Rubén & Alba. ¿Pesadilla o sueño erótico?
Los hermanos explican sus sentimientos y Rubén sufre un sueño que no sabe cómo tomarse.
- Rubén & Alba. ¿Pesadilla o sueño erótico? -
Alba está en el baño con el secador mientras yo desayuno en la cocina. Divagando en mi mente, rememoro el inicio de esta relación que mantengo con ella. Ya conté en “Un amor especial” que lo de dormir juntos viene del verano pasado, a causa de su miedo a las tormentas; pero si nos ponemos tiquismiquis, lo cierto es que la cosa se remonta a más atrás. Hoy vengo a hablar de eso. Hoy vengo a hablar de cómo me empezó a gustar mi hermana.
Decir de entrada que ella y yo siempre nos hemos llevado bien. De pequeños yo era su protector, su guardaespaldas personal frente a los macacos salvajes de su clase que se metían con ella por vete tú a saber qué. Más de una vez acabé en el despacho del director por romperles el diente a uno, la mano a otro o abrirle la cabeza a un tercero con una piedra.
-Si molestan a mi hermana, que no esperen que me quede quieto -esa era mi respuesta para quien me preguntara qué había ocurrido.
Me llamaron de todo -que si conflictivo, que si problemático, que si violento…- y acabé repitiendo sexto, pero lo cierto es que me importó más bien poco: en mi cabeza, eso significaba única y exclusivamente que iba a poder proteger a Alba un año más.
Pero, al terminar por fin la primaria, ocurrió lo que temí desde el primer momento: estando yo en otro centro, los abusones volvieron a cargar contra ella, y tal era el miedo de mi hermana que no fue capaz de centrarse lo suficiente en clase y repitió cuarto.
Mandaron a esos niñatos a otro colegio al darse cuenta de lo que había ocurrido, pero el mal ya estaba hecho: Alba había sufrido bullying, era incapaz de confiar en ningún chico de su edad y solo se sentía segura a mi lado -porque fui la única persona que la creyó y ayudó-.
Ni con nuestros padres se sentía -ni se siente- cómoda, que ya ellos también dudaron de sus palabras hasta el final.
Sin esos imbéciles con ella, pudo acabar la primaria sin problemas, pero el trauma seguía -y sigue- ahí, latente…
Y con esto llegamos al verano pasado, cuando ocurrió eso de la tormenta. Hay que tener en cuenta que, sumando nuestra buena relación y lo guapa que se había puesto, ya por entonces había inspirado muchas de mis pajas -se sumaba también el morbo de ser mi hermana-. Aún así, todavía no me gustaba.
Una noche de tormenta, a principios del verano, estaba durmiendo cuando Alba me despertó susurrándome al oído con su voz de niña:
-Rubén… Rubén…
-Mmm… ¿Qué pasa?
-¿Puedo dormir contigo esta noche? Es que… me da miedo la tormenta -confesó.
La verdad es que la tormenta parecía de apocalipsis: los rayos iluminaban la habitación hasta el punto que parecía ser de día, la lluvia golpeaba con fuerza los cristales, el viento movía las persianas, los truenos resonaban como terremotos… Muy digno de una película de esas de fin del mundo.
-Claro, métete.
-Gracias.
Se me abrazó como un koala y así dormimos, notando cómo temblaba cada vez que se oía un trueno y abrazándola con fuerza para que se sintiera segura.
Aquellas tormentas nocturnas duraron como tres o cuatro noches seguidas, así que al final ya no hacía falta ni preguntar: cada noche me metía en la cama y le dejaba un hueco a ella.
La cosa está en que se acostumbró a dormir conmigo y ya no quiso volver a meterse nunca más en su cama. Al principio nuestros padres querían obligarla a pasar la noche donde según ellos le tocaba, pero desistieron al ver que su hija no daba su brazo a torcer y a mí no me importaba.
Con el tiempo el roce hizo el cariño, y fue entonces cuando sentí que aquella jovencita que solo se sentía bien a mi lado me estaba comenzando a gustar.
Traté de negármelo a mí mismo, pero fue imposible. Lo único que podía hacer era no sucumbir ante la carne...
