Rubén & Alba. Reencuentro, tetas y sospechas
Rubén se reencuentra con María, una amiga suya, que le hace replantearse ciertas cosas respecto a Nuria. Entretanto, él y su hermana continúan su romance con auténtica pasión.
Rubén & Alba. Reencuentro, tetas y sospechas
Alba está preocupada por lo de las sábanas, lo noto. Llevamos ya un rato tumbados en la arena de la playa y sigue tensa, abrazada a mí con fuerza, como queriendo que la proteja de la tormenta que teme pueda avecinarse sobre nosotros.
Tiene la mirada perdida en el mar, como oteando el horizonte, y una expresión seria en su rostro. Trato de animarla a base de besos y caricias, pero nada parece funcionar. Finalmente, se pronuncia:
-Rubén, tengo miedo.
No hace falta preguntar de qué.
-Alba, mírame. -Pongo mis manos en sus mejillas y la hago dirigir sus ojos directamente a los míos.- Quédate tranquila, ¿vale? Si lo hubieran visto ya nos habrían dicho algo y, como bien sabes, no es el caso. Es realmente extraño y frustrante, lo sé, pero no nos preocupemos de cosas que no han ocurrido siquiera y que tampoco parece vayan a suceder.
-No sé, Rubén… Tranquila es el último de los adjetivos que me definen ahora mismo.
-Y tienes motivos de sobra para no estarlo, pero te lo repito: no te comas la cabeza, ¿vale? Al menos intenta no hacerlo.
-Hmmm… Está bien. Lo intentaré.
-Buena chica -sonrío.
-Gracias -sonríe también y me da un pico.
Me abraza como un koala y nuestro beso se va tornando cada vez más y más apasionado. Jugueteo con sus cabellos, enredándonos en mis dedos, mientras ella, en un claro intento de provocación, pasa cuidadosamente su lengua por mis labios y termina por introducirla en mi boca, a lo que yo suspiro y atrapo sus labios con los míos.
-Mmmmmm… Rubén… Pfff… Mi cielo… -suspira.
-Mi reina… Mmmmm… Ven aquí… Aaaahhh… Déjate llevar, mi pequeña… Ooooffff… Te quiero…
La abrazo con fuerza y me giro hasta lograr colocarme sobre ella. Rodea mi cuello con sus brazos y se restriega en mí sensualmente, jadeando.
-Uuuffff… Hermanito… Cómo… Mmmmmm… Cómo me gustas… Aaaaahhh…
La ayudo a despojarse de sus vestiduras, quedando, así, en ropa interior, y yo hago lo mismo. Voy a quitarla el sujetador cuando me para.
-No, cariño… Aquí no.
-¿Por?
-Me da cosa que me vea alguien.
Miro a ambos lados y observo que hay algunas parejas y grupos de personas; no son muchos, pero sí están lo suficientemente cerca de nosotros como para vernos.
-Está bien… Pero déjame, por lo menos, sobártelas un poquito, anda.
-Eso tanto como quieras, mi amor jijiji.
Las masajeo con mucho gusto y mi hermana se derrite de placer, suspirando, mordiéndose el labio y suplicándome que no pare por nada del mundo.
-Aaaaaaahhhh… Mmmmm… Siiiiii… Qué gustito me das… Pfffffff…
Beso y lamo su vientre, provocando que se retuerza sobre la arena, sobre sus propios ropajes. Sus labios tratan de coger aire y se mueven, colorados, con unos excitantes gestos.
-Oooohhh… Siii… Mmmmmm… Me gusta… Aaaaaahhh…
Pese a su inicial negativa, poco a poco se va soltando más y permite que vaya deslizando el sujetador hacia arriba, hasta el punto de quitárselo.
-Mmmmm… Rubén… Pffffff… Cómeme las tetas… Uuuuffff… Por favor…
-A la orden, mi señora.
