Sadie

Ariana, Sadie. Ambas blancas. De tetas deliciosas.

Conocí a Sadie un día de veranos de esos que no se olvidan. Fumaba un cigarrillo y bebía un poco de té en mi terraza. La vi pasar. Su cabello castaño claro tan lacio. Medía apenas 1.60 cm. Parecía estar enojada con la vida. Llevaba su pantalón de mezclilla negro, una blusa de tirantes blanca que hacía ver su piel palidísima.  Nunca había visto tal blancura en una mujer. Era blanca como la leche. Fumaba. Enojada fumaba. Y yo, sin importarme en molestar su enojo, la observaba. Tenía puestos unos lentes de sol grandes que no me dejaban ver sus ojos. De su cara, sólo veía esos carnosos labios rosas y esa pequeñita nariz que apenas podía sujetar sus lentes. Qué cuerpo. Sus senos redondos enormes. Como esperando poder salir y liberarse del encierro de su blusa. Su vientre plano. Unas caderas enormes que bailaban a cada paso que ese angel daba. Su trasero, esas pompas grandes y según podía ver, duras. Era un placer para mi dar un trago a mi té, y ver a esa diosa andar. De pronto, ella me miró. Volteó enojada y bajó sus lentes. Qué ojos, verdes, grandes, tristes.

- Qué mierda ves? - me dijo-

-Qué feos ojos tienes.- mentí y me voltee.

Qué voz tan sensul tiene. Una combinación de niña y mujer. Ella siguió caminando enojada, casi golpeando con sus pasos. Comencé a pensar en Ariana, mi anterior musa, pero ese angel color leche volvía a mi mente. En eso la silla a mi lado se movió y apenas pude ver. Ella estaba sentada ahí.

-Digo, ya me viste bien, ahora regálame un cigarro.

Es mucho más bella de cerca. Tomo mi cajetilla y le ofrezco.

- Gracias.- contesta-

-Nunca te había visto por aquí.- le digo-

-Soy del norte. Vine a visitar a Ariana Paterson, la conoces?

Que si la conozco. La mujer que me quitó el sueño mil noches. La muje que durmió entre mis brazos después de terminar cinco veces con mi lengua en su estrecha y pequeña vagina. Recuerdo como gemía. Cuando iba a terminar, se agarraba fuerte a mi espalda, contraía su vagina de princesa, y me echaba todos sus líquidos espesos con olor embriagante a sexo. Mi espalda termionaba arañada por Ariana y ella dormida sobre mi pecho.

-Sí, la conozco. Es ella quien te tiene así de molesta?

- Esa estúpida peliroja. Cree que puede hacer lo que quiera conmigo. Se equivoca!

Ahora entiendo. Ella es igual a mí. También es víctima de los rizos ardientes, de los ojos azules, de la piel blanca y suave de Ariana.

- Ximena.- Le extiendo la mano y me presento.

-Sadie.

-Ariana no cambia.- le digo.- Quieres pasar a mi departamento a platicar? Te noto alterada, y alguien puede escucharte. Ariana es muy querida aquí. No quiero problemas para ti.

-Gracias. Vamos.

Se levanta y veo que su blusa me está mostrando un poco más sus senos. Qué tetas tan ricas tiene.

-Pasa, ponte cómoda. Enseguida traigo un poco de vino para charlar.

Voy a la concina, y al llegar, veo en el sillón a Sadie llorando. No puedo calmarla. No sé qué hacer. Me acerco y la tomo en mis brazos. Está caliente. Parece tener temperatura. Cuando por fin se calma, le ofrezco prestarle ropa más cómoda. Sus ojos verdes aceptan. Voy a mi recamara. Tomo una de mis pijamas y se la llevo. Es apenas un top chiquito y transparente, y un shortsito que me queda a mitad de la nalga.

De pronto, comienza a desnudarse para mí. Con su aspecto de diosa desabrocha su sujetador negro y me deja ver por fin esas tetas, Grandes, aún más p+alidas que el resto de su piel. Sus pezones, dos botoncitos rositas paraditos. Antes de ponerse la blusa, vuelve a llorar. Ahora es ella quien me abraza.

-Maldita Ariana. Con mi prima, Ximena! La ví chupándole el coño a mi prima. Metiendo sus dedos a esa puta!

No sé qué decir. No me sorprende de Ariana.

-Tú también fuiste una más, verdad? yo sé que fuiste una más que Ariana uso como uiso y dejo por una niña hetero que se empeñó en volver lesbiana! Es una diosa mala. Es perfecta. La deseo.Quiero su cabello rojo dormir en mis senos. Quiero recorrer su cuerpo con mis labios. Quiero hacerla mía.- Sadie no paraba de llorar.-

-Sí, princesa. Yo fuí una más.- le contesto.

Nos separamos. No pude evitar ver sus senos. Ella lo notó y ví que le gustó que yo la viera.

-Te importa si no uso el top?

Sadie me está coqueteando. No sé si es por despecho, pero no iba a negarme a esa delicioda piel de leche. Me acerqué, y le dije muy cerca en el oido: Qué deliciosas tetotas tienes. Y me alejé. Ella se subió en mí. Sentí su redondés pegada a mis senos. Comencé a besar sus labios deliciosos. Bajó a mis senos. Los recorrió. Mis pezones estaban durísimos. Sentía como escurrían mis líquidos por mi vagina. Sadie subió mi blusa. Yo no traía sujetador. Las tomó en sus manos, las besó. Me chupo el pezón. Se lo comió a mordiditas. No aguanté. La bajé de mí. La acosté en el sillón y le bajé el pantalón. Qué piernas. Qué rica se veía sólo con pantíe. Empecé a tocarl por encima de su tanguita negra. Ya estaba empapada. Arqueaba su espalda. Le bajé el panti. Me puse de rodillsa y la probé. Estaba lengueteando lo que Ariana ya había lamido. Mordí despaio su clitoris y soltó el gemido más rico que había escuchado. Le metí un dedo mientras no dejaba de succionar su clítoris. Estaba empada. Me tragaba sus líquidos. Sabía amargo, pero delicioso. Metí otro dedo, y veía cómo se ponía. La miraba. Sus ojos en blanco. Ya, iba a hacerla terminar. Le metí un tercer dedo gritó, tembló, sus piernas se tambaleaban, y me echó una descarga de líquido en la boca. Se quedó tranquila. Era hermosa.

Una víctima más de Ariana. A esa peliroja le gustaba enamorar a las mujeres más hermosas, para así, aprovecharse de niñas de secundaria. Me explico.

Conocía a una niña de secundaria. Le hacia creer que sería su amiga y le enseñaría a conquistar muchachos. Todas confiaban en ella por lo hermosa que era. Las hacia sus amigas. Las invitaba a dormir a su casa. Un día les proponía enseñarles a tocarse. Siempre aceptaban. Ariana, después de tenerlas excitadas, les hacía sexo oral. Las niñas tenían miedo. No podían resistirse a Ariana a pesar de ser heterosexuales. Después de hacerlas terminar varias veces, les proponía que tuvieran sexo con un chico. Sabía que ninguno se comparaba a ella. Las niñas lo hacían, y terminaban volviendo a Ariana, enamoradas de ella. Queriendo su lengua las lamiera. Queriendo sus manos penetrarlas. Y así, después de enamorar a una niña, la votaba. Votaba a la chica guapa que le ayudó a conseguir a la niña virgen de secundaria, y votaba también a la niña tonta para conseguir una pareja más. Me di cuenta: Sadie era la niña virgen que Ariana usó, y yo fuí una que le sirvió para convertir a una heterosexual en su puta: mi hermana.