Sabanas blancas

Aquí comienza una historia, una historia que comenzó pero que nunca terminara, es la historia de Susana y mía puede ser fácil de contar pero fue difícil de vivir.

Sabanas blancas

Su habitación estaba en una pequeña buhardilla era hija única al igual que yo así que todo el espacio era para ella, eligió ese rincón porque decía que era especial, una habitación especial en una casa especial, tenía un suelo de madera algo desgastado. El techo lo formaban grandes vigas de madera, junto con una ventana inclinada que te permitía contar las estrellas desde la cama en una noche cerrada, también tenía un pequeños sofá donde pasábamos alguna noche que otra en vela viendo películas en una pequeña tele, esa no era más que la tercera planta de una fabulosa casa que había comprado mi tío ese mismo verano.

El lugar no podía ser mejor, se situaba en un pequeño pueblo de pescadores, en el que la iglesia se convertía en colegio de lunes a viernes y volvía a ser iglesia de sábado a domingo, un pueblo bañando por una cercana e infinita playa, en la que tanto placer daba bañarse en sus cristalinas aguas como dibujar figuras en sus blanquecina arena rodeadas de viejas barcazas. El pueblo era de color blanco, con pequeñas cuestas de empedrado marinero, solo había un bar, frecuentado por los curiosos lugareños. Como decía ese pequeño pueblo era el refugio perfecto para dos chicas asfixiadas por una ciudad, todo resultaba extraño y diferente casi todas las casas tenían las puertas abiertas, y desde fuera podías contemplar a las mujeres cosiendo las redes que utilizaban los pescadores en las refrescantes noches, la casa de mi tío destacaba de las demás, tenía el tejado inclinado hacia los lados en lugar de al frente como era común en las demás, sus paredes eran más planas que las demás y no tan blancas, también tenía un pequeño porche con un jardín, que las diferenciaban del resto pues las fachadas de las demás parecían querer beber de los bordes de las estrechas calzadas.

Me llamo Ana la historia que les cuento sucedió hace ya más de unos pocos de años, a una edad en la que se empieza a descubrir ciertas cosas, ciertas emociones, ciertos sentimientos, ciertos deseos, en mi caso fue a los 17 al igual que mi prima. Todo empezó en esas vacaciones, unas vacaciones que en un principio prometían ser de lo más aburrida, pues se trataba de ir a un pequeño pueblo del que no había escuchado hablar en mi vida, hasta ese momento, y que por lo que contaban mis tíos, no sonaba nada divertido para una chica de nuestra edad, pero iba con Susana, mi prima y la mejor amiga, así que sabía que el sitio era lo de menos, pues estando las dos lo pasaríamos genial.

Sonó el despertador. Y con cierta ilusión me levante, tenía una hora para prepararme, pues Susana y sus padres pasaba a recogerme para poner rumbo a ase recóndito lugar, una ducha despertó mi cuerpo dormido y separo unos parpados pegados, me puse un vestido que terminaba en mis rodillas, era ajustado a mi delgado cuerpo, y de color amarillo que resaltaba el moreno de mi piel, una sobre cola también iba a recoger mi larga melena ondulada de color castaño oscuro, y unas cómodas zapatillas me acompañarían durante ese tortuoso viaje de ocho horas en coche.

Mi madre estaba levantada, a pesar de que eran como las cinco o las seis de la mañana, me preguntaba justo cuando sonaba el ralentí de un coche en la puerta si lo llevaba todo, - por supuesto que no, le dije yo entre risa, anoche solo estuve 2 horas haciendo la maleta-, mi madre me mostro su sonrisa, y mirando por la ventana me dijo hay están tus tíos venga no tardes, ella salió y converso con ellos mientras yo terminaba los últimos interminables retoques, Salí y tras una despedida y severas advertencia sobre mi comportamiento me despedí de mi madre me subí en aquel gran coche para poner rumbo a la vida.

Allí estaba Susana mas dormida que despierta, se acerco a mí para darme un beso en la mejilla y quedar dormida reposando su cabeza en mis piernas, sus pies desnudos junto sus piernas flexionadas reposaban sobre el sillón de aquel cómodo y gran todo terrenos, un fino pantalón de chándal se ceñía sobre sus delgadas y largas piernas, y por arriba una colorida camiseta escondía unos pechos que aunque algo pequeños estos eran firmes y esbelto, su delgada cintura quedaba al descubierto debido a la cómoda postura, se podía ver su piel blanca legado de su raíces escandinavas, que no solo le había regalado ese color de piel, sino los ojos mas azules que había visto nunca, aunque en esos momentos abrigados por sus parpados, mi memoria los recordaba a la perfección.

