Saciando mi ninfomanía (1ª parte).
Siempre he tenido todo lo que he querido, ya que siendo una tierna e ingenua adolescente descubrí que siendo una golfa descarada es fácil triunfar en la vida porque los tíos piensan más con la bragueta que con el cerebro. [...]
SACIANDO MI NINFOMANÍA (1ª parte).
Acabo de cumplir 35 años y al echar la vista atrás me doy cuenta de lo afortunada que soy en la vida. Siempre he tenido todo lo que he querido, ya que siendo una tierna e ingenua adolescente descubrí que siendo una golfa descarada es fácil triunfar en la vida porque los tíos piensan más con la bragueta que con el cerebro. Y así lo he hecho desde hace casi dos décadas. Me he aprovechado de mi físico y de mi talento natural para dar placer tanto a hombres como a mujeres, disfrutando de mi condición de puta y enriqueciéndome a costa de todos ellos. Lo mejor de todo es que, además, me encanta ser así. Adoro levantarme cada mañana y ver mi agenda repleta de nombres de clientes que me pagarán un dineral por meter su polla en mi boca, en mi coño, en mi agujero trasero o simplemente por pasar un rato conmigo metiéndome mano mientras les hago una paja y les doy un poco de palique. Es la mejor sensación del mundo: saber que hombres (y mujeres) hacen cola cada día para estar conmigo a cambio del precio estipulado.
Sin embargo, siempre que tengo tiempo para reflexionar, un sentimiento de nostalgia me invade. Quizás sea la rutina de haberme acostumbrado, después de tanto tiempo ejerciendo la prostitución, a una vida tan sencilla y placentera. Nati (la madame con la que colaboramos mi madre, Susi y yo desde hace más de una década) nos envía clientela de alto nivel. Pagan tan bien y llevo tantos años ganando tanto dinero que a veces me dan ganas de atender a la clientela gratis, por el simple placer de pasar un buen rato haciendo realidad los sueños sexuales de mis clientes. Pero la realidad es que, y a pesar de que siempre he concebido el sexo como el mayor de los placeres, la prostitución no deja de ser un negocio y no hay que regalar aquello por lo que alguien está dispuesto a pagar.
Por otra parte, siempre me ha gustado el riesgo y la aventura, salir a hacer la calle, a “pescar” clientes en bares y locales de alterne, esos encargos misteriosos de Nati que alguna vez he relatado en esta página o irme a algún sex-shop del centro de la ciudad a chupar pollas en las cabinas de vídeo por diez Euros. No lo hago por dinero. Me sobra. Tengo un caché alto, gracias a mi reputación y a mi paso por el mundo del porno. Gano miles de Euros a la semana sólo con la clientela que me envía Nati. Pero rebajo mi caché de estrella del porno retirada porque me gusta ser una guarra. Me pone cachonda follar con cualquiera en un oscuro y sucio portal o chupar una polla a plena luz del día entre dos coches aparcados en un callejón.
La cuestión es que de un tiempo a esta parte cada vez hago más este tipo de “escapadas” alocadas. A veces sola, otras en compañía de Susi. Y algunas otras, las menos, de mi sobrina Bárbara; la cual, os anunció ya (aunque tenga pendiente de publicar la parte final de la serie “Mi sobrina”) que se marchó recientemente con su madre, mi hermana Alicia, a acompañarla por toda Europa en su papel de actriz y directora de cine porno. Esas “escapadas” se sucedían, como digo, cada vez con más frecuencia. Consistían en salir de casa en busca de marcha, follar en cualquier sitio, a cualquier hora y con el primero que se terciase. Solía exigir que me pagasen algo, aunque fuera de forma simbólica. En esas “aventurillas” he llegado a follar en plena calle, entre dos coches y a cuatro patas mientras me penetraba por detrás un absoluto desconocido a cambio de tres míseros Euros. He chupado pollas en el autobús, en el metro y en decenas de lavabos de bares y de grandes almacenes. Me lo he montado con dependientas de Zara y de Mango en los probadores, seduciéndolas con la excusa de que me diesen su opinión sobre cómo me sentaban unos pantalones o un sujetador. He follado con viejos verdes, con adolescentes vírgenes, con borrachos o con camioneros gordinflones y sudorosos. Me resultaría imposible recordar cuántas pollas en mi vida me habré llevado a la boca, al coño o al culo.
Soy consciente de que nunca tengo suficiente. Nunca me sacio de sexo. Puedo haber estado follado con un cliente a las seis de la tarde, con otro a las ocho y con un equipo entero de fútbol hasta media noche y, al terminar con todos ellos, pegarme una ducha, vestirme como una fulana barata e irme a una discoteca a follarme a todo lo que pille. Y volver a casa, a las seis o siete de la madrugada y meterme en la cama de Susi para buscar con desesperación su raja con mi boca.
