Sagitarius - 2

En este capítulo os enterareis de las particulares circunstancias de Eddy... o al menos, de la extraña perspectiva bajo la que esta viviendo.

Sagitarius - 2

Por la mañana me desperté muy temprano, de hecho, desperté de madrugada, pues ese día regresaron de nuevo las pesadillas, algo que no me ocurría desde hacía ocho meses al menos. Era agobiante el despertarte a más de treinta grados de temperatura con el cuerpo helado, aunque sin sudor, porque repito, yo no sudo, sin recordar prácticamente nada excepto una voz muy extraña que te repetía machaconamente "espérame, voy, ya estoy cerca"... Lo peor es que de algún modo sentía como si debiese de conocer esa voz que estaba seguro no había oído en toda mi vida. Sali al porche de la casa de Amy, sentándome en uno de los tres escalones de la entrada, donde me encendí un cigarro al cual di una calada y luego sostuve entre mis dedos hasta que se agotó por sí mismo, mientras bajaba mi cabeza hasta casi ponerla sobre mis brazos cruzados sobre mis rodillas, quedándome completamente pensativo. No me di cuenta de su presencia hasta que no me habló, pero por lo visto Amy llevaba allí de pie unos minutos...

  • ¿Estás bien? Pareces preocupado. Mira, si es por lo de anoche, ya te dije que sabía perfectamente lo que hacía... -Amy sonó preocupada-.
  • No, tranquila, no es por eso, es simplemente que me he despertado, solo eso -la mire sonriendo-.
  • ¿Hacia mucho que no las tenías? -me preguntó con cara seria-.
  • ¿Como dices? -nuevamente volví a mirarla sorprendido-.
  • Que si hace mucho que no tenías pesadillas. Se lo de hace tres años en la costa de Dover en Inglaterra, y también que sufrías de ellas...
  • ¿Me habéis investigado? -me sorprendí-.
  • Claro, teníamos que cercionarnos de que estabas limpio por lo del tema de que recogieses el correo de todo el mundo y que lo entregases, especialmente por el del centro. Súmale a ello si quieres lo del señor Anderson con su avión o el genio que pareces ser con la mecánica, que reconocerás que es muy raro. Como es algo incomodo de explicar, no hay necesidad u obligación legal de ello, y pasaste la prueba con mayúsculas, hemos creído conveniente no decirte nada para que no tomases una falsa sensación del pueblo o de la oficina del Sheriff, especialmente dado tu caso tan especial.

Me quede un momento pensativo recordando el suceso del señor Anderson con su avión. Veréis, desde que estaba ayudando al Sr. Moore con su taller, y tras haber hecho un buen trabajo en un par de ocasiones, la gente empezó a cogerme confianza, al punto que en estos momentos, con los coches más nuevos, casi, casi, me llamaban más a mí que al propio Sr. Moore, sabedores de que este en muchas de las ocasiones acudía a mí para que le diese mi opinión, que, hasta este instante, ni una sola vez había fallado. Esto viene a colación, porque tras haberle arreglado un problema con una maquina al Sr. Anderson, me invito a volar en su biplano de fumigación, este llevaba dos asientos, yendo yo en el de detrás y el Sr. Anderson en el de delante manejando los mandos mientras me iba explicando el paisaje desde allí arriba... Confieso que me lo estaba pasando pipa recordando otros tiempos a bordo de un biplano Gloster Gladiator mkII, cuando surgió el problema en pleno vuelo, ya que al Sr. Anderson le dio un "yuyu", perdiendo el conocimiento lentamente.