La suave melodía del todoterreno no tardo en dormirme a mí también mi mano hacia rato que había quedado unida a la de Susana, y mi cabeza descansaba sobra la ventanilla del vehículo, esa paz duro hasta que note que nos deteníamos, eran como las 9 de la mañana y el sol ya hacía rato que se había despertado, Susana se levanto y mientras se estiraba, me regalo su preciosa sonrisa para después darme un abrazo mientras me decía hola Anaaaa, mientras terminaba su placentero despertar, mi tía se bajaba del coche mientras nos decía --vega niñas vamos a desayunar--, y aquella mujer que había calcado a su hija a su imagen, junto su blanca mano con la de mi tío, hermano de mi padre, el cual debido a su tenaz piel morena parecía más mi padre que el de Susana. Tras ese desayuno volvimos a la carretera, y la tranquilidad que había habido hasta ese momento quedo interrumpida por las risas y el jolgorio que mi prima y yo montábamos en una simple conversación.

Después de unos cuantos tortuosos kilómetros en carretera algo olvidadas por el mundo pero bañadas con los mejores paisajes que he visto nunca, si mirabas por el cristal que miraba a Susana, podías ver un intenso manto azul con suaves olas acariciando su costa, que contrastaba con el otro intenso mar esta vez no de agua si no de pasto que lucía aquellas praderas en el lado opuesto. Ese paisaje se repitió durante unas horas si llegar a cansar de contemplarlo, la voz severa de mi tío nos puso a la atención de unas lejanas casas que destacaban a lo lejos, nos decía que aquel era el pueblo, el junto a mi tía ya habían estoado en varias ocasiones pero era todo una novedad para mí y casi también para Susana que solo fue en una ocasión para ayudar a llevar unas cosas.

El coche se fue paseando por aquellas estrechas calles ante las atentas mirada de vecinos poco acostumbrados a ver caras nuevas y menos llenas de curiosidad como las de mi prima y la mía, nos detuvimos enfrente de un pequeño árbol que daba algo de sombra, mientras que estirábamos nuestros cuerpos agarrotados tras largo viaje, contemplaba aquella casa, era tal y como me la describió mi prima, diferente y coqueta al resto que acompañaban en aquella calle, bastante separada del centro del pueblo.

Como locas fuimos llevando las inmensas maletas que llevábamos y en una abrir y cerrar de ojos Susana me reclamaba desde la buhardilla, cuando llegue cansada después de unas asfixiantes escaleras, quede encantada, cuando vi aquella habitación no paraba de mirar todo los detalles mientras escuchaba la voz de Susana alegando que iba a ser nuestra, mire la cama y vi que solo había una, así que mire a Susana y me dijo en camas más estrechas hemos dormido ¿no?, refiriéndose a noches esporádicas en las que mi cama o la suya nos había unido compartiendo únicamente un profundo sueño, podemos probar y si estamos incomodas el sofá se hace cama, alego como posible solución, me pareció una buena solución.

El verano fue trascurriendo con normalidad, había trascurrido una tres semanas y no habíamos convertido en todas unas expertas en el lugar, conocíamos cada rincón, cada ladrillo, no habíamos hecho muchas amistades pues no terminábamos de encajar con los escasos jóvenes de allí siempre nos miraban con caras raras, aunque también nuestra risas escandalosas nos hacia destacar,

dábamos largos paseos al atardecer hasta un pequeño embarcadero de madera abandonado, allí esperábamos que cayera el sol y sofocara su calor en el agua, y alguna vez que otra nos dábamos un último baño, después siempre volvíamos corriendo como locas a su casa ya que su madre siempre nos decía que volviéramos para la cena.

