Rutina de la criada

Las actividades diarias de una criada doméstica.

Era un viernes, y como todos los días, despertó a las 7:50 de la mañana en su cuartito de criada, ya no necesitaba el despertador, su reloj interno se había ajustado.

Tras sacarse las lagañas de los ojos, levantó los brazos y estiró la espalda, bajó de la cama y fue a su cuarto de baño, el que es apenas lo suficientemente grande para tener una tina y un inodoro.

Se duchó pasando aceite de coco por todo su cuerpo, incluyendo el pelo.

Al salir de la ducha se preparó el desayuno, unos simples huevos revueltos, un chorizo, una naranja y abundante agua.

Volvió al baño para hacer sus necesidades y cepillarse los dientes. Está depilada definitivamente con láser, así que no hacía falta rasurarse.

Una vez aseada, se dispuso a estar presentable.

Se peinó.

Se puso delineador de ojos.

Aplicó labial rojo.

Maquilló sus pezones de rosado.

Espolvoreó su coño con talco.

Siempre estaba caliente y no podía evitar humedecerse, el talco ayudaba a evitar que sus jugos chorreen por sus piernas.

Se puso una cofia, unas muñequeras blancas con botones dorados, calcetines blancos y un par de pantuflas negras.

Sofía se paró frente al espejo.

Aún sabiendo lo hermosa que es, nunca está del todo contenta con su aspecto.

Vio el reloj, eran las 8:30.

Preparó una tortilla con jamón y champiñones, la dobló sobre un plato con mucho cuidado para que no se desarme, y la sirvió en una bandeja junto con una servilleta y un vaso de agua.

Salió al pasillo con la bandeja.

Pasó junto a Laika, acurrucada en su camita acolchada.

Ella abrió los ojos para mirar a Sofía, quien prefirió ignorarla y siguió caminando a la habitación de José.

Habiendo llegado, golpeó la puerta y esperó.

Escuchó el ronroneo de alguien que recién despierta, seguido por la voz de José.

-Adelante.

Sofía abrió la puerta y entró.

José estaba acostado en su cama, en el extremo opuesto a la puerta.

-Buenos días Señor.-Saludó Sofía.

-Buenas.

La criada caminó poniendo un pie al frente de otro hasta un velador junto a la cama, donde apoyó la bandeja con la tortilla aún humeante.

Atrás de ella vino Laika gateando y subió de un brinco a la cama para lengüetear a José en las cara.

Él simplemente rió.

Sofía salió del cuarto y fue por los cuencos de Laika, llenó uno de atún y el otro con agua del lavaplatos.

Regresó a la habitación, José ya comía su desayuno con Laika acurrucada junto a él.

Apenas Sofía hubo dejado los cuencos en el suelo, Laika gateó hacia ellos y hundió su hocico en el atún.

Habiendo logrado separarla de José, Sofía se acercó a él esperando instrucciones, pero él solo terminó de comer y fue al baño.

Resignada, Sofía tomó la bandeja con el plato y los cubiertos sucios y volvió a la cocina.

Estaba lavando cuando escuchó la puerta principal cerrarse, señal de que José ya salió a su trabajo.

Pasó el resto del día limpiando los baños y la cocina.

A las 19:00, Sofía escuchó los ladridos de alegría de Laika.

Se abrió la puerta principal y entró José.

-¿Alguna novedad?

-No Señor.-Respondió la criada.

Sin decir más, José fue a su cuarto y Laika lo siguió a gatas.

Por la noche, Sofía escuchó el gemido de Laika.

Fue afuera del cuarto de José y se sentó con la espalda apoyada contra la pared para seguir escuchando.

Los gemidos se volvieron más frecuentes y más agudos, hasta que llegaron a ser chillidos, y de vez en cuando, también se escuchaban los gruñidos de José.

La mano de Sofía se movió inconscientemente hacia el centro de su piernas, pero alcanzó a detenerse.

Sudaba, su coño ardía, y el talco había formado una pasta.