Por fin me di cuenta de por qué me pasaba esto últimamente cada vez con más frecuencia: no tenía ningún proyecto que ocupase mi mente después de atender a mi clientela, con la que disfrutaba, pero que no me terminaba de saciar. Desde hacía años siempre había habido algún pequeño proyecto en el que ocupar el tiempo que me dejaba libre mi trabajo de puta. Proyectos siempre ligados al sexo y a la prostitución, obviamente. Había ido superando pequeñas barreras desde que a los 16 años descubrí el sexo y la prostitución. Primero, quise aprenderlo todo de mi madre y de mi hermana, de quienes he heredado mi talento para el sexo y mi ninfomanía si remedio. Me propuse convertirme en una buena puta y a ello me dediqué durante unos años, primero en el colegio, después haciendo la calle, luego en burdeles y puti-clubs, y más tarde en mi propia casa, junto a mi madre y mi hermana.
Una vez aprendida la profesión, y ya con la seguridad y la experiencia que me habían otorgado varios años prostituyéndome en todo tipo de ambientes y circunstancias, me propuse tener clientela fija; cosa que conseguí rápidamente debido a mi colaboración con la ya antes mentada Nati, que mandaba clientes a casa prácticamente a diario, a cambio de un porcentaje del precio. Poco a poco la demanda de mis servicios fue creciendo y con ella mi caché, hasta permitirme ganar suficiente dinero como para no tener que pensar excesivamente en la pasta, vivir con desahogo, darme todos los caprichos que me apetecen y hacer alguna que otra inversión para tener siempre las espaldas cubiertas.
Después, cuando mi caché era alto y mi agenda estaba repleta de citas, me propuse ser actriz porno. Y a ello me dediqué durante un par de años, con notable éxito en Estados Unidos, como ya he relatado en la serie “Así comencé en el porno”, aunque también tengo pendiente la publicación de los capítulos finales donde comienzo a rodar escenas y doy el salto al otro lado del charco para codearme con las primeras y más reputadas actrices del Valle de San Fernando, la Meca del porno americano.
Durante aquel par de años en Estados Unidos, no me faltaron pretendientes adinerados de Las Vegas, donde actuaba un par de veces al mes en espectáculos porno en directo, y donde casi siempre acababa en la suite de algún casino follando con algún ricachón que se había encaprichado de mí al reconocerme como la actriz porno de sus sueños. Pero el matrimonio no está hecho para mí. No podría vivir follando con un solo hombre. Además, nunca he sentido amor por un tío, aunque sí me he encoñado por la polla de alguno de los actores con quienes he compartido escenas. Lo más parecido que he sentido al amor ha sido por Susi, mi infatigable compañera de aventuras de adolescencia cuando aprendimos juntas a chupar pollas y a follar a todas horas con los compañeros del colegio, compitiendo por ver quién recaudaba más dinero prostituyéndose, por ver quién era más golfa y, en definitiva, descubriendo las excelencias del sexo y de la prostitución. Y por eso, tras un par de años en la industria del porno, volví a España para ser lo que realmente me gusta, puta; y me propuse reencontrarme con Susi, cosa que conseguí precisamente gracias a otro de mis proyectos: poner negro sobre blanco la historia de mi vida y publicarla en todorelatos.
Después del reencuentro, me encomendé la tarea de convencerla y adiestrarla para que se incorporase nuevamente a su auténtica vocación: la prostitución. Como sabéis, estuvimos separadas doce años, y la tarea de volver a encauzarla para el sexo fue otro de mis proyectos que me mantuvo ocupada un tiempo.
Y por fin, hace ya dos años, me propuse pasar nuestro legado a la única persona que puede continuar con la saga familiar. Y así lo hice, como sabréis por la serie “Mi sobrina”, donde conseguí adiestrar a Bárbara en el arte del sexo y la prostitución, enseñándola esta fantástica profesión y despertando en ella los más bajos y pervertidos deseos sexuales para poder convertirse en toda una puta hecha y derecha.
De ahí que ahora, una vez que mi sobrina había descubierto la verdadera ocupación de su familia, había probado de mi mano los placeres del sexo y había decidido seguir los pasos de su abuela, su madre y su tía, no tuviera ningún proyecto en mente. Eso me conducía a la nostalgia y ésta, a su vez, multiplicaba mi ninfomanía por diez. Por ese motivo, tomé conciencia de que necesitaba una nueva ocupación al margen de la atención de mi habitual clientela. Y no tardé mucho en identificar en qué nuevo proyecto debía ocupar mi calenturienta mente.