El sofá cama nunca se llego a convertir en cama pues nuestra cama nos abrazaba a las dos cómodamente, con espacio suficiente en un margen bastante escaso que nos dábamos una a la otra por su puesto hasta esos días sin llegar a dar que pensar, una mañana mas desperté en una cama vacía, mientras escuchaba a Susana hablar con su madre, medio aletargada comencé a estirarme en entres esas blancas sabanas que habían rozado nuestros cuerpos y resguardado de la dulce brisa nocturna. Susana entro en la habitación, rompiendo mi tranquilo despertar, una toalla envolvía su recién bañado cuerpo y otra envolvía sus cabellos rubios, -levanta y dúchate me dijo, my madre me ha dicho que vamos a comer a casa de unos amigos-, yo comencé a hacerme la remolona y ella comenzó un feraz ataque el que yo intente repeler protegiéndome entre las sabanas, ella de forma hábil se coló quedando completamente desnuda pues aquella toalla rosa que protegían sus vergüenzas no quiso acompañarla en aquella lucha, tan solo un fino camisón acompañada de unas braguitas de encajes marcaba la distancia entre el desnudo cuerpo de Susana y el mio, así que ese día note su fresco y perfumado cuerpo como nunca, fue una sensación nunca vivida, las dos enfrascada en una cariñosa pele cubierta por una sabana que nos guardaba en secreto lo que allí estaba pasando, mis muslos acabaron entrecruzándose con los suyos, con lo que mi pierna rozaba su desnuda entrepierna y ella rozaba la mía aislada por unas simples braguitas, sus desnudos pechos rozaban mi vientre pues mi camisa ya había subido hasta casi el cuello, nuestras manos se unían en un tira y afloja, hasta que la voz de mi tía a lo lejos interrumpió aquella lucha.

Ella se separo alejándose de mi quedando la de rodillas en el precipicio de la cama, yo mientras ronroneándome como un gato al que quiere seguir siendo acariciado, quede cansada respirando aire libre después de que Susana nos liberara de esa sabana, ella quedo anclada, de rodillas en la cama completamente desnuda buscando su cobarde toalla, con el pelo mojado y su pechos erectos tenía una risa nerviosa como la mía, y unos ojos abiertos mirando mi cuerpo. Venga nos tenemos que ir dijo, cogiendo su toalla del suelo y volviéndose a cubrir, yo me levante y me fui al baño, intentaba analizar lo que había ocurrido pero no lo comprendía, y no solo no lo entendía si no que lo negaba, negaba la posibilidad de que mi prima me hubiera excitado como nadie lo había hecho y tan solo rozando su cuerpo, el caso que aun negándolo no tarde en masturbarme en la bañera, no era la primera vez que lo hacía y tampoco le quise dar relación con lo que había ocurrido hacia unos instantes, salí de la ducha, al igual que Susana solo me cubría una toalla, subí el tramo de escaleras que llegaba hasta nuestra buhardilla, y entre cerrando la puerta tras de mí.

Ella posaba solo con unas braguitas blancas con un pequeño y fino encaje rodeando la cintura y se dirigió al cajón a coger un sujetador, todavía no estás lista le pregunte, me dijo que no sabía que ponerse.

Aunque algo retiradas ya que la cama separaba su cajón de ropa interior donde estaba ella de mi equipaje desecho donde buscaba yo la mía, pero aun así, teníamos una vista de primera fila una de la otra, nuestras miradas se cruzaron en más de una ocasión y aunque se cruzaba lo hacían después de mirar otras partes de nuestros desnudos cuerpos, no tenía nada de raro la situación ya que cambiarnos de ropa juntas lo habíamos hecho durante años, pero esas miradas eran algo diferentes y lo que había pasado antes también las hacían diferentes, no podía apartar la mirada, miraba sus pechos, su vagina sus suaves movimientos después miraba su rostro y me daba cuenta de que yo estaba siendo observada de igual forma, inmediatamente apartábamos la mirada para después repetir todo el proceso.

Había un sonido sepulcral que solo rompía una televisión reclamando un poco de atención, comenzamos a vestirnos yo me puse un culote de color amarillo claro, que resaltaba mi piel bronceada, de sujetador use el mismo tono de color y aunque no era un conjunto se semejaban bastante, termine abrochándome el sujetador y volví a mirar a Susana, ella estaba subiéndose unos jeans de los que ajustan a las pantorrillas y que ajustaban muy por debajo de su cintura que son conocido por el nombre de pirata, por arriba completo con una camisetilla de color celeste algo ceñida.

