Sagitarius - 6

Nueva complicación a la vista para Eddy...

Sagitarius - 6

Lo cierto es que los contratos que firmé en la alcaldía cuando me hice cargo del correo los llevaba buscando unos días, pero sinceramente, no sabía dónde los podía haber guardado, imposible encontrarlos. La idea que llevaba en esos momentos en la cabeza se me ocurrió después de la anterior queja contra mí, pero entre unas cosas y otras lo dejé pasar, pero esta vez no estaba dispuesto a ello, motivo por el que fui al ayuntamiento a por una copia de ambos, el del pueblo y el del centro. Una vez en la ciudad, el abogado que me aconsejo Amy me atendió enseguida, en parte gracias a decir que iba de su parte, y en menos de una hora, me había aclarado todos los pormenores de ambos. Me dejo muy claros los límites de cada uno de ellos y hasta donde podía tirar de la cuerda sin que esta se rompiese metiéndome en un lio. Con todos los puntos muy bien definidos, decidí comenzar en ese mismo momento con mi… "agradecimiento" al hijo de satanás del doctorcito por sus loables intenciones hacia mi persona…

Como siempre, al regreso fui repartiendo la correspondencia entre los habitantes, haciendo las veces de cartero, incluido el personal del centro. Al final, únicamente me quedaron dos cartas y un sobre grande, los tres a nombre de la misma persona. Ni que decir que cuando se los entregue a la Sra. Tollison para cuando fuesen a recogerlos me miro sorprendida…

-        ¿Y esto, como es que no los has dejado en el centro como las demás veces? -me preguntó sorprendida-.

-        Pues porque como es un cretino que no hace más que tratar de fastidiarme, he decidido que no tengo porque hacerle el menor favor. De modo que si quiere su correspondencia personal, a partir de ahora, que venga aquí a recogerla…

-        Tu sabrás que haces, ¿pero de verdad estas seguro de que esto no te meterá en problemas?

-        Posiblemente ese tipo trate de hacerlo, pero no es algo que no esté intentando ya de todos modos. Por lo menos esta vez va a tener un motivo real para tratar de hacerlo.

-        Me refería al centro o al alcalde no a ese… como sea -incluso a la Sra. Tollison le caía como una patada, y eso que con ella era muy difícil no llevarse bien-, no sé si puedes hacer esto… de verdad, Eddy, me preocupa que te cause problemas…

-        Por ese lado no tema Sra. Tollison, ya consulté con un abogado hasta donde y que podía o no hacer… Y le aseguro que no tendré el menor problema…

-        Tu sabrás… espero que tengas razón… -me marché mientras veía como meneaba la cabeza mirándome-.

Estaba tranquilo con lo que estaba haciendo, además sabía que aún tenía unos días de margen hasta que volviese a por correo al centro y no me llevase el del doctorcito, en ese momento posiblemente sí que volvería a cargar contra mí, algo que está esperando ansiosamente. Esa tarde tras terminar en el taller me fui directo a casa a descansar, no me esperaba que Amy fuese, ya que cuando regresaba al pueblo a última hora tras llevar con el Sr. Moore un coche a su dueño, nos habíamos cruzado con su patrulla, lo que quería decir que estaría de servicio hasta la mañana siguiente.

Apenas dormí tres horas, ya que nuevamente la pesadilla regresó, de nuevo la voz repitiéndome que ya venía a por mí... Tras levantarme y estar un rato sentado, volví a tratar de acostarme, aun pude dar una cabezada de un par de horas escasas… Lo curioso, o extraño, según se mire, una más de todas, es que, aunque tenía sueño y estaba cansado por culpa de las pesadillas, físicamente no estaba mal, me encontraba perfectamente, no tenía los síntomas de agotamiento que sin duda debería de estar mostrando… Mi cansancio era más mental que físico, sinceramente, comenzaba a pensar que algo le pasaba a mi cuerpo, el no estar agotado, el no sudar pese a estar en pleno desierto, el no… en fin, que era muy extraño. Nuevamente, un día más, me levante antes de tiempo y me marche al taller para ir adelantando trabajo con los coches que teníamos.