De improviso vi como el Sr. Anderson se ladeaba lentamente hacia la izquierda, como su cabeza empezaba a quedar colgada y como parecía que sus manos perdían fuerza sobre los controles. En un momento dado quedo inconsciente y el avión sin control del piloto, algo de lo que no me quedo otro remedio que ocuparme, ya que afortunadamente ese avión llevaba los manos dobles. Me hice con el control del avión sin el menor problema, alabeé un poco para cogerle el tacto mientras hacía uso de la radio para pedir ayuda para el Sr. Anderson mientras que yo hacía bajar el avión. En el aeródromo de donde habíamos salido solo había una pequeña emisora, no una torre de control propiamente dicha, sin embargo, el hombre a cargo de la misma me intento ayudar en lo más posible, aunque sin mucho éxito, por fortuna sabía perfectamente lo que hacía.

Hice un aterrizaje de manual, absolutamente perfecto y sin el más mínimo error o tomarme la más pequeña dilación en el tiempo empleado en ello. Es obvio que para todo el mundo eso fue una increíble hazaña, mientras que para mí realmente, no fue más que algo sin importancia y que no me supuso el menor esfuerzo o peligro. Supongo que, para otra gente, la que, si sabía lo que era manejar un avión, eso significo tener bastante claro que yo ya había pilotado aviones antes.

  • Entiendo... Si, he vuelto a tenerlas una vez más, esta era como las anteriores, imagino que solo ha sido el cansancio... -dije, no deseando entrar en ese asunto-.
  • Puede ser, pero si en algún momento quieres hablar con alguien de aquella experiencia, del avión, de las pesadillas, o de lo que quieras, ya sabes que aquí me tendrás cuando lo desees.
  • Muchas gracias por la oferta Amy
  • No te preocupes, es lo mismo que tu hiciste por mi anoche... o para mi casi igual al menos, me escuchaste sin querer nada a cambio, independientemente de cómo acabásemos -me limite a sonreírle y a pensar en cómo de imposible del todo era que yo le hablase de aquello sin que me encerrasen de inmediato en un psiquiátrico-.

Veréis, tres años antes aparecí medio ahogado en una playa de la costa de Dover, en Gran Bretaña, al sur de Inglaterra, en el Canal de la mancha. Estaba conmocionado, hipotérmico e iba completamente desnudo, también físicamente estaba muy mal, según dijeron debía de llevar varias horas en el agua, de hecho, cuando me explicaron todo me dijeron que no sabían ni como me podía haber salvado, lo calificaron como de auténtico milagro. Desde allí fui trasladado a un hospital en ambulancia. Por suerte para mi me desperté en el hospital sin poder hablar o moverme en lo más mínimo, la garganta no me respondía, únicamente era capaz de escuchar, ya que los ojos me era imposible abrirlos, supongo que la impresión que daba era de estar prácticamente en coma. En un principio creí estar volviéndome loco, pues a cada cosa que oía, más me parecía estar inmerso en una pesadilla de la que quería despertarme y no podía.

Al final poco a poco fui aceptando la realidad de lo que me pasaba, pero temiendo terminar recluido en un sanatorio mental si contaba algo. Por eso decidí callarme la boca y tratar de reorganizarme mentalmente con lo que sabía de cierto y lo que me podía suponer, para ver como poder seguir adelante. Un golpe de suerte relativo, fue que hubiese un Eduard López, aunque norteamericano, no inglés, y casualmente también con un cierto parecido a mí. Aunque realmente en mis condiciones cuando me encontraron podríamos decir que hasta un mandril se me parecería. El principal problema, y por lo que digo que fue una suerte relativa en esos momentos, es que, al ser un turista norteamericano, mi estancia en Gran Bretaña tenía el tiempo limitado y me iba a permitir acceder a este país en el que ahora me encontraba sin el menor problema, ya que supuestamente era nativo.

