Rubia de bote....

La mejor forma de averiar el color real del cabello de una mujer.

Rubia de bote…

Seguro que todos habréis escuchado ese “refrán” tan popular como zafio, pero la cuestión aquí no es cuantos lo habéis escuchado, si no cuantos habéis deseado comprobarlo con vuestro propios ojos.

Hola de nuevo, en esta aventura me podréis llamar Adri (por no repetir seudónimo), medianamente alto, esbelto y más bien del montón.

Alcohólica empedernida, si la definiera en 2 palabras, serian esas.

Por suerte seré un poco más descriptivo. Su nombre es Andrea 1,63 como mucho, la piel pálida, casi blanca por completo. Uno pechos realmente interesantes, del tamaño de unas naranjas de zumo, pero de las que tienen mucho zumo. De rostro realmente bella, pero siempre semi-oculto por un extenso flequillo de cualquier color imaginable, que a poco no dejan ver esos ojos verdes preciosos.

Nos conocimos por una amiga en común, aunque siempre tuvimos buen rollo y cierta complicidad, pero nunca nada más allá de un piquito o algo de perreo.

Bueno nada más hasta cierto momento…

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Casi lo mejor que tiene las navidades (sin contar ese rollo de las familias) es reencontrase con eso amigos que estudian fuera. Bueno. Quien dice rencontrases dice emborracharse. Y quien dice emborracharse quiso decir beber como si no hubiera mañana.

Esa noche quedamos en casa de esa amiga que tenemos en común, casi todos los de siempre y para no variar cada uno aparto algo de alcohol, personalmente lleve 3 botellas de aguardiente casera del bueno, del que mi abuelo compra a un señor del pueble. De ese que quita el frio, las penas y el sentido (los 5 sentidos).

En menos de 2 horas nos bebimos todo, hasta las 3 botellas y eso a pesar de que ardían como fuego. Para eso momento no existía hombre o mujer respetable en aquella casa.

-       Hay que beber – grito Andrea desde el otro extremo de la sala – Adri bebe más!!

En serio lo de esta mujer es algo fuera de lo común. Después de beber hasta hartarnos, ya estamos listos para salir de fiesta y arrasar con la nocheeeee…


Que cojones hago en una cama que no es la mía. Peor es que estoy vestido como anoche. Peor es ver que anoche no triunfe. Peor aún es darse cuenta que si es mi cama. Lo de anoche debió ser bestial, lastima de no recordar nada más que un par de borrosos fragmentos.

Me levanto a por el móvil esquivando la reseca pota del suelo, joder vaya noche. 15:26. Tengo varios mensajes de acumulados, todos de Andrea, entre ellos un video de en el que salgo bailando con un árbol y un audio con una declaración de amor de su parte. Me emocionaría si no fuera porque no es la primera vez que lo hace. En el último ya me pregunta si tomamos café la tarde. Un par de emoticonos moribundos y una afirmación son mi afirmativa respuesta.

Tras un “brunch” de sobras y pasado de hora. La correspondiente siesta, la ducha y un espidifren me dirijo al bar del parque donde hemos quedado.

Joder!!. Esta rubia. Pero anoche no sé si estaba rubia. Le queda genial el rubio.

-       Como lo llevas – detrás de esas gafas de sol sé que esta tan jodida como yo – como yo o peor??

-       Mejor seguro nenaza – no lo pongo en duda – que es un domingo sin resaca??

Olvide por un momento que en lo referente al alcohol no es humana…

La tarde se nos queda corta hablando de lo que va de curso y acordamos seguir el mejor remedio para la resaca según ellas. Son los 8:46 y ya llevamos 4 vinos, lo que hace que tengamos ya esa sonrisilla tonta, que tendrá el vino para subirse así a la cabeza.

-       Bonito color de pelo – el vino me desinhibe – que tinte usas?

-       Melón – me reprocha – el rubio es mi color natural.

Vale, la he visto en más ocasiones de rubia (y pelo rojo, morado, o naranja), ni de lejos imagine que fuera se pelo de verdad, pero sus cejas son más oscuras, seguro me vacila.

-       No me vaciles – contesto – mírate las cejas?

-       Enserio Adri – parece hasta molesta – es mi color.

-       Pero las cejas – ya dudo y todo .

-       Sin coñas – dice completamente seria – mis cejas son algo más oscuras pero aun así son rubias, como TODO mi pelo.

Ese “todo” resuena en mi cabeza y hace que mi amiguito comience a despertar.

-       Todo todo todo?? – Pregunto con es tonillo .

Ella sabe de sobra por donde voy, pero entra al juego.

