Saliendo de la rutina

Una mujer casada, una cena inesperada, y todo cambia.

No solía ir a las cenas de la empresa, pero aquel día fui arrastrada por mis compañeras por su insistencia. Yo era la mayor de todas, y aunque contaba con 38 años al lado de ellas, parecía su madre, ya que la mayor de todas tenía 25. Llevaban tanto tiempo insistiendo que al final tuve que ceder, y acompañarlas en su salida mensual, como decían ellas solo era una cena y baile, nada que mi marido me fuera a reprochar, eso sí, entre risas mientras me decían que después si surgía algo nadie se iba a enterar. Sus vidas de jóvenes con constantes amoríos contrastaban con mi placida vida de casada. Me case a los 23, y no habíamos tenido hijos, al principio porque no queríamos, y cuando fuimos a por ello no llegaron. Pero éramos felices así que no nos obsesionamos. Cuando le dije a él  lo de la cena, esperando un pero para no ir, fue todo lo contrario, me animo a salir y bueno, no le di más vueltas.

Llegó el día y la cena, y la verdad es que las risas y la bebida fueron una constante, fue muy divertido. Salimos del restaurante pasada la medianoche y fuimos a un local de baile donde solían poner salsa, lo cual me encantaba, había dado clases con mi marido, y me gustaba mucho.

Con lo que no contaba es que las chicas ya eran asiduas y al poco de entrar cada cual desapareció y me quede sola con mi cubata, aunque al poco empezaron a llegarme ofertas para bailar. No soy una topmodel ni vestía de forma provocativa, pero no estoy nada mal para mi edad y vestía falda un poco por encima de las rodillas y una camisa.

Al final un mulato de unos 25 años con la camisa abierta me convenció para bailar, además su acento sudamericano me embeleso, y al poco estaba en la pista, eso sí, sabia bailar y me llevaba como quería, y sus manos también iban por donde querían, mi culo y mi vientre sobre todo recibían sus atenciones sin parar y más de una vez notaba como su virilidad se apretujaba contra mí. Después de una media hora de baile, me dijo que si quería descansar, a lo que algo acalorada le conteste que si.

Nos dirigimos a unos sillones lejos del bullicio de la música, así podríamos hablar, me dijo. Me conto que tenia 23 anos, se llamaba Omar y era profesor de baile, había llegado de Colombia hacia dos años y se dedicaba a dar clases de salsa. Fue a por unas bebidas y cuando volvió venía acompañado de otro joven al que me presento. Era su hermano Carlo, dos años mayor que él pero igual de atractivo, estuvimos un buen rato charlando, eran muy graciosos y no dejaron de traer copas a la mesa por lo que empecé a estar en una nube, desinhibida y cuando Omar se acerco a mis labios para besarme no pude más que devolverle el beso. Yo estaba ladeada hacia él y mi mano, aun no sé porque se metió en su camisa, apoyándome en su pecho acariciándolo. Estaba ensimismada con la dureza de su cuerpo, note como su mano desabotonaba botones de mi camisa y hacia lo propio con mi cuerpo, acariciando mis pechos por encima del sujetador.

No me reconocía, allí estaba con aquel joven magreándome sin ningún pudor, y no solo eso, mi cuerpo estaba totalmente entregado, mi piel se erizaba con cada contacto, mis pezones enhiestos se rebelaban contra el sujetador y mi sexo rezumaba deseo mojando mis braguitas. En esos pensamientos estaba cuando note el cuerpo de Carlo contra el mío y su boca recorriendo mi cuello, lamiéndomelo despacio, su mano se poso en mi rodilla empezando a subir y en un último arrebato de cordura mi mano dejo el pecho de Omar y pare su mano que ya avanzaba a medio muslo por debajo de mi falda.

Omar dejo mi pecho y despacio cogió mi mano por la muñeca, y sin dejar de besarme, la levanto de la mano de su hermano llevándola hacia atrás de mi cuerpo donde la deposito en pleno paquete de su hermano. mi mano abierta quedo encima de su pantalón, y debajo su sexo pugnaba por salir, cuando mi mano comenzó a masajear por su cuenta la de Omar volvió con ánimo renovado dentro de mi camisa entrando ya sin remedio dentro de mi sujetador y tomando con descaro mis pechos.

