Sábado

Mario y Carolina continúan con su fin de semana de pasión, las sensaciones y los sentimientos están llevando a los dos a disfrutar de manera desconocida para ambos.

Sábado.

Desperté mientras Carolina seguía dormida, abrazada a mí, habíamos pasado la noche desnudos uno junto al otro, me levanté con cuidado de no despertarla, aprovechando para echar un vistazo a su cuerpo, fui a la cocina y me preparé un café, mi cabeza volvía a evaluar las consecuencias, pero me veía decidido a seguir con Carolina, no era simple atracción lo que sentía por ella. Quería más de esta relación y no veía descabellado haber encontrado a la mujer de mi vida, joder si alguien me hubiera dicho que pensaría así hace una semana me habría reído de él, ahora estaba meditando seriamente sobre ello.

Tras tomar el café y desayunar algo, fumé un cigarro meditaba los pros y contras de la situación, la más negativa podía ser la lógica reacción de sus padres y el posible enfado con mi hermano al ser sus amigos, la diferencia de edad entre nosotros, pero yo quería seguir con ella y en cuánto terminé de fumar fui al dormitorio a ver dormir a Carolina, me encantaba mirar su cuerpo, ver los lunares de su cuerpo, era una sensación hasta ahora desconocida para mí, me excitaba y deseaba hacer el amor, eso tampoco lo había dicho mucho hasta ahora, me gustaba hacerla disfrutar, sabiendo que yo seguramente lo haría, deseaba sentir el olor y el tacto de su piel.

Sentado en la cama, vi como empezaba a despertar:

  • Buenos días, guapa – me incliné para besar su boca.

  • Buenos días – respondió ella - ¿Es muy tarde, llevas mucho levantado Mario?

  • No, estaba mirándote, me gustas mucho y estaba aprovechando.

  • ¿No te gustaría algo más que mirarme? - dijo abrazándome.

No tarde en echarme a su lado, estuvimos hablando mientras nos besábamos sin parar.

  • Carolina, me haces sentir sensaciones que no he tenido con otras chicas, creo que eres la chica con la quiero estar… siempre. - había soltado mi declaración de una manera un poco cutre, pero las declaraciones no suelen ser como en las películas, en la mayoría de los casos.

  • Me encantaría ser tu chica Mario. - me besó y nuestras lenguas volvieron a enredarse, me volvía loco el sabor de sus besos, me tumbé en la cama y la senté a horcajadas sobre mi, no tardé en reaccionar al roce con ella, me puse un preservativo y levantándola la senté sobre mi sexo, Carolina se movía buscando clavarse, yo lamía y mordía sus pechos. Tomó mi polla entre sus dedos y fue sentándose poco a poco.

  • Mmm sigue Carolina, yo no pienso moverme, lo vas a hacer tu todo cariño.

  • Vale, pero antes voy a sentarme bien. - Al decir esto bajó de golpe. No pude evitar lanzar un gemido de gusto, se movía levantándose de mis caderas y dejándose caer nuevamente, yo tenía mis manos en sus caderas para ayudarla, pero me limitaba a sujetarla, a veces se quedaba quieta y a pesar de su poca experiencia me hacía gozar como ninguna otra lo había hecho, cada vez me tenía más loco, nuestras lenguas buscaban estar en contacto a cada momento, nos decíamos al oído lo que sentíamos el uno por el otro y no deseaba estar en ningún otro sitio que no fuera dentro de ella, me incorporé y sentado frente a ella, abrace su cuerpo pegándolo al mío, despacio y sin apenas salir de su delicioso sexo, ella abrazada a mí, sudando juntos y jadeando, acariciando su cuello y mordiéndolo, hicimos el amor de manera lenta y apasionada, notaba sus muslos mojados, nuestros jadeos y como su pecho se endurecía. Volví a tomar sus caderas, aceleré sus movimientos mientras yo me acompasaba con ella, mordía mi cuello mientras me pedía que no parará.

  • No pienso parar cariño, me excitas mucho y quiero ver como gozas – dije sin parar de entrar y salir de ella, aunque para ser exactos, era ella la que entraba y salía.

  • Sigue Mario, dime que me quieres y que te gusta – entre jadeos y gemidos.

  • Te quiero Carolina y claro que me gustas, más que ninguna – besando su boca, unidos en un intenso orgasmo que nos llegó con poca diferencia a los dos.

Me tumbé y la eché sobre mí, sin dejar que saliera.

  • Mmm me ha encantado, te estás haciendo una experta – dije sonriendo.

  • Soy una buena alumna, con un buen profesor – me beso.

  • Tendremos que desayunar, hoy quiero ir de compras contigo ¿Te parece bien? - mis dedos recorrían su piel, era algo que no podía evitar.

  • Me parece muy bien – dijo Carolina - ¿Qué vamos a comprar?

  • Una mujer como tú, necesita una ropa más sexy para dormir, vamos a comprar unos conjuntos de lencería para ti, pero los voy a disfrutar yo – le dije mientras mordía sus labios.

