Sagas Ex Inferno III - Ballbusting
Continuación de la serie de Femdom, condenación es la parte I, esclavo es la parte II, a partir de acá ire usando numerales romanos para las partes.
La sorpresa y el susto le habían dejado congelado, estaba mudo como un idiota quieto frente a la Diosa rubia frente a él. No obstante, por fin sus instintos tomaron el mando de su cuerpo y no tuvo otra reacción más que darse a la fuga, salió corriendo, más a los pocos pasos la gruesa y pesada cadena conectada a su cuello se tensó, tiró de su cuello lastimándole y le hizo caer al piso. Se rodó para incorporarse, vio que Lilith había sujetado el extremo de la cadena a una de las anillas del pentagrama, las cuales estaban empotradas al piso. También la había asegurado con un candado, se llevó las manos al cuello, pero el collar era de cuero duro y grueso, ahora sí estaba atrapado.
-¡Quédate quieto cerdo! ¡De pie y manos tras la espalda! –Ordenó la rubia. -¿Quién es este idiota?
-Es mi nuevo esclavo, Ash. –Respondió Lilith.
Ashtaroth Schwartz, era la Diosa rubia, capitana del equipo de porristas de secundaria, Edward la había reconocido de inmediato, lo cual había incrementado su terror en un mil por ciento. Sabía que era una malcriada billonaria antipática, bellísima, pero totalmente fuera de su nivel, jamás habría imaginado que ese castillo gigante fuese su casa, ni que Lilith fuese su hermana menor. Se sentía indefenso y humillado, desnudo por entero ante despampanante rubia, para peor su pene en total erección no le obedecía, el maldito siempre había parecido tener una mente propia.
-¿Sabes qué? ¡Voy a llamar a la policía! –Sentenció la rubia, que estaba plantada a dos pasos frente a él, altanera, con las manos a la cintura y las torneadas piernas bien abiertas, eran unas piernas preciosas de suave y perfecta piel bronceada.- ¡Y te advierto que la mansión cuenta con circuito cerrado de T.V. sea lo que sea la cochinada que estabas haciendo ha quedado grabada en video.
-¡Espera! ¡No! ¡Por favor! –Un sudor frío asomó su frente.- ¡A los policías no! ¡No los llames!
Ash cogió su móvil y se preparó para marcar.
-¡Por favor! ¡Ya tengo antecedentes! ¡No voy a ir a la correccional, con esto que me mandaran derecho a la cárcel!
La rubia le clavó sus ojos azules, esbozó una sonrisa burlona, Edward admiró las facciones de su rostro, anguladas y afiladas como las de las supermodelos de pasarela, también tenía un busto generoso, una estrecha figura con abdomen plano.
-¡No! ¡No puedo dejarte ir así no más! ¡Necesitas un escarmiento! ¡Debes recibir un buen castigo por esto!
-¡Cualquier cosa! ¡Pero no llames a la policía!
Ash ladeó su cabeza.
-¡Vale! Te voy a proponer algo, voy a castigarte yo misma.
-¡Esta bien! ¡Hazme lo que sea!
-¡Primero, manos a la espalda!
El obedeció al instante, junto sus manos tras la espalda, al hacerlo escuchó el sonido de un clic metálico. Lilith, tras de él le había conectado las anillas de las muñequeras de cuero con un candado. Lo había atrapado rápido y en silencio.
La rubia caminó alrededor del hombre parándose junto al sofá donde Lilith había vuelto a tomar asiento.
Él se volvió para encarar a las dos chicas.
-¡Te llamas Edward! ¿Verdad? –Exclamó Ash.- Ahora te reconozco ¡Eres el idiota que juega futbol! ¡Todo músculo y nada de cerebro!
Edward bufó.
-¡Te voy a dar un castigo! –Sentenció la rubia.- ¡Sí los aguantas te dejaré ir y nos olvidaremos de todo! ¡Sino, llamaré a la policía! Y vas a tener que ir a podrir a la cárcel. Yo te haré tres pruebas si las fallas, la cárcel, si las pasas, te vas para tu casa.
Sin duda la locura era algo de familia, pensó el joven. Más sin embargo estaba a completo a merced de lo que a ella se les ocurriese. Sería preferible seguirles la corriente y soportar un poco que terminar enredado dando explicaciones a los policías.
-Primera prueba. –Dijo Ash, señalándole con el dedo índice, mientras mantenía su otra mano a la cintura.- Te voy a dar veinte patadas, te tendrá que mantener en pie, si te caes, estas perdido.
Edward resopló, no podía ser tan malo, pensó, ¿Qué tan duro podía pegar una tía?
-Haber, ¡Espalda recta! ¡Abre más las piernas!
De repente ella tomó impulso y le descargó tremenda patada directo a los huevos, el empeine de su zapatilla deportiva se estrelló a toda velocidad, chocando contra los indefensos testículos. El pobre hombre lanzó tremendo aullido y se fue de bruces al suelo.
-¡Vaya! ¡Qué rápido perdiste! –Se burló Ash con sorna, mientras ladeaba la cadera y elevaba su mano con la mano hacia arriba.
En tanto el chico gemía aovillado en el suelo, soportando el dolor más intenso que jamás había sufrido en toda su vida.
Ash le plantó la planta del zapato sobre la frente.
-Seré buena contigo, como no estabas preparado, hagamos que no cuente ¡Ale! ¡En pie! ¡Empezamos la cuenta de nuevo!
Él se colocó de rodillas, con gran esfuerzo logró ponerse en pie.
-¡No otra vez! ¡Por favor! ¡Eso es demasiado doloroso!
-¡Vale! ¡Que sean sólo diez golpes!
Tragó en seco y asintió con la cabeza.
Ash apartó un mechón rubio de su perfecta cabellera larga y suelta. Cogió impulso moviendo su pierna hacía atrás y a continuación la hizo subir en el aire, de nuevo su empeine chocó directo contra los testículos. Edward arqueó la espalda gritando como una bestia herida. El dolor le subía hasta el estómago, su mente quedó nublada por el dolor. Apretó con fuerza sus dientes, no creía que fuera a resistir otra patada, en eso pensaba cuando de nuevo el pie le impacto dejándole loco.
-¡Van dos, esclavo! –Dijo Lilith, que sentada sobre el sofá de cuero había estado observando la escena.- Sólo te faltan ocho más.
La dulce voz de la pelirroja le insufló algo de ánimo, la volvió a ver, estaba recostada sobre el sofá, estirando sus pequeños y hermosos pies. De nuevo Ash le pateó sin avisar, tomándole por sorpresa, fue una patada brutal, el empeine del pie le hizo crujir el hueso púbico, dejando prensadas sus pelotas entre ambas. Las lágrimas asomaron a los ojos del chico. Las piernas le temblaban, sentía que se le doblaban las piernas y que las fuerzas se le iban.
Lilith elevó tres dedos en el aire, luego siete.
Tenía que resistirlo, se movió para sacudir sus doloridas bolas, sus pelotas oscilaron libres entre sus muslos, causando risa a las dos chicas.
La cuarta y quinta patada se las dio con rapidez, una a continuación de la otra. El dolor le era insoportable, pero al menos era mejor que fuera rápido y no lento. Luego vino la penúltima patada y por fin la última, la cual golpeó con una fuerza inaudita.
-¡Felicidades! ¡Pasaste la primera prueba! Puedes descansar.
Edward se derrumbó sobre el suelo, las lágrimas habían aflorado por sus ojos.
-Si te sorprende como Ash patea de bien, pues debes saber que también es capitana del equipo de soccer femenino del colegio. –Dijo Lilith.