Se conformó con darse golpecitos con la uña en su pezón.

Tras tanto chillar, a Laika se le fue la voz hasta que solo emitía el sonido rasposo del aire pasando por su garganta.

José soltó un último gran gruñido.

Hubo un momento de silencio.

El cuerpo de Sofía, que estaba acalorada, fue estremecido por una sensación de frío.

Al cabo de un rato escuchó lamidas y sorbidas, sabía lo que eso significaba.

También sabía que no podría aguantarlo, así que se levantó con algo de dificultad y se fue a su cuartito.

Una vez en su cama, se cubrió con su frazada y se esforzó para relajarse y dormirse.

Empezó el día siguiente como cualquier otro, se duchó, desayunó, se maquilló y se vistió con su uniforme de criada, la cofia, las muñequeras, los calcetines y las pantuflas.

Preparó el desayuno de su señor, un par de hamburguesas acompañadas de tomate, lechuga y cebolla, y se lo sirvió a la cama.

Al verla, Laika gimió con su entusiasmo tan característico.

La criada fue por los cuencos y le sirvió agua y carne molida, ni se molestó en calentarla.

Antes de que Laika empezara a comer, Sofía le extendió su palma abierta con una píldora anticonceptiva, Laika la recogió con la lengua y la tragó dando un buen sobo de agua.

Sofía la dejó comiendo mientras ella continuaba con sus labores.

Como era un fin de semana, José permaneció en la casa, y Sofía pasó gran parte del tiempo en presencia de su señor por si él necesitaba algo.

Como durante el almuerzo, mientras José comía y Sofía observaba de pie a su lado.

Ese fue el momento en el que ella se aventuró.

-Señor, me gustaría masturbarme esta noche.

-No,-respondió José,-no tienes permitido correrte.

José siguió comiendo en silencio hasta haber terminado, entonces salió a la terraza dejando a su criada a cargo de retirar la mesa y lavar los platos.

Esa noche, Sofía se acostó más excitada que de costumbre.

Por suerte, le es fácil controlarse cuando no tiene un estímulo cerca.

Al día siguiente era momento de hacer compras.

Sofía hizo un inventario y una lista de insumos.

No le gusta hacer eso, no se siente como una labor, pero sabe que es necesario para poder continuar con sus otras labores, y por lo menos es solo una vez al mes.

Al ir a la habitación de su señor, lo encontró trabajando en su computador, Sofía dejó la lista sobre el escritorio para no interrumpirlo, José le dio un rápido vistazo y volvió a concentrarse en el computador. Sofía se disculpó para retirarse.

-Espera.-Le dijo José mientras apagaba el monitor.-Dime ¿estás ovulando?

Quedó impresionada por la pregunta.

-Pues, mi periodo terminó la semana pasada, Señor.

-Bien.-Respondió José poniéndose de pie.-Ultimamente he estado pensando ¿sabes? Estoy en la mitad de mi vida y ya es momento de iniciar una nueva etapa, por lo que necesito más servicios de tu parte.

-Señor, sabe que estoy para servirle.

-Eres perfecta.-Dijo José apartando un mechón de pelo frente al rostro de su criada, ella se ruborizó.

-Voy a usar tu útero para incubar a mi hijo.

La sorpresa de Sofía fue aún mayor.

-¿Yo? ¿Pero? ¿Y Laika?

-¡Por favor! Quiero darle a mi descendencia los mejores genes posibles, Laika tiene buen cuerpo, pero si fuera inteligente no sería una mera mascota. Por otra parte, tu eres disciplinada y puedes posponer la gratificación, y no estás nada mal en lo físico.

Sofía trataba de asimilar lo que estaba escuchando, sentía que su corazón quería saltar de su pecho, y abría sido incapaz de moverse de no ser porque su señor la tomó del brazo y la llevó a la cama, donde alcanzó a dar gracias al cielo antes de tener el orgasmo más intenso de su vida.