Quiero trabajar sus pechos, hacerlos más excitables, más sensibles al tacto. Para ello, centro mi intención en sus pezones, duros y de punta, y me dedico a succionarlos, como queriendo extraer leche de ellos.
Esto vuelve loca a Alba.
-Aaaaaahhhh… Aaaaahhh… Ohhhh… Dios… Mmmmmm… Qué gusto… Oooohh… Pfff…
Se los como con fuerza pero controlándome, teniendo claro siempre cuál es el límite para no hacerla daño ni dejar marcas en su piel pura, en su juvenil cuerpo, aún virgen. Lo último que quiero es dejarla señalada.
Entretanto, cambio de teta y repito la operación.
-Oooooommmmm… Siiiiiii… Qué rico… Oooohhhh…
Mientras la hago gozar, se me ocurre una forma de aumentar su satisfacción. Así, pues, llevo mi mano izquierda a su entrepierna e introduzco dos dedos en su vagina, primero acariciando los labios vaginales para, a continuación, pasar a frotarlos. Están mojados e hinchados, y noto como mis dedos se empapan de sus jugos.
-Aaaaahhhh… Aaaahhhh… Mmmmmffff… Siiiii…
Pone sus manos en mi nuca y la presiona, indicándome que continúe. Aún sin poder verla por la posición en la que me encuentro, imagino que debe tener los ojos cerrados y los labios entreabiertos, saliendo por ahí sus sensuales gemidos de nena. Mi hermana está buenísima y lo sabe, por mucho que se haga la modesta negándose a reconocer su propio atractivo, su propia belleza. Tiene un cuerpazo y disfrutar dándole uso conmigo.
-Mmmmmm… Ooooooohhh… Siiiiiiigueeeeee…
Hundo más los dedos en su chochito y froto el clítoris, que también tiene, cómo no, hinchado.
-Aaaahhhh… Aaahh… Ooooohhh… Pfffffffffff… Uuuuuuuuuffffff…
-¿Lo estás pasando bien, guapísima mía? -pregunto, retórico, viendo que se retuerce de gusto.
-Mmmmmm… -ronronea, como única respuesta.
-Eso pensaba yo jeje.
La beso tiernamente, pero se ve que tiene ganas de mi boca, porque su lengua busca la mía y nos acabamos besando apasionadamente. Alba se restriega en mí y me besa mientras gime, con una cara de calentorra que no puede con ella.
-Aaahh… Aaahh.. Ooouummm… -sigue comiéndome la boca, fuera de sí, con las mejillas coloradas por su calentura.- Tómame… Uuuummmmm… Por Dios… Tómame… Aaaahhh…
Mis dedos cada vez van más rápido y ella, por sus movimienos pélvicos, parece querer que frote el clítoris a más velocidad todavía.
-Aaaaaaaaaaahhhh… Mmmmmmm… Me gusta… Aaaaaaaaammmm… Mmmm… Más… Más… Pfffff… Rubén… Mmmmm… Te quiero… Oooooohhhh… Oooohhh… Me corro… Aaaaahhh… Lo noto… Está cerca… Mmmmmmmmffffff… Siiiii… -Y así, entre gemidos y respiración entrecortada, llega al orgasmo y se desploma.
Esta vez se mantiene despierta y, acurrucada en mi pecho como si de una almohada se tratase, nos quedamos un rato hablando de temas banales.
Una llamada de nuestra madre nos devuelve a la realidad de la que, por unos minutos, hemos dejado de formar parte.
-Sí, ahora vamos -digo antes de colgar-. Alba, hay que moverse: la abuela ya tiene la cena casi lista.
-¿Ya? ¡Pero si aún es de día!
-Jeje hermanita, ¿te recuerdo que en verano oscurece más tarde? Para tu información -digo mirando la hora- son las nueve.
-La tarde me ha pasado volando… -concluye, suspirando mientras se viste.
-Y a mí.
Volvemos al paseo marítimo y me pregunta:
-¿Qué hacemos esta noche?