Ese hombre había desaparecido durante sus vacaciones, de más o menos mi edad, mecánico de profesión y fotógrafo por afición, según entendí cuando fueron a verme de la embajada, sin ninguna familia. Supongo que dada su desaparición y como yo aparecí, asumieron que debía de haber visto o fotografiado algo peliagudo, cosa que a alguien no le gusto. Obvio decir, que el diagnostico de los médicos fue que por el traumatismo y shock sufrido por la experiencia me encontraba completamente desconcertado y con pérdida de la memoria. En ese estado, alguien había decidido por mí, que yo era esa persona que despareció, máxime cuando por algún extraño motivo, otro más de los muchos que me encontraría, yo "no" tenía huellas dactilares, la piel de la yema de mis dedos, era completamente lisa. ¿Pude haber dicho algo o tratar de negarlo?, si, por supuesto que pude, pero sabía que, si contaba "mi realidad", o lo que yo creía que lo era, cosa que tampoco en esos momentos es que estuviese muy seguro ya de nada, podía terminar en un "sanatorio mental".

Os aseguro que en esos instantes eso sí que no era nada que quisiese ni por casualidad, especialmente con lo que sabía de estos centros, de modo, que me callé la boca y decidí que "había perdido la memoria por completo". Quiero que comprendáis que, para mí, un sanatorio mental no era algo como a lo que estáis acostumbrados a ver ahora. Para mi esa opción se refería a una institución como las que había en los años treinta para ese tipo de enfermos, que más que "hospitales" de tal nombre, se parecían más a centros "legales" de tortura que a otra cosa. Los tratamientos habituales en ellos eran desde la terapia electroconvulsiva o electroshock, hasta en algunos casos, la lobotomía… Como entenderéis, lo que menos me apetecía, es que alguien no me considerase "cuerdo".

Para que entendáis mis motivos, debéis saber que cuando yo me desperté en el hospital, me fui a dar de bruces con la dura realidad de mi ahora vida. Resulto que me encontraba en los primeros compases de la segunda década del siguiente milenio, de modo que ya había pasado con creces el año 2000, lo cual no debería de haberme supuesto ningún problema, excepto por un pequeño detalle sin importancia. Para mí, el día anterior al que desperté en el hospital, fue un precioso día soleado de principios de septiembre de 1940, y me encontraba pilotando mi Spitfire sobre el canal de la Mancha. Me había separado de mi escuadrilla en pleno combate, estaba volviendo a mi base tras perseguir y derribar a dos He-111 alemanes que trataban de regresar a Francia dañados después de bombardear territorio británico. Mi último recuerdo es tener ya frente a mí a lo lejos, el conocido contorno de la costa británica. Ya había puesto rumbo al aeródromo en el que estaba destacada mi escuadrilla cuando todo se volvió, primero de un blanco cegador y luego completamente negro, lo siguiente que recuerdo a eso fue el despertarme en el hospital, más de 70 años después del último día que recordaba. Una completa locura y que con lo que os he contado antes, entenderéis que no le dijese a nadie...

Con todo y con eso, descubrí más tarde que aquello únicamente era la punta del iceberg de mi "extraña" situación. Por ejemplo y según lo que he ido averiguando poco a poco después gracias a esa maravilla que es internet, me he tomado tal magnitud de cambios a mi alrededor asombrosamente bien y sin "extrañarme excesivamente", porque por todo lo que he leído, lo normal es que hubiese enloquecido de verdad. Otra situación anómala se producía con mis, para mí, "desconocidos", valga la paradoja, conocimientos en varias áreas, como por ejemplo la mecánica, la astrofísica o la misma astronomía. Todo esto era algo que yo anteriormente no tenía ni por asomo. Como ejemplo más simple os diré que de haberme puesto a ello, ahora podría haber desmontado y vuelto a montar con los ojos cerrados un Spitfire o un Hurricane de arriba abajo pieza a pieza, pero, sin embargo, en "mi época" de piloto de Caza, yo más allá de volarlos en combate, no tenía ni repajolera idea de cómo narices funcionaban, mecánicamente hablando, se entiende.

