Salidas del Convento (6)
Macarena volverá al Convento, pero habrá quién la reemplace
La Novicia 6
Martín se puso en contacto con la Madre Superiora que regía el convento al cual pertenecía Macarena y le hizo un ofrecimiento.
-¿Usted recuerda Superiora que había una novicia, llamada Macarena que un día desapareció?-
-Sí, la recuerdo perfectamente. ¿Qué será de ella? No tuve ninguna noticia.-
-Yo sé dónde está y quiere volver al convento si usted la recibe.-
-Pero ¿Cómo no la voy a recibir? Las puertas están abiertas. ¿Ella está bien?¿qué hizo todo este tiempo?-
-Sin embargo hay un pequeño problema. Quién alberga en estos momentos a Macarena quiere una recompensa para que vuelva al convento.-
-¿Y qué recompensa quiere?-
-Que le facilite otra novicia por unos días para unas obras que debe hacer.-
-¿Son obras de caridad?-
-En cierto sentido sí. Es para ayudar a un hombre que necesita tener una novicia cerca.-
-En realidad ahora podrían ser las novicias Lucía y María, que entraron juntas, están en el convento y que no quisiera separarlas. ¿Usted cree que ese señor aceptará mantener por unos días a las dos novicias?-
-Supongo que sí. Es un hombre desprendido del dinero y que no tendrá inconveniente incluso en hacer una donación al convento.-
-Eso sería muy bueno. Nos falta dinero y las donaciones son bien recibidas. ¿Cuándo cree que podría volver Macarena?-
-Estimo que en dos o tres días. Sería conveniente que las otras dos novicias estén aunque sea unas horas con Macarena para que le comente qué deben hacer.-
-Me parece razonable.-
-Pero dígame, por qué lo usa a usted como intermediario y no viene él directamente?-
-Porque es muy tímido y no le gusta exponerse. Yo le pediré adelantada la donación para que usted esté tranquila de la absoluta seriedad del trato.-
-¡Ah, muy bien!¿Y cuándo cree que pueda traer la donación?-
-Mañana mismo y puedo aprovechar en llevar a las dos novicias a la casa de este señor por la mañana y por la tarde ya puede volver Macarena.-
- Lo que me extraña es que Macarena no me haya llamado para decirme dónde estaba o qué estaba haciendo, pero entiendo que a veces no quieren usar el teléfono de la casa dónde están para no incurrir en gastos y todas esas cosas, pero ¡Qué agradable será volver a verla!-
-Quedamos entonces así. Mañana traigo la donación en metálico, Lucía y María me acompañan y por la tarde viene Macarena.-
-Muy bien y muchas gracias.-
Martín salió del convento eufórico. Tendría dos novicias, a falta de una, para gozar y castigar. Esto era mucho más de lo que podía aspirar. Haría una donación de quinientos mil. La Superiora se sorprendería de semejante donación y a él le costaría un poco más de la mitad de lo pagado por Macarena y ¡tendría dos novicias! ¡Excelente negocio!
Se dispuso para una sesión especial con Macarena que sería la última. Luego de probar sus tres agujeros se dispuso a castigarla. Comenzaría con el látigo. La condujo hasta debajo de unas cadenas que fijó a sus muñecas, levantándole los brazos hasta que apenas apoyara los pies en el suelo. Luego tomó un látigo con una larga cola de cuero que terminaba en cinco puntas anudadas.
Macarena pensó, equivocadamente, que sería uno de los tantos castigos que había recibido, pero muy pronto comprobó que no era así.
El cuerpo desnudo de la joven presentaba pocas marcas. Ató sus manos por encima de su cabeza para dejar todo su cuerpo expuesto para los azotes que debería soportar, Las marcas más notables estaban en el culo por el azote de una vara dos días atrás. El resto del cuerpo no tenía marcas muy notables, solamente tres en el vientre. Martín levantó el látigo y lo descargó sobre el indefenso cuerpo a la altura de la cintura. Dado el largo del látigo, la cola del mismo rodeó completamente toda su cintura golpeando los nudos de las puntas cerca de su ombligo.