-¿Qué te apetece?
-¿Vamos a tomar algo a algún bar?
-Por mí, genial. Mañana llamaré a David y los demás, llevo días sin verlos.
-Muy bien. Será divertido jiji.
-Sabes bien que a David le gustas.
-Sí, por eso me río.
-¿Harás alguna de las tuyas?
-Ni lo dudes, hermanito -sonríe, guiñándome el ojo.
-Me pondré celoso.
-Es lo que quiero jiji -me provoca antes de besarme.
-Uummm… En medio de la calle no, Alba, que me calientas.
-Jijiji.
Ya en el apartamento, nuestro padre nos reprocha el haber tardado tanto en llegar. Le decimos que estábamos en la otra punta, pero ni caso. Mamá sale a defendernos y acabamos asintiendo a regañadientes.
Después de cenar volvemos a irnos, aunque esta vez con una clara advertencia de “Alba es pequeña, a las doce en casa” por parte de nuestro padre. Para nuestra sorpresa, al poco de haber salido recibimos un ‘WhatsApp’ de mamá: “Vuestro padre acaba de dormirse. Que vaya bien ;)” ¡Si es que tenemos una madre que no nos la merecemos!
Entramos en un bar bastante tranquilo y pedimos un refresco para Alba y una cerveza para mí. En esas estamos, charlando sin más, cuando se nos acerca una chica que me resulta de lo más familiar. Es morenita, lleva su melena negra recogida en una cola de caballo, idéntica a la que se hacen Alba y Nuria, y tiene los ojos marrones.
-¡Hombre, Rubén! ¡Cuánto tiempo!
Me cuesta unos segundos, pero finalmente logro recordar quién es.
-¡María! ¿Qué tal? -La abrazo y nos damos dos besos.
-Muy bien, estoy en la Universidad. Oye, ¿quién es esta preciosidad? -refiriéndose a Alba.
-María -empiezo con las presentaciones-, te presento a mi hermana pequeña. Alba, esta es María, una antigua compañera de clase.
-Mucho gusto, guapetona -La abraza y se dan dos besos ellas también-. Tu hermano y yo éramos buenos amigos en la ESO. ¿Te ha hablado de mí?
-Sí, un poquito. Me contó que te gustaban mucho los ordenadores, ¿puede ser? -Por la cara de mi hermana, me atrevería a decir que la está cayendo bien.
-Exacto. Estoy estudiando Programación.
Charlamos durante un rato y después Alba se ausenta un momento para ir al baño, pudiendo tener María y yo una conversación más privada.
-Ella no dirá nada -comienzo-, pero sabe que estuvimos juntos.
-Ah, entiendo. La has informado bien.
-Sí.
-Y hablando de amores… ¿”La lagarta rubia” dónde anda? -pregunta, refiriéndose a Nuria, pues nunca se han tragado entre ellas.- Lo último que he sabido de ella es que sigue detrás de ti.
-¿No te han contado lo que pasó?
-¿A qué te refieres?
La hago sabedora de que la salvé de la Manada 2.0 y alucina.
-Rubén… Somos amigos, ¿no?
-Claro, mujer. -La cojo de las manos como muestra de cariño.- ¿Qué pasa?
-No quiero ser malpensada, pero… ¿esos hijos de puta son del barrio?
-No, no los conocía. Tampoco fui capaz de reconocer sus rostros en las fotografías de los Mossos.
-Entiendo. Verás… Te lo digo porque, hablando claro, no veo imposible que todo fuera un montaje de Nuria para llamar tu atención.
-¡María, por Dios! ¡Venga ya!
-Escúchame, Rubén: ¿habrías vuelto a llevarte bien con Nuria de no ser por el intento de violación que supuestamente sufrió? Piénsalo: ¿no te parece que la ha venido genial?
-Sí, a ver, se podría decir que la ha venido bien, pero es imposible que se lo inventara todo… No… No sé… No la veo capaz.