Otra situación por lo demás absolutamente anómala por completo se daba con mi propio cuerpo, huellas dactilares aparte, y es que este era perfecto en todos los aspectos fisiológicos, excesivamente perfecto de hecho. Por ejemplo y para que me entendáis, os diré que de pequeño me había roto un brazo por dos sitios, y sin embargo, durante las pruebas que me hicieron en el hospital cuando me encontraron, descubrí que de aquellas y otras lesiones varias acaecidas durante mi vida no quedaban ni rastro. Incluso alguna de las típicas cicatrices de cuando era crio también habían desaparecido. Al principio de la Guerra, a los treinta segundos de enfrentarme a los cazas alemanes, mi Gloster Gladiator fue derribado, logre aterrizar destrozando el avión en el proceso y haciéndome algunas quemaduras en el brazo derecho por la pérdida de aceite del dañado motor. Además, también la "herida" del día anterior al del "suceso" se había esfumado. El "día anterior" al último que recordaba, un caza alemán, un Me-109, me había ametrallado, atravesado las balas lateralmente la carlinga de mi Spitfire y pasando rozándome la cabeza, alcanzándome los restos de la cubierta en el antebrazo, causándome varias heridas de escasa importancia, aunque muy escandalosas por la profusión de sangre que las acompañó.

Cuando aterricé mis "arañazos" fueron debidamente curados, tratados, vendados y de nuevo dado de alta para el servicio activo, ya que, en esos días, en lo que luego se conoció como "La Batalla de Inglaterra", eso que yo sufría era "muy poquita cosa". Eran unas fechas en las que todos los pilotos de caza eran muy necesarios. Pues bien, mi antebrazo apareció impoluto de heridas, rasguños e incluso de las cicatrices que por narices deberían de haber quedado. Lo de la falta de huellas ni sé que pensaron en la policía, porque no me lo dijeron y en el consulado tampoco, supongo que pensaron que me las habrían borrado de algún modo para tratar de que no pudiese ser identificado por ellas si mi cuerpo aparecía… no se… Lo cierto es que no resultó ningún impedimento para que me diesen mi nueva documentación, pasaporte incluido. Por cierto, que incluso mi dentadura resultaba ser tan perfecta como completa, pese a haber perdido una muela un par de años antes en una pelea…

Por si todo esto fuese poco, encima los primeros meses me costaba horrores poder dormir, en cuanto cerraba los ojos me asaltaban recurrentemente las pesadillas, y lo que era aún peor, no conseguía recordar absolutamente nada de nada con excepción de esa vocecita resonando en mi cabeza que no paraba de decirme algo que al principio no terminaba de entender. Después comprendí que era algo como… "ya voy", "ya llego" o algo así, creedme que daba muchísimo miedo. Si a esto le sumamos lo que os conté anteriormente sobre lo que hacia antes de despertarme y como pensaba que eran los "centros de salud mental", entenderéis que mi vida en esos momento no es que fuese muy agradable precisamente.

Por si os lo preguntáis, sí, obviamente he leído mucho sobre todo ese tipo de cosas extrañas, ya sabéis, abducciones, ovnis, fantasmas, gente que está en un lugar y a los pocos segundos se encuentran que están a kilómetros de distancia, viajes en el tiempo, etc… Pero nada, nada de nada de todo esto me convenció de que era algo que me pudiese haber sucedido a mí. Mi situación no era comparable con nada que hubiese encontrado. Aun antes de todo esto, el asunto de los horóscopos, las constelaciones que los representan y todas esas cosas me atraían, era de los que creían en las adivinaciones, las cartas, la quiromancia y todo eso que ahora mismo ya veo como chorradas. Incluso probé a ir a varios "videntes" cuando logré retomar el control de mi vida nuevamente, pero solo me dijeron las estupideces que ahora se típicas de este tipo de farsantes, y ojo, que no digo que no existan auténticos, solo digo que yo no di con ninguno así. La que mas se acerco a mi "realidad", me dijo que mi vida, seria pacifica, casi como una balsa de aceite, sin sobresaltos, igual que había sido hasta ese momento, de traca… Como comprenderéis por la predicción que más se acercó, de las demás, prefiero no hablar…