La mano de Carlo ya libre se entreabrió paso entre mis muslos cerrados y los abrió sin mucho esfuerzo, mi sexo reclamaba acción y su mano no tardo en posarse en el por encima de la tela y comenzó a masajear mi clítoris. La mano de Omar volvió a dejar mi pecho para coger mi otra mano y llevarla a su paquete, pero este abrió la cremallera, introduciendo mi mano dentro, mis dedos no tardaron en asir el troco de su pene medio erecto que aun así notaba enorme.

La mano de Omar subió por mis braguitas para introducirse dentro, sus dedos invadieron mi mojado sexo y su movimiento llegaba hasta la entrada de mi cueva, y mi cuerpo se convulsiono en un orgasmo que estallo sin aviso y el cual solo dio más bríos a mis invasores. Omar desabotono su pantalón y hizo que mi cabeza se acercara a su pene, sabía lo que quería así que mi boca acogió aquel trozo de carne palpitante mis labios casi no podían abarcar su diámetro, era mucho más ancha que la de mi marido y ni que decir tiene que más larga. Al cambiar la postura mi trasero quedo expuesto a Carlo que bajo mis braguitas lo suficiente para seguir magreándome el sexo desde atrás, ahora mi vagina era invadida por dos de sus dedos, los cuales navegaban en mis abundantes flujos, generándome oleadas de placer. La polla de Omar entraba cada vez más en mi boca invadiendo mi garganta y provocándome arcadas pero su mano no me dejaba escaparme, sus dedos agarraban mi pelo, ahora sin ninguna delicadeza, y hacia subir y bajar mi cabeza al ritmo que él deseaba. De vez en cuando llevaba mi cabeza a su boca y me besaba, devolviéndome a mi tarea, hasta que cambio y fue el que me follaba la boca cada vez más rápido y encajándomela se corrió en mi boca, parte de su semen salió de mi boca resbalando por aquella barra, que sin ningún miramiento me hizo limpiar hasta dejarla brillante.

Estaba aun jadeando cuando Carlo me agarro por el pelo de la misma forma y me llevo a su herramienta ya liberada de su prisión, y paso a invadir mi boca. Mientras Omar comenzó a hurgar con sus dedos en mi sexo. Mi cuerpo me arranco mi segundo orgasmo, aquello me dejo sin fuerzas, y debido al alcohol y al placer perdí el conocimiento.

No sé cuánto tiempo estuve allí, pero cuando desperté estaba sola, oía el ruido de fondo y me encontré con mis pechos embadurnados de semen, parece que Carlo se vació en ellos. Me limpie y me recompuse como pude, y salí de allí como alma que lleva el diablo. Estaba mareada y avergonzada de lo que había hecho, pero mi cuerpo aun temblaba, al menos no me habían forzado. Por suerte llegue a casa y mi marido dormía por lo que pude limpiarme y acostarme a su lado como si nada hubiera pasado.

Al día siguiente, me levante tarde, mi marido me había dejado una nota en la que me decía que había salido a hacer unas compras, y me había dejado el desayuno preparado, así que medio dormida aun, me senté en la cocina y comencé a recordar todo lo sucedido, no podía entender como me había dejado llevar, siempre había sido una mujer muy segura de lo que quería, y lo que quería era la estabilidad de mi relación, así que el verme desbordada de esa forma era algo que no entraba en mi cabeza.

Cuando estaba empezando a ordenar la cocina sonó el teléfono

  • Si?

  • Hola, María?

  • sí, soy yo

  • Hola preciosa, soy Omar

No podía ser, mi corazón me dio un vuelco y no podía pronunciar palabra, ¿como había encontrado mi teléfono? aquello no podía ser cierto.

  • Hola?

  • si perdona Omar, es que no me esperaba esto.

  • Ayer fuimos a por bebidas y cuando volvimos ya te habías ido

  • tuve que irme, era tarde

  • Te lo pasaste bien ayer?

  • si, como has encontrado mi teléfono?

  • veo que no has notado nada en falta, ayer cuando volvimos encontramos tu cartera y un cepillo en el sofá, se te caería del bolso. Por eso mi llamada. Era para que no te preocuparas, ¿quieres que me acerque a llevártelo?

Me quede en blanco

, con el mareo y las prisas agarre el bolso y ni mire, con tanto ajetreo de sillón se ve que algo se salió. Que tonta fui al no comprobarlo, claro que con lo que llevaba encima no estaba muy lucida.

*Estas?