Por mi parte también esta lista, vestía una vestido que me llaga a las rodillas, era de color blanco y ajustaba en los hombros con lo que dejaba gran parte de mi espalda al descubierto haciendo un escote muy elegante por delante, tenia los bordes de encaje y era bastante ceñido,

Comenzamos con una de nuestras conversaciones y todo volvió a la normalidad no comentamos nada del silencio, o las miradas, o de los roces que tanto calor habían provocado hacia unos minutos, bajamos las escaleras y buscamos a mi tía, estaba en la cocina, lista desde hacía años decía, esperándonos.

Vamos miguel, ya estamos listas dijo en voz alta mi tía reclamando la atención de su querido marido que estaba en el patio cansándose de mirar las coloridas flores.

Pusimos rumbo a casa de los amigos de mis tíos, un pueblo cercano también olvidado de la mano de dios, mas olvidado que el nuestro si cabe aun, llegamos y una adorable anciana nos reclamo resulto ser Soledad, la madre de Arturo, el amigo de mi tío, también presento sus saludo Isabel, mujer de Arturo que de inmediato mostro su alegría y nos dio un abrazo y dos beso a Susana y a mí.

La comida se alargo más de lo deseado, mis tíos se les veía alegre, disfrutando de un buen vino y una más que apetecible comida al dulce sol de aquel patio andaluz lleno de macetas, pero por nuestra parte no teníamos mucho que hacer, Soledad aquella anciana que debía de tener unos mil años no paraba de decirnos que éramos muy guapas y que teníamos que tener muchos "mozos" detrás nuestra.

Por fin volvimos a aquel querido y aburrido pueblo, ya eran como las 7 de la tarde, y la copiosa comida estaba digerida, ya faltaba poco para llegar cuando Susana me dijo que si debamos un paseo y yo le respondí con un gesto de afirmación en mi cara, así que mi tío detuvo el todo terrenos, y Susana y yo nos bajamos, mi tía termino diciendo, -Ana, Susana no volváis tarde… siiiii respondimos nosotras detrás acompañaron unas carcajadas por la sincronización de la respuesta.

Nos pusimos en marcha comenzamos a andar y andar, al cabo de una hora llegamos al embarcadero y con cuidado andamos por las deterioradas maderas cogidas de la mano que nos quedaba libre, pues en la otra llevábamos el calzado, esquivando algunas grandes grietas que otras, llegamos al final y las dos nos sentamos en el filo, el mar estaba totalmente en calma y el sol ya estaba casi oculto, con una luna nueva que se distinga ya con facilidad, estuvimos un rato contemplando esa maravilla hasta que Susana interrumpió lo que le decía para decirme bañémonos!!!

Yo entre risa le dije Susana no tenemos traje de baños, ella me respondió que lo hiciéramos en ropa interior a lo cual me negué pues no querría andar el camino de vuelta con la ropa mojada,

A lo que ella me respondió pues entonces nos bañamos desnudas, yo me volví a mega diciendo que nos podía ver alguien, entonces ella me alegó: Ana quien te va a ver si no hay nadie, exclamo mientras señalaba por la orilla, me gire y solo se veía una luz a lo lejos preparando como para echar la noche en la playa pero apenas se diferenciaba la silueta de los que estaba allí.

Susana se quedo esperando mi siguiente respuesta preparada para debatirla y yo no sabia que decir así que me quede en un eterno es queeeee, a lo que ella reacciono poniéndose depile casi de un salto y empezó a quitarse la ropa apresuradamente mientras me decía entre risas, baaa Ana que si no eres capaz no pasa nada, conforme me tiraba encima cada prenda que se quitaba, así que sin pensármelo dos veces me levante y le di un leve empujo mientras me reía empecé a desnudarme.

Susana completamente desnuda me dijo te espero en el agua, y salto los escasos vente centímetros que separaba el embarcadero del la calmada agua, empezó a reír y a decirme que corriera mas, que el agua estaba buenísima, así que mire una vez a mi alrededor y me despoje de mi culote amarillo, y salte cerca de ella, allí empezamos a jugar no salpicábamos una a la otra, estábamos completamente desnuda a una intensa luz de luna que alumbraba con fuerza, entre los juegos eran frecuentes los roces y me volví a sentir algo extraña, Susana no dejaba de rozarme con sus pechos y el sentir sus pezones duros por las distintas partes de mi cuerpo me estaba gustando de una forma rara, por otra parte yo hacía lo mismo entre juego y juego pase mis manos por su pechos, por sus muslos, ya algo cansada nos fuimos nadando un poco más cerca de la orilla donde hacíamos pie, las dos cansadas y entre risas nos mirábamos.