Las pesadillas desaparecieron, o eso pareció hasta ese instante, al año de llegar a Estados Unidos, poco antes de mudarme tras la pista de mi prometida. Lo primero que hice nada más abandonar el hospital, fue tratar de comprobar mi ficha, buscar a mi familia y a la que fue mi prometida, con la que por cierto me había casado en un arrebato por parte de ambos, tan solo "dos días antes" del inicio de mi "aventura", es decir, en 1940. Por mi parte, resulto que figuraba como desaparecido en combate, y dado por muerto dos años después del fin de la guerra una vez que no aparecí por ningún sitio. Mi familia por lo que averigüé, aunque me costó un poco pues los archivos referentes a esa época eran "espesos", por decirlo de algún modo, pereció en Londres en uno de los bombardeos alemanes de aquel mismo año.

Paradójicamente por contra, con Sheila, mí prometida, no ocurrió así, de hecho, me resulto increíblemente sencillo dar con su pista. La parte buena y mala, según se miré, es que descubrí que dos años después, en 1942 se casó con un piloto Americano de Bombarderos, marchándose con él a Estados Unidos cuando regresó a casa tras cumplir su ciclo. Lo malo, es que una vez en Estados Unidos su rastro desapareció, costándome bastante volver a encontrarlo una vez allí. Me traslade al pueblo donde actualmente residía, porque fue a donde me condujo el rastro de mi prometida, esposa en realidad como ya he dicho. Con esto no quiero decir que pensase hacer absolutamente nada al respecto, sería ridículo pretenderlo tras todo el tiempo transcurrido, pero al menos si quería saber que había sido de ella, si Sheila fue feliz, si tuvo descendencia, etc… Supongo que fue algo que nunca me pensé bien, porque hasta bastante después de estar aquí, no me di cuenta de modo consciente de que yo "no" había cambiado en más de 70 años y a Sheila le hubiese sido muy fácil por tanto reconocerme en cuanto me pusiese los ojos encima. El asunto de las explicaciones que hubiese tenido que dar, habría sido como mínimo, problemático…

Me alegré saber que había sido feliz, y casi me dio un soponcio cuando vi a su nieta por primera vez, porque, incluso en la voz, parecía una fotocopia de su abuela cuando era joven… De aquí venia mi "estupidez" y el no dar pie con bola cuando Sheila, "la nieta", estaba delante. No podía evitarlo, era como tener nuevamente frente a mis ojos a su abuela, otra vez delante con todo lo que eso significaba. No digo que estuviese obsesionado con ella o algo de ese estilo, pero… no sé, era tan idéntica que el quedarme observándola a la más mínima era superior a mis fuerzas… Si os preguntáis si quizá siguiese aun enamorado de su abuela, os diría que sí, que en cierto modo y rotundamente, si, al fin y al cabo, para mí solo habían pasado tres malditos años desde que nos separamos por última vez y había estado buscándola todo este tiempo. Pero puesto que había fallecido un año antes de que yo llegase a esa zona, era algo que quedaba definitivamente en el pasado, recuerdos de una buena época en la que fui absolutamente feliz pese a la situación que se vivía con la guerra, tenía conmigo a mi prometida y mi familia aún estaba viva.