Macarena ya se había acostumbrado a sufrir en silencio. Era parte de la sumisión que había aprendido en el convento, pero este latigazo había sido muy fuerte y debió hacer un esfuerzo para no gritar, sin embargo algunas lágrimas escaparon de sus ojos. Los azotes se sucedieron mientras aumentaban las marcas en la piel de Macarena. La espalda, el culo, el vientre y las piernas sumaban más de cincuenta azotes cuando decidió concluir con este castigo y pasar al siguiente. La novicia gemía a cada azote y sus lágrimas humedecían su cara.
Sabía que probablemente luego de los azotes vendría la violación. ¿Sería esta vez por el culo?.No lo hacía con frecuencia por el diminuto agujero, pero siempre era doloroso. Si se la clavaba por atrás era simplemente porque Macarena se sentía más humillada aun. Estos pensamientos volvían a su mente luego de cada azote que caía implacable sobre sus tetas. Luego del último azote ¿Sería el último? Le aflojó las ligaduras y después de ponerle unas tobilleras la colgó con su cabeza hacia el piso. Sus muñecas también fueron atadas para sujetarlas a una argolla del piso. Nuevamente estaba indefensa.
Era el turno de la picana de dos puntas. El primer objetivo que recibió las descargas fue el culo. Apenas se apoyaron las puntas en la piel de la muchacha, su cuerpo se estremeció y tembló mucho más de lo ella recordaba de otras oportunidades. Macarena supo que le esperaba una larga sesión, pero no tenía alternativa. Lo único que le quedaba era alejar su mente del castigo que estaba recibiendo.
Las descargas luego del culo, siguieron por la espalda, el vientre, las tetas, las piernas, etc. Por supuesto también recibió las descargas en el coño, que por estar más húmedo, las mismas eran aun más fuertes No quedó parte de su cuerpo sin ser visitada por lasa temibles puntas.
Martín observó el cuerpo de la joven. Efectivamente la había sometido al mayor castigo que recordaba haber aplicado a esclava alguna. Sin duda Macarena tenía una resistencia especial. Esperaba que las hermanitas próximas a recibir fueran tan resistentes como ella. Había llegado el momento de descargar la presión que sentía en su verga. La bajó de la posición en que estaba, la dejó reponerse cinco minutos y procedió a satisfacerse sexualmente de su esclava.
Primero te la meteré por adelante. Espero que las descargas eléctricas en tu coñito hayan hecho que esté más cerradito y apetitoso que nunca.
-Señor Marqués, mi coño estará para satisfacerlo y podrá usarlo en la seguridad que las decargas han hecho el efecto por usted buscado. Está húmedo pero los labios hinchados quedando el agujero más pequeño. Goce de esta esclava.-
-Buena respuesta esclava. Has aprendido mucho desde que estás en esta casa. Tu sumisión me complace. Prepárate para ser penetrada.-
Macarena separó las piernas. Si algo había aprendido en ese tiempo era demostrar respeto y sumisión ante "el Señor Marqués". Así había podido evitar alguna humillación y, eventualmente, algún duro castigo.
Martín la clavó de un sólo golpe. Luego lentamente la ponía y la sacaba sin apuro, gozando con cada movimiento. Demoraba en eyacular, no tenía apuro y deseaba que ese, el último polvo sobre Macarena, fuera muy placentero. Pero todo tiene un desenlace y poco después volcaba su leche en la vagina de su esclava.
-Ahora me la vas a chupar hasta que esté bien dura otra vez.-
Rápidamente la joven se arrodilló y comenzó a lamer y chupar la verga impregnada de semen y jugos de su propia vagina. Poco después ya estaba en forma nuevamente para penetrarla. Esta ves Martín decidió clavársela por el culo. Macarena se puso en posición y con sus manos separóa los glúteos para hacer más accesible la sodomización. Martín empujó su verga hacia el cerrado agujero y comenzó a empujar para penetrarlo.
