SABRINA: Pagando por una perra (2 de 4)

La perrita Sabrina se queda dormida con la mano dentro de las braguitas, el peor error al estar en casa su tío y los amigos.

NOTA: Leer los relatos anteriores para comprender mejor el contexto.


Sabrina tenía otra goma de mascar en la boca, hacía burbujas y las reventaba, volvía a mascar y repetía todo de nuevo mientras miraba su programa favorito, tenía el cabello húmedo luego de la ducha, corto hasta sus hombros y lacio. Su padre llegó, con él el tío Narciso y los amigos de ambos.

Antonio, su padre, le quitó el control remoto, se sentó en el sofá y cambió a las

Kardashians

por un partido de soccer, Narciso fue a la cocina, metió las cervezas que traían al congelador y sacó las sobras de lo que ella había preparado para comer, no preguntó de dónde salió ese plato de comida, sólo se sentó en el comedor y lo devoró como un perro, sin darse cuenta de que probaba el semen residual de Joelito. A Sabrina esto le sabía a victoria.

Aprendió a ocultar la comida en su recámara hacía meses, así como a no hacer más pucheros cuando el imbécil de su padre simplemente cambiaba de canal sin preguntarle. Casimiro y Lorenzo se echaron junto a ella en el sofá amplio, obligándola a sentarse bien. Lore le pasó una mano por los hombros y Casi tomó una de sus pantorrillas y se la echó sobre su pierna para jugar con su piel.

—¿Cómo está la sobrinita más linda del mundo? ¿Tuviste un buen día en la escuela, pequeña Sabrina?

—No soy tu sobrina —espetó ella, sacudiéndose las manos de los hombres y cruzando las piernas como un indio, tomó su celular y los ignoró, revisando sus redes sociales. No se dio cuenta que el short deportivo que usaba le marcaba su coño rasurado y desde la altura de los hombres se admiraba un escote espectacular debajo de la camisita de dormir de tirantes en un color casi idéntico a su blanca piel—. Estaba mejor antes de que llegaran ustedes, imbéciles.

—A ver, no empieces a usar ese lenguaje de puta, Sabrina —amenazó su padre sin voltear los ojos de la pantalla—. No me cabrees.

—Sí, Sabrinita, discúlpate con nosotros por hablarnos así. —Lore la miró con una sonrisa triunfal, ella revoleó sus ojos con fastidio.

—Lo siento.

—Está bien, te perdono si me das un besito y un abrazo, anda, ¿sí?

—Que te jodan —espetó ella, poniéndose de pie y saliendo a grandes zancadas hacia su recámara, azotó la puerta y se echó boca abajo en su cama unipersonal.

—¡Sabrina…!

No se quedó a escuchar qué tenían para decirle, se colocó los auriculares y reprodujo esas canciones de reguetón que solía bailar con sus amigas en las fiestas de la escuela. Siguió revisando las historias de su Instagram para conocer las nuevas noticias de los

influencers

que seguía, entre ellos muchos atletas y

coaches fitness

, al ver los cuerpos sudados y brillantes de esos hombres musculosos y marcados por el ejercicio sintió como se humedecía su vagina y erizaban sus pezones.

Pronto estaba dentro de unas de sus fantasías siendo asistida en el gimnasio por uno de esos instructores, se imaginaba siendo manoseada por ellos mientras le mostraban cómo hacer ejercicio, la rozaban con sus erecciones y la llamaban “putita” de cariño frente a todos. La fantasía se alimentó de la vulgar letra musical en sus oídos, que le sugerían sexo, sexo, sexo… Comenzó a mover sus caderas frotándose contra la cama mientras miraba las historias una y otra vez en secuencia hasta que no pudo con el deseo de meter una mano dentro de su pantaloncillo y, aún boca abajo, elevar sus nalgas para meterse un dedo y masturbarse, imaginando que el instructor en la historia de Instagram la follaba como a una perra frente a todos en el gimnasio.

Ella tenía sus auriculares puestos así que no podía escuchar nada, pero afuera de la puerta, Narciso, que aprovechaba una ida al baño para espiarla, escuchaba el chapoteo de sus dedos mojados dentro de su coño apretado y sus gemidos suaves de placer, luego el leve rechinar de la cama con cada movimiento de cadera. Narciso giró la perilla suavemente y abrió un poco la puerta para espiarla aun sabiendo que corría el riesgo de ser descubierto, pero tuvo su recompensa cuando la vio pajeándose culo arriba debajo de sus pantaloncitos ahora transparentes por sus jugos femeninos y frescos.