Imagino que, tras esto, podréis suponer con cierta facilidad donde podía haber visto anteriormente Sheila mi cara. Un día que estuve arreglando un pequeño problema en el desván de la casa de la madre de Sheila, di con varios viejos álbumes de fotos que habían pertenecido a la abuela de esta, a "mi Sheila". Me sorprendió uno muy específico que parecía contener únicamente fotos tomadas en Inglaterra durante la guerra. Concretamente me reconocí en una foto de mi escuadrilla y que yo le regalé en su momento, así como una foto de primer plano de mi al inicio de la Guerra junto a mi avión y que por aquella época ella siempre llevaba encima, por mi parte, en mi cartera, en aquellos días, también tenía una de un primer plano de ella con sus labios marcados por la parte de atrás. El resto de las fotos de ese álbum supongo que tendrían relación con el hombre con el que finalmente se casó y en las cuales sinceramente, me fije muy poco. Era muy improbable que Sheila fuese a mirar de nuevo ese álbum y dar con cualquiera de esas dos fotos, por eso estaba relativamente tranquilo en ese aspecto, y no, por si alguno lo piensa, no, en esos momentos la verdad es que no se me ocurrió quedármelas.

Un par de días después de lo de Amy, iba circulando por la carretera cuando tras de mi se puso un coche de patrulla que me hizo señas para que me detuviese fuera de la carretera. Resulto ser Gregory, uno de los otros dos ayudantes de Harry, el Sheriff… Me comunico que el Sheriff le había pedido que si me veía me dijese que su coche tenía que pasar su mantenimiento, y Amy que me pasase por casa de su tío para que le echase un vistazo a su camioneta, porque según parecía le estaba dando problemas. Tras asegurarle a Gregory que en cuanto regresase me pondría con ello, me despedí de este reanudando mi camino mientras que el daba media vuelta para regresar al pueblo, o por lo menos, en esa dirección se marchó. Con el coche del Sheriff me puse nada más volver al pueblo dos horas después. Estaba perfecto, solo necesito el típico cambio de aceite, filtros, que con el desierto si solían ser un problema de no tomárselos en serio, máxime en un Jeep 4x4 integral como era aquel que estaba más tiempo por los caminos que en la carretera, y poco más. La camioneta del tío de Amy y padre de Sheila, fue otro asunto…

Llegue a primera hora de la tarde, me recibió Tom, el padre de Sheila, que me explicó el problema que tenía con la camioneta, una Ford F-150 de cinco años. En cuanto monté en ella y le di al contacto ya supe que me iba a dar problemas, porque arrancó a la primera. Según me dijo Tom le estaba dando fallos esporádicos, lo que apuntaba a algún tipo de avería electrónica, tome mi portátil y lo conecte al coche, no dándome la menor pista de que era lo que ocurría o donde se podría estar produciendo el fallo. Decidí llevármela al taller, donde contaba con las herramientas adecuadas, para ver si lograba averiguar qué era lo que le pasaba. Como los padres de Sheila además de la Ford, también tenían un viejo Toyota que se caía a cachos, pero que parecía una roca, porque no daba más problemas que los desgastes típicos de un coche con casi cuatrocientos mil kilómetros a cuestas, no me preocupo en exceso el dejarles sin la Ford durante unos días. Nos fuimos el Sr. Tom y yo al taller, cada uno con su coche, y después volví con él para dejarle nuevamente en su casa. Me llevo una semana dar con el puñetero relé que estaba dando problemas, y eso gracias a que durante una de las pruebas a que estaba sometiendo al coche falló en el momento más oportuno para mí, justo cuando estaba testando ese circuito. De hecho, había logrado ya reducirlo a tres sospechosos y además los tres caros, pero al dar la avería de modo intermitente, no había forma de poder pillar cuál de ellos era. Justo había terminado por fin con la camioneta, casi una semana después de llevármela, cuando apareció Nick por el taller… Ni que decir tiene que me puse en guardia en el acto, porque no había motivo aparente para que fuese por allí…

  • Eddy, ¿tienes un minuto?
  • Si claro, acabo de terminar ahora mismo con este -señale la camioneta del Sr. Tom- y te atiendo.
  • Tengo que hablar contigo. Si tienes que llevarla te acompaño, y así al regreso hablamos… -planteó Nick-.
  • Por mi perfecto, me vienes al pelo, porque estoy solo, el Sr. Moore no vendrá hasta la tarde y quería llevar la camioneta al Sr. Tom…

Nos fuimos los dos, yo con la camioneta del Sr. Tom, y detrás Nick con la mía. Tras dejarle la camioneta a su dueño, y rechazar el tomar alguna cerveza, nos volvimos ambos en mi camioneta. Tardo unos pocos minutos en entrar en el tema, supongo que estuvo reorganizando un poco sus ideas y que decirme… o preguntarme.

