Rubiecita, perrita

La encontré en la calle,la llevé a casa y disfruté de ella cómo quise. Fue mia sin tener que pagarle a ella, ni tragos ni conquistarla.

Rubiecita divina.

Hacía tiempo venía fantaseando con tener mi propia mujer. Una hembra a la que no tuviese que rendirle pleitesía, preguntarle si tenía ganas de hacerlo o sí la pasó bien durante el coito.

Salí a dar vueltas en mi coche, anduve por el centro y volví por calles interiores, por donde circulan pocos vehículos. Se habían hecho la tres y algo de la madrugada. La ví caminando sóla, era rubiesita, un metro sesenta y cinco, con muy buena figura, en eses momento me moría de ganas por conocerle el rostro, ¿sería linda? ¿tendría cara de puta?. Pasé despació con el auto cerca de la acera, ella asustada comenzó a apresurar la marcha, detuve la marcha, me bajé del coche y le di la voz de alto. Se enganchó sola del anzuelo, le dije con autoridad que se pusiera contra la pared. Miré su rostro, era soñado, ojos azules, nariz chiquita, pomulos redondeados, cachetes flacos pero carnosos y boca llamativa. Ella no obedeció la orden, pero se detuvo y me preguntó sobre mi placa de identificación de policía. Ya tenía mi presa. La sujeté con fuerza, tapé su boca y la cargué en asiento del acompañante.

Entré el auto directamente a casa con ella dentro para que nadie la viera ni sospechara.

Le prometí a ella que no le pasaría nada, que solo buscaba pedir un rescate, que si su familia lo pagaba ella estaría a salvo. Eso la tranquilizó un pocó.

La llevé a mi dormitorio, le dije que tenía q revisarla de q no tuviese armas escondidas, que sería un segundo. La hice ponerse contra la pared pero mirando hacía mí, quería ver su rostro cuando se viese humillada.

Comencé acariciandole la cabeza vi sus rostro y me detuve. Algo me decía que no debía seguir. Le dije q se quedara parada con los brazos arriba mirándome mientras revisaba su cartera.

Dentro encontré lapiz labial, un protector diario, un almanaque marcado con los días en que le vendría la regla, su documento, las llaves de su casa con un llavero con forma de corazón, una foto de su familia y pastillas anticonceptivas. Era mi día de suerte.

Le fui enseñando una a una las cosas que sacaba de la cartera mientras le pedía que me contará sobre esos objetos. Lo único que me interesaba en realidad era el llavero, no escuché las pelotudeces que me dijo sobre las demás cosas. Me contó que se lo había regalado su novio, que se conocian desde hacía 3 meses. Insulté para mis adentros, seguro no sería virgen.

Me levanté de mi silla, me acerqué a ella que seguía parada y comencé a "cachearla". Su cuerpo temblaba todito a medida que mis manos avanzaban sobre ella.

Acaricié su pelo rubio, sus ojos azules, pasé mi dedos por los labios de su cara, por su nariz, olí su perfume. Una lágrima se le cayó cuando mi lengua se deslizó por sus orejas, comenzó a temblar cómo poseída. La abracé fuerte, la acaricié y le dije que era mi trabajo que no volvería a suceder. Pareció creerlo, luego pasé mis manos por su espalda, subí por su barriguita, nada de grasa, bien flaca era y de repente aparecían unos pechos q parecían sacados de otro cuerpo, firmes, preciosos, carnosos, grandes. los acaricié suavemente y busqué en ellos pero no había nada. Je je je. Descendí por su cintura, comenzaron de nuevos los temblores, la tomé del cuello y le dije que se tranquilizara, una lágrima rodo por sus mejillas.

Llevaba puesta una pollerita de jean, así que bajé mis manos por arríba de la tela hasta las rodillas y luego comencé a subirlas por sus suaves y delicadas piernas, tenía esos bellos rubios imperceptibles, irresistibles, pasé mis manos por sus nalgas, y me fui acercando a su vagina, siempre por sobre sus bombachita, sus temblores y su llanto era cada vez mas fuerte. Me detuve.

La miré a los ojos, estaba llorando desesperada. Le dije que se recostara en la cama, que durmiese y que nadie la molestaría. Se acostó pero no se dormía. Yo me senté a un costado de la cama en una silla mirando esa belleza en mi cama. Le mentí diciendole que en la mañana llamaríamos a su casa, pediríamos dinero y ella se podría ir. Se durmió.

Esperé a que entrase en el sueño profundo y la sujeté de las manos al respaldar de la cama, -tan suaves sus manos-. Comencé a lamerle los dedos de las manos, mi pene estaba que explotaba, yo estaba muy excitado, hacía dos horas venía trabajando con ella.

Pero quería que el momento fuese especial e inolvidable. Lamí sus brazos, realmente no sé en que momento se despertó, sus ojos aterrados me miraban y quería gritar pero estaba ahogada en su desesperación. Lamí su rostro, que suave, que delicia, todavia no le salía el grito, así que introduje mi lengua en su boca, intentó resistirse, la tomé del cuello, la sujete firme y le tape la boca y la nariz durante un mintuo y algo. Luego la amenzé de que la práxima resistencia terminaría de tener sexo con un cadaver, sus lágrima brotaron aún más, y le salieron las palabras,

_Tengo dinero, mi familia te va a pagar, no me hagas esto. _dijo entre llantos y balbuceos.

Me alejé de ella, abrí el ropero que está frente a la cama y saqué un maletín y le mostré dinero.

_No necesito dinero le dije. Te necesito a tí.

Me fui acercando a ella nuevamente, su cara de terror me exitaba más y más. El ver aproximarme le hizo entrar en frenesí. Así es cómo quería verla. Los minutos habrán sido horas para ella. Tenía pensado disfrutarla.