  • sí, sí, pero mejor el lunes, que libro.

  • vale como quieras, sobre las 9 te viene bien

  • si

  • Vale, pues adiós, un beso.

Cuando colgué se me cayó el mundo encima, no podía haber sido tan tonta y descuidada. Bueno, al fin y al cabo el lunes recuperaría su cartera y nada se sabría de su momentánea locura.

El finde pasó sin pena ni gloria, y cuando mi marido se marcho a trabajar el lunes, salí de la cama y me duche. A las 8 de la mañana estaba plantada frente al armario, no podía ser que estuviera decidiendo que ponerme para recibir a Omar. Al final una falda larga y un suéter de tirantes fue una elección neutra, para no dar la impresión de que buscara nada, pero mi sexo ardía de deseo, y eso no lo podía decidir.

Cuando sonó el timbre de la puerta, allí estaban Omar y Carlo, fue Omar el que me entrego la cartera.

  • toma, solo la abrimos para ver la dirección, lo tienes todo, dinero tarjetas.

  • muchas gracias de verdad

  • Pues nada, a ver si nos vemos otro día

  • no queréis pasar, si queréis tomar algo por las molestias.

No se lo pensaron mucho y entraron en casa cerrando la puerta.

  • Bueno bien pensado te tomaremos a ti

Y tomándome de la cintura Omar empezó a morrearme mientras sus manos se clavaban en mi culo sin ningún decoro. Entonces se aparto, dejándome jadeando. Se quito un pañuelo que llevaba al cuello y me vendo los ojos.

  • Muy vestidita te has puesto, quítate la falda

Desabroché el botón lateral y al bajar la cremallera esta se deslizo sin oposición a mis pies, dejando mis braguitas a su vista.

  • Ahora quiero ver esas tetas que tienes que el otro día no pudimos verlas como se merecen

Me quite el suéter y desabroche el sujetador sin ningún reparo oyendo sus exclamaciones de aprobación, una mano empezó a sobarlas entreteniéndose especialmente con los pezones. Después unos labios empezaron a trabajar uno de mis pechos martirizándolos con pequeños mordiscos que me pusieron a mil. Era Carlo quien se entretenía conmigo ya que la voz de Omar sonó:

  • quítate las bragas

Lo hice, y una vez totalmente desnuda, note una mano que cogía la mía y me arrastraba, cuando se paro, escuche un sonido característico, se estaban desvistiendo.

  • ¿En esta cama es donde follas con tu marido?

  • si

  • Pues ahora será la cama donde le pusiste los cuernos a tu marido, ¿O ya se los pusiste?

  • No, nunca lo he hecho

  • Jajaja, mentirosa, y el otro día en la disco?

  • bueno si, pero nunca he follado con otros

  • Tranquila, que ahora mismo te vamos a quitar de esa lista

Omar me tumbo en la cama y poniéndose a mi lado, deslizo la mano hacia mi sexo

  • vaya vaya, si la señora esta ya que se deshace, menudo coñito mas mojado, creo que ya necesita otra cosa

y sin mas preámbulos se coloco entre mis piernas y note como su pene buscaba mi entrada, la cual no tardo en encontrar, encajándose poco a poco dentro, mi sexo intentaba acomodarse a aquel mástil que lo horadaba lentamente, llegando a zonas que nunca habían sentido esa intrusión, note como me invadía completamente y sus huevos reposaban en mis nalgas.

  • Que estrechito lo tienes, pero eso te lo arreglamos, ya lo veras

Entonces empezó un movimiento lento que llevaba su herramienta casi fuera para volverla a insertar completamente, mi sexo ardía con cada embestida y mi orgasmo casi inmediato lo único que consiguió fue inundar mi cavidad de mas lubricante para que su movimiento fuera más fluido. Instintivamente mis manos se cerraron sobre su espalda haciendo que mis pechos recibieran el peso de su cuerpo, excitándome más si cabe. Sus movimientos cada vez más rápidos y secos me volvían loca, gemía sin control y mis caderas acompasaban su metódico castigo.

*veo que te gusta, te voy a llenar ese coño de leche

  • no por favor no te corras dentro

Pero a renglón seguido se apretó contra mi inmovilizándome por completo y acompañado con un gruñido note su lava inundándome por dentro, varios chorros calientes regaron mi útero arrancándome un nuevo orgasmo.

