la alcanzó, se detuvo a medias un momento apoyando su frente en la mía, lamio el sudor que perlaba mi rostro y cuello, la retire un poco buscando sus pecho y me apoderé de sus pezones con gula.

Su cabalgar volvió incesante con otro orgasmo y no pude contenerme más ni quería hacerlo, y desde mi posición también con un meter y salir endiablado llegue a mi eyaculación, inundandola, encadenó ella otro y quedamos laxos, los dos.

Nuestro respirar se fue acompasado, al retomar la calma. Descansaba en mi pecho la abrace con fuerza como queriendo hundirla en mi pecho, fundirla en mi; su lengua restañaba la sangre ya seca de mis heridas por aquel zarpazo al vernos por primera vez. Seguía en su interior y lentamente recupere mi vigor, y sus músculos vaginales iniciaron una danza envolvente y de succión sin movernos apenas, rotaba lentamente mi cadera intentando ingresar aún más en ella, como si aquello fuera posible, abrazados, casi inmóviles, no se cuanto estuvimos así, dos o tres o quizás uno solo encadenado, fueron sus orgasmos, nuevamente regue su interior con mi simiente y allí quedamos desvanecidos.

No se que me despertó, si el frío ó el olor de ella; me semi-incorpore y mi deliciosa salvadora salvaje reaccionó a mi movimiento, la busque con la mirada, allí estaba sobre una gran rama baja en pasiva e indolente actitud, majestuosamente peligrosa, en cuclillas, con la mirada fija en ella y la cabeza gacha sumisamente, le di frente.

Mi salvaje se acerco lentamente a ella, con suave energía descendio y juntas se perdieron por un estrecho y casi invisible sendero, y cuando me disponía a seguirlas apareció mi salvaje y con una seña me pidió seguirla, caminamos largo trecho quizás un par de kilómetros, no puedo precisarlo, pero lo que para ellas era un simple paseo, para mi, era una odisea, más, cuando llegamos a una estrecha garganta de profundo fondo, la cual salvaron con pasmosa naturalidad, cuyos bordes estaban separados por creo a dos metros y medio o tres, me detuve al borde dubitando la puma solo siguió su camino, ella me instó a salvar el abra, retrocedi unos pasos y con fuerte impulso salte, caí en sus brazos, rodamos por el verde tapiz.

Una mezcla de gruñidos y silbidos llegó a nosotros, por primera vez vi un atizbo de sonrisa en su rostro, cual niña travieza pillada en falta, y salimos sin más en pos de la matriarca, el ascenso fue arduo rapido y rudo.

Al llegar ella estaba sobre sus cuartos traseros, una espléndida panorámica de un oculto valle se abría a nosotros, quede embobado ante tal magnificencia de la naturaleza, mi salvaje se postró a sus pies, un suave ronroneo de ambas estableció la comunicación. Y ella giro deteniéndose ante mi con un gruñido, se perdió en la espesura del descenso.