El tío se puso duro y se comenzó a frotar sobre la tela del pantalón de trabajo, sonrío satisfecho de saber lo que hacía su rica sobrinita y cerró la puerta para intentar mear con una erección parcial. Regresó a la sala de estar con las buenas noticias…

Sabrina se corrió con la boca abierta y jadeando, decidida a que necesitaba llamar a uno de sus amigos para que la cogiera como una perra en el patio de atrás de la casa, como muchas veces antes: entre los arbustos y a cuatro patas, ella desnuda lo esperaba y se quedaba quieta mientras se dejaba coger por el que quisiera hacer el viaje a media noche para saciarla.

Sin embargo, en cuanto se corrió pasó otro vídeo de unas de sus amigas ésta vez, ambas hacían un

twerk

al ritmo de la música con pequeños pantaloncillos de tela elástica y sin ropa interior, además, otra les echaba agua en los traseros haciendo que se transparentara la tela. Algo en el vídeo le despertó aún más su deseo y siguió dedeándose pese a que recién había terminado, ésta vez viendo a sus zorras amiguitas mover sus culos mojados, pensando en que hacía un trío lésbico y tenía a dos perritas comiéndole una el coño y el otro metiéndole una lengua en el culo.

Con este pensamiento se metió un dedito en el culo, dilatándoselo con sus fluídos y disfrutando de una doble penetración propia, empujando cada vez más ese dedo intruso, sintiéndose a sí misma apretarse su dedo con su esfínter, una y otra vez, una y otra vez… Volvió a correrse sin saber que era ya cerca de la media noche y su padre estaba muy inconsciente en la sala de estar mientras su tío y los amigos de éste se aseguraban de que los planes salieran bien.

Sabrina se quedó dormida con la mano dentro de su ropa interior, boca abajo, la página principal de Instagram abierta sin más historias nuevas por ver y la lista de reproducción en

replay

. La puerta se abrió despacio, un haz de luz alargado se reflejó en el obscuro suelo y se expandió sobre la cama, iluminando a la chica dormida en la sexual pose. Una sombra cubrió la luz que entraba y el tío Narciso entró despacio y sin hacer ruido.

—Mira a la perra ésta, ¡qué puta me salió la sobrina!

—Igual que su madre —secundó Casimiro, aproximándose a la nena para sacarle la mano dentro del pantaloncillo y olerle los dedos—. ¡Se metió un dedo en el culo! —dijo con el tono de quien se ganó la lotería.

—No grites, idiota —farfulló Ciso, apartándolo de un tirón para olisquearle él mismo la mano y comprobarlo, luego se dirigió a su trasero semilevantado y con el dedo índice apartó los empapados pantaloncillos viendo su húmedo coño y su ano dilatado. Hizo un gesto a los demás indicando que todo estaba en orden y Lore se acercó al otro extremo de la nena para quitarle el celular, apagarlo y también deshacerse de sus auriculares.

La tomaron con cuidado y con más cuidado la cargaron en brazos, pesaba más de lo que pensaban pero cuando la llevaban por el pasillo sintieron un cambio brusco en el balance.

Sabrina sintió que en sus sueños volaba, la arrebataban de una deliciosa orgía lésbica y al alejaban de sus amigas que se quedaban chupándose los coños unas a otras, y ella abrió los ojos para encontrar la lámpara del techo, luego el empapelado del pasillo y luego a Lorenzo cargando sus piernas y al ver hacia arriba a su tío cargando con su torso como si fuese un mueble pesado. El miedo la invadió y se sacudió, haciendo que los hombres perdieran el balance y dejándola caer en el suelo.

—¡¿Qué hacen, idiotas?! —gritó ella, sentándose en el suelo mientras los tres hombres la rodeaban e intentaban ayudarla a ponerse en pie.

—A ver, tranquila, sobrinita, que ya sabes cómo va esto. Mejor coopera —advirtió Ciso con un tono grave, ella abrió a boca con indignación.

—¡Que los follen! —espetó furiosa, haciendo el amago de pasar entre Lore y Ciso para ir a su recámara de nueva cuenta, pero la detuvieron con facilidad.

—A la que se van a follar es a ti, Sabrina —dijo Lore, sonriendo con perversidad—. ¡Anda ya! Si para como te estabas pajeando ya te hace falta una buena dosis de verga, ¿y qué mejor que de tus tíos favoritos? ¿No?

—¡Jódete, maricón de mierda! ¡Una cosa es que me cojan y otra que me violen dormida! ¡Suéltame!

—¿Maricón? Vamos a ver qué tan maricón soy cuando te esté follando por el culo, perra. Ya te hace falta que te lo rompan —anunció Lore—, y esta vez yo voy a tener ese honor, ya lo discutimos que voy a ser el primero. Gracias por hacerme el favor de dilatarte con este dedido —dijo tomándole la mano derecha y llevándose a la boca, chupándole los tres dedos que se estuvo metiendo en el coño y en el ano—. Sabes rico, te voy a poner a mamarme la verga luego de abrirte el culo, perrita, para que lo pruebes.