Demore la segunda recogida de correo de la semana hasta el viernes, ya que era el mejor día para joder un poco de más al doctorcito. Una de las cosas a que estaba obligado por mí contrato era a dos recogidas semanales de correo tanto del pueblo como del centro, una al inicio y otra al final de los días laborales de la semana, lo normal hubiese sido hacerlo el jueves, de modo que se tuviese todo el viernes para recoger lo que hubiese donde la Sra. Tollsion. Lo bueno, es que realmente, dado que cuando regresaba hacia también el reparto del correo, a nadie le preocupaba si lo hacia un día u otro, al no verse obligados a ir al pueblo a ver si tenían algo puesto que yo mismo se lo acercaba a mi regreso.

El viernes, tras terminar lo poco que tenía pendiente en el taller, me dirigí a la tienda de la Sra. Tollison a recoger el correo que hubiese para enviar, como siempre, y pese a que ya lo hacia ella cuando se lo daban, verifiqué que todo estuviese en orden… Guarde todo en la bolsa que usaba para llevarlo, y antes de salir…

-        Eddy, una cosa, ayer estuvo el Doctor Peter, y no le gusto que sus cartas estuviesen aquí, se marchó muy enfadado. Dijo que iba a presentar una queja contra ti por no habérselo llevado al centro… -me explicó preocupada-.

-        No se preocupe, ya esperaba que hiciese algo así… Puede presentar todas las quejas que quiera, no le van a servir de nada…

-        Tú veras… -meneo la cabeza-.

Me marche sonriendo en dirección al centro para recoger el correo allí, esperaba que el doctorcito me hubiese preparado alguna para tratar de joderme, y seguramente, con todo el público que pudiese. Si era lo que suponía, desde luego le pensaba dar con ello en los morros y como a él le gustaría, también delante de todo el mundo. Cuando llegue al centro aparque como siempre y en el mismo sitio que de costumbre, luego una vez dentro fui siguiendo mi rutina de recogida de correo hasta llegar a al departamento donde estaba el doctorcito. Cuando entré salude alegremente a todo el mundo con una obvia salvedad, a quien ignore por completo. Para joderle un poco más, me pare en sus morros a pegar la hebra un poco con Sheila… Si al principio y tras el asunto de su beso, se mostró extrañada de que hiciese algo semejante, torció los morritos en una sonrisita sardónica al darse cuenta de mis intenciones. Su ex aguanto poco, en menos de dos minutos puso cara de mala leche, luego me llamó la atención, con bastantes malos modos, para que hiciese mi trabajo y me acuso de hacer perder el valioso tiempo de la gente que trabajaba allí.

No dije ni media, me limite a darle un suave beso en la mejilla a Sheila mientras miraba de reojo como le cambiaba el tono de la cara a morado… Luego me dirigí a por el correo al cajón donde solían dejármelo… Cuando me separaba de Sheila…

-        Eres un cabronazo… vas a hacer que le salga una ulcera… -me susurró una Sheila evidentemente divertida-.

-        No he terminado aún, ahora, voy a ver si paso de ulcera a infarto… -le respondí guiñándola un ojo, pero de forma que su ex pudiese verlo, alejándome luego a por las cartas-.

Como era habitual estuve revisando las cartas, y como de costumbre también en el centro, con un par de ellas tuve que dirigirme a su remitente para que corrigiese o añadiese ciertos datos que estaban mal. Después de pagar la novatada con un par de sorpresas la primera vez que hice el reparto y que me toco dar más vueltas que una peonza porque el correo tenía que entregarse todo el mismo día, siempre comprobaba todo lo que me llevaba… Tras las oportunas correcciones, guarde todo en la bolsa excepto dos de las tres cartas que enviaba el doctorcillo, además el volver a dejar ese par de nuevo en el cajón del correo, lo hice de forma que se viese perfectamente. Ni que decir tiene, que le faltó tiempo para "saltar" sobre mi yugular en cuanto vio que efectivamente las desechadas eran suyas…

-        Oiga, se deja mis cartas… es usted un incompetente… -medio me grito acercándose con sus dos cartas en la mano-.