La idea se me ocurrió hacia el mes de Abril de este mismo 2.012. Aquella noche había recibido un e-mail de Bárbara, mi sobrina. Aún no he publicado el final de la historia de su exitosa, pero efímera, incorporación al negocio familiar. Para no perderme en detalles, que dejaré para la serie en cuestión (“Mi sobrina”), baste decir que Baby quedó tan impresionada por este estilo de vida que se negó a volver al internado en Ávila y que, tras ocultárselo tanto como pudimos a mi madre y a mi hermana, no quedó más remedio que confesar lo ocurrido. Mi madre no reaccionó mal. Ya había pasado por aquello con sus dos hijas, pero mi hermana no fue tan comprensiva y montó en cólera contra mí. Por suerte, Bárbara supo hacerla entender que había descubierto la vocación de su vida, al igual que todas nosotras lo habíamos hecho a su edad. Le mostró algunos vídeos caseros que habíamos grabado con algunos clientes para demostrarla que tenía talento y que no había nada en el mundo que desease más que ser puta. Alicia pronto pasó de la ira a la complacencia. En el fondo deseaba que aquello sucediese, como a ella misma le había ocurrido dos décadas antes, pero quería retrasarlo por miedo y por puro afán de protección. Pero más pronto que tarde estaba presumiendo de su hija, asegurando que sería la mejor puta de todas nosotras, que nos superaría con creces porque tenía un físico espectacular y el talento de toda la familia. Recuerdo cómo para celebrar que habíamos hecho las paces nos devoramos los chochitos las unas a las otras y cómo compartimos las pollas de algunos clientes para disfrutar viendo a Baby follando antes nuestros ojos. La cara de Alicia se iluminó de orgullo al ver a su hija recibiendo rabos por todos sus agujeros, gimiendo de placer al ser follada y gritando como una posesa lo puta que era. Fue un momento tan emocionante que jamás lo olvidaré.
Pero no entraré en más detalles porque no es el momento sino de relatar cómo encontré el nuevo proyecto al que dedicarme en cuerpo y alma. Como decía, una noche del mes de Abril recibí un e-mail de Bárbara. Alicia estaba de gira por Europa, dirigiendo y actuando tanto para alguna de sus propias producciones como contratada como actriz para otras, y Bárbara la había acompañado. Ya había cumplido los 17 años y había ganado tablas y experiencia desde aquel verano de 2.010 en que la inicié en el sexo, pero aún tenía mucho que aprender. Periódicamente se ponía en contacto conmigo por e-mail o por teléfono para contarme, ilusionada como una niña con zapatos nuevos, lo que estaba viviendo, qué escenas había rodado Alicia o cómo eran los actores y las actrices de cada película. Aquel correo electrónico decía lo siguiente:
“Querida tía Carol:
Te escribo desde el hotel de Berlín donde estamos alojadas mamá y yo. Llegamos hace dos días desde Manchester, donde mamá rodó dos escenas. La primera era para una serie que trata sobre unos tíos que van en una caravana recorriendo toda Inglaterra, parando en varias ciudades para follar con chicas. Hacen que parezcan producciones aficionadas, fingiendo que las actrices son chicas del lugar (camareras, oficinistas o bibliotecarias) pero en realidad son actrices. En esta escena mamá hace de una chica a la que se le ha estropeado el coche en plena carretera y estos jóvenes paran a ayudarla, la recogen en la caravana y se la follan. Mamá iba vestida muy normal, con unos vaqueros y una cazadora, para parecer una chica del montón. Tras varios preámbulos, y ya en la caravana, los chicos empiezan a sobarla y luego comienza la acción. Lo mejor de todo es que mamá me dejó hacer de fluffer y, entre toma y toma, iba pajeando y chupando las pollas que no la follaban para que siguiesen empalmadas. Me ha hecho mucha ilusión porque eso es como estar ya dentro del negocio, ¿verdad, tía Carol?
Además, como se follaban a mamá por todos lo agujeros, cuando paraban el rodaje tenía que chuparles la polla y me encantaba el sabor de los flujos de mamá sobre aquellos rabos. Aunque estaba centrada en impedir que a los chicos se les bajasen las pollas, debo confesarte que en algún momento me dieron ganas de quitarme los pantalones, bajarme las bragas y pedirles que me follasen a mí también. Pero no quería disgustar a mamá quitándola protagonismo o haciendo que alguno de los actores se corriesen antes de tiempo.
Mamá es muy profesional y todos la tienen mucho respeto. No dijo en ningún momento que soy su hija, sino que me presentó como su secretaría y ayudante. Me impresionó la seriedad con que se lo tomaba todo.
El rodaje duró como tres horas, entre unas cosas y otras. Después de follarla en todas las posiciones y de hacer un par de dobles penetraciones, tuve que preparar a los tíos fuera de cámara para que se fueran corriendo en la boca de mamá. Tenía que ponerlos a punto con la boca, acariciando sus huevos y meneándosela para que, llegado el momento, entrasen en el ángulo de visión de la cámara y se corriesen. Es complicado porque tienes que mantenerlos cachondos pero sin que lleguen a correrse. Pero me encantó. Me sentí muy bien, muy suelta. Y mamá me dijo que lo había hecho muy bien, que así trabajan las auténticas fluffers. Al terminar, mamá les dijo que me pagaran a mí, que era yo quien llevaba los temas de dinero (para que no se dieran cuenta de que, en realidad, soy su hija). Me dieron un sobre con 2.000 Libras en metálico y cuando se lo entregué a mamá, me confirmó que ese era el precio acordado según su caché y el tipo de escena rodada.