… Y eso hago, tanto como mi excitación me lo permite, hasta el día de hoy. Por gracia o por desgracia, a Alba le pasa lo mismo conmigo. No soy imbécil y sé que siente algo por mí, ya que a la primera de cambio coquetea conmigo. Trato de pararle los pies y evito que me dé ese primer beso en los labios que sé que ansía y que, no voy a negarlo, yo también deseo, porque estoy convencido de que cuando eso ocurra ya no habrá marcha atrás.
Nunca hemos hablado de este tema seriamente, solo de pasada, pero sé bien lo que piensa ella.
Mi hermana Alba está enamorada de mí.
Algunos nos llamaréis depravados, enfermos, incestuosos. Me da igual. Lo que siento por mi hermana no lo he sentido jamás por ninguna otra chica. Esa proximidad, esa calidez, esa confianza y complicidad… Si tenéis hermanos y os lleváis lo suficientemente bien con ellos (no me refiero al incesto), sabréis a lo que me estoy refiriendo.
No sé cómo acabará nuestra historia: quizás en un tiempo se lo expliquemos a nuestros padres y formalicemos nuestra relación; o quizás no. Puede que acabemos encontrando a alguien con quien envejecer y esto no sea más que un bonito recuerdo.
-¿Qué tal estoy? -me pregunta, nada más bajar las escaleras y aparecer en el salón.
La miro de arriba a abajo. Se ha alisado la melena rubia, pintado ligeramente las pestañas y los labios y puesto una camiseta clara y una chaqueta y pantalones tejanos azules.
-Guapísima, como siempre -sonríe ante mi respuesta, le pongo la mano en el hombro y la beso en la frente. Puedo sentirla suspirar al notar mi piel sobre la suya.- ¿Vamos?
-Sí.
Salimos de casa cogidos de la mano, nos montamos en mi coche y vamos a clase. Cualquiera que no nos conozca pensará que somos pareja.
Y supongo que eso es justamente lo que los dos, en el fondo, queremos.
Alba
Entro a clase justo cuando la profesora va a cerrar la puerta. Me mira con cara de “A la próxima no entras”, pero no me pone problemas. Voy a mi sitio y empieza a explicar.
-Buenos días -me saluda mi amiga Raquel, que se sienta a mi lado.
-Buenos días.
Abro la mochila y saco las cosas: el libro, la libreta, el estuche, la agenda… Me quedo mirando una foto que hay en la portada de esta última. Una foto de Rubén y yo. Está tan guapo sin camiseta, moreno y fibrado…
Salgo de mi ensimismamiento y tomo apuntes para que la maestra no me diga nada. Ya soy un año mayor que los de esta clase y no quiero serlo dos.
Pero no me quito a mi hermano de la cabeza. Estoy pillada por él, yo lo sé. Como también sé que no puedo contárselo a absolutamente nadie. Tengo que aguantar tanto a mis amigas de tercero como de segundo con sus fantasías y sueños sobre mi Rubén para que no sospechen nada. Les gusta porque está bueno y es el único estudiante que va a clase en coche, y como son unas interesadas se lo quieren ligar solo para fardar. Soy rubia, pero no soy tonta. Cuando, harta de sus estupideces y de su pavo -del que yo no carezco, debo decir-, les recrimino sus intenciones, se llevan las manos a la cabeza, diciéndome que no es cierto y que cómo puedo pensar eso de ellas... Pero yo sé lo que me digo.
Aburrida, miro de reojo a la mesa de Raquel, quien está dibujando en la mesa con el lápiz. A la cabrona se le da bien, por lo que no me cuesta averiguar de quién se trata.
Vuelvo a prestar atención a la pizarra… o al menos a intentarlo, porque estudiar el present simple y present continuous una y otra vez cansa.
Me mojo los labios con saliva e imagino que son los de Rubén. Cómo me gustaría que me besase, o que me permitiera hacerlo yo. Pero huye cada vez que lo intento, o aprovecha cualquier excusa para separarse. Como esta mañana mientras nos duchábamos, por ejemplo. He tratado de calentarle para que se dejara llevar, pero no ha servido. Pensaría que no le gusto si no fuera porque él disfruta tanto como yo de los momentos que pasamos juntos, a solas. Cómo me abraza, cómo me masajea, cómo me ha besado en la espalda y acariciado el culo cuando me estaba desnudando… Sé que él también siente algo por mí.