-        Sin decir palabra, tome las cartas de su mano, las volví a mirar, y me dirigí al cajón, donde nuevamente, de forma ostentosa, las deposite… Si quiere que me las lleve, hágalo en modo y forma apropiados… -le dije, con una media sonrisita sardónica que aún le puso de más mala leche-.

Después de eso, pase por su lado y me marché, escuchándole mientras me alejaba despotricar de mi todo lo que se le pasaba por la cabeza, para terminar, gritándome cuando fuera del centro me montaba en mi camioneta, que hablaría con el director para que buscasen a alguien más competente, y que recibiría noticias suyas. Ni que decir tiene que me marche riéndome a carcajada limpia y del modo más visible para que me viese perfectamente. Como habréis notado, de tres cartas del doctorcito únicamente dejé dos, y eso era porque la que recogí era correo oficial del centro, que era el único que estaba obligado a llevarme. Al personal del centro le era más cómodo dejarme allí su correspondencia personal que llevarla al pueblo, y a mí me daba igual recogerla en uno u otro sitio, hasta, claro, que me dejo de dar con el doctorcito. Del mismo modo, cuando tenían correspondencia, ya que pasaba por allí, se la dejaba también en el centro. Como ya supondréis por todo lo explicado anteriormente, ahora el doctorcito, si quería su correo para enviar o recoger, tendría que ir donde la Sra. Tollison y suerte que vivía en el condado, porque de haber sido como alguno de sus compañeros cuyas casas estaban en terrenos del condado vecino, se las hubiese llevado o recogido su padre.

Llevé el correo, lo envié y recogí el que había para el pueblo o el centro. Lo primero que hice fue llevar a la Sra. Tollison las cartas particulares del doctorcito, para después comenzar mi ronda habitual de reparto. Cuando hable con el abogado de los problemas que tenía con es sujeto y lo que tenía pensado hacer, por eso fue el que me asesorase sobre los contratos, me dejo muy claro que efectivamente lo que quería era perfectamente posible, pero que tenía que tener muy claro que en todo lo referente a dicha persona debía de ser extremadamente puntilloso y preciso con las obligaciones que dichos contratos me marcaban. Como al hacerlo el viernes, el contrato me obligaba a que al menos el correo estuviese por la tarde disponible donde la Sra. Tollison para su recogida, esta vez altere mi rutina para que fuese mi primera parada. Cuando llegué la Sra. Tollison ya tenía noticias para mi…

-        Eddy, el alcalde y el director del centro han llamado para que esta tarde te pases a verlos por un asunto con el correo… Te lo dije… al final vas a tener problemas… -me advirtió con voz preocupada-.

-        No se preocupe Sra. Tollison, ya me esperaba estas dos llamadas, y créame que se perfectamente lo que estoy haciendo.

-        Eddy, se perfectamente que es hombre es un cretino, pero deberías de dejarlo estar y no meterte en estos líos… Aquí todos sabemos cómo eres y no le hacemos ni caso…

-        Lo sé, y como ha visto eso mismo he estado haciendo, ignorándolo, pero mi paciencia y buena voluntad también tienen sus límites… Él me ha buscado y al final, me ha encontrado… Como ya le dije, no se preocupe, lo hable con un abogado y se perfectamente lo que puedo o no hacer…

-        Tú mismo… -se encogió de hombros-.

-        Gracias por preocuparse de mí, es usted una muy buena persona -me despedí, dándole un beso en la mejilla-.

Hice tranquilamente el reparto, cuando termine me marche a casa a comer, no sin antes pasar por el taller para explicarle al Sr. Moore que por la tarde tenía que ver al alcalde y al director del centro. Por su gesto de asentimiento y el modo en que me miro, no hacía falta ser muy inteligente para suponer que era algo que ya sabía, y que también, estaba enterado de los mas que posibles motivos para ello. Tan solo me dijo cuando ya me marchaba, que no me preocupase porque ocurriese lo que ocurriese, con él podría seguir trabajando hasta que me cansase… Lo cierto es que agradecí el apoyo… Mi primera visita fue al alcalde, y desde luego, no creo que el se esperase nada de lo que hablamos. Había recibido una queja por mi comportamiento con el correo, pero como ya era habitual con ese sujeto, fue de boquilla y no oficial, o lo que es lo mismo, por escrito y con su firma al pie.

