Salidas del Convento (7)
Macarena regresa al convento y Lucía y María ocupan su lugar.
Salidas del Convento 7
Macarena fue despertada en la mañana siguiente por Martín que le indicó que debía vestirse porque iban a salir. Hacía mucho tiempo que Macarena no abandonaba la casa y menos tan temprano. A pesar de los dolores de su cuerpo se apresuró a vestirse con las ropas que le alcanzó Martín. Para su sorpresa eran la misma que vestía cuando fue secuestrada, excepto que no tenía ni las bragas ni el sostén. Le dio de beber un licor que la mareó un poco, adormeciéndola sin saber exactamente dónde estaba
Martín traería primero a Lucía y María y las alojaría en una de las habitaciones del primer piso y luego llevaría a Macarena que estaría encerrada en un armario del garaje. Nada podría fallar.
Una vez vestida, la condujo al garaje, le selló la boca con cinta de embalar, le ató los brazos en la espalda y la introdujo en el armario cerrándolo por fuera con llave. Tomó el dinero para la donación y partió con su vehículo para el convento.
Luego de reunirse con la superiora y entregarle el dinero pactado, las mellizas hicieron su aparición. Martín era un hombre de muy buen ojo y a pesar que las hermanitas estaban vestidas con túnicas sueltas, pudo apreciar que se trataban de dos excelentes cuerpos. Lo iba a disfrutar de verdad.
-¿Ustedes son María y Lucía? ¡Que gusto de conocerlas! Estoy seguro que pasarán unos días maravillosos, que no les faltará nada de lo que necesitan.-
Fue María la que respondió: "será un gusto poder ayudar a un hombre que necesita de nuestros cuidados".
Se despidieron y ambas subieron al auto de Martín. Lucía ocupaba el asiento delantero, junto al conductor y María en el asiento trasero. La conversación giró sobre cosas intrascendentes hasta que llegaron a la casa, que por su tamaño y suntuosidad impresionó a ambas.
Entraron y Martín las acompañó a un dormitorio de la planta alta.
-Yo debo salir un momento. Hagan de cuenta que están en su casa. Pueden descansar hasta mi regreso.-
Cuando Martín se retiró ambas procedieron a acomodar la ropa que traían en una valija. Desconocían que sería totalmente inútil dichas prendas ya que permanecerían la mayor parte del tiempo, completamente desnudas.
Martín entró el auto al garaje, hizo subir a Macarena, luego de quitarle la mordaza y desatarle las manos.
Antes de llegar al convento llamó por teléfono para avisar que esperaran a Macarena en la puerta. Cuando arribaron allí la estaban esperando. Martín le indicó que bajar y se dirigiera a la persona que la estaba esperando. Macarena no distinguía dónde estaba. Apenas hubo bajado Martín partió raudamente.
Cuando fue llevada en presencia de la Madre Superiora, ésta no daba crédito a sus ojos. Se encontró con una Macarena completamente cambiada.
-Pero hija,¿qué te ha pasado?-
-He estado al servicio del Señor Marqués. Mire mi cuerpo.-
La joven comenzó a desnudarse ante la inquietud de la Superiora que no estaba acostumbrada a que alguna de ellas se desnudara delante de otras. Grande fue su sorpresa cuando vio a Macarena depilada, con el clítoris asomando de los labios vaginales y su cuerpo cubierto de marcas de látigo, moretones, etc.
-¿Pe..Pero que te han hecho?¿Por qué tienes el cuerpo de esa manera?-
-Porque era la esclava del Marqués y además de cogerme no solamente por el coño y el culo, me castigaba de distintas maneras.-
-¡Hija!¡Qué manera de hablar!¿Has sido violada?-
-Violada de todas las maneras posibles, y en todas las posiciones que pueda imaginar. El Marqués también se ha corrido varias veces en mi boca y he tenido que tragar su corrida.-
-Supongo que siempre te negarías a todas esas cosas.-
-Sólo al principio. Los castigos por no obedecer, eran tan terribles que decidí aceptar todo aquello que el Marqués deseara. También, como le he dicho, he sido penetrada por el culo muchas veces. También por amigos del Marqués que me ordenaban chupársela, abrir mi coño u ofrecerles mi culo. En una oportunidad tuve que mamar varios coños hasta hacer que las señoras se corrieran.-
-¿Cómo te has prestado a todo eso?-
-Madre, usted no se imagina lo que es estar atada, inmovilizada, mientras un hombre descarga el látigo una y otra vez sobre el cuerpo indefenso o recibe descargas eléctricas aun en las partes más sensibles. Ante semejante castigo he hecho todo lo que se me ha ordenado sin protestar.-
-He estado suspendida de mis tobillos, con los brazos atados en la espalda, mientras con la picana me daba descargas eléctricas en las tetas, el culo y el coño. ¿Le parece que podía negarme a complacerlo?-
-¿Sabes si María y Lucia correrán igual suerte?-
-Seguramente sí. Deberán ceder sus cuerpos a todos los caprichos del Marqués y de todas maneras algunos castigos recibirán igual. El último día que permanecí en la casa del Marqués recibí los más cruentos y prolongados castigos, a modo de despedida. Por ese motivo tengo el cuerpo en estas condiciones. Seguramente ellas recibirán igual tratamiento. El Señor Marqués es muy cruel-
-Debemos hacer algo para salvar a las dos novicias que yo, engañada entregué a semejante personaje.-
-No se moleste. Sería inútil. Nadie sabe dónde queda la casa en la cual seguramente serán sometidas. Si tienen suerte solamente serás cogidas en sus agujeros y esporádicamente serán torturadas. Espero que entiendan que lo mejor en dejarse hacer lo que el Marqués desee.-
-¿Estás segura que no podemos hacer algo?-
-Olvídelo Madre. El destino ya dirá. Después de todo recibir una verga en el coño no está nada mal. Tampoco por el culo, aunque duele un poco. ¿No quiere que le chupe el coño hasta correrse? Lo hechos unas cuántas veces y a las señores les gustaba mucho.-
-¡Pero qué dices!¿Cómo me hablas así!-
-Madre, verá que le gusta. Le paso la lengua por el clítoris y le chupo un poquito. Verá que se corre. También me puedo engullir la verga de algún padre que necesite una mamada o metérmela por adelante o por atrás.-
-¡Vete! No soporto que me hables así!-
-Madre, no sabe lo que se pierde.-