  • ves como no ha sido tan malo

  • Y ahora te rellenare yo

Y retirándose Omar, Carlo me penetro de un golpe y empezó a moverse dentro de mí, sin pausa, rápidamente, no dejándome baja mi excitación y haciendo que mi sexo siguiera derrotándome con una sucesión de orgasmos que me dejaban a merced de aquel semental.

  • Te vamos a dar tal ración de leche que no te la vas a acabar en mucho tiempo, ya verás cómo te deja mi hermanito, el otro día ya lo comprobaste, la que te dejo en los pechos.

Intentaba centrarme, pensaba en esa corrida dentro de mí , pero no podía hacer nada, estaba destrozada y cuando Carlo se tenso y empezó a gritar que se corría solo pude sentir el chorro caliente en mi interior entre sus embestidas.

Carlo se retiro y Omar me cogió del pelo y me llevo a su flácido pene

  • venga límpiamelo

Totalmente pringado de semen y flujos lo introdujo en mi boca y me hizo limpiárselo, mi boca se esmero en cumplir su orden. Entonces note como unos dedos se introducían en mi sexo y jugaban con mi ano, utilizando ese lubricante para introducirse en mi culo, invadiéndolo poco a poco. Y poco a poco el pene de Omar fue recuperando el vigor con mi tratamiento.

  • Mmm, que bien la chupas, ahora te follare ese culo tan precioso que tienes para darte las gracias

Así que Omar me puso tendida boca abajo y poniendo la almohada bajo mi vientre se dispuso a perforarme mi trasero, mi marido alguna vez lo había hecho pero las dimensiones de sus penes no eran comparables, sentí como la cabeza resbalaba por mi ano lubricado abriéndose paso poco a poco, provocándome dolor a cada centímetro, sentía como me abrasaba por dentro pero no se detenía ante mis lamentos, todo lo contrario, y su empeño no cejo hasta que su cuerpo descanso sobre mis nalgas.

  • Como tiene el culo hermanito?

  • buff, estrechito, a esta putita se lo han trabajado poco

  • Bueno, eso tiene arreglo

y entre sus risas empecé a soportar el mete y saca, que barrenaba mi trasero, poco a poco el dolor fue remitiendo y mi cuerpo empezó a reaccionar, recibiendo placer con cada movimiento dentro de mí, era un placer diferente, menos intenso pero fue increscendo hasta provocándome un orgasmo más profundo que exteriorice con un fuerte gemido.

  • ves como te gusta

  • si me gusta, sigue

  • Te gusta que te folle el culo?

  • sí, me gusta

  • Y después me limpiaras la polla, verdad?

  • hare lo que quieras, follamelo, si

Me lo machaco sin piedad, hasta que se retiro y fue su hermano el que de un empellón me la introdujo y una vez dentro, me hizo subir el culo hasta quedarme a cuatro patas. Omar me acerco su polla sucia y me la metió en la boca mientras otra herramienta me trabajaba el ano.

  • venga, que quede bien limpia

El sabor era horrible pero mi excitación me llevo a realizar mi tarea, haciendo que mi lengua recorriera cada centímetro de aquel sable. Mientras Carlo agarrado a mis caderas me penetraba incansablemente con su herramienta regalándome de vez en cuando con azotes en mis nalgas que cada vez iban subiendo de fuerza. Así estuvo un buen rato hasta que Carlo se retiro y Omar se tendió en la cama y me ordeno que me la clavara, así que me puse encima de ella y colocando su pene en la entrada de mi sexo fui bajando sobre ella, que gusto volver a sentir aquello dentro de mí, y más poder moverme sobre él, comenzó a cabalgar mientras que el asía mis pechos, retorcía mis pezones y hasta los azotaba con la palma de la mano, arrancándome únicamente gemidos de placer que llenaban la habitación. Claro que cuando Carlo apareció delante de mi boca con su polla para que también se la limpiara, los gemidos quedaron en ahogados sonidos en mi garganta.

Carlo agarro mi cabeza y su polla follaba mi boca, encajándola de vez en cuando  en mi garganta, cuando en una de aquellas la metió hasta el fondo y un  surtidor de semen fui escupido en mi interior bajando a mi estomago. Cuando se relajo soltó mi cabeza y pude respirar un poco aunque su pene siguió dentro de mi boca. Mi cuerpo se reveló con un nuevo orgasmo que acompaño mi sexo ordeñando el pene de Omar que se vació de nuevo dentro de mi sexo.