Susana entonces se acerco a mí y me dio un abrazo, mientras me decía eres la mejor, y sentí una vez más sus pezones contra mis pechos, pero esta vez no eran roces como durante el juego si no que era más intenso todavía, si saber cómo o quien fue la primera rompimos ese abrazo para fundirlo en un beso.

No sé cuanto duro pero el corazón se acerero a un ritmo frenético, mientras frotaba mi lengua con la suya, lentamente separamos las bocas y abrí los ojos, ella aun permanecía con los suyos cerrados y la boca entreabierta, abrió los ojos y apareció ese intenso azul oscuro casi como el del mar en el que os estábamos bañando, tenía una extraña expresión en la cara que nunca la había visto, le pedí perdón, no sé por qué ya que no tenía muy claro quien había besado a quien, ella me respondió algo nerviosa que daba igual, las dos apartamos la mirada una de la otra y nos fuimos nadando hacia el embarcadero, allí salimos por una pequeña escalera para subir a él y nos volvimos a quedar de pie una enfrente de la otra, de nuevo el silencio sepulcral se hacía presente estábamos desnudas esperando a que nos secáramos para poder vestirnos, nuestra conversación se limitaba a escasa miradas o cosas que no tenían nada que ver con lo sucedido

La suave brisa seco nuestros jóvenes cuerpos rápido, así que una vez vestidas nos dispusimos a andar de vuelta a la casa, anduvimos la hora de vuelta que separaba el pequeño pueblo costero donde estaba la casa de Susana de nuestro lugar favorito el embarcadero que desde ese día significaría algo especial para las dos.

Durante la vuelta poco a poco fuimos recobrando la normalidad y terminando con ese incomodo silencio no hablamos de ese beso, Susana metió la llave en la cerradura y paro girándose y en un tono de voz suave me dijo, ¿¿Ana porque me pediste perdón???, no savia que le iba a decir pero de todas forma no dio tiempo ya que la puerta se abrió era mi tío, el padre de Susana que salía a tirar la basura, que tras un emotivo saludo nos dijo que entráramos ya que nos estaban esperando para cenar,

La cena fue algo incomoda una vez más el silencio entre nosotras se hacía latente, la madre de Susana no tardo en notarlo y preguntando que por que estábamos tan calladas, yo le conteste que estábamos cansada de todo el día y todo quedo hay. Después de cenar me fui directa a la ducha, Susana se quedo tomando un postre con sus padres, durante la ducha reflexione y asumí lo que en un día cambio todo, me di cuenta que me gustaba mi prima y no solo eso sino que la deseaba, conforme pensaba eso miles de pregunta me inundaban, ¿entonces me gustan las mujeres? a lo que yo misma me respondía que no, pues solo me gustaba Susana, y me atraían los chicos, tenía un lio enorme, y no dejaba de preguntarme como no me había podido dar cuenta antes como, como todo había podido ser en un día.

Una vez me duche subí al cuarto de Susana ella estaba tumbada en la cama, sin la tele sin música solo pensando, cuando me vio me dijo bueno ahora me ducho yo entre risas incomoda, yo también le respondí con otra risa sin sentido. Puse la tele y espere a que viniera, pensaba en que decirle cuando me hiciera la pregunta que deje sin responder, pero que responder si ni siquiera se yo porque le pedí disculpas, Susana salió de la ducha y subió a su habitación tan solo llevaba la toalla que no tardo en despojase de ella, se puso unas bragitas y su camiseta larga que usaba a modo de pijama, se acerco a mí y me dijo estoy cansada me voy a la cama ya, yo le respondí que yo también tenía sueño, una vez más fuimos a dormir juntas aunque nunca fue tan difícil como esa noche.

