Ruinas abandonadas

Casado morboso me preña estando de cruising

Lo que les voy a contar me paso hace ya unos años en una zona de cruising de mi ciudad, estas ruinas están a las afueras de la ciudad y cuando yo fui no sabía que era una zona de cruising.

Me presento, mi nombre es Pablo, actualmente tengo 26 años, soy rubio, mido 1.75 y peso 80kg. Esta historia me sucedió cuando yo tenía 20 años.

Era primavera y ya empezaba a apretar el calor por las tardes, ese día no tenía ningún plan que hacer con mis amigos y decidí irme a dar una vuelta por la orilla del  río que hay cercana a mi casa, en esta orilla hay unas ruinas de un antiguo pueblo, es una finca privada pero la gente puede entrar a través de una verja que hay en una de las orillas.

Iba caminando por la orilla del río con los auriculares puestos, pensando en mis cosas, no me había percatado que había más gente por allí de paseo, cosa que no le di importancia de primeras ya que pensé que al igual que yo sería gente que estaba pasando la tarde o dando un paseo.

Para cuando llegué a la altura de las ruinas me fui fijando que había algunas personas dando vueltas por éstas y decidí ir a verlas por ver que había allí. Una vez que estaba dentro del recinto, empecé a caminar mirando las casas medio caídas, había algunas por las cuales no podías pasar y otras que por el contrario sí que podías acceder al interior. En una de estas casas en las cuales sí que podías acceder dentro, me fijé que había un señor de unos cuarenta y algo años apoyado en la pared, sólo le podía ver a él, lo que no sabía es que había una persona enfrente suya. Decidí andar un poco más para colocarme en un lugar donde ellos no me pudieran ver, y fue entonces cuando me di cuenta que la persona que no veía estaba agarrándose el rabo por fuera del pantalón, apretándoselo y mostrándole al cuarentón lo que allí tenía guardado. La otra persona tendría cerca de los cuarenta años también, tenía barba y era una viva imagen de lo que un macho representaba para mí.

Me quede mirando a ver que sucedía allí, perplejo ante lo que veían mis ojos sin darme cuenta que un poco más alejado de donde yo estaba había llegado un maduro de unos cincuenta años, con barbita también y con algo en los dedos que brillaba. Supuse que era un anillo y que estaría casado, cosa que me puso muy cachondo ya que una de mis debilidades son los casados. Para cuando este llegó cerca de donde yo estaba yo ya estaba cachondo y tenía un tremendo empalme debajo de mis pantalones.

Este se fue acercando hasta donde yo estaba y se colocó a un par de metros de mí mirando lo que yo estaba mirando, que eran los otros dos que para entonces ya estaban en faena, se estaban comiendo el rabo, y de qué manera. Me quede perplejo mirando aquel rabo que el cuarentón se estaba metiendo en la boca, era grande y gordo, por la longitud y el trozo que era capaz de meterse en la boca le echaba unos 18-19cm bien a gusto. Yo estaba empalmado, agarrándome por fuera del pantalón mi rabo sin darme cuenta que el cincuentón que se había colocado cerca de mía se estaba haciendo una paja viendo la escena que teníamos ante nosotros.

Cuando me quise dar cuenta, la otra pareja se estaba corriendo y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron de allí dejándonos solos al cincuentón y a mí.

El cincuentón que estaba ya con el rabo fuera empezó a mirarme haciendo señas para que me acercara a él y con el calentón que tenía yo encima no lo dude y me acerqué donde él estaba poniéndome directamente de rodillas delante de el para comerle el rabo.

Tenía un rabo grande y gordo, le mediría cerca de los 21cm, cosa que me excito mucho. Sin mediar palabra, la agarré y me la lleve a la boca, primero chupando su capullo y después intentando metérmela entera en la boca. Se la mamaba con gusto mientras me pajeaba, intentaba metérmela entera para hacerlo disfrutar cada vez más, él gemía, bufaba y me decía lo bien que se lo estaba haciendo. Estuvimos así unos diez minutos, hasta que me dijo que me pusiera de pies que me quería follar. Yo obedecí y me puse de pies con las manos en la pared, él se colocó detrás de mí, y para mi sorpresa, éste se agachó y empezó a comerme el culo. Me lo lamía de arriba abajo, me escupía y me metía los dedos con cuidado.

Cuando creyó que ya estaba preparado, se puso de pies y me dijo que me iba a follar, me escupió en el culo y empezó a rozar su rabo con mi agujerito hasta que logró meter la punta, me dolió, le dije que parara pero el cabrón me la clavó de un golpe hasta que estaba toda dentro, gripe del dolor, él me tapo la boca con la mano y me dijo que me callara y no gritara, que no le gustaban las maricas escandalosas. Me agarró del cuello y empezó a follarme de forma salvaje, el mete y saca que tenía era frenético, me la sacaba casi entera y la volvía a meter de golpe hasta el fondo, yo solo podía gemir mientras le escuchaba a él bufar y decirme lo rico que tenía el coñito, que lo apretara más, que quería demostrarme lo que un macho le hace a los putitos como yo.

Yo no podía hablar, solo gemía, con la respiración entrecortada, mientras seguía recibiendo embestidas que me dejaban sin habla.

Note que me empezaba a follar más fuerte, que cada vez gemía más y supe que pronto se correría. Mientras me embestía con toda su fuerza empezó a decirme que me iba a preñar, que me iba a rellenar el culo de leche, que quería sentir su rabo entrar en mi culo lleno de leche. Yo no podía más, me tenía agarrado de las caderas y me follaba con mucha fuerza, estaba de pies porque me tenía el sujeto.

Cada vez bufaba más y supe que pronto acabaría cuando me empezó a decir que se corría, note como su rabo se hinchaba y notaba como me estaba llenado el culo de leche, no se el rato que estuvo soltando leche porque notaba su rabo palpitar dentro mía. Se quedó quieto y me dijo que no me moviera, me saco el rabo del culo y se agacho como si me lo fuera a comer. Me dijo que quería grabar como me salía la leche del culo y gustosamente accedí, lo que no sabía es que la leche la estaba recogiendo con su mano y para cuando acabe me dijo que me diera la vuelta y me dio su leche en la boca, lamí su mano hasta dejarla limpia y acto seguido me dijo que le limpiara la polla, se la mame hasta que no quedo ni un resto de lo que había pasado.

Cuando acabamos me dijo que le había encantado, que su mujer no le satisfacía tanto como yo lo había hecho, me dijo de cambiar los teléfonos para volver a quedar y accedí. Volvimos a quedar más veces, pero eso se lo contaré en los próximos relatos.