Rubia
Sábado por la noche, buscando diversión post encierro
Es sábado por la noche y me siento inquieta. Mi cuerpo completo vibra al imaginar el tacto de una mano recorriéndolo. Y es que llevo semanas sola, anhelando ser besada por alguien, quizás un desconocido...Honestamente confesaré que QUIERO que sea un desconocido.
Con esta idea fija en mi cabeza, es que escudriño en mi clóset en búsqueda de ropa extremadamente provocativa. Mi intención es llamar la atención, ser deseada, quiero los ojos de los hombres en mi. Así que me pongo un top ceñido y con un escote pronunciado, una falda ínfima de cuero, y unos tacones. Todas mis curvas se ven pronunciadas, y mi enorme culo es lo que más resalta del outfit. Tomo un taxi, y me dirijo a una famosa discoteque de la ciudad, donde sé que habrán ojos y manos dispuestos a posarse en mi.
Solo pasan unos minutos en la pista de baile, y siento una mano en mi cintura que me agarra con fuerza, pero no me quiero voltear. Al ritmo de la música, me muevo de espaldas a mi hombre misterioso, quien empieza a pegarse más y más a mi, hasta que siento su miembro duro frotándose con mi trasero. Eso me gusta y me excita, puedo sentir su gran tamaño y con mis movimientos lo ayudo a crecer más. Lentamente una de sus manos recorre mi cintura y sube hasta llegar a mi pecho, el cual toca con suavidad, luego con fuerza, lo frota y lo pellizca. Estoy ardiendo y no me quiero controlar, me giro con brusquedad pero no tengo tiempo de mirar porque sus labios se posan en los míos, pero es un beso violento y lleno de intensidad, lo muerdo, y con mis manos recorro su pecho, su abdomen, e introduzco mis manos en su pantalón para sentir su sexo completamente húmedo.
Siento unas palabras suaves que me invitan a un lugar más privado, pero no es mi boca sino que mi cuerpo entero se manifiesta en señal de aceptación.
Siento la urgencia de devorarnos, por lo que lo dirijo hacia el baño de mujeres. Entramos en un cubículo vacío y rápidamente bajo su pantalón, para masajear su pene con fuerza. Por primera vez lo miro a los ojos, su mirada penetrante y facciones varoniles me gustan y siento la humedad en mi entrepierna. Con mi boca lamo su oreja, su cuello y voy bajando poco a poco, besando y lamiendo cada centímetro de su piel, hasta llegar al añorado premio. Su pene en mi boca me gusta, pasó mi lengua una y otra vez por el, escuchando sus gemidos de placer. Pero algo pasa, y con fuerza me levanta, me gira con brusquedad y sin que pueda evitarlo me penetra por atrás. Mis gemidos son incontrolables y se que los escuchan, pero no me importa. La única sensación que me inunda es la de placer. Mientras me penetra y se mueve golpeando mi cuerpo, no deja de tocar mis pechos...no puedo más, con un grito ahogado y un temblor incontrolable demuestro que llegue a la cumbre del placer, y siento algo húmedo en mi trasero, algo que me recorre y baja hasta mis piernas temblorosas. En un segundo casi imperceptible, mi misterioso amigo se sube el pantalón, y sin decirme una palabra sale del baño, quizás para continuar su rutina nocturna con otra mujer.
No me importa, con una sonrisa en los labios salgo también del baño, pensando en lo bien que se me da entenderme con desconocidos.