  • Me parece muy bien, solo los vas a disfrutar tú – en ese momento volvimos a besarnos y estuvimos un rato tumbados, mientras le contaba lo que sentía hacia ella y que estaba dispuesto a intentar tener una relación seria con ella, que ninguna otra chica me había hecho sentir lo que ella, pasamos a ducharnos, de manera más tranquila pero sin dejar de acariciarnos. Tras el desayuno salimos a la calle, rodeé su cintura y bajamos por Princesa hasta unos grandes almacenes, en la sección de lencería busqué unos conjuntos, tanto de camisones, como de ropa interior. Tras pagarlo, se lo di:

  • Toma, este es mi primer regalo como pareja, aunque creo que lo disfrutaré más que tú, ahora habrá que buscar algo de ropa – la verdad que no podía dejar de imaginar como le quedaría, no había pasado al probador ya que quería que la sorpresa fuera total al verla.

  • Estoy deseando que veas como me queda Mario, creo que son un poco cortos… - dijo Carolina, empleando ese tono que sabía que me gustaba tanto.

Tras comprar unas blusas y vaqueros, pasamos por la cafetería donde comimos, nos contábamos confidencias, como se había sentido siempre algo diferente al resto de sus amigas, pero que desde el jueves se sentía de otra manera, que deseaba estar conmigo, que le gustaba mucho…

  • ¿El sexo? - le ayudé a completar la frase.

  • Sí, me gustó mucho cuándo te besé tu rabo – dijo, bajando la cabeza al terminar la frase.

  • ¿Te gusta chupármela, guarrita? - le dije al oído, mientras besaba su cara.

Por toda respuesta, Carolina asentía con la cabeza.

  • Me gusta cuándo me hablas así, también me excita – Ufff Carolina se estaba mostrando como una caja de sorpresas y lo que más me gustaba, es que era mi caja de sorpresas.

Tras tomar el postre nos dirigimos a casa, ambos deseábamos volver a estar a solas, en el ascensor, no me dejó acercarme a ella.

  • Quiero darte una sorpresa, quiero que vayas al sofá y me esperes desnudo, ¿Lo harás? - susurró, mientras acariciaba mis labios.

  • Claro que sí, pero cuándo pones esa mirada me cuesta estarme quieto – y me abalance sobre ella, entre risas en el ascensor.

  • Alto, tienes que hacerlo o no habrá sorpresa – Carolina había tomado el mando de la situación y decidí dejarme hacer, seguro que lo pasaríamos bien.

  • Tú mandas cariño – mientras la soltaba y abría el ascensor.

Carolina se fue a su habitación, con las bolsas de ropa y yo, obediente, fui al sofá desnudándome y esperando su aparición.

  • Tienes que cerrar los ojos – dijo desde la habitación.

Obedecí sin dudar, podía oír sus pasos por el pasillo, debía llevar zapatos, noté como se detenía enfrente de mi.

  • Has sido muy obediente, puedes mirar – acariciaba mi pelo, podía oler su perfume y abrí los ojos, su visión fue espectacular. Había elegido un conjunto negro, hasta el inicio del muslo, los encajes y transparencias realzaban su cuerpo, el modelo se completaba con uno de los sujetadores que hacía de sus pechos una delicia a la vista, con unos zapatos de tacón.

  • Estás preciosa amor – dije mientras mi erección se sumaba a la aprobación general.

  • Veo que alguien más se alegra de verme – me echó para atrás en el sofá y ella se arrodilló entre mis piernas – Esta guarrita, quiere chupar rabo, ¿Puedo? - dijo con voz melosa acercando su cara a mi entrepierna.

Decidí jugar fuerte, iba a follar su boca.

  • Claro que puedes, sí es la mía – guíe su cabeza – Pero esta vez quiero terminar en tu boca - dije.

Por toda respuesta, Carolina empezó a lamer mi tiesa polla, despacio, mirando a mis ojos, no dejando que la marcará el ritmo.

  • Hoy mando yo – paró para masturbarme de manera intensa y lenta, sus labios besaban mi glande y no me dejaba tocarla – Déjate hacer, vas a ver si he aprendido bien.

Yo me limitaba a jadear y disfrutar, me movía para intentar llevarla a su boca, pero ella había decidido hacerme sufrir, pasaba la lengua por mi glande, masajeaba mis huevos, se detenía para decirme si quería que siguiera, la atrapaba en su boca, a veces con movimientos lentos y profundos, hasta dónde podía, apretando con sus dientes levemente, otras, moviendo su lengua y mojando toda la extensión de mi sexo, la cogía con dos dedos de manera suave, como asustada y la llevaba a su boca, me estaba volviendo loco de placer, la saliva hacía deslizar la piel de mi glande y ella pasaba su lengua por la raja, la saliva que unía mi sexo y su boca me excitaba.

  • Quiero que te corras para mí, para eso eres mi novio – joder con la niña, sabía como ponerme a mil.

  • Estoy deseando correrme con mi novia, sigue – acerté a decir entre gemidos y jadeos.

  • ¿Te está gustando cariño ? - en ese momento la metió en su boca y me dejó marcarla el ritmo.

  • mMmmmm Claro que me gusta, sigue, voy a darte todo – más que gemir, yo jadeaba como un animal, no dejaba que retirará su boca de mi.

Carolina apenas hablaba, la saliva iba de su boca mojando mi rabo, hasta que apretando su cabeza me corrí de manera brutal en su boca.

  • Toma cariño, la leche de tu novio, toda para tí. - me corrí en su boca y aguantó como pudo, algo se escapo de su boca, cayendo en mis muslos.

En ese momento, Carolina volvió a sorprenderme, retirándose despacio me mostró su boca y se lo tragó.

(Continuará)