-Yo no afirmo ni niego nada, solo digo que la lagarta esta se ha caracterizado siempre por ser una auténtica zorra, y tú mejor que nadie deberías saberlo… -Sabe lo de la lista.- Piénsalo. Solo te digo eso.
-Lo haré, pero creo que el asco que la tienes te hace ver cosas donde no las hay, María.
-Eso no voy a negártelo, pero de nuevo: no descartes nada, y menos con ella -concluye.
Se levanta de la mesa porque ha quedado con una chica, no sin antes despedirse de mí con un cariñoso beso en los labios, una sonrisilla picarona y un “Nos vemos, guapetón. Te llamaré”.
He de decir que María y yo hemos sido amigos desde pequeños, y no ha sido más que el paso del tiempo lo que ha separado nuestros caminos. Fuimos pareja con trece años a petición suya y, aunque nos fue genial porque, como he dicho, nos llevamos muy bien, terminamos dejando la relación y volviendo a nuestra antigua amistad. ¿La razón? Mi querida amiga es lesbiana, y el beso que me ha dado ha sido por la inmensa confianza que nos tenemos mutuamente.
Mi hermana vuelve del servicio poco después -ha tardado porque había cola- y no da mucha importancia a la temprana marcha de la persona con quien apenas ha llegado a hablar. Afirma notarme raro, como pensativo, y, aunque lo niego, lo cierto es que tiene toda la razón del mundo.
Las palabras de María me han impactado y, pese a que me niego a darlas por buenas, la verdad es que tampoco consigo descartarlas del todo. ¿Todo urdido, maquinado por Nuria? Es de locos, sin duda, y, de confirmarse, transformaría el amor que mi amiga siente por mí en una profunda obsesión, claramente enfermiza, más propia de una persona desequilibrada mentalmente que de una cuerda, saco en el que hasta ahora mantenía a mi amiga rubia con total seguridad.
Alba me pregunta qué me ocurre, argumentando que me nota distante. Si hay algo que tengo claro dentro de todo este embrollo que de pronto se ha formado en mi cabeza es que mi hermana, cuanto menos sepa, mejor. Prefiero mantenerla al margen porque, aún sin haber tenido la oportunidad de hablar con María y, por ende, desconociendo su opinión acerca de este asunto, sé que ambas opinan de forma casi idéntica, y lo último que necesito es a Alba con este tipo de ideas en la cabeza.
De pronto, se me han ido todas las ganas de salir y solo quiero volver al piso y meterme en la cama.
-Alba, ¿te importa que volvamos? Me duele un poco la cabeza -me invento, para así evitar sus, muy probablemente, no pocas preguntas.
-Eh… No, tranquilo. Volvamos. ¿Estás bien? -Ahora la pobre está preocupada, poniendo su mano en mi frente.
-Sí, no pasa nada. Solo necesito andar y que me dé un poco el aire.
Volvemos a casa cogidos de la mano y, de pronto, empieza a hablarme:
-Estás así desde que hemos visto a tu amiga. ¿Ha pasado algo con ella?
-No… Bueno, sí, pero con ella, no. -Decido contar la verdad sin contarla del todo para que no pregunte más.- Me ha dicho que una compañera nuestra de clase, de cuando hacíamos la ESO, puede tener alguna enfermedad mental, aunque todavía no se la han diagnosticado.
-Vaya… Pobrecilla. Espero que se recupere.
-Yo también.
Nuestra madre se sorprende de vernos llegar tan temprano, más aún cuando ha insinuado que podíamos llegar a la hora que quisiéramos. Entramos en nuestro dormitorio y nos quitamos la ropa para meternos en la cama.
Alba se echa sobre el colchón y, en un claro intento de provocación, se acaricia los pechos y me mira con una expresión de picardía en su rostro. Su pelo cae por detrás de los hombros, dejando al descubierto un cuello blanco como la leche y unas orejas pequeñas y muy monas.