Caí derrotada, y él me aparto como un trapo, dirigiéndose a la ducha, los oí reírse y hablar junto con el ruido del agua pero el cansancio me hizo caer en un sopor en el que no prestaba atención.

Un azote en la nalga me saco de mi sueño, era Omar que a la vez que me quitaba la venda de los ojos me indico que fuera a asearme, así que me dirigí la ducha con mis muslos rezumando semen, y mi culo y mi pecho doloridos. Aun así mi sexo estaba muy sensible y mientras trataba de asearme acabe con dos dedos dentro de el corriéndome como una posesa en la ducha. Cuando por fin fui recuperando algo de cordura intente limpiar bien mi sexo, así como mi cuerpo y  después de casi media hora abandone el cuarto de baño. Me puse unas bragas y la bata y al salir al salón me los encontré a los dos en el salón, habían asaltado el mueble bar y estaban sentados en el sillón.

  • Ya íbamos a ir a buscarte

  • creía que os habías ido

  • No preciosa, por cierto estas horrible, ves y vístete para nosotros.

Gire sobre mis pies, y en la habitación me puse ropa interior negra y un vestido floreado , y haciéndolo mi sexo volvió a hervir, estaba a su merced y cualquier cosa que pedían me sentía en la necesidad de hacerlo, pues me provocaba oleadas de placer. Cuando volví al salón note las caras de desaprobación.

  • Vaya mierda de vestido

Me quede paralizada, Omar se levanto y desapareció volviendo al poco con unas tijeras. Se puso detrás de mí y comenzó a cortar el vestido por detrás, cuando lo abrió entero corto también los tirantes y cayó al suelo delante de mí.

  • Y vaya mierda de ropa interior

Y la corto también con premura. A mis pies estaba toda la ropa que me había puesto hecha trizas.

  • Ahora inclínate y apoya las manos en el sillón

Lo hice y poniéndose detrás de mí empezó a azotarme el culo con la mano, sus fuertes palmadas no tardaron en dejarme el culo muy sentible y arrancarme un quejido con cada azote. Carlo se unió a él y cada uno se dedico a una nalga, cuando acabaron las lagrimas se derramaban por mi cara.

  • Incorpórate y ven

Le seguí hasta la habitación

  • No tienes tangas?

  • no suelo usar

  • Pues acostúmbrate

Rebusque en las cajas y encontré un conjunto de tanga y sujetador

  • ponte solo el tanga, que esas tetas tienen que estar sueltas

Después se puso a rebuscar en mi armario y me saco una falda que solía ponerme con mallas, bastante corta, y un suerte de tirantes pegado que hacía que mis pechos estuvieran muy visibles a través de la tela.

  • Ahora unos zapatos de tacón

No tarde mucho en encontrar unos adecuados.

  • Bien, esto ya es otra cosa, si te veo otra vez con una pinta como la de antes probaras mi cinturón.

Mi culo me ardía, pero mi sexo no le iba al a zaga, me las acababa de poner y el tanga ya estaba empapado.

  • Inclínate sobre la cómoda

Lo hice dejando mi culo expuesto, note como apartaba un poco el tanga y su pene se encajo a la entrada de mi húmedo sexo y de un empujo se deslizo hasta el fondo.

  • Menuda zorra, estas anegada, me parece que te va que te den caña no?

No dije nada, mi sexo se convulsionaba y mis caderas se movían buscando el roce de aquel ariete, que de la misma forma que entro desapareció.

  • venga levántate y ven conmigo

Me llevo otra vez al salón donde me sentó en el sofá en medio de él y Carlo.

  • abre las piernas y hazte una paja para nosotros que por lo que veo lo estas necesitando

Mi mano se deslizo dentro del tanga y empecé a acariciar mi clítoris. Mi respiración se acelero e intentaba reprimir mis gemidos de placer. Además Carlo aprisionaba mis pezones que se marcaban como piedras en el fino suéter.

  • cierra los ojos y abre la boca, una puta como tu tiene que gemir de verdad.

Mis dedos recorrían mi sexo que respondía ante esas caricias con dosis irrefrenables de placer que era expresado con gemidos claros.

  • Lo ves zorrita, así mucho mejor. Dime te haces pajas delante de tu marido?

  • no

  • No me extraña lo reprimida que estas, las que son como tu son las peores.