  • Amy no quiere hablar conmigo, me ha dejado bastante claro que no quiere volver a verme… -me miró-.
  • ¿Y?
  • Se que cuando me dejasteis en casa la otra noche, luego estuvisteis mucho tiempo los dos solos en su casa
  • Oye Nick, que porque estuviésemos los… -me cortó-.
  • No, no te preocupes, sé que no pasó nada. Me dijeron que os vieron sentados en el porche de su casa de madrugada hablando los dos… ¿Quería saber si hablasteis algo de mí? -me preguntó-.
  • Bueno, hablamos de muchas cosas, y si, incluido tú, pero bastante poco la verdad, estaba muy enfadada contigo por lo que hiciste.
  • Eso ya lo suponía… -ahora fui yo quien le cortó-.
  • No Nick, no creo que te hagas una idea de cómo de enfadada estaba Amy contigo. De hecho, fue un tema que dejamos rápido, porque aparte de que ella misma me advirtió, ya me di cuenta por mí mismo que si seguíamos con eso el que podía terminar pagando el pato por tu estupidez era yo, que era a quien tenía a mano para desahogarse.
  • ¿Tan mal estaba la cosa?
  • Peor Nick, estaban mucho peor… No quiero ser pájaro de mal agüero, pero lo tienes francamente mal, pero que muy mal. No sé, tú la conoces mucho mejor que yo, pero me parece que con cualquier cosa que hagas, ahora mismo solo vas a conseguir cabrearla más todavía…
  • ¿Sabes que la dijeron cuando fuisteis a sacarme?
  • No, lo siento, me quede en la puerta como viste al salir con ella. Yo no entre dentro, solo lo hizo ella, lo que le dijeron o hablasen con ella no lo sé. Entró ya enfadada contigo, y salió… bueno, tú mismo viste como salió, y desde luego en el coche no es que ayudases especialmente a que se calmase contigo… -me encogí de hombros, en ese momento entrabamos en el pueblo-.
  • Veré que puedo hacer… espero que me perdone lo idiota que fui… Si no te importa, me puedes dejar ahí mismo -señalo un punto ante nosotros, unos trescientos metros antes del taller-.
  • Claro… -paré para que se bajase-.
  • Gracias por todo Eddy…
  • De nada…

No quise decir nada, evidentemente, pero la noche que estuvimos juntos si algo me dejo claro Amy es que ya estaba de Nick y de sus estupideces hasta las narices. Conociéndola, aun con lo poco que esto era, me daba que su relación estaba más muerta que si la hubiesen incinerado… Ese mismo día, a media tarde, entro Amy, a la que de inmediato le dije que ya le había devuelto la camioneta a su Tío, ella me contesto que no venía por eso, sino para hablar conmigo, que me esperaba cuando finalizase el turno en el bar de Johnny, donde estuvimos la famosa noche de Nick … Yo estaba en ese momento ayudando al Sr. Moore, quien nos miraba alternativamente a uno y otro mientras hablábamos. No me hacía falta ser ningún lince para saber que el Sr. Moore tardaría en preguntarme lo que Amy se mantuviese con nosotros en el taller, y que nada más salir por la puerta me esperaba un interrogatorio… -no pude por menos que suspirar para mí al pensarlo-. Por otro lado, esperaba que no se me notase que al ver a Amy marchándose, con ese movimiento de sus "hemisferios", me había empalmado como un burro pensando en lo que ocurrió entre ambos aquella noche…

CONTINUARA