Al día siguiente rodamos una escena para otra productora, pero esta vez mamá hacía el papel de una mujer que iba a un descampado a chupar pollas a un montón de tíos. Eran 15 hombres. Esta vez iba más arreglada, con unos leggings de cuero muy ceñidos, un top de lycra y muy maquillada, con pestañas postizas, uñas de porcelana, un brazalete muy llamativo y unos pendientes de aro muy grandes. Primero hicieron una sesión fotográfica para la promoción de la escena en su página web y luego se simuló que conducía un coche deportivo de lujo hasta el descampado donde estaban todos los hombres. Allí, la rodearon todos con la polla en la mano y empezó a chupar rabos a diestro y siniestro. Pensé que al ser tantos, me dejarían hacer de fluffer como el día anterior, pero me quedé con las ganas porque el objetivo de la escena era que se fueran corriendo cuanto antes sobre mamá. En realidad, la grabación no duró ni media hora. Se corrieron todos en la cara y en las tetas de mamá y luego ella tenía que ir limpiando las pollas con la lengua y llevándose toda la lefa a la boca para tragársela. Mamá me ha dicho que a este tipo de escenas las denominan “bukakke”.
Mamá estuvo estupenda chupando y meneando aquellos rabos. Me encantó ver cómo se mecían sus tetas por fuera de la camiseta de lycra y cómo se movía su melena al ritmo de cada mamada. Era capaz de chupar una polla y menear otras dos, siempre cerca de su cara. Ya sabes que pienso que mamá es muy guapa, pero creo que con una polla en la boca o cerca de la cara, su belleza aumenta. Se le ilumina la mirada. Además, mientras chupaba y meneaba, hacía gestos viciosos con los ojos y comentarios en inglés que yo apenas si entendía, pero que estaba claro que a los tíos los ponía más cachondos aún.
Tras un rato mamando y meneando, uno a uno fueron corriéndose sobre mamá, procurando soltar el semen en su cara o sobre sus tetas. Mamá se relamía y trataba de rescatar la lefa que chorreaba por el rostro y el canalillo para tragársela, siempre mostrando una actitud viciosa y un permanente gesto de placer.
Cuando terminó la grabación, nos llevaron en coche hasta el hotel y nos dieron otro sobre con dinero. Esta vez había 1.500 Libras. No le pregunté a mamá, pero supongo que el hecho de que no llegasen a follarla se pagaba peor. En cualquier caso, me parece que es un negocio estupendo por follar con un grupo de tíos un día y por hacer unas mamadas otro. Además, mamá me explicó que las productoras corrían con los gastos del alojamiento y del vuelo en avión. Es decir, 3.500 Libras limpias en dos días en Inglaterra.
Al día siguiente partimos para Berlín, donde mamá me ha explicado que tiene su propia productora y que aprovechará este viaje para grabar media docena de escenas durante nuestra estancia. Nada más aterrizar en Berlín, nos dirigimos a su productora en un polígono industrial. Es una nave enorme, con varios sets de producción y de edición, con un vestidor repleto de ropa para los rodajes de las escenas, una oficina con ordenadores y fotocopiadora, cámaras, focos, etc. Jamás imaginé que mamá tuviera montado tan bien, y tan a lo grande, su propia productora. Debe haber invertido mucho dinero en este negocio.
Esa misma tarde se rodó la primera escena. Después de alojarnos en un hotel cercano, regresamos a la nave, donde mamá empezó a prepararlo todo. Poco a poco comenzó a llegar gente: una maquilladora, dos cámaras, un técnico de sonido, varios actores y la actriz alemana que, según me había explicado mamá, iba a compartir la escena con ella. Me quedé impresionada, no sólo con su espectacular físico, coronado por una inmensas tetazas y una media melena rubia preciosa, sino también con su comportamiento. Apareció con un abrigo que la tapaba desde el cuello hasta los pies, pero nada más saludar a mamá, se lo quitó … ¡e iba totalmente desnuda! Tan sólo llevaba unas zapatillas de deporte en sus pies. Su nombre artístico es Jasmin.
