Rubén (I)

La atracción no sigue ninguna ley ni lógica.

  • Joder con el clima español - dijo mientras se sascaba la camiseta por encima de la cabeza y la dejaba apoyada en el respaldo de una silla. Era la una de la mañana de un viernes cualquiera en el centro de Madrid. Yo había salido con una amiga a tomar unas copas cuando decidió llamar al chico con el que mantenía un rollo para unirse.

Miguel era el ligue de Elena, un chico normal que estudiaba Audiovisuales en Madrid. Andaluz, con labia y gracia natural. Le había visto un par de veces ya y siempre insistía en que tenía que conocer a su amigo Rubén y así poder salir los cuatro juntos por ahí. Yo no tenía demasiadas ganas de conocer a nadie, demasiados engaños amorosos, estaba en esa época en la que no quiers tener a nadie cerca porque nadie te interesa lo más mínimo. Pero esa noche, Rubén apareció junto con Miguel, y desde que le vi, mi estómago se contrajo. No se puede explicar, hay quien lo llama mariposas. Yo no supe ponerle un nombre. Él me miró y pude ver un brillo extraño en sus pupilas que se apresuró a disimular con una sonrisa y un 'Hola, soy Rubén'.

Los clásicos dos besos en la mejilla, quizá demasiado cerca de los labios. El separarnos, el tímido 'encantada de conocerte' sin poder mirarle a los ojos. Sus ojos tenían un brillo especial, parecía saber la reacción que provocaba en mí. Entablamos la típica conversación superficial que tienen las personas cuando no se conocen, pero yo no podía desviar la mirada de sus ojos de pantera, él no apartaba la vista de mi boca mientras hablaba, aunque hacía un esfuerzo por seguir el hilo de la conversación y asentir de vez en cuando.

La casualidad quiso que apareciese una tormenta veraniega y tuviésemos que seguir la reunión en casa de Elena, que vivía a un par de manzanas del bar en el que estábamos. Ella desapareció con Miguel en su cuarto, aparentemente tenían que arreglar un par de cosas en el ordenador que les llevaría un rato.

-Joder con el clima español - dijo mientras se sacaba la camiseta por encima de la cabeza y la dejaba apoyada en el respaldo de la silla. Se pasó la mano por la cara y se sacudía el pelo. Me sonrió algo enigmáticamente y dijo - vamos a la cocina a ver que tienen de beber.

Una vez allí, empecé a servir dos copas de Eristoff y me senté en un taburete mientras bebía de mi copa. Había un silencio extraño que tratábamos de matar con conversaciones de lo más estúpidas en la que ninguno ponía demasiado interés porque había algo que nos nublaba el razonamiento. Como si tuviésemos la cabeza en otra parte y nos costase concentrarnos en lo que decíamos.

  • Es increíble que llueva en Julio, no lo creo - dijo mientras acercaba su taburete al mío y bebía de su copa.

  • Sí, bueno, la vida es así. - Una respuesta muy ingeniosa. No podía concentrarme, la atmósfera era extraña y no era solo el vodka. Daba la impresión de que algo ocurriría si nos quedábamos en silencio. Paseé la mirada por su mandíbula y su cuello. Imaginé su cara de placer cuando pasase mi lengua por ahí. Los ojos cerrados, la respiración entrecortada, sus dientes mordiéndos el labio. Deseché la imagen de mi mente, ¿qué coño me estaba pasando?

  • Sí, lo es. Odio beber el vodka sin hielo, cuando está caliente es un tanto asqueroso -comentó con la mirada fija en la copa. Se levantó al congelador a por un par de hielos mientras yo me dirigí a la pequeña ventana para intentar abrirla.

  • Es que hace un calor asqueroso, hasta con tormenta. Esta casa parece una sauna y aunque abra la puta ventana, no hay brisa que entre ni nada. Me va a dar algo - reí.

Se giró y echó a andar en mi dirección mientras echaba unos hielos en su copa. Tenía una sonrisa burlona.

  • ¿Quieres fresco? ¡Pues toma! - y sin mayor aviso, agarró un hielo e intentó restregármelo por la cara. ¡ Ay ay ay !

Se reía mientras seguía intentando restregarme el hielo e intentaba apartar mis manos. Forcejeábamos contra la pared y yo solo podía decir como una imbécil 'Que está frío jodeeer'. Notaba la piel desnuda de su torno contra mi cuerpo, sus manos en mis caderas o apartando las mías que intentaban frenarle y su cara... Su cara demasiado cerca de la mía. Mi corazón empezaba a palpitar cada vez más rápido, mi mente dejaba de ver el hielo y solo podía sentir, su cuerpo contra el mío, acorralándome contra la pared, envolviéndome con sus brazos. Y su mirada, que durante unos segundos, era enigmática. Como si quisiera decirme algo o estuviese reaccionando a algo que nada tenía que ver con la broma.

Dejé de forcejear con él fingiendo enfado y me dejé restregar el hielo.

  • Anda, haz lo que quieras si total, no tengo toda la noche para estar peleando contigo. - le espeté. Él sonrió burlonamente e intentó que le mirase a la cara.

  • Eh, no te piques mujer, que estamos de broma. - decía mientras me agarraba la cara para que le mirase a los ojos. Finalmente le miré y su sonrisa desapareció.