A veces pienso que tendría que plantarme delante de él y exigirle explicaciones, pero lo cierto es que no encuentro el momento -o no quiero encontrarlo, más bien-. Cuando le veo quiero abalanzarme sobre él, no avasallarle a preguntas por un cabreo.
La profesora pasa por mi lado, devolviéndome una vez más a la realidad. Entonces lo noto.
Humedad.
Tengo el chochito mojado.
Rubén
El profesor nos da la brasa con el temario mientras yo avanzo en los ejercicios que tenemos que entregar en la hora siguiente. Tengo que ponerme el estuche delante para que no vea lo que estoy haciendo.
Levanto un momento la cabeza y entonces me doy cuenta de que alguien me está mirando. Se trata de Nuria, una compañera de clase que lleva dos años intentando ligar conmigo sin éxito. Ella y yo tenemos cierta “historia” juntos, pero no creo que este sea el momento de hablar del tema -quizás otro día-.
Cuando ve que al fin la miro, me sonríe, coqueta. Suspiro de puro cansancio -os prometo que no he conocido jamás a alguien tan pesada e insistente como ella- y vuelvo a fijar la vista en la libreta. A ver qué día se da por vencida de una jodida vez y me deja en paz la plasta esta…
Muchos de nuestros compañeros la miran, tratando de ganarse su confianza y cariño. Nuria tiene tantos pretendientes que podría fácilmente salir un mes con cada uno y aún le sobrarían.
Pero no. La criaja esta se ha emperrado en mí y no hay manera de que deje de dar por culo. Pues mira, que se meta los dedos y se masturbe pensando en mi polla, yo que sé. No pienso caer en sus redes.
Ese mismo día, ya por la noche, estamos abrazados en la cama. Le hago cosquillitas en la espalda a Alba mientras hablamos y me besa en el cuello y la mejilla con suavidad. Le cuento lo que me ha pasado hoy en clase con Nuria -mi hermana ya está al tanto de esto desde hace tiempo-.
-Jo, qué tía más pesada -opina, haciendo una mueca de desagrado-. Rubén, por favor, déjale las cosas claras.
-Ya lo hice una vez, ¿recuerdas? La abordé por el pasillo y se lo dije tal cual: que es una pesada, que no me cae bien y que no quiero nada con ella. Pero no lo entiende… Debe ser porque es rubia.
-¡Oye! -me golpea en el pecho, cariñosamente.
-No te enfades jaja, que ya sabes que lo digo de broma. -Miro al techo, como si allí se hallara la respuesta a todos mis problemas.- Pero es que es verdad, en su caso se cumple el estereotipo de rubia tonta que no pilla las cosas.
-Escucha… -empieza, mirándome fijamente a los ojos con una expresión como de preocupación y duda al mismo tiempo.- ¿Quieres que le diga?
-¿Y eso de qué serviría, Alba? -Desecho la idea.- No puedes plantarte delante de ella como una novia celosa y exigirle que me deje tranquilo. Sería demasiado raro, demasiado sospechoso.
-Ah, ¿conque me consideras tu novia, eh? Jijiji -me pregunta, poniéndose juguetona. Acerca su cara a la mía y me da un beso de esquimal.
-Ya me has entendido… Tengo que hacerle ver que no tiene ninguna posibilidad de seducirme, pero no sé cómo hacerlo. Es lo que te digo: le dije que es una pesada y que me dejase en paz, pero la muy cabezota no se rinde…
Pasamos un rato más hablando hasta que finalmente apagamos la luz y nos dormimos. Alba apoya la cabeza en mi pecho, sintiendo los latidos de mi corazón, y pasa una pierna por encima de mi barriga; por mi parte, la abrazo por la espalda y la cojo de la mano.
-Buenas noches.
-Que descanses. Hasta mañana.
Me encuentro en clase, pero enseguida me doy cuenta de que hay algo extraño. Todos, profesor incluído, me están mirando. Giro la cabeza hacia la derecha y veo que Nuria me mira con deseo, pasándose la lengua por los labios. Me guiña el ojo y se levanta.
-¿Qué coño haces? -le exijo saber cuando mi compañera trata de besarme.