Entendiendo su invitación, me doy prisa y en un santiamén estoy a su lado. Para dar cierto toque de morbo a la situación, vamos hablando de todo tipo de temas mientras, con mi mano derecha, empiezo acariciando el lado izquierdo de su cintura y metiéndola lentamente bajo sus bragas.
-Uuummfff… ¿Ah, sí? Cuéntame más… -me pide con una voz sensual, mordiéndose el labio.
Por su parte, lleva la mano izquierda a mis testículos y los aprieta sin piedad.
-Aaaaaahhhh… Pues eso… Mmmmmm… Lo que te decía…
Dejando de una vez nuestra conversación banal con fin morboso, me acerco a mi hermana y la beso con dulzura. Vamos despacito, disfrutando del momento. Posa su mano izquierda en mi mejilla derecha y yo termino poniéndome sobre ella. Bajo desde sus apetitosos labios hasta su cuello con un río de besos, continuando por sus pechos, pasando por su vientre y llegando, finalmente a su vagina, que también cubro de mimos y caricias.
-Uuuuuummmm… Sigue… Pffffff… Lo haces muy bien…
-Me alegro princesa… Oooouuummm… Todo por ti…
-Sí… Aaaaammmmm… Gracias… Aaaaaahhhh…
Se abre de piernas para mí e introduzco la lengu en su chochito.
-Aaaaaahhhhhhh… -gime al notar su coñito profanado, agarrándose con fuerza a los bordes del colchón.
Lamo sus labios vaginales, los beso, meto la lengua más adentro y hago lo mismo con el clítoris.
-Oooooooommmmmmmmm… Qué bien… Aaaaaaaaffffff…
Pasado un rato, aún sin haber llegado ella al orgasmo, junta las piernas y reclama el helado que supone para ella mi soldadito. Se lo entrego gustosamente y lo agarra con ambas manos, llevando una a los testículos y otra al tronco.
-Aaaaahhh… -suspiro- Uuffffff… Sé buena chica… Mmmmmmm…
Primero besa la puntita y después se dedica a embadurnarlo todo de saliva. Se lo mete en la boca y después hace magia con la lengua: arriba, abajo, a los lados… Va chupeteándolo con los labios también, sacándolo y volviendo a metérselo. Yo estoy que no sé dónde meterme.
-Aaaahhh.. Pfffffff… Ooooohhhhh…
Con la otra mano va dándome golpes en los huevos, dejándolos duros como rocas y llegando, incluso, a dolerme.
-Aaaaaaaaaaahhhh… Mmmmmmfffff… Cabrona… Aaaaahhh…
Se saca la polla de la boca y la pone entre sus tetas, haciéndome una cubana. Sus senos, tipo melones, bien redonditos y cada día más grandes y excitables debido a lo mucho que se los trabajo, me masajean el rabo, apretándolo y haciéndome gozar una barbaridad.
-Pffff… Dios, Dios, Dios… Mmmmmmmmfffff… Qué bueno, joder… Aaaaahhh… Sigue…
Sus pechos, de por sí, no necesitan ser sujetados porque no están nada caídos. De hecho, ni siquiera los tiene sujetados ahora, porque están tan duros, gordos y erguidos que ellos solitos se bastan para no dejar escapar mi mástil. Son lo que yo llamo unas tetonas de diez.
Mientras me hace la cubana, vuelve a echarse la melena hacia atrás y la pone tras las orejas, pues sabe bien que esto me excita mucho. Al tener las manos libres, acaricia su propio cuerpo y se mueve sensualmente mientras me mira, picarona.