-        Como ya le dije en su momento al Sr. Thompson con algo así, no me pienso molestar en comentar o decir nada sobre eso, salvo que sea de forma oficial y con la firma del "quejica".

-        En eso tienes razón, mientras esto no venga por escrito y firmado no tiene la menor validez. Pero ten en cuenta que lo que dice es bastante serio si es verdad…

-        Ya, pero da la casualidad que no lo es. Si se molesta en leer atentamente mi contrato, vera que no he hecho nada que se salga del mismo. El correo "personal" de ese señor, lo he depositado en su lugar correspondiente para su recogida, que es la tienda de la Sra. Tollison.

-        Pero hasta ahora siempre lo has entregado a la persona a la que estaba destinado…

-        Si, como bien dice, hasta ahora. Eso es algo que hago de forma voluntaria y que no me importa hacer, me cuesta realmente poco. Pero como comprenderá, si alguien no para de hacer todo lo posible para causarme problemas, mi buena voluntad con esa persona desaparece. Dado que vive en el condado, y mi contrato especifica claramente lo que tengo obligación de hacer, recogeré y entregare su correspondencia personal en el punto acordado para tal fin. Y que conste para que no nos llamemos a engaños, que, si su domicilio llega a estar tan solo tres kilómetros más lejos hacia el desierto, ya en terrenos del condado vecino, ni siquiera eso…

-        ¿Estás diciendo que si alguien que no resida en el condado deja una carta no te vas a hacer cargo de ella? -preguntó el alcalde repentinamente muy serio-.

-        No, ni mucho menos. Estoy diciendo, que, puesto que mi contrato solo me obliga a llevarme las cartas, sobres o paquetes de las personas residentes en el condado, de ser ese el caso, no me ocuparía de nada que fuese enviado, exclusivamente por él.

-        Sin duda es algo que habrá que corregir en el nuevo contrato cuando se renueve si es como dices… -replicó pensativo-.

-        Alcalde, a estas alturas creo que ya sabe que no soy problemático, que, si tengo que ayudar a alguien lo hago, que no me importa hacer un favor si está en mi mano, y que no soy rencoroso…

-        Lo se Eddy, lo sé, sé que eres buena persona. También soy consciente de donde viene este problema… y que no es culpa tuya precisamente -admitió-.

-        Si, soy buena persona, pero hasta una buena persona termina por cansarse, y mi paciencia tiene un límite. Mi grado de estupidez no llega al extremo de estar toda la vida poniendo la otra mejilla… Me he cansado, he decidido que con esa persona tratare solo lo estrictamente indispensable, y únicamente con aquello a lo que esté obligado… Y en ninguna parte de mi contrato especifica que deba de hacerle ningún tipo de favor…, de modo, que, si quiere algo con su correo, hablando mal y pronto, "que mueva el culo".

Tras esta conversación me dirigí al centro, donde la situación y conversación con el Sr. Thompson fue prácticamente la misma que con el alcalde. El contrato con el centro me obligaba a llevarme y devolver todo lo que fuese oficial del centro, lo que excluía de ello el correo personal. Como con el alcalde, deje muy claro que no me importaba llevármelo ya que pasaba por allí, pero que era algo que únicamente hacía de motu propio. Le especifique que toda mi buena voluntad para con ese señor había desaparecido, de modo que, a partir de ese momento, en referencia a esa persona solo haría aquello a lo que estuviese estrictamente obligado, ni más, ni menos. Lo gracioso llegó cuando me marchaba, que el doctorcito me estaba esperando con una sonrisa de oreja a oreja con sus dos cartitas en la mano, que me tendió cuando llegue a su lado…

-        Ten… y espero que salga hoy mismo en el correo… búscate la vida para que así sea o me encargare de que lo lamentes… -amenazo en voz alta para que todo el mundo le escuchase, para su mala suerte, quien le respondió fue el director del centro-.

-        Dr. Schort, Eddy no tiene por qué hacerse cargo de nada que no sea documentación oficial del centro. Si quiere enviar su correo personal, entréguelo en el pueblo, como cualquier otro de sus habitantes -todo el mundo presente sonrió sarcástico hacia el doctorcito, menos Sheila, quien directamente soltó una carcajada-.