  • no yo no.

*Tu si, eres una putita reprimida, pero con nuestras pollas te lo pasas en grande no?

  • si

  • Como es la de tu marido?

  • mucho más pequeña

  • Una mierda de polla no?

  • si

  • dilo

  • mi marido tiene una mierda de polla

  • Te gustan las pollas grandes?

  • si

  • Menuda zorruna estas hecha

  • Vas a ser mi puta verdad?

No respondí, y note como mi pezón era retorcido con saña

  • responde

  • si

  • Si qué?

  • voy a ser tu puta

Y mi sexo no pudo más y exploto en un terrible orgasmo que inundo el salón con mis gemidos de placer. Notaba mis nalgas húmedas de la cantidad de fluidos que emanaba mi coño y que resbalaba por mi culo hacia atrás.

  • Pero que guarra eres.

  • Dime , a qué hora vuelve el maricen de tu marido

  • sobre las ocho de la tarde

  • Pues venga vámonos

  • a donde

  • A tomar algo

  • así vestida?

No me respondió, él y Carlo se levantaron y empezaron a vestirse, mi cabeza me decía que no podía salir así pero cuando salieron por la puerta les seguí rezando porque nadie me viera, menos mal que a esa hora hay poca gente y el ascensor bajaba hasta el parking. Allí Carlo se puso al volante y yo me senté detrás con Omar, que nada más entrar se saco su polla y me puso a chupársela.

Mientras me afanaba en la tarea sus manos hurgaban en mi ya receptivo sexo, y de vez en cuando mis nalgas eran castigadas sin ningún tipo de miramiento, ya me había corrido una vez cuando su polla descargo en mi boca.

  • traga puta, tragaaa.

Y trague, todo, lo que no pude lo rebañe con mi lengua dejando aquel mástil limpio.

Había pasado una media hora desde que salimos de casi y cuando me incorpore, no sabía donde estábamos, no tardamos en parar cerca de una especie de pub.

La calle estaba bastante vacía pero me sorprendí al entrar, después de la oscuridad y ruido sordo de la entrada, el recinto se abría en una barra grande y bastante poblada de gente, y varias mesas que se veían el la penumbra, en una especie de reservados.

Omar y Carlo se sentaron  en la barra dejándome a mí, de pie, entre ellos. Cuando me vi en el cristal de enfrente de la barra, me quede avergonzada, mis pechos resaltaban sin ningún pudor en la camiseta y mis pezones eran dos faros, y si había algo que pudiera ser peor, Omar y Carlo se turnaban en meterme mano debajo de la falda con todo descaro. Realmente estaba loca, porque disfrutaba con aquello y volvía a notar húmeda mi entrepierna.

  • Sabes lo que es esto?

  • no

  • Un Club de intercambio

  • pues hay mucho hombre

  • es lunes, es lo normal, ven conmigo

Llegamos a una especie de habitación oscura donde había sillones, cuando me acostumbre a la tenue luz, pude ver a una pareja y un tío a su lado y luego dos tíos solos enfrente ,mirando. Nos sentamos en un lateral y mis ojos no se quitaban de la pareja, los dos se morreaban mientras el tío que estaba a su lado le metía mano por debajo de la falda.

  • Ves, las hay tan guarras como tú, venga quítate el tanga

Como pude sin levantarme me lo quite ante la mirada de aquellos hombres

  • Y ahora vas y te sientas entre esos dos y empieza a masturbarte, a ver cómo te portas.

  • pero

  • No eras mi puta?

  • si

  • Pues venga zorra

Me levante y me senté entre ellos, no sabía muy bien que hacer pero metí mi mano entre mis piernas y cerré los ojos como había hecho en casa, mi mano se deslizo en mi sexo y comencé, rápidamente tenía una mano sobando mis pechos y mi mano libre fue llevada a una polla fuera del pantalón. Una mano me agarro del cuello y me llevo a la polla que andaba manoseando, mis ojos se abrieron y  mi boca la engullo sin remilgos, no era muy grande, pero mi boca la deseaba, y comencé a mamarla. En aquella postura mi trasero quedo expuesto al otro acompañante, que no dudo en encajarme la suya en mi sexo, aquella invasión inesperada hizo que mi cuerpo se perdiera de nuevo en un orgasmo, que mis dedos sobre mi clítoris acrecentaron aun mas. no tarde mucho en comenzar a oír los bufidos de ambos, siendo mi boca la primera en recibir la lechada de aquel desconocido, varios chorros de leche espesa y caliente invadieron mi boca, y tuve que tragarlos para no ahogarme. Mientras este se arreglaba y se iba el que me machacaba el coño acelero las embestidas, y cuando creía que mi coño recibirá su regalo, la saco y me incorporo, su polla apunto hacia mi boca la cual abrí justo para que su capullo empezara a descargar en ella. Después medio un beso donde compartimos su semen y se fue, guardándosela en el pantalón.