-       Todo – contesta sonriendo con malicia.

-       Sigo sin creérmelo – me la juego.

-       Que tendría que hacer para que me creyeras? – pregunta jocosa.

-       Bueno hay acierto dicho popular – insinuó.

Me hacer a ellas, estoy a menos de un palmo y casi me empalmó al tenerla tan cerca. Ella no cede ni un cm, no sé si esta tan interesada como yo o es el vino. Mis dedos se posan en su cintura, entre la camiseta el vaquero acariciando levemente su tripa, lo que hace que se le erice el bello (rubio) y suspire.

-       Creo que se a que dicho te refieres – avanza unas cm más.

Nuestros labios están ansiosos, pero ninguno damos el paso final para complacerlos, es como una batalla sin sentido, ambos deseamos el beso pero ninguno quiere reconocerlo.

-       A si? – pregunto – a cuál?.

Nuestras frentes están tocándose ya, mientras nuestros ojos se mantienen fijos en la mirada del otro. Hago un pequeño movimiento insinuando el beso y ella pica y cierra los ojos esperando el contacto, pero no llega y vuelve abrirlos.

-       El vino hace que cierres los ojitos? – preguntó vacilón.

Ella hace ademán de apartarse de mí, pero mis dedos que todo este tiempo han estado acariciando su barriga se aferran al vaquero y a la goma de sus bragas. La atraigo hacia mí y la beso, sus labios saben a un rioja tinto sin ningún pedigrí, pero son de cine y ella responde al beso sin reservas. Cuando nuestros labios se separan, estiro un poco más la goma de sus bragas y miro descaradamente.

-       Hay muy poca luz para poder comprar ese dicho – le digo sonriente.

Ella se limita a agarrarme del brazo y tirar de mí hacia fuera del bar. En el camino hacia su casa ni me mira ni me suelta el brazo, agarra fuerte y casi me arrastra aunque yo no apongo resistencia. Al entrar en el portal me detengo y la empujo contra la pared para devorarle la boca mientras mi mano más diestra se posa bruscamente en su entrepierna, haciendo presión sobre su vaquero y notando un leve calor.

Separa por un momento las piernas y suspira, pero me detiene.

-       Espera al ascensor – dice sonriendo.

Sus mofletes destacan rojitos en su pálido rostro. Ahora soy yo quien apresurado la arrastra al ascensor, en el breve tiempo que tarda en bajar, mi mano soba descaradamente su trasero mientras la suya acaricia mi paquete.

Al entrar en la pequeña cavidad, me alegro por una vez de que ese viejo ascensor sea tan lento. La levanto por ese durito trasero que se gasta y siendo algo bruto de más la empujo contra uno de las laterales no sin antes pulsar el botón de 7º piso. Ella me rodea con sus piernas y se aprieta contra mí, realizando un leve movimiento arriba y abajo provocando una fricción más que agradable, mientras me mira fijamente.

-       Noto que ya vas bien durito – dice – no será que me tenías ganas?

-       Nooo, para nada – exagero sarcásticamente – solo tengo curiosidad por comprar cierto dicho popular.

-       Te quedaras con las ganas – dice cansadamente – ya te dije que soy rubia natural.

-       Prefiero verlo con mis propios ojos – afirma con mucho interés .

Ella sonríe satisfecha de saber que, aunque intente negarlo, le tenía ganas desde hace demasiado tiempo.

Mis manos se deslizan por debajo de su camiseta y sueltan el broche del sostén para que acto seguido, aprovechando que entre la pared y  sus piernas se sostiene solita, ambas manos pasen a magrear sin ninguna delicadez sus tetas. Y vaya tetas, no pueden ser más suaves y duritas, están sin duda entras los 10 mejores pares de tetas que haya tocado (tampoco he tocado tantos). Ellas aumentan la velocidad de su vaivén y recibe encantada mi “delicado” masaje. Para complementar tan entretenida actividad nuestros labios se juntan de nuevo.

En medio del remolino de pasión del que disfrutamos, ni siquiera advertimos que el ascensor ya ha llegado a su destino.

-       Para, para – me detiene – tengo vecinos sabes?.

Un poco a regañadientes abandono la prisión que sus piernas y la dejo en el suelo. Ella vuelve a tirar de mi brazo apresuradamente, saca las llaves y entramos en su casa, tira las llaves en un bol donde hay varios juegos más. Se asegura de cerrar y me arrastra a su habitación. En cuanto pasamos y cerramos la puerta del cuarto, sin más miramientos le saco la camiseta y el sostén suelto, todo de una vez, dejando a la vista esas prominencias blanquitas y coronadas por unos pezones tan rositas que casi ni se distingue la aureola del resto de la teta.