Mientras maquillaban a ambas, mamá me explicó que su productora se dedicaba exclusivamente a rodar escenas extremas, mucho más fuertes que las que acababa de grabar en Inglaterra. Aquella en particular, según me contó rápidamente y por encima, trataba de hacerla de todo a aquella otra actriz. Mamá y ocho actores irían improvisando qué hacer con aquella tetona germana, como si ésta fuera su esclava sexual. De hecho, mamá eligió para esta actriz un collarín de cuero blanco con la palabra “sex slave” grabada en letras doradas. El atuendo se completaba con unas medias blancas de rejilla, un liguero de látex y un corpiño que sólo cubría su abdomen, dejando al aire sus enormes pechos. Todo en color blanco, incluso unos bonitos zapatos de plataforma como los que me regaló la abuela por mi cumpleaños. Mamá, para hacer contraste con Jasmin, se vistió totalmente de negro, con un vestido corto de látex, muy ceñido, que dejaba sus tetas y su trasero sin cubrir, aderezado con unas botas de tacón de aguja con caña por encima de las rodillas.
La escena me dejó impresionada de principio a fin. Comenzaba con mi madre, conduciendo a Jasmin hasta el centro de una estancia, al tiempo que hablaba con ella en alemán. Jasmin se limitaba a asentir con la cabeza, como si no se le tuviese permitido hablar. Al momento, mamá le puso las tetas en la cara obligándola a chupárselas. Después, la tiró al suelo y la indicó que se tumbase boca arriba para sentarse en su cara. Apretó su trasero sobre el precioso rostro de Jasmin, que lamía las nalgas de mamá casi sin respiración y empezó a magrear las tetazas de la germana, pellizcando sus pezones con fuerza. Tras unos minutos en aquella posición, mamá dejó de aprisionar la cara de Jasmin con su culo, cogió un consolador de intenso color azul y, de un golpe seco, se lo metió en su propio trasero, introduciendo el otro extremo del consolador en la boca de Jasmin. Aquel consolador tendría por lo menos medio metro de longitud, pero desapareció por completo en aquellos dos agujeros. Mamá, con los intestinos llenos por aquella gruesa barra de látex, volvió a sentarse cobre la cara de Jasmin, cuya boca albergaba el extremo opuesto del consolador. Todo ello mientras unos de los cámaras se acercaba a escasos centímetros de la acción para rodarlo todo en un primer plano.
Después, mamá le metió otro consolador a Jasmin por el culo y empezó a follárselo con energía, dejando únicamente libre su coño, al que se dedicó a lamer durante un buen rato. Mamá llevaba el control de la escena y del rodaje, indicando con gestos a los cámaras hacia dónde debían enfocar. Unos minutos después, mamá se sacó el consolador azul del culo y, girándolo, se lo metió en la boca a Jasmin, de forma que, doblado sobre sí mismo, la boca de la alemana albergaba los dos extremos del mismo consolador. De pronto, y tras una indicación de mamá, Jasmin se abrió de piernas y separó sus labios vaginales con las manos. Tenía en la boca los dos extremos del mismo consolador y otro más incrustado en su ano. Mamá se arrodilló entre las piernas de Jasmin y, sin más preámbulos, dirigió su puño cerrado hacía su chocho, metiéndolo sin mayores problemas hasta más allá de la muñeca. Los cámaras se acercaron para captar un primer plano de la acción, mientras mamá movía el brazo dentro del chumino, ya encharcado de flujos vaginales, de aquella impresionante alemana.
Una vez que mamá hubo follado a Jasmin con el puño durante un rato, al tiempo que hacía lo propio con el consolador en su culo, deshizo la postura, extrayendo todo del interior de los agujeros de la rubia alemana, y acercando el puño, chorreante de flujos, a su boca, para lamerlo con glotonería. Tras otra breve indicación en alemán, Jasmin cambió de postura, poniéndose de rodillas. En ese momento, los ocho actores, totalmente desnudos entraron en el set, rodeando a Jasmin con sus pollas. Antes de que comenzase a chupar aquellos rabos, mamá se metió en medio del círculo y dio un par de lametones a cada polla, ante la atenta mirada de Jasmin. Después, la obligó a abrir la boca, y escupió sobre ella, al tiempo que la ordenaba empezar a chupar aquellas pollas. Durante los siguientes minutos, Jasmin devoró aquellos rabos. Lo hizo con soltura y profesionalidad. Se metía las pollas en la boca del tirón, albergándolas en su totalidad y succionando los capullos con la lengua y los labios. Su media melena rubia se mecía rítmicamente cuando comenzaba el vaivén con su boca. Tenía que mamar ocho pollas, así que no dedicaba demasiado tiempo a cada una de ellas. Entretanto, mamá se paseaba por entre los actores que rodeaban a Jasmin, ofreciendo su cuerpo para lo que ellos deseasen, mientras esperaban su turno para ocupar la boca de la alemana tetona. Mientras se morreaba con uno, otro la sobaba el culo o la comía las tetas. Ofrecía su chocho también, entreabriendo las piernas, para que alguno de ellos acariciase su conejo o metiese algún dedo en su ano. Cuando todos hubieron probado la boca de Jasmin, mamá se unió a la fiesta de comer pollas. Separó a cuatro de ellos para hacer dos círculos, donde ellas quedasen rodeadas por cuatro rabos, que mamaron y menearon durante un buen rato.