Ya en la cama necesitaba saber que sentía ella, no podía mas yo hacia un rato que asumí la realidad que era que quería a Susana pero fue todo tan rápido porque no me he dado cuenta antes pensaba una y otra vez, y si la quiero, ¿cómo se puede desear una persona de este modo, de un día para otro?, Susana que sentirá, no paraba de darle vueltas a todo cuando Susana me pregunto de nuevo esta vez de forma diferente, ¿por qué sientes que nos besáramos?, y esta vez la respuesta fue mucho más sencilla, Susana no siento haberte besado para nada respondí en voz temblorosa, yo permanecía tumbada boca arriba mirando la noche por una ventana, ella que estaba de la misma postura se giro, acomodando su cabeza en mi hombro y posando su mano sobre mi plano vientre solo un fino camisón se interponía entre su mano y mi piel.

Mi respiración era algo nerviosa y la de ella también se hacía evidente, esta vez fui yo la que en voz baja le dije que el corazón me iba a estallar de forma suave desplazo su mano hacia arriba la situó entre mis pechos yo con mi mano cogí la suya para guiarla hasta mi corazón ella notaba mis latidos y me dijo que ella estaba igual así que se volvió a poner boca arriba y tomo mi mano para guiarla igual que yo hice, solo que a diferencia de que ella lo izo por debajo de su camisón, para dejarla entre sus pechos, notaba el ritmo de su corazón tal y como había dicho igual de acelerado que el mío, suavemente desplace mi mano hacia un lado y comencé a masajearle su pecho izquierdo, ella respondió cerrando los ojos y con un prolongado suspiro entrecortado, entre otro suspiro abrió los ojos me aparto el pelo de la cala y comenzó a besarme mientras mi mano bailaba un vals entre un pecho y otro notaba sus pequeños pezones duros y sensibles.

En un momento se despojo de su camisón diciéndome con una voz entre cortada y temblorosa quítate esto indicándome el mío, tan solo unas fina sabana ocultaba nuestro cuerpo y las caricias mutua que tenían lugar debajo de ellas, una vez más las sabanas se iban hacer responsable de nuestro juegos, solo que ahora iba a ver algo más que roces. Un beso, otro, y después de otro, un intenso beso mas, ella bajo un poco hasta llegar a mis pechos, los masajeaba con firmezas y ahora también los besaba yo ya hacía rato que sentía un calor inmenso en mi entrepierna, ella paro de besarme los pechos para volver a mi boca, ahora era yo la que bajaba un poco hasta sus pezones que tanto me estaban gustamdo empecé a lamerlos, a pellizcarlo de forma suave, Susana respondía con unos silencioso gemidos, mis manos acariciaban su fina espalda.

Entre tanto mi pierna rozaba su entre pierna y la suya la mía yo sentía el calor de su vagina en mi pierna al igual que ella el mío, aparte mi pierna y baje la manos suavemente hasta llega a su fuego, por encima de sus bragas se notaba la humedad de sus jugos, subí un poco la mano, lo suficiente para introducirla por dentro de sus braguitas para notar su calor era inmenso al igual que su lubricación, ella separaba las piernas pera ponérmelo más fácil, le introduje un dedo en su vagina mientras que continuaba besándole los pechos, ella reacciono arqueando la cintura y apretándome la cabeza contra su pecho,

Me cogió el brazo dueño del dedo que la estaba penetrando y tiro de él suavemente, sacándome la mano de su parte mas caliente e intima a continuación se quito las bragas y me empujo para dejarme boca arriba, las dos estábamos excitadísima temblábamos de nervios, una vez me tubo tendida se puso de rodilla en la cama al lado de mis caderas, con sus manos agarro mi braguitas tirando de ellas hacia abajo, yo levante mi trasero para que me quitara esa prenda que hacía rato que sobraba, después sin deme tiempo para ver lo que me esperaba metió su boca en mi vagina, a lo que yo respondí con un gemido, ella paro y me dijo suuuu nos van a escuchar, así que me dijo espera puso la tele más alta, para que por lo menos disimulara algo y bloqueo la puerta de la habitación con un improvisado remedio, después con una sonrisa volvió a la cama dejando la luz encendida.