Poco después toda la verga estaba totalmente adentro del rento de la joven, que se mordía los labios para no gemir. A pesar que por supuesto su culo no era virgen, no estaba dilatado y la entrada de semejante pedazo de carne le producía un intenso dolor. Martín comenzó a sacarla para luego penetrarla nuevamente. Cada penetrada era dolorosa para Macarena aunque cada embestida era menos dolorosa que la anterior.
Ya Martín se movía con regularidad y el dolor había pasado para la joven. Simplemente Macarena dejaba hacer, pero mientras eso ocurría pensaba que nunca se lu hubiese ocurrido ser follada por el culo y que ella no pondría resistencias alguna, e incluso hacía lo posible por complacer al "Marqués".
¿Tanto se había degradado ella misma?¿Tanto Martín había minado su voluntad? Debía admitir que ese hombre la dominaba por completo y ella aceptaba hacer todo aquello que él le indicara. ¿Era solamente por miedo al castigo? ¡No! Y ésa era la cuestión. Ya no tenía miedo a los castigos por duros que fueran. Simplemente ella sentía que debía obedecer todos los caprichos del Marqués. Efectivamente se había convertido en esclava pero lo aceptaba naturalmente. Fue entonces cuando sintió el líquido caliente que inundaba sus entrañas. Martín se había corrido en su culo.
-Ahora me la chuparás nuevamente. La quiero dura otra vez.-
Giró de la posición que estaba y abriendo la boca la acercó a la ahora flácida verga. Afortunadamente tenía solamente restos de semen. Ella había tomado la precaución de mantener su recto limpio por si era penetrada por allí. Otra vez comenzó a lamerla, chuparla y acariciarla con sus dedos para que recuperara su estado de excitación.
No era tarea muy sencilla. Después de todo se había corrido abundantemente dos veces, pero la habilidad que había desarrollado en las mamadas hizo que pocos minutos después estaba nuevamente en forma.
-Señor Marqués, ¿qué agujero quiere usar?-
-Quiero que la tragues muy profundamente, hasta el fondo de tu garganta. Quiero la mejor mamada de todas las que has hecho.-
Macarena a pesar de los dolores en todo su cuerpo como consecuencia del castigo recibido, hizo su mejor esfuerzo por lograr una buena mamada. Su lengua recorría la glande para luego empujar todo el miembro profundamente en su boca. La sacaba y comenzaba nuevamente. Martín quería eyacular en la boca. Sería la última vez que Macarena saborearía su corrida.
Poco a poco la verga se fue endureciendo y creciendo en su tamaño hasta que finalmente eyaculó en la boca de la joven que se apresuró a tragarse el semen.
-Supongo que tienes todo el cuerpo dolorido por el castigo.-
-Sí Señor Marqués. Me duele todo el cuerpo.-
-Antes de encerrarte encadenada en una jaula, quiero darte unos puñetazos en las tetas.-
Macarena se incorporó, cruzó sus brazos en la espalda y se colocó frente a Martín para que procediera a golpearle sus senos. Martín cerró el puño y con todas sus fuerzas dirigió el golpe a la teta derecha. Tan fuerte fue el golpe que la volteó sentándola de culo en piso, mientras se tomaba el seno por el dolor que le causó. Tan rápido como pudo se incorporó, colocándose nuevamente frente a Martín para que continuara pegándole.
Fueron cinco o seis puñetazos más. Macarena lloraba del dolor. Nunca pensó que los golpes en sus mamas podían ser tan dolorosos. Martín no se demoró luego en esposarla, ponerle grilletes en los tobillos y un collar metálico para luego encerrarla en una pequeña jaula. Así debió pasar el resto del día y la noche.