Unos minutos después, mamá obligó a Jasmin a ponerse a cuatro patas sobre el suelo y, antes de ordenar que empezasen a follarla, metió su cara entre sus nalgas, mordisqueando sus labios vaginales y lamiendo su trasero durante unos segundos. Esto dio paso a la jodienda. Uno a uno empezaron a follar a Jasmin por detrás, pero metiéndosela por el coño, mientras mamá seguía jugueteando con su lengua en el trasero, siempre que las envestidas de los tíos lo permitían. Cada follada duraba más o menos un minuto, mientras el resto se pajeaban esperando su turno. Cuando todos hubieron probado el coño de Jasmin, repitieron turno pero esta vez en su culo. Mamá abandonó el trasero de la alemana y se colocó frente a ella, besándose y morreándose mientras a Jasmin la daban por culo. La novedad consistía en que cuando uno terminaba su breve follada al culo de Jasmin, debía dirigir inmediatamente su polla a la boca de mamá, quien tras chuparla brevemente, y también a cuatro patas, redirigía el rabo recién mamado a su propio trasero, para ser follado mientras llegaba la siguiente polla provinente del culo de Jasmin. Era como un circuito cerrado: la polla que follaba el culo de la alemana pasaba a la boca de mamá y, de inmediato, a su culo; y una vez que llegaba la siguiente polla para encular a mamá, la que abandonaba su trasero se dirigía a la boca de Jasmin. De este modo, siempre había cuatro pollas en algún agujero y otras cuatro esperando su turno.
Una de las cosas que más cachonda me puso (aunque debo reconocer que estuve mojando las bragas desde el principio) fue lo que sucedió a continuación. Una vez que el circuito se deshizo, mamá y Jasmin se sentaron sobre sendas pollas, a horcajadas sobre ellas, y una frente a la otra a escaso medio metro. Mientras botaban sobre aquellos rabos, sobándose las tetas la una a la otra, el resto las rodeaban, polla en mano, esperando su turno para ser atendidas por cualquiera de ellas. Mamá ordenó a uno de los tipos que se pusiera en medio de ellas dos, con la polla cerca de su cara y dando la espalda a Jasmin. Mamá le dio una orden a Jasmin, quien al momento metió su rostro entre las nalgas del tío, para lamer su ojete, mientras mamá se metía la polla hasta la garganta. Todo ello sin dejar de cabalgar sobre los rabos que las follaban. Después de un rato en esa postura, el tío se dio la vuelta, de forma que quien lamiese su ojete fuese mamá y quien devorase su cipote fuese Jasmin. Cuando el actor abandonó el centreo de la acción, ambas se morrearon con lujuría. Pude ver sus lenguas pringosas del líquido preseminal de la polla que acababan de engullir, resbalando por la comisura de sus labios. Mamá volvió a escupir en la boca a Jasmin, quien tragó la mezcla de saliva y baboso líquido preseminal. Al momento, repitieron el numerito con otro tío. Y después con otro, y con otro, hasta que todas las pollas y los culos pasaron por sus bocas, a excepción de los dos tíos que continuaban taladrándolas el coño.
Para mi sorpresa, tía Carol, aquello no fue lo más impresionante de la escena porque, a continuación, y sobre el suelo, Jasmin se calzó dos pollas en el coño al mismo tiempo. Sentada sobre una, y bien metida en su interior, separó sus labios vaginales e invitó a que otro se la metiese en aquel mismo agujero. Cuando ambas pollas se acoplaron a su mojado chumino y empezaban darla caña, mamá sacó del coño de Jasmin aquella sobre la que estaba sentada y se la metió en el culo para, al momento, y tomando otro par de consoladores, meterle uno por el ojete y otro por el chocho; de manera que Jasmin tenía una polla y un consolador metidos en el culo, y otra polla y otro consolador en el coño. Mamá meneó los consoladores al tiempo que las pollas se deslizaban por los agujeros de Jasmin quien, impasible, hizo un gesto a otros dos tipos para que acercasen sus pollas a su boca. Con un tipo a cada lado, Jasmin se metió los dos capullos en la boca al mismo tiempo. Tenía cuatro pollas y dos consoladores en su interior. Fue entonces cuando mamá imitó a Jasmin, realizando exactamente la misma postura que la alemana. Sabía que mamá había hecho escenas de doble anal, pero aquello me sorprendió mucho, tía Carol. Pero más aún cuando, espatarrada mientras albergaba cuatro pollas y dos consoladores en sus tres agujeros, dio una orden para que uno de los actores a los que chupaba la polla Jasmin, tratase de meterla el rabo en su coño, ya doblemente follado.