-        ¿Le ha quedado ya claro Doctor? Por si aún no se ha enterado, se lo voy a explicar de forma sencilla… Su correo personal, tanto para enviar como para ser recogido, desde ahora, siempre en la tienda de la Sra. Tollison…

-        Eddy, ¿te puedes llevar esta carta "personal" mía?, por favor, me olvide esta mañana, y es urgente… -me pidió Sheila poniendo carita de pena, pero mirando con ojos burlones a su ex.

-        Claro, no te preocupes, incluso te la acercare a la ciudad y la dejare en el buzón de correos. Pero ten en cuenta que cuando llegue estará cerrado, así que ya sabes, posiblemente no salga hasta primera hora del lunes… -le dije mientras recogía su "correo personal" de modo bien visible en los mismos morros de su ex-.

-        No te preocupes por eso, lo importante es que este para cuando abran… muchísimas gracias Eddy…

Cuando me dio la carta me guiño levemente un ojo y bajo ella, había pegado un papel que evite que nadie viese. Al llegar al coche miré lo que ponía, y no pude evitar reírme a carcajadas, ya que no era otra cosa que el decirme que la carta era para el lunes, pero que no pudo evitar aprovechar la ocasión de joder un poco a su ex, disculpándose por ello. Aclaro que la disculpa era por tensar la cuerda de la situación con dármela así delante de todos incluido el director, que no por joder a su ex con ello. Lo cierto, es que la carta la llevé a la "ciudad" esa misma tarde, ya que decidí ir al cine a ver alguna película para entretenerme… Me apetecía desconectar un poco de todo, entretenerme sin tener que pensar y estar solo… El cine me pareció una buena opción para ello.

Al salir del mismo por la noche, cené en un bar donde siempre solía parar cuando hacia algo así, luego como cada vez, me fui a uno de los locales de moda de la localidad, donde me encontré con una sorpresa, que no vi hasta que ya llevaba un buen rato apoyado en la barra riéndome con el barman. Lo cierto es que las vi de refilón, ya que estaban al otro lado de la pista de baile, estaban Sheila, Edith, Jennifer y para mi sorpresa, Amy. Hice amago de ir a saludar hasta que al comenzar a moverme me di cuenta de que estaban acompañadas por cuatro tíos, sentados entre cada una de ellas. Por lo que vi Sheila mantenía las distancias con el que tenia junto a ella, Edith y Jennifer parecían muy acarameladas dándose besos nada castos con los dos chicos que estaban con ellas, pero lo que no me esperaba era Amy. Por lo que podía ver llevaba una minifalda con una blusa vaquera con sus habituales botas de media caña, se estaba riendo hablando con su acompañante, él tenía la cabeza pegada a su cuello, dándole besitos en el mismo mientras que su mano acariciaba su pierna. ¿Me molestó? Si, evidentemente si, pero si algo había quedado claro cuando hablamos los dos es que no teníamos nada mas allá de divertirnos juntos… De modo que regrese a la barra, me bebi lo que me quedaba en el baso de un trago, salude al barman y me fui de allí.

EL sábado cuando me levante decidí que de nuevo pasaría la noche en el desierto, donde la vez anterior… No es que las pesadillas desapareciesen por ello, pero al menos estaría tranquilo, sin tener que ver a nadie, lo que, aunque alguno no lo entienda, me resultaba relajante. Una de las ventajas de estar solo en el desierto es poder pensar, y una cosa sobre lo que necesitaba aclararme, es algo que me había sorprendido al ver a Amy con aquel tío en esa situación tan "peculiar", y no precisamente el que sospechase como terminaría todo aquello entre ellos dos. Lo que me sorprendió es que me había molestado muchísimo menos de lo que debería de haber sido lo normal. Si hasta ese instante no tenia claro si me estaba comenzando, o ya estaba, enamorado de Amy, esto del viernes, de prácticamente darme "casi" igual, me descoloco por completo…