—¡Cerdo asqueroso! ¡Sólo así puedes tener mujer, maldito perro, porque das asco de tan cerdo que estás! —bramaba Sabrina, sacudiéndose del agarre de los dos hombres—. ¡Das lástima, pedazo de mierda! ¡Basura!

¡Plaz!

El puñetazo le llegó de la izquierda hacia la mejilla y la hizo golpear la pared con la sien derecha, al principio creyó que había sido Lore, pero luego de unos segundos confundida y tirada en el suelo se dio cuenta que había sido su tío.

—Ya, mucha plática, llevémosla a la sala para empezar. —La indiferencia se notaba en la voz de su tío. Éste pasó de ella y la dejó en manos de los otros dos—. ¿Aló?... Sí, soy yo, estamos listos, vengan… Ya saben las reglas… Sí, sí, puedes traerla siempre y cuando me des mi dosis…

Parecía que Narciso hablaba con alguien más, quizá por teléfono, mientras Lore y Casi la llevaban cargada a la sala. El golpe la había dejado muy muy desorientada pero sentía perfectamente la superficie de la mesita de madera central en la sala, donde solían tener las botellas de cerveza, colillas de cigarrillo y todo lo que cupiera. La mesita estaba limpia y la habían subido sobre unos cuantos bloques dejándola a una buena altura y firme, la acostaron boca abajo y cuando sintió que algo hacían con sus muñecas se esforzó en mirar mejor.

—¡Eh! ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! —bramó hacia Casi, que sonrió arrodillado frente a ella y terminando de sujetarle las manos en una cuerda y luego ésta cuerda a uno de los bloques en el suelo—. ¡Que me sueltes! ¡No otra vez no! ¡Así no me gusta! ¡Cójanme pero como siempre, no me amarren, no me gusta! —advirtió agitándose, pero como un pulpo fuera del agua sólo movía sus extremidades sin llegar a un lado, tenía las piernas sujetas con más cuerdas negras y gruesas, luego ésta cuerda a cada pata de la mesa—. ¡Narciso! ¡Así no, puto, así no!

Ciso apareció en su línea de visión, o su bragueta lo hizo, luego su rostro obsceno sonriendo y su mano acariciando su cabello para apartarlo.

—A ver, sobrinita, mira a tu derecha —ella lo hizo, Antonio estaba allí, de nuevo con el uniforme vomitado y muy dormido—, ¿ves ese cerdo? Es tu papá, tu querido papi. La verdad es que necesitamos dinero él y yo, lo estuvimos discutiendo muchos días pero cómo él no tiene el valor de hacerlo yo sí, así que él elige quedarse dormido y borracho y yo disfruto de la vista, de verte ser usada como una perra para sacar leche.

—¿De qué hablas? Están pendejos, ¿qué dices?

—Que te vamos a usar para ganar dinero, perrita, hay suficientes clientes potenciales en ésta cuadra para ganar pasta y salir de deudas en una noche. Si supieras la de vergas que levantas cada vez que sales a la calle vestida como la puta que eres, eres una zorra y te gusta exhibirte, ¿no es así? Bueno, pues hoy vamos a cobrar para que te usen y te dejen el coño lleno de leche, o la boca, o el culo…

—¡El culo es mío! —gritó Lorenzo desde algún ángulo que ella no podía ver.

—¡Sí, hombre! ¡Digo después! —replicó el tío revoleando los ojos, Sabrina aún no hablaba, no se movía, su boca estaba seca y sus músculos rígidos sobre la mesa—. ¿Y bien? ¿Qué me dices? ¿Algún insulto, algún grito? ¿Algo? —Sabrina no respondía aún, la noticia la dejaba en shock—. Bueno, es más divertido cuando peleas, pero si no lo haces igual nos vamos a divertir.

Narciso se levantó del suelo y la dejó allí, meditando en la noticia que la despertaba tanto de la somnolencia del reciente sueño como del puñetazo que le dejó un morado alrededor del ojo y que ya empezaba a inflamarse. Proyectó en su mente lo que la esperaba, como la primera vez en que su tío y los amigos la cogieron a fuerza, la ataron y le dieron una cogida que nunca olvidará, pero ésta vez no sabía cuántos hombres serían ni si la harían sentir placer, sin embargo, no tenía mucha opción: Esa noche la ofrecerían como una perra, lo disfrutara o no.


Hola, soy Emma.

Recuerda que si queré pasarla aún mejor con los relatos y conmigo, podemos cambiar fotitos y vídeos a cambio de una pequeña COLABORACIÓN . Ayudame a sostener mi escritura para que ambos sigamos disfrutando.

Esríbeme al Kik o al correo con el tema "Colaboración" y tu mensaje.

Tu perrita,

Emma.