Saga del Lobo
La ley de la manada
3.- LA SOMBRA DEL LOBO.
Corría con el viento en pos del olor de la presa, sus hermanos corrían con él, embriagados con el olor a miedo que ella desprendía, siguiendo sin problemas el rastro claro que iba dejando.
Sacudió su cabello con un movimiento salvaje y respondió con un aullido al grito de la presa atrapada. Sus hermanos corearon su aullido y su fuerza vital se elevó en la noche.
En unos segundos estaba junto a ella, pequeña, aturdida, atrapada en unas zarzas a los pies de un roble, y lamía con deleite las gotas de sangre que adornaban su suave piel.
La marcó con su olor, con su saliva.
Con un movimiento brusco de su mano apartó a uno de sus hermanos que, mas atrevido que el resto, le disputaba la presa. Era suya. Sus miradas se cruzaron y ganó el reto. Su hermano se apartó con un gruñido insatisfecho.
Desnudándola, pero dejando en su cabeza el trapo rojo que llevaba, sus ojos espiaban su indefensión y ese aire de gacela atrapada, se recreaban en él.
La puso a cuatro patas y orinó encima de ella. Luego le ciñó el cuello con una tosca cuerda, ató sus manos y la llevó a rastras a su guarida.