-Mmmmm… Me estás poniendo malo, hermanita… Pfffff…
-Eso quiero, mi amor jijiji. Sssshhh… Disfruta, amorcito, y déjame hacer a mí… Mmmm…
-Te adoro, Alba… Mmmmmffff… Adoro tu cuerpo…
-Y yo el tuyo, cariño… Oooouuummmm… Siento tu polla entre mis tetas… Está dura… Es grande… Y caliente… Se han vuelto mucho más sensibles gracias a que me las trabajas…
-Oooooohhhh… Te lo dije… Mmmmm… Tienes unas tetas cojonudas… Y aún no tienes ni quince años… Pffff… Espera unos añitos y serás Afrodita… Aaaahhh…
-Jijiji… Mmmmffff… Gracias… Todo te lo debo a ti… Siiii… Mi amor… Aaaaahhh… Te quiero tanto…
-Alba… Aaaahhh… Aaaaahhh… Me corro… Estoy cerca… Mmmmmffff… Lo noto…
-Estoy aquí, mi amor… Pfffff… Siiii... Aaaaahhh… Tú puedes… Mmmmmmm… Córrete conmigo… En mis tetas… En las tetas de tu hermana… Dame tu lechecita caliente… Siiiii… Vamos… Oooohhh…
Mi semen sale por la parte superior de sus senos y cae en plan cascada, embadurnándolos completamente de mi semilla caliente.
-Aaaaaaahhh… Por Dios… Mmmmmmfffff… Qué gozada…
Vuelva a meterse mi polla en la boca y la dejo bien limpita y flácida. Entonces me adentro de nuevo en su chochito y continúo con la comida que antes hemos dejado a medias. Sin embargo, me pide que saque la lengua y meta dos dedos. Se sienta sobre mi mano y va subiendo y bajando, como si la estuviera penetrando.
-Aaaahhhh… Aaaaahhhh… Aaaaaaahhhh… Siiiiii… Me gusta… Mmmmmm…
Su lengua atrapa la mía y me abraza con fuerza, besándonos mientras noto sus tetonas estrujarse en mi pecho y mis dedos masturbarla. La agarro por el culo con la mano que me ha quedado libre y lo estrujo a placer.
-Aaaaaaahhh… Mmmffffff… Pfffffff… -gime ella.
Nos echamos de nuevo sobre la cama y seguimos pegados como lapas. Damos vueltas, cambiamos de posición, paramos, continuamos… Hacemos de todo con tal de mantener nuestra pasión.
Trabajo sus pechotes: succiono los pezones, los masajeo, espachurro con las manos, golpeo con suavidad… Los estoy dejando duros, rojos y hinchados a manos no poder. Y Alba, lejos de quejarse, me pide más y más. Desde luego, como si trabajándolos a este ritmo, llegará un día que los tendrá durísimos incluso sin estar excitada. Qué gustazo será comérselos entonces.
-Pfffff… Aaaaaaammmm… Más… Más… Por favor… Aaaaaahhhh… Pfffffff… Cómeme las tetas… Sí… Así… Mmmmm… Más… Aaaaaahhh… Sin miedo… No me haces daño… Ooooohhh… No… Mmmm…. Me gusta…. Aaaaahhh… Oh, Dios… Qué gusto… Ooohhh…
Mis dedos la masturban cada vez más rápido. Como sigamos a este ritmo, no tardará mucho más en llegar al orgasmo. Decido ir más despacio y parece tranquilizarse
-Rubén… Mmmm… Me corro… Oooohhhh… Estoy cerca… Aaaahhh… Aaaaaaahhh… Ooooooohhh… Siiiiiii…
Termina en un tremendo orgasmo que la deja extasiada. Se echa a mi lado, aún jadeando, y me mete un señor morreo con lengua como agradecimiento. Satisfechos ambos sexualmente, nos tapo con las sábanas y apago la luz, quedando solo la de una farola de la calle -la ventana está abierta- y de la luna.
Como siempre, se abraza a mí y esta vez es ella la que me besa dulcemente hasta caer yo medio dormido. Se acurruca en mi pecho y nos damos calor mutuamente. Palpo sus tetas con delicadeza. Están más blanditas que antes, aunque sin duda más grandes y duras que cuando empezó nuestro romance, meses atrás. Está funcionando. En unos años tendrá unas tetazas.