La postura era casi imposible. Los hombres se estorbaban en su tarea de penetrar a mamá, pero con una postura acrobática, consiguió introducir el capullo en el ya doblemente follado chumino de mamá. ¡Estaba triplemente ensartada por el coño, con otro par de pollas en la boca, otra más en el culo y un consolador haciendo compañía a esta última en su ojete! ¡Cinco pollas y dos consoladores al mismo tiempo en su interior! Jamás había imaginado nada igual. La postura no duró mucho. Era complicado mantener tanta polla dentro de mamá. Además, empezó a dar órdenes en alemán y todos deshicieron sus respectivas folladas. Sin pérdida de tiempo, colocó a Jasmin sentada sobre una especie de cubículo negro que había en una esquina del set, separó sus piernas y volvió a meter su puño derecho en el abierto chumino de Jasmin. Uno de los actores metió su polla en el culo de mamá y empezó a follarla con energía, mientras otro, subido sobre el cubículo le metió su tranca en la boca. Esta vez no hizo una mamada, sino que se la metió hasta la garganta y la mantuvo allí durante un buen rato, aferrándose a ella con sus apretados labios y rozando con su pequeña nariz el pubis del actor. El resto rodeaba a ambas, en espera de volver a la acción. Entonces mamá volvió a sorprenderme, metiendo su otro puño en el abierto ojete de Jasmin, de manera que estaba doblemente ensartada por las manos de mamá. Pero Jasmin ni se inmutaba. Era como si aquello lo hiciese todos los días, como si fuera para ella lo más normal del mundo. Después de sacar los puños de su interior, y tras follarla suave y brevemente con ambas manos, se dedicó a comerla el chorreante coño y a lamer su enrojecido ano.
Hicieron varias dobles penetraciones más, cabalgando ambas sobre las pollas que las taladraban y al tiempo que atendía otro par de pollas con la boca cada una. Finalmente, y tras casi dos horas de grabación, Jasmin se puso a cuatro patas y separó sus nalgas, mostrando su abierto ojete a uno de los cámaras, mientras mamá se arrodillaba junto a ella, colocando su rostro sobre el redondo trasero de la germana. Los actores se pusieron en fila india. Estaban sudorosos por la excitación y la jodienda. Uno tras otro fueron corriéndose sobre el culo de Jasmin. Algunos apenas si necesitaron ayuda para eyacular y nada más acercarse a ella soltaban un abundante chorro de semen. Al momento, mamá se metía la polla en la boca y la limpiaba de lefa con esmero y dedicación, al tiempo que el siguiente actor derramaba su leche caliente sobre Jasmin. En unos minutos, los ocho se habían corrido en su trasero. Jasmin estuvo todo ese tiempo a cuatro patas y separando las nalgas con sus manos, para así facilitar que la lefa resbalase por su ojete hasta el interior de sus intestinos, aunque en realidad todo su redondo culazo chorreaba semen. Los actores abandonaron el set situándose fuera del alcance de las cámaras, mientras mamá colocaba un plato sobre el suelo. Después, obligó a Jasmin a ponerse en cuclillas para que toda la lefa que había recibido en su trasero resbalase hasta caer sobre el plato. Para facilitar la tarea, mamá separaba las nalgas de Jasmin. Varios grumos de pastoso semen resbalaron hasta el plato, además de constantes hilillos. Cuando ya no caía más, mamá empezó a lamer las pringosas nalgas de Jasmin, capturando toda la lefa que pudo con su boca y, al momento, la obligó a abrir la boca para derramar sobre ella todo lo que había recogido de su culo. Ordenó que no tragara nada y que lo escupiese sobre el plato. A continuación, ambas se arrodillaron en el suelo y comenzaron a dar lametones sobre los dos dedos de semen que había en el plato, como si fueran gatitas bebiendo leche. Durante un buen rato jugaron con la lengua sobre el semen, mostrando a los cámaras, que grababan desde ángulos opuestos, la mezcla de saliva y lefa en sus bocas. De vez en cuando, juntaban sus lenguas, compartiendo los fluidos. Después, mamá entregó una pajita a Jasmin, para que sorbiese por ella la lefa del plato. Recolocándose la melena para que no estorbase al primer plano de la grabación, Jasmin sorbió lentamente todo el semen acumulado en el plato, al tiempo que miraba fijamente a la cámara con gesto vicioso. Cuando el plato estuvo vacío, abrió la boca para mostrar a cámara su pastoso contenido y, finalmente, se lo tragó.
Mamá y Jasmin se besaron apasionadamente, tras lo cual, mamá dirigió a cámara unas palabras en alemán, ambas sonrieron y ordenó que la grabación terminase. Al momento, todos los presentes estallamos en un sonoro aplauso.