Allí estaba sentada, con mi boca con el regusto del semen de aquellos desconocidos y mi sexo palpitando, y ardiendo. Enfrente de mí la pareja seguía con sus caricias. Omar se sentó a mi lado y me hizo ponerme encima de él encajándome su aparato hasta el fondo.

  • empieza a

follarte muy despacito putita

  • sí. Como quieras

  • ves como eres una puta

  • tú me has hecho así

  • No te equivoques, las zorritas como tú solo necesitan un empujón.

Mis caderas se movían haciendo que su pene no saliera de mi cueva, pero haciendo que todo mi sexo sintiera un terrible placer, mi orgasmo fue escandaloso mientras él se dedicaba a magrearme los pechos, no tardo mucho en bajarme los tirantes y dejármelos a la vista. Mientras Omar comenzaba a besarlos vi como la mujer de enfrente se sentó a junto a nosotros y mirándonos comenzó a masturbarse. Omar cogió su mano libre y la llevo a uno de mis pechos, el cual acaricio poniendo una cara de vicio increíble.

  • venga, cómele el coño a ella, que lo está deseando

Así que me puse a cuatro patas y mi boca se hundió por primera vez en un sexo de mujer, mientras mi boca se delataba con ese nuevo placer, Omar se situ detrás de mí y me la clavo siguiendo con su martilleo, el orgasmo no me tardo en llegar así como el de ella que descargo en mi boca todos su flujos. Note como Omar se retiraba y otra polla más pequeña ocupaba su lugar, era el compañero de la mujer quien ahora me daba por detrás mientras Omar se llevo a la mujer a una esquina, al poco ella botaba sobre su polla mientras su acompañante se corría entre gemidos de placer. Mi sexo no tardo mucho en ser usado ya que Carlo me tomo de las caderas y su ariete me taladro con furia, estaría muy excitado con el espectáculo ya que pronto acelero y hincándose en lo más profundo me rego de nuevo con su néctar.

Después de aquel ajetreo intente recomponerme u rehacerme de aquel cumulo de placeres desconocidos. Me levante y me dirigí al baño, estaba todo muy limpio y me asee como pude, cuando salí no vi ni a Omar ni a Carlo, me dirigí a dentro del local, había un par de habitaciones vacías, en otra una pareja follaba con un par de mirones en la puerta, los cuales al verme se me comían con la vista, pero me aleje de allí, había una habitación oscura con música, cuando entre me costo acostumbrarme pero cuando lo hice vi que había una pareja bailando, una cama redonda al fondo y unos cuantos sillones con un par de tíos. De pronto sentí como unas manos me agarraban por detrás y un cuerpo se restregaba en mi culo, pensé que era uno de ellos así que cuando me arrastro hacia la cama me deje llevar, me puso a cuatro patas y su polla se encajo en mi coño de un golpe, no era grande así que al girarme vi a uno de los tipos que me habían comido con los ojos y el otro estaba a su lado esperando su turno, no tardo en correrse y el otro le sustituyo. El nuevo la tenia más grande y su mete y saca me llevo a un orgasmo escandaloso que animo a los dos que estaban sentados en el sillón, uno de ellos se tumbo en la cama y me puso su herramienta en la boca la cual no dude en comérmela, pero no duro mucho, y se corrió profusamente en mi boca. El que me follaba se la saco y me rego el culo con su leche.

el ultimo que quedaba me hizo ponerme boca arriba, se desnudo completamente y se puso entre mis piernas, me follo con calma arrancándome dos orgasmos mas, y corriéndose abundantemente dentro de mí, quede totalmente exhausta, y cuando pude recuperarme salí del local sin mirar ni buscar a nadie. Un taxi me dejo en mi casa donde me duche e intente limpiar todo lo que había hecho, pero algo había cambiado en mí para siempre.