Corté con una tijera su blusa y su corpiño. ¡Qué pechos! exclamé asombrado mientras ella gritaba desesperada. Los acaricié un buen rato, los mordísqueaba un poquito, los lamía, los apretaba mientras ella se retorcía. Le lamí la cara de nuevo, le metí unos dedos en la boca. Luego le lamí su boca con mi boca y traté de tomar toda la saliva que tenía en ella. Le pedí que me escupa en mi lengua y lo hizo gustosa, que delicia.

Seguí lamiendole la panza hasta que llegué a su polleríta, se la subí. Ahora estabamos sólo su bombachita y yo. ¡Cómo se retorcía la puta!

Le acaricié la cola y la vagina por sobre la tela. Su culito redondo y bien formado, el tamaño justo tenía.

Le arranque de un tirón la bombacha para darle más impresión, para que se asustase aún más. Luego le dije lo que le haría y cómo se lo haría. Su cara era de horrror, lloraba gritaba, en fin... perfecta.

Ella seguía atada al respaldar de la cama con los brazos abiertos. Puse unas almohadas bajo su cabeza y le metí la polla en su boca. Se la metía cómo si en vez de su boca fuera su conejito.

Por momentos se ahogaba. Tomé un cuchillo que tenía en la mesita lo puse cerca de su cara y seguí violando su cara, su boca. Por momentos me detenía para dejarla respirar mientras pasaba mi pene por su cara, por sus lágrimas por sus ojos azules. Ya estaba a punto de explotar, tenía los huevos llenos de tanto verla y de tanto que cogerme su boca.

Le mostré el cuchillo y le dije que tragase todo o la abriría lentamente.

¡Qué corrida! Bestíal, monumental. Se tragó todo como le había dicho, mi semen ya estaba en su cuerpo, que placer pensarlo. Luego la besé para consolarla. Me hice a un lado y ella se serenó pensando que todo había pasado. Je je je.

Acaricié sus tetas un rato, su cara, sequé su lágrimas. La desaté y tomamos cerveza juntos.

Cuando acaricié sus tetas mientras tomabamos cerveza me dio una cachetada, le devolví un golpe de puño a la boca del estomago. Eso me excito muchisimo. Así que puse mi rodilla derecha sobre su estómago hacíendo toda la presión posible. Se ahogaba no podía respirar. La obligué a pedirme disculpas y así lo hizo, mientras lloraba. Mi pene estaba al máximo de nuevo, así que se lo pasé bien por las tetas. Me dijo q tenía muchas ganas de orinar. La llevé a la ducha (regadera y le dije que quería verla mear), una delicia. Nuestros orines se juntaban en el aire antes de llegar al piso. La hice limpiarse bien, yo hice lo propio y la lleve de nuevo a la cama.

No fue necesario atarla, estaba tranquila. La besé en la boca, luego sus tetas, le pegué un fuerte chirlo en las tetas y le dije que eso le pasaba por puta. De nuevo esa cara de dolor, de sufrimiento de horror. Era perfecta la putita.

Le lamí por completo, metiendo una y otra vez mi lengua en sus jugos vaginales, en su clítoris en su interior. Llantos otra vez, la golpeé con la mano abierta en la cara y le dije que basta de llantos que seguramente no sería la primera vez que se la pondrían. Lloró todavía más (objetivo logrado)y me dijo que nunca lo había hecho.

_¡Bingo! _Grité yo. –ella se retorcia, si la hubiese fotografiado les pondría una imagen aquí para que viesen su expresión.

Que felicidad me dio, una virgen en mi cama.

Le pregunté por los anticonceptivos y me dijo que había empezado a tomarlos porque lo había decidido con su novio pero ella nunca había accedido a que la penetrara ni a que la acariciara la vagina. ¡Era mía!

Dadas las circunstancias la até. Le chupé la concha y el culito un buen rato. Que lindo culo.

Me puse lubricante y justo antes de penetrarla se me ocurrió preguntarle si había tomado sus anticonceptivos esa noche. Me dijo que los pensaba tomar cuando llegase a la casa ante que yo la buscasé.

Así que le hice tomar la pastilla y a ella le agararo un ataque de pánico. Se retorcia, la dejé gritar, eso me excitaba todavía más.

Le lamía la cara con la mayor cantidad posible de saliva, para que le diera mucho asco. Le apreté las tetas con mucha fuerza, quería que le doliese. La tuve que sostener con fuerza a la perrita, se retorcia y no quería dejarse violar, se la clavé hasta el fondo sin mayores preámbulos. ¡¡¡Qué delicia!!!

Gritaba y lloraba cómo loca. Decía "no, no, no ..l..¿porqué?"

Por puta le dije, seguro que hiciste calentar a tu novio y ni una mamada le diste. "¡Si me dijo!, te juro que se la mamé!". Le di un mete y saca de película, sangraba y lloraba y gritaba de dolor.

Era mía la inauguración. Me moví dentro de ella lo más salvajemente que pude mientras le pegaba en las tetas y de arratos le apretaba el cuello y le escupía en la boca cuando la habría. Le puse un dedo en la boca y después bien lleno de saliva se lo metí en el ano. Estaba bien estrecho ese culo. Acabé cómo loco, cómo poseído cuando le llevé el dedo de regreso a su boca. Nunca había tenido un orgasmo tan intenso. Después de acabar la desaté la hice incorporar y puse mi mano debajo de su entrada. Salió mi semen junto algo de sus jugos, la hice acostar, la golpee con la mano libre y le puse esos jugos en la boca. Le dieron arcadas pero lo tragó. La escupí de nuevo, le acaricié el rostro y me preparé para su culo. Y yo seguía disfrutando de su dolor, de su sufrir, de su llanto, de su humillación.