Esta actriz, Jasmin, me ha dejado impresionado, tía Carol. Tienes que verla. Es guapísima y tiene un cuerpo perfecto, con unas tetas y culazo espectaculares. Come pollas y folla como no te imaginas. Y es capaz de meterse dos puños en cada agujero al mismo tiempo. ¡Increíble! Mamá me contó después, ante mi insistencia por saber más de ella, que este tipo de actrices abunda en Alemania y que este género de películas son las que mejor se comercializan en centroeuropa. Me dijo que no era la primera escena que rodaba con ella y que no sería la última, ya que estaba muy contenta con su profesionalidad y entrega. Le confesé a mamá que me apetecía mucho participar en sus grabaciones, que me había puesto tan cachonda que hubiera entrado en escena para imitarlas follando y comiendo pollas como una loca. Pero mamá me ha dicho que hasta que no cumpla los dieciocho es imposible, que la legislación impide a las menores actuar en películas X. Menos mal que ya sólo me falta un mes para la mayoría de edad. Estoy deseando que llegue ese momento para ya no tener que ocultar lo que soy, poder hacer la calle, trabajar en algún puti-club o hacer porno con mamá.
Me he quedado tan impresionada con esta escena que hasta sueño con ella por las noches. ¡Es que es muy fuerte, tía Carol! ¡Mamá se metió cinco pollas más dos consoladores a la vez! Hasta ahora lo más que he probado cuando me habéis dejado atender a vuestra clientela ha sido una polla en cada agujero. E incluso tú siempre me has aconsejado que no trate de meterme más de una en ninguno de mis agujeros para no dilatarnos demasiado. Pero me excitó tanto ver a mamá así, que no sé … ahora mismo siento la necesidad de experimentarlo alguna vez. Me contaste que la abuela sí que hacía dobles penetraciones en el culo y en el coño, ¿pero tú nunca lo has probado?
Bueno, ya me contarás. Ahora tengo que ir terminando. Me he enrollado más de la cuenta, pero aquí, salvo cuando estamos en la productora de mamá preparando rodando alguna escena, me aburro bastante. Mamá me ha prometido que en su escena de mañana me dejará participar de alguna manera más activa, pero siempre detrás de las cámaras. Espero que me deje hacer de fluffer, como en Inglaterra, porque tengo unas ganas locas de polla.
En fin, tía Carol, que espero que estés bien. Da un beso a la abuela y a Susi de mi parte. Dile a la abuela que echo de menos sus consejos y a Susi que estoy deseando volver a España para irnos de marcha juntas al sex-shop de Joaquín a comer pollas juntas y a comprarnos ropa guay con la recaudación. ¡Un beso muy fuerte!
PD: Ya te contaré más detalles de mi estancia en Berlín. Mamá me ha dicho que rodará 5 escenas más antes de viajar a Chequia, donde hará otro par de escenas. Luego nos espera Holanda, Italia y otra vez Inglaterra. Te escribiré, te lo prometo. ¡Un beso!”
Suspiré al leer la emoción con que Bárbara describía aquellas excitantes escenas, en especial la última rodada por Alicia. Había estado metida en el mundo del porno y sabía cómo eran aquel tipo de escenas que ahora estaba descubriendo mi sobrina, aunque debo reconocer que nunca había rodado algo tan fuerte como la escena que me narraba con aquella diosa llamada Jasmin.
Eran las tres de la madrugada y aunque el entusiasmo de Baby me había emocionado, la descripción de aquellas escenas me había puesto más cachonda aún de lo que habitualmente estaba al término de mi “jornada laboral”. Aquella noche había tenido dos sesiones de clientes. Una primera, entre las nueve y las diez y media aproximadamente, donde Susi y yo habíamos atendido a tres ejecutivos de mediana edad que nos había enviado Nati. Aquel servicio nos reportó un buen rato de sexo y 300 Euros para cada una, ya descontada la comisión de Nati. Después, a las doce de la noche, y tras una ducha reparadora, atendí yo sola a una pareja de jóvenes turistas italianos que no querían regresar a su país sin follarse a una puta española. 400 Euros más, ya que mis tarifas actuales son de 200 Euros por cliente. Pues bien, a pesar de todo eso, seguía cachonda perdida. Y después del e-mail de mi sobrina, con la detallada descripción de las escenas de Alicia, ardía en deseos de follar y chupar pollas hasta el amanecer.
Así pues, me puse una minifalda ajustada, una camiseta de lycra y, prescindiendo de ropa interior, me subí sobre unos tacones de diez centímetros y cogí las llaves de mi Mercedes SportCoupé, con el firme propósito de ir en busca de sexo a cualquier parte de la ciudad. Sintiendo sobre mis posaderas el confortable tacto del cuero de los asientos de mi coche, arranqué el motor y emprendí rumbo al sex-shop de mi amigo Joaquín. Allí habría suficientes tíos hambrientos de un putón como yo como para pasarme las siguientes cuatro o cinco horas chupando pollas, haciendo pajas y follando para saciar mi ninfomanía.
Continuará.