Aquellos fueron los cinco segundos más largos de mi vida. Nos quedamos en silencio, él me miraba con cara seria y los ojos chispeantes. Su mano alzando mi cara, su torso desnudo contra mis pechos. Su otra mano en mi pierna, de haber estado acorralándome para que no me moviese. Mis dos manos en su pecho y mis ojos clavados en los suyos con la boca entrebierta, como queriendo decir algo para normalizar la situación. Su mirada se desenfocó, como si no mirase realmente a ningun sitio que no fuesen mis ojos, se mordió el labio. Tenía el estómago en un puño, hecho un manojo de nervios. Mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal y me vi teniendo que controlar la respiración. Aparté la mirada y reí con sarcasmo en plan ' Bueno pues ahora nos separamos y no ha pasado nada'.

Alzó una mano y lentamente, me bajó un tirante de la camiseta mientras se pegaba a mí y ponía su cara en mi cuello.

-Ah...- gemí involuntariamente mientras cerraba los ojos. Sentí sus labios en mi cuello, se atrevieron a besarlo mientras me baja el otro tirante con la mano que le quedaba. Me lamió la clavícula, pegó su erección contra mi tripa. Subí mis manos a su peño y clavé las uñas ligeramente cuando me mordió suavemente la mandíbula. Se alejó de mi cuello, me miró a los ojos, se mordió los labios y los acercó a los míos pero yo me eché hacia atrás y le rechacé. Supe que eso le había puesto más cachondo todavía, su erección se puso aún más dura, parecía no caberle en los pantalones. pegó su nariz a la mía, sus labios rozando los míos sin besarlos y su mano bajó por mis piernas para colarse debajo de mi falda. Me acarició suavamente y con decisión, apartó el tanga y me metió dos dedos.

Gemí y le besé. Le lamí los labios con lujuria y le besé con intensidad. Le agarré de la cara mientras le besaba apasionadamente, él seguía jugando con sus dedos dentro de mí y yo cada vez me mojaba más. Me separé de sus labios una vez más, boca y la mía rozándose. Quiso besarme pero no se lo permití. Nuestras bocas apenas se rozaban, oía nuestras respiraciones aceleradas y él se pasaba la lengua por los labios intentando controlar las ganas de morderme la boca.

Le acaricié la erección por encima de los pantalones mientras él luchaba por no volverse loco. Le bajé los pantalones y los calzoncillos y empecé a masturbarle mientras le miraba a los ojos con la mirada entornada, la respiración entrecortada, mis piernas empapadas por mi propios fluidos que sus dedos provocaban en mi interior. Empezo a jadear, a morderse los labios a clavarme los dedos de la mano que no tenía dentro de mí en mi pierna. Su polla cada vez estaba más dura, empezó a gemir levemente, intentando controlar las ganas de besarme y volverse loco. Y le iba a volver loco, vaya que sí.

No me quedaba mucho para correrme cuando empezó a morderme y lamerme los pazones. La piel se me erizó y las piernas me temblaban, su polla cada vez más dura en mi mano me estaba poniendo muy cachonda y necesitaba sus labios. Me zafé de él como pude y me subí a la encimera, sentada con las piernas colgando. Él se giró y vino hacia mí, completamente desnudo y con una de las mayores erecciones que he visto en mi vida. Se libró de mi camiseta y mi tanga, quedándome solo con la falda veraniega que llevaba puesta.

Me miró a los ojos con la mirada perdida, nublada por el deseo. Me agarró la cara con fuerza y me besó con locura, como si fuese lo último que iba a hacer en su vida. Sudaba y jadeaba, necesitaba follarme desesperadamente y yo le necesitaba a él. Le miré con malicia mientras abría mis piernas y le envolvía con ellas. Ahí fue cuando no pudo más, se coló debajo de mi falda y me metió la punta.

Buff, me estaba poniendo muy cachonda. Pero quería torturarle, quería que me desease hasta el punto de suplicar. Fue a meter el resto cuando le detuve cerrando las piernas y poniendo las rodillas contra su tripa. Tenía la mirada enloquecida, me deseaba demasiado.

Me bajé de la encimera y me arrodillé frente a él. Le cogí la polla y empecé a lamerla por la punta, mientras le miraba fijamente a los ojos. Jugué con mi lengua por toda ella, me la metía y sacaba como si fuere un helado, la estaba disfrutando y la comía con ganas. Él no podía más, me agarraba del pelo e intentaba que dejase de chupársela para poderme follar pero yo no le dejaba. Sus ojos estaban cerrados con fuerza, los dientes apretados y su polla demasiado dura y sensible, mientras la recorría con la lengua la sentía inflamarse y sabía que estaba sintiendo cada lamentón como una tortura. Estaba hipersensible, el menor movimiento provocaría que se corriese.

  • Para, para, no puedo más, por favor - tenía un tono de súplica en su voz que me ponía cada vez más cachonda. Se retorcía, agarraba mi pelo, lo soltaba. No sabía ni qué hacer, mientras su polla se agrandaba en mi boca y pasaba su punta por mis labios mojados y la lamía lentamente.

-Oh Dios, por favor, jodergh, por favor - seguía suplicando, no podía con la tortura a la que le tenía sometido. Y entonces, le miré una última vez a los ojos y mientras le pajeaba, le lamí la punta con vicio. Su pene se tensó y sentí como se corría entre espasmos en mi boca, sin poder parar de gemir y jadear como un adolescente.

  • Oh, joder, joder joder. - mascullaba entre dientes - joder...oh..dios mío.

Se apartó de mí y se sentó en una silla como pudo, tratando de recomponerse.

  • Joder.