Sagas Ex Inferno V - Interrogatorio

Más Ballbusting

Estaba suspendido observando a la recién llegada, que no se percató que Ash con presteza le acopló una barra espaciadora hecha de acero, conectándola por cada uno de sus extremos, a cada una de las anillas de acero adosadas en los grilletes de cuero de los tobillos, ya con eso cerrar las piernas le resultaría imposible, con un largo de metro y veinte, la barra le haría caminar con paso lento y torpe. Ahora estaba más atrapado e indefenso.

La muchacha

japonesa

, que vestía el mini vestido de

látex

negro, se acercó y le clavó tras la nuca el afilado y largo taco de acero de su

zapatilla

. Frente a él a centímetros de su rostro se hallaba

el otro pie de la japonesa

-¡Saluda, animal! -Exclamó Ash, plantando su zapatilla deportiva justo entre los omoplatos del hombre.

-…hola… -Balbuceó antes de que la rubia le encajara en las espaldas un pisotón con el talón de su zapato.

-¡Eres un animal! ¡Un perro! ¡Tú no hablas, a menos que se te ordene hacerlo! ¡Lame los zapatos de Izanami!

Estiró el cuello y sacó la lengua y comenzó a lamer la superficie

del zapato

de tacón de cuero negro. La

japones

a comenzó a deslizar la punta del tacón de acero de su

otro zapato

, bajando por la nuca y

hundiéndolo tras de ella

.

-¡Hey! -Exclamó la japonesa.- ¡Reconozco a este tío! ¡Es Edward, el capitán del equipo de futbol del colegio! ¿Están locas? ¿Cómo se les ocurre traer aquí a este patán? ¡Nunca imagine que fuera masoquista! ¿Cómo lo descubrieron?

-Yo, fui yo quien lo trajo. -Dijo Lilith.- que se había levantado del sofá y se había acercado al grupo, sus pequeños y primorosos pies estaban descalzos sobre el mármol negro.

-Edward tiene un enérgico fetichismo de pies femenino, es sólo que aún no lo había descubierto. -Prosiguió la pelirroja.- En cuanto al dolor físico, aún lo estamos experimentando, aunque tal vez se le pueda volver un gusto adquirido.

La

japonesa

le hundió el tacón en lo profundo de las carnes

en la parte alta de la espalda

. El tipo gimió.

-Ah, por cierto, Edward. -Dijo Lilith dirigiéndose al chico.- Ella

es

Izanami, de la escuela, seguro ya la conocí

as

. ¿Verdad?

-Solo de vista. -Respondió entre dientes el joven. Le pasmaba la naturalidad con la que esas tías se estaban tomando la situación, tal parecía que estaban acostumbradas a realizar

bromas

de ese tipo.

Izanami

cogió la cadena que llevaba sujeta al collar de cuero alrededor del cuello y tirando de ella le forzó a ponerse de rodillas. Era en especial incómodo teniendo las manos esposadas tras la espalda y con la barra espaciadora separándole los tobillos. Encaró a la bella joven, de hermosa piel

blanca como

n

ieve

, sus grandes ojos eran muy misteriosos, de un color

negro azabache

, con rasgos

asiaticos

, su cabello largo era

lacio, negro como tinta

. Su corto vestido se sostenía por los hombros nada más con dos tirantes, luego tenía un generoso escote en “V”, de su cuello

colgaba

un dije de oro, con el diseño de una rueda chakra.

La

pelirroja

caminó detrás de él, y se puso de cuclillas,

cogiendo los genitales tiro de ellos hacía atrás.

-¡Pero que grandes

tienen los huevos

! -

Exclamó Izanami, viendo desde arriba.-

¡No parecen de humano! ¡Parecen de toro! ¡Y esa verga, es tan larga y gruesa como mi brazo!

Lilith con sus delicados dedos comenzó a explorar las pelotas, encontró los testículos, uno en cada mano, y cerró sus dedos apretando los orbes. El rostro de Edward se desencajó de dolor, empezó a temblar mientras de su garganta salía un graznido seco.

I

zanami

tensó la cadena,

obligándolo

a levantar más la cara.

-¡Estas gimiendo como una mariquita, Edward! -Se mofó la rubia Ashtaroth.- ¡Imagina, a un hombre grande y fuerte como tú, una chiquilla le coge por los huevitos y lo hace chillar indefenso!

-…¡Por favor! ¡Ya.. no… más! -Suplicó Edward temblando entre mugidos.

Las

tres

chicas soltaron a reír al ver la cara de sufrimiento y las muecas del tipo.

-¡Te las va a seguir apretando hasta que te las reviente! -Exclamó Ashtaroth.

-¡Noooo!

-A menos que nos des las claves de tu celular.

Izanami, que era la experta en tecnología, sostenía

en una de sus

manos el teléfono móvil de Edward, lo había sacado de la caja de cartón dentro de la cual había colocado su ropa y que había quedado sobre el piso a la entrada de la mansión.

Entre sollozos y lágrimas les dio las claves del móvil y de acceso a sus cuentas y redes.

Por fin la pelirroja le soltó, él se relajó, respirando agitado y profundo. Por nada del mundo deseaba sentir ese horroroso dolor

en los huevos de nuevo

.

I

zami

soltó la cadena y le cogió por las orejas, tirando de cada una de ellas, con cada una de sus manos, forzándole a levantar la mirada y encararl

a

, los fascinantes y granes ojos

orientales

color

azabache

eran hechizantes e hipnóticos.

-Ahora, Edward. -Dijo la

japonesa

con una voz que seducía y embrujaba.- Voy a interrogarte, y vas contestar a todas mis preguntas, con la absoluta verdad, si te niegas, Lilith apretará tus huevitos, también si mientes serás castigado, créeme que yo puedo saber bien cuando no me estés diciendo la verdad.

I

zanami

esbozó una seductora sonrisa y preguntó:

-Dime, ¿Usas drogas?

-¡No!

-Bien, ¿Qué tal esteroides?

-¡Claro que no!

I

zanami

hizo una señal a Lilith, al instante los dedos de la pelirroja se cerraron como tenazas contra los orbes arrancando aullidos de dolor al hombre.

-¡Esta bien! ¡Si, los uso!

-¿Ves? Más te vale no mentir.

-Dime ¿A qué animales le tienes más miedo? ¿Serpientes, arañas, insectos?

-¿Qué?

Otro apretón y otro alarido.

-¡Sólo responde!

-Arañas.

Las preguntas de I

za

continuaron, ¿Te da miedo el tener que quedarte solo? ¿Alguna vez has intentado suicidarte? ¿Has tenido problemas con la policía? ¿Te consideras una persona

i

responsable? ¿Consideras que tu conducta sexual es bastante promiscua? ¿Te cuesta controlar tus impulsos?

Era una cadena de preguntas un tanto larga, de tanto en tanto a una señal de I

zanami

, Lilith cerraba sus dedos para prensar los testículos, en especial cuando las preguntas eran un tanto embarazosas o personales, en tanto, Ashtaroth

se movía alrededor

del

hombre, dándole de tanto en tanto alguna patada en las costillas, cuando éste tardaba mucho en responder.

Por fin concluyó el interrogatorio, I

zanami

le soltó las orejas y se puso en pie, Edward cayó de bruces al piso, agotado por su posición forzada de rodillas, y el persistente dolor de sus testículos.

Lilith sacó del bolsillo de su falda escolar un dispositivo negro con dos puntas metálica, era una Stun-Gun de grado militar. Presionó un botón y un zumbador arco eléctrico de cincuenta mil voltios salto entre las dos puntas de metal, de un certero golpe le clavó las puntas en los testículos.