De nuevo volvió con su boca a mi vagina volviendo a sentir un placer intenso, continuo introduciendo un dedo el cual entro muy suave, después metió un segundo al que tampoco le costó mi pequeña cueva asimilarlo, su lengua lamia mi clítoris y mi vagina mientras yo separaba mis piernas lo mas que podía y con mis manos presionaba su cabeza contra mi pubis brindándole toda mi vagina, no tarde en llegar explotar de la forma más intensa que lo había hecho nunca en un orgasmo tortuoso debido al intento de controlar unos gemidos incontrolables, cerré las piernas conforme mi vagina palpitaba pidiendo unos segundos de alivio, ella se acerco a mi boca permaneciendo a escasos centímetros de mi boca mientras me decía quiero respirar tu aliento, quiero sentirte dentro de mí, yo aun disfrutando de mi orgasmo corte esos centímetros que separaban nuestro labios y los fundí en un beso profundo, probando mi propia medicina pues su baca sabia a lo más dulce de mi, aquellos labios portaban mi esencia de mujer.

Bruscamente me gire para situarme encima de ella, que con voz entre cortada y casi susurrando, Susana no paraba de repetir mi nombre, Ana, Ana, Ana, baje deslizándome por su vientre ahora le tocaba sentir a ello lo que yo había sentido hacia unos segundo, comencé a besarle las ingles para después lamer su rosada vagina suavemente en cada pasada ella se estremecía de placer, con mis dedos me ayude para abrir un poco su ahora conocido secreto introducía mi lengua por su pequeño orificio lo mas que podía catando toda la esencia de mi querida Susana, introduce dos dedos en su vagina, notaba como no paraba de segregar jugos y a mí me encantaba saborearlos, con la otra mano le acariciaba los pechos y ella hacía rato que usaba una almohada para silenciar sus gemidos de placer, no hizo falta mucho para hacerla terminar en un intenso orgasmo, yo seguía moviendo mis dedos dentro de ella, notando cada una de las palpitaciones de su vagina, ella se incorporo bruscamente exclamando de nuevo mi nombre varias veces, !!Ana Ana Ana!!!, para culminar con un !!para!!!, con su mano tiro de la mía para liberarse de tal inmenso placer, conforme saco mis dedos expulso una pequeña cantidad de flujo dejando una pequeña mancha en la cama que delataba el placer del que había sido víctima, después se volvió a tumbar en la cama esta vez de lado y adoptando una posición fetal mientras su cuerpo daba pequeños espasmos con cada caricia mía.

Nos fundimos otro intenso beso, me levante y exhausta y apague la tele, quite la silla que Susana había situado estratégicamente en la puerta bloqueándola ante una visita inadecuada, abrí lentamente la misma con intención de ver si había algún misterioso silencio y tan solo se escuchaba otra televisión bastante alta que provenía de la planta de abajo, una paz invadió mi cuerpo pues era imposible que nos hubiesen oído.

Volví a la cama Susana yacía exhausta y desnuda con su cuerpo sudoroso que brillaba al resplandor de la luz unas mejillas sorrajadas como su vagina, volví a colocar la sabana que asustada ante tanto desenfreno se había ido al suelo, tape a Susana que apenas se movía solo veía esos maravillosos ojos siguiendo mi cuerpo también desnudo y apague la luz y me metí en la cama Susana me dio un pequeño beso y si decir nada se giro dándome la espalda, yo la abrace juntando mi pecho con su espalda notaba aun su cuerpo caliente junto el mío un calor algo agobiante, húmedo, pero que quería sentir.

No hablamos de nada yo me quede dormida casi al instante y supongo que ella tampoco tardo mucho, pasamos una noche tranquila dos cuerpos descansaba refrescados por la brisa marinera que entraba por la ventana incluso algo fresca para dos cuerpos desnudos cubierto por la suave sábana blanca.

El leve canto de un pájaro rompió mi profundo sueño, desperté viendo el rostro de Susana a escasos centímetro sus ojos estaban abiertos como platos mirándome brindo una sonrisa inmensa, yo también le regale la sonrisa más feliz de mi vida volví a cerrar los ojos y le di un gran abrazo, ella en voz dulce y baja me dijo pongámonos algo aun seguimos desnudas entre un risa picarona, se levanto y se puso su pijama mientras me buscaba el mío, nos volvimos a meter en la cama para situar una vez más nuestras caras lo más cerca posible, nos mirábamos y nos reíamos sin parar entre pequeños besos también nuestras manos se mezclaba en caricias y cosquillas, estuvimos así durante un buen rato, mire el reloj marcaba las 10 de la mañana me levante mientras le daba un beso a Susana le dije que me iba a dar un baño ya que me sentía algo sucia entre risas Susana afirmo con su cabeza y se volvió a tumbar en la cama mientras abrazaba la almohada.