Ella me quita la camiseta, desabrocha y baja mi pantalón a la vez que mi calzoncillo, yo no solo no me niego sino que la ayudo quitándome los zapatos y calcetines.

-       No está nada mal – comenta mientras me la menea – espero que sepas usarla.

Y paso de ya de palabras y desabrocho sus vaqueros, bajándolos hasta medio muslo, para luego sentarla encima de su escritorio y acabar de retirarlos.

Me dispongo a retirar también sus braguitas negras, dispuesto a averiguar por mis propios medios si es rubia natural, a mí me bastaba con su palabra, pero ya que estamos…

Y tachan!!

Al retirar la última prenda queda a la vitas un chochito brillante por la humedad que emana y coronado por una rizada y fina matita de pelo rubio casi transparente.

-       Ahora me crees? – pregunta exasperada .

Acaricio obnubilado esos pelitos rubios brevemente, lo que tardan mis dedos en perderse entre sus labios y clítoris.

-       Ummmmmm – suspira - me gusta la forma que tienes de averiguar el color del pelo de una chica.

Detengo mis caricias para tirarla sobre la cama, ella se pone boca arriba abierta de piernas y separa los labios de su coño con ambas manos.

-       Vas siendo hora de que te quites las ganas de follarme – dice ansiosa .

No sé de nadie (heterosexual) que puede negarse a esa invitación. Me pongo de rodillas sobre la cama y la agarro de las caderas atrayéndola hacia mí y ella solita dirige mi miembro hacia su húmeda rajita, por lo que a mí solo me queda rematar a gol. De una solo embestida la penetro.

-       Ahh joder – grita – que gustazo.

Bombeo su piedad su caliente coño, disfrutando de cada envestida y pensado lo mucho que he tardado en disfrutar de este pibon. Repito la maniobra hasta durante un largo rato y mis caderas empiezan a pedir un descansito.

-       SI, SI, SI, SI, SI…. – ella grita con los ojos en blanco .

Esas exclamaciones son el preludió de las contracciones y el temblor de piernas que anuncio su brutal orgasmo. Yo observo maravillado el sinfín de gestos y muecas, acompañados de gritos e improperios de lo más variopintos que profiera al correrse. Aunque ellas respira dificultosamente, yo aún no me he corrido y continuo con mis embestidas.

-       Para campeón – dice casi suplicando – mi chichi es muy sensible después del orgasmo y duele.

Me detengo y ellas saca de su interior mi durísimo mi miembro.

-       Sabes lo que te haces – dice visiblemente más relajada – eres de los pocos que me ha deja así y no se corre en el proceso.

-       Me alegro – le contesto un poco mosca .

-       Por ser tú te mereces un premio – dice – no te creas que esto se lo hago a todos.

Ella se incorpora mientras me hace indicaciones para que me tumbe y se sitúa entre mis piernas. Agarra mi poya más que tiesa y comienza a chuparla, y lo hace muuuuy bien.

-       Ummmm – gime – me gusta tu manera de agradecer las cosas.

Para ser algo que dice no hacer muy a menudo, está claro que lo tiene muy practicada. Su lengua traza círculos sobre mi glande haciéndome vibrar mientas sus mano acaricia mis pelotas, todo esto mientras me mira a los ojos sin pestañear. Para conseguir que me corra cuanto antes, agarra mi poya por la base a la vez que se mete una parte en la boca. Y comienza a pajaréame brutalmente mientras chupa y succiona la parte superior de mi pene y con semejante empeño y dedicación no tardo en correrme.

-       Ummm la puta que gustazo – consigo balbucear – me voy a correeeer.

Pero ella no se aparta y recibe toda mi corrida en su boquita, haciendo succión y sorbiendo hasta la última gota, para luego escupirla en una botella de plástico bacía que hay en la mesita de noche. Se acuesta a mi lado.

-       Ya estas convencido de lo rubia que soy – pregunta divertida.

No le contesto y me limito a mirar fijamente esos pelillo que sobre salen entre sus piernas juntas.

-       Porque si ya lo estas – dice con voz de niña buena – no sería necesario que repitieras la comprobación

-       En realidad me preguntaba si sería posible teñir los pelos del coño – le suelto si más.

-       Idiota – ríe a la vez que me abofetea ligeramente .

Y por el bien de la humanidad estoy dispuesto a comprobar el color de su pelo todas las veces que sean necesarias, de ellas y de cualquier mujer que lo desea.