No regrese hasta el mismo lunes por la mañana, fui directo a casa a ducharme para después ir al taller, decidí dejar el correo para el martes. A media mañana entró una atractiva mujer joven de unos 30 años que no había visto en mi vida y se presentó como Susan, buscando al Sr. Moore, porque según dijo, obvio en un taller, tenia un problema con su coche, un Mustang clásico. Según dijo le costaba arrancarlo, por lo que vi no era un problema seri, simplemente tenía la batería en las ultimas y los bornes de los cables de la misma con oxido. El solucionarlo fue cuestión de diez minutos, durante ese tiempo quedo conmigo para llevarme el coche por la tarde para que le hiciese un mantenimiento rápido, aceite, filtros… nada que no tuviésemos en ese momento para poder hacerle, ya que mi jefe no estaría.

Por la tarde llegó al poco de haberse marchado el Sr. Moore, si por la mañana venia guapa, por la tarde cuando entro reconozco que le di un par de miradas de mas porque estaba espectacular. Falda amplia a medio muslo que resaltaba sus largas y torneadas piernas, con una blusa fina que dejaba entrever el sostén y que siluetaba perfectamente sus pechos… pelo rubio a media melena, con unos impresionantes ojos azules, un sueño de mujer. Estuvo conmigo mientras hacia el trabajo, como a los quince minutos me pregunto por el servicio, un par de minutos después regresó. Estaba con la cabeza bajo el capo por lo que no la vi hasta que estuvo junto a mí, solo escuché el sonido del maletero abriéndose y cerrándose después. Sinceramente no se que haría, pero repentinamente su falda parecía haber encogido dos o tres dedos, su blusa había perdido un par de botones, lo justo para mostrar el borde superior de su sostén, sus pechos parecían haber crecido en volumen, en su rostro era evidente que se había dado un muy sutil toque de maquillaje que le hacía aún más bonita y para acabar, se colocó a mi lado de forma que cuando la mirase no pudiese evitar ver sus encantos en primer plano…

No negare que me encanto el cambio y la situación, tampoco no hacía falta ser muy listo para saber a qué venia eso y lo que probablemente buscaba. Sinceramente si no llega a entrar Sheila para preguntarme por la carta que me dio, ya que no había ido al centro a recoger el correo como solía hacer normalmente los lunes, no sé hasta donde hubiese llegado esta chica. No dijo nada, pero me miro raro a mi y mas raro aun a Susan. Según me entere entonces por la conversación entre ambas, era una nueva incorporación en el centro, por lo que se quedaría en el pueblo una temporada donde ya había alquilado vivienda, también me entere en ese momento donde viviría, y para mi sorpresa, sería muy cerca de mí, al final del pueblo, junto al camino que llevaba a la parte trasera de mí propiedad. Cuando le dije cual era mi casa se mostró muy contenta de conocer ya al menos a uno de sus vecinos. Si hubiese sido mal pensado, habría dicho que el comentario, por su forma y tono sonó muy, pero que muy sugerente.

Al final Susan se marchó al ratito de terminar con su coche nada contenta, ya que Sheila daba la impresión de no tener ninguna prisa por irse, de hecho, se entretuvo hablando conmigo del viernes por la noche, preguntándome si estuve donde ella ya que creyó verme saliendo del local. Cuando por fin Susan se despidió al ver que no íbamos a quedarnos a solas, me guiño un ojo diciéndome que teníamos que quedar algún día a tomar algo o mejor aún, a cenar… que había sido muy ameno hablar conmigo, ya que era la primera persona que conocía en el pueblo y además su vecino. Confieso que al principio me extraño las repentinas ganas de conversación de Sheila conmigo, algo raro en ella ya que estábamos en el taller y no donde Johnny o en el centro. Luego me di cuenta por un lado de su mirada burlona por la situación que había cuando entró, y luego de su sana intención de quedarse a solas conmigo. Justo ahí fue cuando se me pasó toda la diversión por la sutil frustración de Susan ante la presencia de Sheila, porque me estaba temiendo una nueva charla sobre lo que sabía, dejaba de saber, o como era posible… Algo que me apetecía aún menos que el hablar con ella de la noche del viernes, de lo que se divirtió con sus amigas y esos tios, o de cómo estaba Susan casi encima mío cuando entró…

CONTINUARA