-Cogedle -ordena ella, sin que desaparezca la sonrisa de victoria de su rostro.
Antes de que pueda moverme siquiera, cuatro chavales se me echan encima y me inmovilizan: me cogen de las extremidades y esperan órdenes.
-¡¿Qué coño pasa aquí?! -Mi cabreo va en aumento.- ¡Soltadme, joder!
-No hasta que me aceptes -me explica Nuria, serena.
-¡Nuria, me cago en tu puta calavera! -Me hierve la sangre de la rabia.- ¡Diles que me suelten!
-De eso nada, guapo. -Ahora mira a sus siervos.- Sujetadle bien -les ordena.
Dicho esto, se desnuda de cintura para abajo, me baja los pantalones y los calzoncillos, me arrodilla entre mis piernas y me la chupa.
-¡Para, Nuria, para! -Ya no sé qué hacer, estoy desesperado; no veo forma posible de salir de esta.
-Pararé cuando aceptes que te gusto y me pidas estar conmigo.
Trato de librarme de sus esbirros, pero no hay manera. Me tienen bien cogido.
Aún con todo, lo cierto es que la chupa de maravilla y yo no soy de piedra. Acabo, muy a mi pesar, empalmándome.
-Muy bien, ya estás listo -anuncia Nuria, triunfante.
Se pone sobre mí y me folla.
-¡Ah…! ¡Ah…! ¡Aaah…! -gime.
-Nuria, para, por Dios -trato de mantener la cordura, pese a que el placer que estoy sintiendo me está ganando la batalla.
-Mmm… Ooohh…
-Nuria… Por… Por favor…
-¡Mmm…! Qué bueno… Sí…
-Por lo que más quieras… Nuria… Déjame… -doy los últimos coletazos porque ya veo que voy a terminar sucumbiendo al placer.
-Ufff… No hasta que me aceptes, cariño… ¿Te gusta? ¿Te gusta como te follo?
-Nuria, no…
-Ssshhh… -Me corta.- No hables, cariño… ¡Hhhmmm…! ¿A qué se está bien…?
Ahora sí que me doy por vencido y me uno a ella. Muevo la pelvis para acelerar el ritmo al que la penetro, y ella me lo agradece:
-Umm… Siii… Por fin lo entiendes… Estoy destinados a estar juntos Rubén… Aahhh… Siempre lo hemos estado… Te quiero, mi amor. ¡Aaahhh!
Se agacha y nos besamos con lengua. Me coge de las manos y sus siervos me sueltan completamente. La agarro por el culo mientras nos seguimos comiendo las bocas y se la magreo ante su satisfacción.
-¡Aahhh! ¡Siii! ¡Siiigue…! ¡Oohh, Dios, qué bien! ¡Aaauumm…!
Cada vez vamos más rápido, más follados -nunca mejor dicho-. Su cabellera rubia se mueve y se mezcla con mi pelo, y sus brazos rodean mi cuello con fuerza.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Siii!
-Oooff… Nuria… Me has ganado… ¡Uuufff…!
-Ummm… Te lo he dicho, mi amor… Hhhmm… Estamos destinados a estar juntos.
Siento que voy a correrme al fin cuando de pronto…
-¿Rubén? ¿Estás bien? -Alba me despierta y me levanto de un bote de la cama. Todo ha sido una pesadilla. O… ¿debería decir, más bien, un sueño erótico?- Rubén, ¿qué te pasa? -Nada. Ha sido… Ha sido solo una pesadilla. -Me doy cuenta entonces de que estoy sudando.- Dame un segundo. Voy al baño.
-Está bien. Quieres… ¿Quieres que vaya contigo? -Se preocupa.
-No, tranquila. Estoy bien, pero… gracias.
-De nada -me sonríe, compresiva. Es un sol. Un encanto.
Me echo agua fría en la cara y recuerdo lo que acabo de soñar. Era tan… real. Me miro en el espejo y no paro de repetirme la misma pregunta.
¿Ha sido una simple pesadilla que ha terminado en sueño húmedo?, o… ¿hay algo más?
- Relatos de esta historia: -
Rubén & Alba. Un amor especial: https://todorelatos.com/relato/140964/
Rubén & Alba. En el baño: https://todorelatos.com/relato/141079/
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